Del arte de la fuga. Quién no se ha sentido hecho un guiñapo frente a las adversidades que le han zarandeado y en el momento más inesperado, una novela le abría una ventana para fugarse de su maltrecha realidad (no para tirarse). Una ventana de guillotina, con vistas a una ficción que le alejaba de la hondura de sus pesares y que le permitía coger resuello, en un período donde le asolaban las tribulaciones. Como la pareja del escritor consagrado y el aspirante, uno de los dúos más eternos de la historia literaria, que emprenden juntos un viaje interior y exterior, hastiados del bullicio de la meca artística de la que escapan. " No mirar hacia atrás, salvo que queramos convertirnos en unas estatuas de sal " Imaginemos un Francis Scott-Fitzgerald vaca sagrada devoto de su esposa Zelda , llena de sofisticaciones, sus bucles y vestidos vaporosos, que de pronto huye con el promisorio Hemingway a ninguna parte. De fondo, les envuelve el monótono ruido de las vías del tren. ...
Un viaje por la historia y la cultura