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Mostrando entradas de octubre, 2018

Una bala de sauco en el cuerpo de Bazille

  U na bala de sauco, que se retrepa en su tripa. El soldado de destino funesto se tumba agotado, y sus retinas unas cornalinas que dejaron de brillar testimonian que al sargento mayor de los Zuavos, se le ha escapado la vida. Lleva la guerrera tinta de sangre, le ha mudado el color, de rozagante a blanquecino. Pero el finado todo lo había aprendido a una velocidad endiablada en sus escasos veintiocho años. Casi premonitorio de un final trágico, desarrolló una carrera pictórica en poca más de ocho años. Para cuando se enroló en el ejército, Frédéric Bazille se había convertido en un maestro, de  un movimiento que todavía no había nacido. No en vano,  corrió mucho de ese París nocturno y dorado. Perdido en los brazos de mujeres de mal vivir, unas Shivas que no se arredraban por mucho que entonasen las muchachas que Bazille expondrá en el Salón del Louvre, y el implicado lo negase. - Qué digan lo que quieran los nuevos, pero el Louvre siempre seguirá siendo el Louvre.- Aseveran los e

El Marqués de Molins

G ran encargo para el académico, con la cara tornasolada, que se tomó el coñac para rematar la faena, y que zambo se remueve entre las mesas del nuevo Café de Levante . El ínclito Marqués   de Molins se agazapó en la capa española, para salir a la calle. Todavía rumiaba las sandeces que había tenido que escuchar. - El cantón de Cartagena bien que ha dado " el cante " como buen cantón que es. Dice que se rebela contra el Cantón de Murcia. A este paso, me voy a sacudir con mi mano izquierda. – Nuestro personaje se bamboleó seguidamente entre las callejuelas de un Madrid que amanecía, y se dirigió todo lo raudo que pudo a su destino. Lo que le faltaba – volvió a masticar la cháchara del Levante  Mariano Roca de Togores y Carrasco – en este caso, la cigarrera que advertía que si se volvía a la monarquía habría una Guerra de “sicisión”.   No se envolvía en su aristocrática gracia, pero en los asuntos de la lengua como Presidente de la Real Academia, no atendía a razones de cla

El oro del Rin

A l principio, la edad de la inocencia, un mundo que se crea por fuerzas y energías contrapuestas, hasta que el oro que corromperá a los nibelungos, cobra protagonismo. Criaturas extrañas, de escasa estatura, y que viven en las sombrías entrañas de la tierra.  Alberico, uno de ellos, se había acercado impetuoso a las hermosas ondinas, que custodiaban libérrimas los secretos más furtivos . – El amor, misterioso fruto de nuestra felicidad. - Pequeño y hurón, el nibelungo sin embargo sabía apreciar la belleza de las tres ninfas. Se miraba en los confines de los riachuelos, espejo verosímil de sus sueños. Tan pronto subió a los peñascales, donde la breña crecía selvática, oteó el horizonte a sus anchas. Acostumbrado a las angostas grutas de los inframundos, Alberico gozaba de la libertad. Cuando llegó en pos del viento, como decíamos, a la altura de las tres náyades. - ¡Qué belleza, si cualquiera de vosotras me acogiese en su regazo, me haría muy feliz! El gran compositor alemán,

Un hombre pobre con dinero.

"Todo hombre tiene que creer en algo; yo creo que me darán otro trago." W. C. Fields C on la cabeza redonda y grande hundida con sus hombros en toda una Biblia, le sorprendió un amigo que le vino a visitar al hospital, y que apareció de improviso por el quicio de la puerta. El misántropo del celuloide por antonomasia, ¡leía las Sagradas escrituras! Si odiaba la Navidad. Además, fue testigo de las berraqueras con directores y guionistas, porque el diálogo no se ajustaba al sello de sus personajes ¿ No había tenido tiempo a leerse el guion? Un enfant terrible , que produjo verdaderos quebraderos de cabeza en la industria del cine.  Pero también en honor a la verdad, su humor fue único, pensó el colega mientras le abordaba con chanzas y con una pompa impostada, cuyo fin era animarle en la convalecencia.- ¡Cómo que leyendo literatura celestial! Esas conversiones no son buenas, querido señor Fields. Somos pecadores y los arrepentimientos a estas alturas, valen de poco. El e

Con razón

" El otoño vendrá con caracolas,  uva de niebla y de montes agrupados, pero nadie querrá mirar tus ojos, porque te habrás muerto para siempre "  Alma ausente. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Lorca A quella tarde el público más irredento venía a cobrarse cuentas de antaño ¿Pero el autor de la obra de teatro no les había pegado un corte de mangas en medio del redondel de Las Ventas ? Madrid era mucha plaza para ser burlada de manera tan descortés. Como murmuraban en Pino Montano sus más allegados - patulea de lo más diversa, desde políticos insignes hasta poetas tocados por musas de lo más esquivas con otros -  Ignacio Sánchez Mejías nunca paró quieto. Un personaje tan poliédrico- fue Presidente del Betis o de la Cruz Roja de Sevilla - que no se le podría catalogar en una sola profesión como la de torero, en la que se había desenvuelto con gallardía y mucha técnica, a decir de los especialistas. Por eso, resguardado de las miradas curiosas - el tole tole en

Frozen Turandot

A zufre, azufre malhadado en los labios, azogue que le corroía toda la garganta. Tenía la colilla cosida en las manos, de la que un provecto Giacomo expelió una masa de humo, que se dispersó como él de la conversación. No en vano, una muchacha del servicio fue el ángel caído a su lado, para despistar al genio. La fama de mujeriego le perdía a tal punto, que las malas lenguas contaban, que por su afición a los burdeles, Giacomo Puccini se dedicó a la música. En el fondo, necesitaba unos cuartos de mal pianista, con los que escenificar una mundología, para que la bella de turno se b alancease en el balcón de las piernas del adolescente Puccini. Tampoco  sus allegados en aquellos años de mocedad, le dedicaban bellos epítetos:  un holgazán simpático, muy dado al dolce far niente; que las preocupaciones no le nublasen un buen divertimento , cualquier cosa antes que trabajar. Hasta que se aferraba a la magia de un nuevo proyecto con intensidad febril, para no levantar la cabeza del pe