Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2020

Oona y Salinger

C omo en tantas otras ocasiones, que una opinión en exceso encomiástica, demora una lectura muy recomendable, pues de esta guisa nos presentamos ante   Oona y Salinger . La novela envuelta en el polvo, languidecía en un lugar remoto de la estantería, escondida entre tomos de finanzas. Hasta que despertó de su sueño, una tarde que balanceé el ejemplar en mis manos. Obra   de uno de los enfant terrible del panorama literario actual francés, Frédéric Beigbeder desde las primeras páginas aborda la historia en un estilo muy particular. Encareciendo al lector que comprenda sus ansias de contaminarse de la candidez de la juventud y de no envejecer nunca. Nos transporta a su universo particular, lo que sonará frívolo para no pocos, pero que a posteriori cobrará sentido. Beigbeder cuenta cómo esquiva a cualquier coetáneo, para que no le imbuya en la clase de problemas típicos de la cuarentena. Los hijos adolescentes, la escasez de tiempo personal, las arrugas que crecen por doquier y esos br

Annabel Lee

L a muerte ronda por sus ojos, que titilan desdicha y una suerte de sueños góticos. Una mirada que como sabemos, flota por el más allá, como sus relatos en los que el dolor y la locura van unidos.  Vierte entonces unos versos desesperados, el último poema completo, que escribe el eximio escritor, Annabel Lee , casi tambaleándose por los efectos de un Baco inmisericorde . Se publicará de manera póstuma. Sin embargo,  ¿quién es ella, quién fue Annabel Lee? ¿Todas las mujeres o sólo una? Quizá ninguna y todas a la vez.  I nevitablemente, los versos de Edgard Allan Poe suenan en nuestra memoria con los arreglos y los acordes de Radio Futura . En nuestra ignorancia de entonces, abundamos ciegamente en unas pesquisas, que nos hicieron suponer que sería alguna chica conocida por su cantante, Santiago Auserón . Pero llegó la universidad, el metro que zigzagueaba como un topo, y aquella recopilación de la narrativa del famoso autor americano, que permitieron que las capas de misterio fu