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Mostrando entradas de febrero, 2023

Blondell, la trova de un rey perdido

E n la voluptuosidad  derruida  de mis recuerdos, vaga un hecho increíble de mis andanzas por la vieja Europa. Es cierto, que nunca se me fue el regusto por contar historias, pero lo hacía abrigando una cítara en mi regazo, y no en la desazón que me provoca la enfermedad. Pero creí la hora de hacer recuento, por lo que parte de mis familiares se arracimaban en visitas de las que denotaba si acaso febril, un murmullo. A ratos, recuperaba la cordura, y como les incitaba la curiosidad, me hacían preguntas de mis viajes. Cuando una de aquellas preguntas me inquirió si era cierto lo que se contaba. La cara redonda y fragorosa como una luna de mi sobrino William pretendió excusarse por su osadía, mas no quería que muriese sin contar ese secreto.- Lo siento, tío. - ¿Quién te dice que me voy a morir? Soy inmortal. - El guiño henchido de vanidad de un artista, y la expresión de horro de William, liberado de su embarazo. - Lo entiendo, querido que te pique la curiosidad.  El asedio de San Juan

Plegarias no atendidas.

E n cada uno de sus actos regios buscaba la Morada Celeste. El monarca, empequeñecido por el sinuoso paso del tiempo, aferrado a su misal,  cavilaba sobre el destino y el misterio de la muerte. Un bisbiseo sordo: " Santo,Santo Padre, cuál es la voluntad del Altísimo " Su confesor, calvo y de barbas luengas, de hábito oscuro, con el que  el rey entrelazaba las manos, y  con el que rezaba después al unísono el rosario, escuchaba atento. Más plegarias hasta que profirió el amén,  aquel confesor, que había sustituido al poderoso  Fray Bernardo de Fresneda . Felipe II, el rey que hizo de la burocracia su estilo personal En el rey eran prominentes las arrugas excavadas en su rostro, la barba antaño bermeja, moteada de canas. La razón de estado, rimbombante subterfugio para cometer los crímenes más abominables, ideada por su secretario personal, que había erigido un laberinto fantástico para que no pudiese bien discernir el fin de todo aquello. Un espejismo como le contaban a su alt