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Mostrando entradas de abril, 2016

Campos y mentes cerradas

Abre en el  Museo Reina Sofía  la exposición  Campo Cerrado , que alejada de los tópicos, nos iluminará un período oscuro de nuestra historia reciente, la  Posguerra,   que fue muy fecundo en lo creativo (ver reseña de la exposición  http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/campo-cerrado   ). Pese a que los artistas desarrollasen su actividad en un entorno represivo e imbuido en la fatuidad del  nacionalcatolicismo,   que resultaba tan grato a las autoridades culturales y que como bien absoluto, debía esparcirse en todos los órdenes de la sociedad, incluido el artístico, las musas siguieron desempeñando su labor. Cabe decir que muchos de ellos no se sintieron incómodos en el traje de la dictadura que defendieron más o menos explícitamente con bravuconadas o destilando la mejor poesía. En el presente sus manifiestos nos suenan a retruécanos de un imperialismo más que trasnochado y risible, dada la debilidad de un país emboscado en sus propios miedos y derruido moral y materialmente

De dinero y dioses

Es sin duda a lo largo y ancho de la historia, el lugar reservado a hombres poderosos e influyentes, tan pronto se les privaba a los Dioses del altar monetario. Desde la pieza mochada y terrosa en la que la efigie de  Alejandro Magno  luce brava con sus cabellos proyectados como rayos, hasta el circunspecto  Hércules  cuyo perfil se nos hace aterrador y dispuesto a asaltarnos si posamos nuestras pupilas sobre su reproducción.  Zeus ,  Poseidón ,  Palas Atenea  conforman un  Olimpo  monetario al que sólo le guardan un lugar a los mortales más poderosos de la  Edad Antigua , que incluye acuñaciones con rostros de Emperadores romanos o de personajes importantes de la vida pública como  Cayo Mario , que creó la maquinaria de guerra de las legiones. No en vano, la profesionalización de las legiones fue un hito para que Roma se perpetuase durante siglos como potencia dominante en el  Mediterráneo  y tanto les hizo movilizarse con pesados pertrechos, que los legionarios fueron bautizados

Elegía por el París bohemio y sus estoicas modelos.

Casi nadie se acuerda de aquellos rostros anónimos, que  pertinaces historiadores del arte  sacaron de las sombras. Como investigadores quisieron dar vida a las protagonistas lacónicas del lienzo, el desnudo  sensual  que perpetuaba relaciones llenas en algunos casos de procacidad, para las  desdichadas  familias de las  muchachas. Las modelos sufrían no en vano largas sesiones, expuestas como sacerdotisas vestales a los rigores de los gélidos estudios, a los que con mucho llegaba una estufa de leña, que no siempre estuvo alimentada por la modestia de sus anfitriones. Se ahorraba en calefacción, en ropa, y en alguna comida como recordaba Amedeo Modigliani . Desde luego, que muy tempestuosa fue su relación con la bellísima Jean Hébuterne:  la magia de sus ojos le produjo tal embeleso, que el caballero de la trementina se rindió a la joven que esbozaba una sonrisa íngrima, porque había amado desde el primer momento a Modigliani. El artista   impartía clases en la Academia Colarossi d

Cine, la agencia Pinkerton y los guiones literarios.

La editorial  RBA  para solaz de los seguidores de  Dashiell Hammett  recuperó hace unos años un  magnífico cofre , repleto de sorpresas y sobre todo de los relatos del aclamado autor  desperdigados  en las distintas editoriales del género negro como  Black Mask   (1) , que publicaron sus obras. En este sentido,  Disparos en la noche  no resuena con la oquedad de las balas perdidas, muy al contrario, junto a un prólogo vibrante de  Enrique Hériz , su traductor, inmejorable oficio por lo demás para ejercer la literatura y darle una pátina de buena prosa a cualquier engendro, podremos disfrutar de la evolución del gran escritor de novela negra, en el que se intuyen las maneras y formas que irremisiblemente desembocaron en su creación más perfecta,  El Halcón maltés . El ídolo español, El Halcón maltés, un tótem o figura que por su valor perturba a quien se le arrima y es objeto de más de una tenida, inspiró una fabulosa película de John Houston , sin duda el mejor Houston que es decir

Un año en el otro mundo

Podría parecer a tenor del título,  Un año en el otro mundo , que  Don Julio Camba  regresase de ultratumba con sus manos lechosas y entre cendales de neblina, para relatar  sus experiencias  del otro mundo  a los vivos. Algún lector fantasioso, trémulo y lleno de congoja, creerá atisbar la voz de la  medium,  que nos impreca para que nos acerquemos a la luz y escapemos de la seductora estampa del señor Camba, pero sobre todo de su facundia que como una telaraña atrapaba a sus lectores, que más que eso, eran verdaderos devotos. Danzamos en nuestra imaginación feraz entre las hileras de tumbas de  La Almudena , hasta que por ensalmo se disuelve el recuerdo del periodista y escritor, que sobrevuela las azoteas de Madrid, para convertirse en el eco de nuestro aburrimiento. Porque más que un año, ha transcurrido un siglo desde que Don Julio escribiese sus crónicas americanas para  ABC,  por lo que  a ese lector que estaba adormilado,  se le desembotarán los ojos como si hubiese recibido