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Con razón



"El otoño vendrá con caracolas, 
uva de niebla y de montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos,
porque te habrás muerto para siempre

Alma ausente. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Lorca

Aquella tarde el público más irredento venía a cobrarse cuentas de antaño ¿Pero el autor de la obra de teatro no les había pegado un corte de mangas en medio del redondel de Las Ventas? Madrid era mucha plaza para ser burlada de manera tan descortés. Como murmuraban en Pino Montano sus más allegados - patulea de lo más diversa, desde políticos insignes hasta poetas tocados por musas de lo más esquivas con otros -  Ignacio Sánchez Mejías nunca paró quieto. Un personaje tan poliédrico- fue Presidente del Betis o de la Cruz Roja de Sevilla - que no se le podría catalogar en una sola profesión como la de torero, en la que se había desenvuelto con gallardía y mucha técnica, a decir de los especialistas. Por eso, resguardado de las miradas curiosas - el tole tole en Pino Montano se hacía algunos días insoportable- se lanzó a pergeñar una deliciosa trama que sorprendió a propios y extraños, por tratarse de una ópera prima. Según cuentan, el torero, se había abalanzado sobre la máquina de escribir, impelido por fuerzas más que extrañas, terapéuticas. Qué recovecos más impertinentes tenía la mente. El superyó ése era un coñazo se malició Don Ignacio, al que una nubécula de enojo le sobrevenía al recordar que se le había subido a las barbas durante toda su vida ¡ Haz esto o lo otro! Mandón ingobernable. Como cuando convencía a su padre y a él mismo con notas falsificadas con cloro, que estaba cursando tercero de medicina, mientras  ocultaba su afición a la velocidad. En realidad a cualquier actividad, que entrañase ese riesgo que se retrepaba en su garganta, en forma de adrenalina. 

Pero después de leer a Sigmund Freud, que había descubierto el superyó ése, se comprendió más a si mismo, y emborronó unas cuartillas que encarnaría el selecto elenco de artistas de la Compañía de María Guerrero. Rafael Alberti que tanto valía para un paseíllo como para pulsar el ambiente del teatro, se encontraba espantado aquella tarde de estreno. En la Plaza de la Coruña, Sánchez Mejías le dijo que se pusiese un traje ¡ naranja! que el bardo gaditano lució con gran pose torera. Y ahora allí, de talismán de su amigo Ignacio, que le había invitado por ser inseparable junto a su "primo Lorca". El gaditano miró alevosamente al público, que rijoso venía a montar una buena algarada, cuando ni siquiera se había levantado el telón. ¡ No le van a perdonar! Se imaginó que bombardearían el escenario con cualquier objeto. Puños al aire, y palabras altisonantes. Los tendidos, que no en-tendidos como dijo el crítico, tenían el veredicto hecho. Más ruido de fondo, se acercaba la hora de abrir el telón, pero el murmullo no cesaba.- ¿ Dónde nos hemos metido? - Dijo taciturna una María Guerrero, a la que le bordeaba el llanto y las manos recorrieron una agrietada facha. El libreto merecía la pena, por su innovación, más que por su calidad literaria. De hecho, aunque con algo de demora respecto a corrientes más centroeuropeas, escenificaba las teorías de un doctor austriaco contra las neurosis. 



De Mar del Sur - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10613183
Sillón de Sigmund Freud

Tras la debacle de la civilización que significó la Gran Guerra, muchos jóvenes salieron de aquel laberinto existencial con fuertes neurosis. Por qué nosotros debieron preguntarse muchos de ellos, acurrucados en las trincheras, mientras las lenguas de fuego de dragones extraños, recorrían el frente. Los supervivientes se lanzaron a unos años veinte llenos de desenfreno, en los que los tabúes sexuales saltaron hechos añicos. Un auge de la sexualidad y de la experimentación gracias a las drogas, que se convirtieron en la tumba insospechada para casi todos ellos. El Berlín de los años veinte como paradigma para escapar al horror, al que nos transportó Volker Kutscher con su fabulosa saga del detective Gereon Rath. Entender ese entorno es clave para comprender el resurgimiento de las teorías revolucionarias de Freud más vinculadas a nuestros traumas y represión de la sexualidad. Los sueños, la psique estaba muy de moda, y el torero que buscaba nuevos horizontes intelectuales, decidió " vulgarizar" las hipótesis del médico austriaco . De pronto, se abre el telón, los actores que no intervienen en la escena cogidos de las manos, se las aprietan, la algarabía no cede, hasta que la platea se enfrenta a un frío escenario. Lo que invitaba a la rebelión para vengar las afrentas del torero, se torna en expectación por el autor teatral. Un gabinete parco, lleno de archivadores, tres batas blancas, que pululan de un lado a otro, simulando un ajetreo inusual. 


De José Calvache "Walken" - (1916-05-10). "—". Mundo Gráfico (237). ISSN 1579-847X., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=55051771
La Argentinita, amor de Sánches Mejías

Sánchez Mejías, al que se le ha llamado el Howard Hugues español, por su faceta pionera en muchos ámbitos, ha sido uno de los grandes olvidados de la  historia de nuestra cultura aunque en los últimos años se vuelva a restituir una figura clave, que  ejerció una labor de mecenas, sin la cual la Generación del 27, no habría brillado en todo su esplendor. Más que como proclaman sus hagiógrafos que reivindican el papel de promotor de Sánchez Mejías de la citada generación, en su faceta de muñidor en la sombra de los acuerdos y vínculos que fraguarían uno de los episodios más trascendentes de nuestra literatura . Algunos historiadores se temen que se exagere su papel, pues el Ateneo de Sevilla fue en realidad el organizador del acto de presentación de este ramillete de autores, que con la excusa de un homenaje de Góngora, fundaron el cartel poético que trajo aires de gloria a nuestra literatura.  Pero tampoco desdeñemos su figura. Hasta donde pudo, ayudó a su amigo Alberti, que con un intenso epistolario trató de recabar en esa reivindicación del poeta cordobés, el apoyo de grandes figuras como Juan Ramón Jimenez, Valle Inclán, y en esa proba tarea, encontró en el torero un gran muñidor, gracias a sus influencias. Asimismo, prorrogó la estancia de los grandes escritores de la Generación del 27, que después de la presentación oficial, como sabemos, en el Ateneo de Sevilla, pasaron unos días en Pino Montano. 


En El Azogue recuperamos al hombre renacentista, sin poner énfasis en ninguna de las muchas vertientes que abarcó un tipo acostumbrado a sorprendernos. Un adelantado a su tiempo ¿ Quién se podría imaginar que se desplazase a sus citas taurinas pilotando su propia avioneta? En la niebla y embozado con el gorro de cuero, emergía la figura de este aventurero, que aquella tarde de función no recibió lo que parecían unos abucheos predestinados, sino una cálida ovación. La afición taurina se quedó con la boca abierta, al acabar este juguete trágico en tres actos. Y Alberti no era capaz de desprenderse de una sonrisa luminosa. Las representaciones estarían culminadas por el éxito, y a ésta le siguieron otras aventuras teatrales de Don Ignacio, que comenzó su andadura más pública sujetando la cabeza de su querido Joselito - una estampa que recorrió medio mundo por la tragedia del torero muerto- y que llegó a la Generación del 27. Por otra parte, el cortijo Pino Montano, por los acuerdos que se urdieron y las visitas políticas que tuvieron lugar, se tornó en una Xanadú republicana donde cualquier cosa resultaba posible. Hasta que un día se hicieron las cinco.....




"A las cinco de la tarde.
Eran las cinco de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde" 
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Lorca

Tragedia y muerte...  FIN.



De Desconocido - http://www.fotografias.net/22-10-2007/noticias/encuentran-fotografia-inedita-de-federico-garcia-lorca-en-la-universidad-de-granada, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7568045
El primo Lorca, que se confabulaba con Alberti y 
Sánchez Mejías, para combatir el tedio



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