A lzó los ojos vidriosos, por lo que no pudo leer en la penumbra de Porlier. Una vez descorridos los cerrojos y vueltos a cerrarse, desaparece la figura pequeña, con su chambergo hacia atrás, que camina tan lentamente que la explanada de la cárcel se nos puede hacer a los lectores eterna. - Cuida de mi Pepe.- Dice la esquela. Emilio aunque lo disimule, llora. Contenidamente pero le caen las lágrimas: el viento sopla en su rostro, le llena de vida, mientras su amigo sablista transformado no sabe por qué demonios en algo más que un crápula, va a ser fusilado. Diez asesinatos de religiosas relucen en la cuartilla, con la estampilla del juzgado. Se trata de Pedro Luis Gálvez sonetista ejemplar. Sobre él corren leyendas funestas, como cuando finado el hijo, se paseó con su féretro albo con el que pedir dinero para su entierro. Suma que luego se bebió. Emilio Carrere, un bohemio atípico Sin embargo, Emilio Carrere no cree en las habladurías, las mismas que le condenarían ...
Un viaje por la historia y la cultura