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El rey del refrito

A lzó los ojos vidriosos, por lo que no pudo leer en la penumbra de Porlier. Una vez descorridos los cerrojos y vueltos a cerrarse, desaparece la figura pequeña, con su chambergo hacia atrás, que camina tan lentamente que la explanada de la cárcel se nos puede hacer a los lectores eterna. - Cuida de mi Pepe.- Dice la esquela. Emilio aunque lo disimule, llora. Contenidamente pero le caen las lágrimas: el viento sopla en su rostro, le llena de vida, mientras su amigo sablista transformado no sabe por qué demonios en algo más que un crápula, va a ser fusilado. Diez asesinatos de religiosas relucen en la cuartilla, con la estampilla del juzgado. Se trata de Pedro Luis Gálvez sonetista ejemplar. Sobre él corren leyendas funestas, como cuando finado el hijo, se paseó con su féretro albo con el que pedir dinero para su entierro. Suma que luego se bebió.  Emilio Carrere, un bohemio atípico Sin embargo, Emilio Carrere no cree en las habladurías, las mismas que le condenarían ...

Escobar

S e lamen y relamen las heridas. Que si la censura se ha excedido con la tijera, o se va toda la compañía de bolos, pues las vacas gordas en Madrid se han acabado. Los cómicos serán recibidos en loor de multitudes como los circos ambulantes u otras cosas peores que asaltan a los lectores, tal cual, el mercadeo de la carne. Las camionetas donde se reverencia a las prostitutas de turné en la España más profunda, una Babilonia móvil en el agro. Los cómicos echarán no obstante de menos El Príncipe o El Comercial, cuando bajada la persiana de la función, iban al rompeolas de los rumores, los cafés, para saber hasta con una sazón masoquista, qué se dice de uno. Allí Rafael Rivelles que se enciende los cigarrillos como nadie cuando se planta en medio del escenario, bebe pausadamente con una mezcla de indolencia y cansancio. Solitario parece mirar a ninguna parte. Isabelita Garcés , que tuvo el aura protectora de todo un Arturo Serrano se mezcla con bohemios, pero se retirará enseguida, par...

Champollion

  U na brizna de aire que albergar en sus pulmones. Estaban en una de aquellas cámaras de entorno viciado. Abrir algunos cofres mortuorios, en las conocidas como mastabas que habían admirado personajes de la talla de Napoleón, suponía airear todo un cúmulo de bacterias, más que la maldición de los faraones o de los muertos. Gracias a la luz de las velas revelaban las historias de los murales llenos de jeroglíficos. La troupe de Napoleón se las había prometido felices al toparse con la piedra de Rosetta (1) . Corría el año 1799. Descifrar aquellos escritos resultaría una tarea sencilla, que sin embargo, a la postre fue tan dificultosa, que nadie la supo llevar a buen puerto, porque partían de premisas erróneas. Cada figura del jeroglífico equivalía a una idea o palabra. ¡ Error de bulto! Hasta 1822 no se resolvería el misterio de la piedra. Una vida dedicada a una pasión Con todo, un niño inquieto cabeceaba leyendo libros y traducciones. Una inquietud intelectual que cas...

Ana Mariscal "Tenorio"

Q uién no ha escuchado este fragmento del  Juan Tenorio  de  Zorrilla , que casi puede recitar de memoria como uno de los pasajes de amor más recordados de la literatura: Cálmate, pues, vida mía; reposa aquí, y un momento olvida de tu convento la triste cárcel sombría. ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla  y se respira mejor? Pero en aquella ocasión los murmullos crecieron con más razón en el Rialto, pues el hombre/mujer que recitaba el párrafo lleno de cursilería romántica para los modernistas, se decía que había sido amante del Generalísimo. - No puede ser. Creo que te confundes, Álvaro.- Al aludido del patio de butacas, le brillan los dientes impolutos en la oscuridad de la sala, mientras su compañero le aclara  con rigor casi científico, que Ana Mariscal (1)  nunca fue novia de Franco. - Era la novia en la gran pantalla de quien suponemos que es el alter ego de nuestro Generalísim...

Automoribundia

L legamos a la paradoja de toparnos, tras doscientas ediciones del Azogue,  con u na de las plumas más disipadas de nuestra literatura, y a la vez la más  talentosa.  Un encuentro inevitable para los amantes de las letras: es tan gigante su talla como pequeña lo era su silueta en vida. Nos referimos a Ramón Gómez de la Serna , la peonza algo tripuda, que descollaba en el común de la conversación, como reconoce el poeta Jorge Guillén . Las palabras, las rimas, en definitiva, las greguerías en su caso, se le caían de la boca de manera natural. Así se le escurrió ésta de las comisuras, casi sin querer y a hurtadillas de la razón.  " Al agonizar el viejo marino pidió que le acercasen un espejo para ver el mar por última vez. "  A nadie se le podría achispar más el verbo en los labios. Albert Vigoleis Thelen contaba en su maravillosa Isla del Segundo Rostro  la anécdota de la cafetera, con la que Ramón Gómez de la Serna retó al último epígono de  N...

In memomriam: Philip Kerr

R esulta inevitable retornar al lugar del crimen, dice un aforismo de novela negra,  o caer en la mudez más absoluta cuando desaparece uno de los descubrimientos más sorprendentes, que hayamos hecho en la literatura más contemporánea. Porque a todos nos sorprendió el detective - digamos investigador privado- con el ánimo de no ofender a Bernie Gunther , un justo que nos mete en los vericuetos de una Alemania nazi, y que gracias a un humor socarrón, hace que brillen nuestras dentaduras cada pocas líneas. El primer escenario en el que discurre Bernie, un veterano de guerra que no hace gala de la lucha en Turquía, nos propone una Alemania, que quiere borrar cualquier mácula a los ojos extranjeros. Dos agentes de las SA retiran una cartelería ofensiva, de odaliscas arias, de gran voluptuosidad. No  en vano, se van a celebrar los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, una oportunidad para sorprender a la comunidad internacional, y en la que la raza aria refrendaría su clara superiori...