Ardía en celos, sobre todo de incomprensión. La diva lo habría querido para ella sola, pero le constaba que coqueteaba con la Membrives. Bodas de sangre debía haber figurado en su repertorio y por el contrario, su querido Federico García Lorca se la había vendido a la compañía de Josefina Díaz. Entretanto, el bonachón de Josep, su marido, renegaba con indulgencia sobre cualquier motivación oscura, que llevase a Federico a hacerle un gran vacío.
-Margarita, querida, si le quieres, déjale ir. - Y con tono doctoral. - No hay ninguna conspiración en contra tuya por parte de nuestro Federico.
- Si, pero desde aquello.
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La grandísima Margarita Xirgu. |
La diva del teatro dejó que sus ojos aguados, se bañasen en añoranzas. Esa obra imposible, con tantos saltos en el tiempo, un jugador de rugby. Su sexto sentido le decía que la cuita tenía su origen en ese bodrio: Así que pasen cinco años. Una acción que botaba en el tiempo y con unos virajes imposibles en la trama. El joven granadino, encaprichado con su creación, disputaba a cualquiera las razones que esgrimiese en contra de ese libreto. - El mundo de los sueños es así, Margarita. - Los arreboles encarnados del granadino. - No hay tiempo, ni se rige por la lógica de la realidad, en eso se basa el surrealismo.
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La obra de la disputa. |
Pese a todo, se preocupaba de él como un hijo, sus males de amores revivían en carne propia, pues Federico García Lorca se abismaba en el gélido boreal de los desafectos cada cierto tiempo. Esta vez la culpa fue de Emilio Aladrén, un escultor con ingenio demediado, que dejaba al gran poeta, ¡por una mujer! Se lo había contado todo a Margarita Xirgu, el mejor amigo de Lorca, el gran poeta Vicente Aleixandre, a la luz de una luna obesa y redonda, en el jardín de Velintonia 3. El malvado de Emilio había conocido a una bellísima muchacha inglesa, Eleanor Dove, que vino a Madrid como representante de la firma de cosméticos, Elisabeth Arden. ¡El flechazo fue épico! Y Federico huyó a Nueva York por dicha causa. A una civilización, que dejó una profunda huella en él. Con sus torres enhiestas, se cubría poco más que de construcciones, por su inhumanidad con el negro, donde todo se cifraba y se ponderaba según el vil metal. Tanto tienes, tanto vales. Y allí alumbró la imprescindible Poeta en Nueva York.
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Lorca y amigos, como Manuel Falla. |
¡Qué recuerdos! Margarita saboreaba un Martrell que se le fastidió por la rabia, pese a que pegase una calada a un cigarrillo, que todo lo cubre de humo. Con sólo un pulmón, fumar era un desafío para mirar con desdén a la vida. Josep, su marido, le miraba con enojo, cada vez que se encendía un pitillo, de modo que se acercaba patizambo a ella, para soltarle el sermón. Y tenía el mismo gusto que el Príncipe Indio, como bautizó Ortega y Gasset al gran Rubén Darío. Ese coñac, Martrell, cómo le gustaba, aunque llenó de ponzoña al creador de Azul. La intensa relación con España de Don Rubén comenzaría con una corresponsalía de La Nación, la mancheta argentina, que quería indagar en la naturaleza y consecuencias del declive español, tras el maldito 1898. Nadie habría sospechado que de aquellas cenizas viniese un resurgir cultural, capas de brillantes generaciones, invenciones de la prensa y sabios, para reclamar la atención del público, aunque lo que destacaban eran esas sagas de poetas, novelistas y autores teatrales, que tuvieron en el Príncipe Indio, una referencia inequívoca y literaria. Darío fue el puente con el París de los artistas, faro de la cultura entonces.
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La zapatera prodigiosa, con la Xirgu, la gran dama de la escena española. |
Y del que siempre le hablaba con cariño a la señorita Margarita Xirgú, Don Antonio Machado, con el que solía compartir tardes de café cuando la gira de su compañía recalaba en Madrid. Como si fuese una aparición mágica, cada vez que Don Rubén asomaba en sus relatos. No en vano, el gran escritor americano, le echó un cable a Machado que no olvidaría, cuando en su estadía en París, la terrible tuberculosis, alcanzó a Leonor Izquierdo, la mujer de Machado. Asaltacunas le llamaron a resultas de aquella relación. Sin embargo, un Darío incondicional le dio el dinero para que la pareja, Machado y su esposa, retornasen a España. - Una urbe cuyos techos se perdían hasta el infinito, no eran recomendables para que mi niña respirase aire puro. Volvimos a Soria, a las faldas del Urbión.- Le expelía aquellas palabras junto a la bruma de humo, que siempre circundaba a Don Antonio. Ahora decían que su amigo Machado, andaba en líos con una señora casada, que disfrazaba en sus versos con el seudónimo de Guiomar. En la capital se apostaba por la identidad de la misteriosa señora. Y le preguntaban a Margarita, como sibila o amiga del vate. Nada sabía, o cuanto menos, lo escondía para salvar a Machado y a su amada.
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El sublime vate, Rubén Darío, admirador de los Cantos de Maldoror |
– Cipri, no lo entiendo. – Bramó Margarita otra vez, que disipó el recuerdo de su amigo Antonio. Hablaba con Cipriano Rivas Cherif, que había emergido de las sombras de su camerino. Margarita comenzaba a
quitarse el ungüento del rostro, con el que había salido a escena, una vez que había terminado su Martrell. Y se miraba con pavor en el azufre del espejo.
Por temor a descubrirse una arruga más. El agua de rosas, que puntilleaba con
un algodón, mientras escrupulosa observaba los regatos que surcaban su cara,
fruto de las expresiones. No reía con mucha fuerza, se contenía a fin de no
acelerar el deterioro, salvo en escena.- No lo comprendo, querido amigo, qué le he podido hacer.
Hasta hemos tenido confidencias, y le aconsejé del tipo de relaciones y de
hombres que le convenían.
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La Xirgu y Pilar Muñoz, en Yerma. |
-
- - Calla un momento, por favor, Margarita.
Y ahora me deja tirada. – Fingió, para modular la voz. Actuaba en el drama de su vida. Un nuevo cigarrillo.- ¿Espejito, espejito, soy la mejor actriz del país?
- Y del Universo, Margarita. Nadie es como tú. - Le repuso Rivas Cherif.
- Ojalá lo creyese Federico.
- Pues mira qué ramo más especial te traigo.
- En qué se diferencia de todos los que tengo por aquí.- Lo dijo con desarraigo sublime.
- En quién te lo manda, querida.
- Todos me importan un comino, Cipri.
- Pues además tiene un mensaje, Federico quiere verte, y está aquí ahora mismo.
- Anda, no me cuentes trolas. - Rozagante, encarnada como una adolescente, no pudo esconder el rubor.
- Me he tomado la molestia de decirle que suba al camerino.
Y ahí apareció su amigo, petulante, con el pelo engominado, y esos ojazos brunos. Que brillaban con la bendita esperanza de recuperar a su amiga. Cuando le vio a través del espejo, la diva no se tornó, pero se trocó su timbre de voz en zalamero.
- Anda, canalla, me has hecho sufrir como si fuera uno cualquiera de tus amores.
- Lo sé, Margarita. ¿Sabes que te adoro? - Una breve pausa para atropellarse con las siguientes palabras. -Pero sentí mi orgullo herido por esa obra, que es verdad.
- Así que pasen cinco años, y casi los han pasado.
- Es verdad. Pero te he echado de menos. Necesitaba restañar mis heridas. Soy vanidoso como un blanco narciso. - Él tenía el cuello transparente del narciso.- Aunque me he dado cuenta que no podemos vivir el uno sin el otro. Y como vengo en son de paz, te traigo un libreto, que solamente estrenarás tú. Si no, irá al cajón del olvido. Te lo prometo, no será para nadie más.
-Anda, zalamero, cómo se titula.
- Yerma.
-Yermmaaa- La Xirgu saboreó el título. Aceptó el encargo. Su historia de amor en la escena con el autor granadino, un amor diferente al físico, había comenzado con el rotundo éxito de Mariana Pineda, y con otros éxitos menores, que se encadenarían hasta Yerma, y que tendría como colofón la famosa Casa de Bernarda Alba. Que no pudo ser estrenada hasta 1945 en Buenos Aires por Margarita. Muchos historiadores creen que la muerte del poeta, guarda su origen con esta obra teatral, en la que describe a una rama familiar, o por lo menos ésta se da por aludida. Entrañas de puritanismo. Sería un tema para desarrollar en cualquier otro lugar, por el peso que tiene Bernarda Alba. Y si no se estrenó hasta esa fecha, fue como habrá supuesto el lector, por las vicisitudes que vivió nuestro país, y la propia dama de la escena española. Nada ni nadie es ajeno a la historia de su tiempo. Si alguien quiere indagar más en una historia diferente sobre la muerte de Lorca, con el debido respeto al poeta, lo tratamos en este hilo del Azogue.
Voy con frecuencia a Molins de Rei, tal vez la semana que viene vuelva de nuevo practicando senderismo. Allí hay un monumento a Margarida Xirgu, molinenca, que llevó por España y Latinoamérica el teatro español empezando por Lorca. Para Molins de Rei, nombre que para algunos es capcioso por lo de Rei, es un orgullo el nacimiento de Margarida en su villa aunque representara esencialmente teatro español. Murió, si no me equivoco en Uruguay, exiliada de España tras la guerra. Me ha interesado todo tu artículo referido a una mujer singular que representó a un poeta y dramaturgo que mis alumnos han leído durante muchos años. Lorca es incombustible y su actriz es la Xirgu. Lo que hubiera dado por ver una representación lorquiana interpretada por ella, pero el tiempo es el tiempo.
ResponderEliminarSí, es un placer tenerte por aquí, Joselu. Para Lorca fue providencial que la Xirgú, una de las damas de la representación, accediese a interpretar el papel principal de su Mariana Pineda. Un libreto rechazado por muchas artistas de la época, como la Bárcena. Quizá por miedo, pues estábamos inmersos en plena dictadura de Primo de Rivera. O por el sonoro fracaso de las primeras obras del poeta.
EliminarAsí que pasen cinco años fue el motivo de su distanciamiento. Y afortunadamente, recuperaron su complicidad con la obra de Yerma, para que retomasen un camino, que emprenderían juntos e iluminaría buena parte de la historia de la escenografía española del siglo XX. Por cierto, si vuelves porque los senderos así lo determinan, saluda a la estatua de esta dama de los escenarios.
MON UMENTO A MARGARIDA XIRGU
ResponderEliminarEl monumento hace justicia a artista tan soñadora. Muchas gracias, Joselu.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs que todo trascurre en una época donde en Argentina, y concretamente el teatro, está en su máximo apogeo.
ResponderEliminarEl dictador Juan Domingo Perón tenía como compañera a Eva Duarte. Esta, hasta la unión con el mandatario argentino, había sido actriz secundaria teatro y se decía tenía en gran estima a todo lo relacionado con su profesión. Fue una época donde el teatro gozaba de gran prestigio en la capital porteña.
No es de extrañar que fuera allí donde Margarita Xirgú , Lola Membrives o Josefína Díaz, fueran estrellas estelares de las innumerables salas de aquella capital, que acogía con las puertas abiertas a todo aquel que huía de la guerra incivil española.
Particularmente, por lo que he leído, parece que fue Margarita Xirgú la que elevó a lo sublime las obras de García Lorca, dándoles el tono y el ritmo que él deseaba, y no hubo otra actriz, habiéndolas muy buenas, que creara esa simbiosis con el autor que nos traes hoy a la palestra.
Un abrazo.
Salut
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Muy bien traído y completamentado, Tot. Esa parte argentina, la he vivido en mis carnes,porque en mi familia, buena parte vive todavía en ese país y es el recuerdo de las primeras generaciones, la que alimenta la memoria de aquellas actrices en nuestro círculo familiar. De Evita se decía que odiaba con encono a Libertad Lanarque. No soportaba su éxito. Porque el verdadero triunfo de Evita tuvo lugar en la escena política. Una vida y muerte envueltas en la leyenda. Como el secuestro de su cadáver. Muchas gracias por estar aquí y complementar las historias, Tot.
EliminarAl derrocamiento de Peron, Lola Membrives fue denostada por los partidarios opositores políticos, dado que ella estaba a favor de Eva, y todo lo que representó para el pueblo argentino, que no fue poco.
ResponderEliminarVolvió a España.
Salut
Sobre Evita, recuerdo una anécdota de un Luis Aguilé adolescente, que había ganado un premio de canto. Sobresalía tanto, que Evita se prendó de su voz.
EliminarSus padres, en contra del peronismo, se debatieron entre no enrefar más contra el poderoso adversario, disimular su desagrado, mientras el pequeño Luis no comprendió esas escenas, recelos, nervios, hasta años después. Porque su hijo estuvo a punto de convertirse en un elemento más de la propaganda peronista. Cómo dejar que tu hijo se convierta en el mono de feria de un sistema que repudias.