U na danza por los pasillos, umbríos por las decenas de cortinas que cegaban la luz. Los cabos de las velas que se consumían y bailaban, al paso de ese gigantón que se acercaba a la cama de Don Pío. Los americanos en aquella España de los años cincuenta, traían dólares frescos, la falta de divisas en esa especie de quimera que significó la autarquía, suponían un agua caída del cielo (1) . Nuestro país seguía encallado y aislado en su propia penuria hasta el famoso Plan de Estabilización de 1959, propuesto por los tecnócratas. Sin embargo, aquel arrapiezo que conocía a la familia Baroja, no tenía en la cabeza todas esas cuestiones. Le corrían los churretes por la boca, y hacía de recadero entre las tiendas de Viena Capellanes . Don Pío, cuando comenzaba a ser un autor consagrado. El mejor chocolate en tiempos de escasez, cuando la cartilla de racionamiento había desaparecido hacía pocas fechas. Pero desde la vuelta de Don Pío de Baroja de su exilio, el eximio novelista se había c...
Un viaje por la historia y la cultura