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Las Moiras de Don Pío

Una danza por los pasillos, umbríos por las decenas de cortinas que cegaban la luz. Los cabos de las velas que se consumían y bailaban, al paso de ese gigantón que se acercaba a la cama de Don Pío. Los americanos en aquella España de los años cincuenta, traían dólares frescos, la falta de divisas en esa especie de quimera que significó la autarquía, suponían un agua caída del cielo(1). Nuestro país seguía encallado y aislado en su propia penuria hasta el famoso Plan de Estabilización de 1959, propuesto por los tecnócratas. Sin embargo, aquel arrapiezo que conocía a la familia Baroja, no tenía en la cabeza todas esas cuestiones. Le corrían los churretes por la boca, y hacía de recadero entre las tiendas de Viena Capellanes.



De Ramón Casas - Museo Nacional de Arte de Cataluña, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=21874106
Don Pío, cuando comenzaba
a ser un autor consagrado.

 


El mejor chocolate en tiempos de escasez, cuando la cartilla de racionamiento había desaparecido hacía pocas fechas. Pero desde la vuelta de Don Pío de Baroja de su exilio, el eximio novelista se había convertido en la mayor atracción del Viena Capellanes. Todos preguntaban por él, y con gran laconismo, los garzones de la casa negaban con la cabeza conocer cualquier información relativa a la estancia de Don Pío. A lo sumo aclaraban.- La familia vendió el negocio en el año 1919. - Había pasado la friolera de más de treinta años, no obstante, los viajeros que querían vivir la aventura literaria en Madrid, se acercaban a aquel negocio que introdujo el pan de Viena, como si todavía lo regentase el famoso escritor(2)


De Tamorlan - Trabajo propio, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8103638
El mítico Viena Capellanes sobrevive por
su reinvención continua



Que recordaba con espanto aquella etapa de empresario, de la que se había desgajado como si formase parte de una vida ajena a él. Corría el año 1956, toda una eternidad y una guerra que le dobló el corazón y las entrañas. Los acontecimientos le habían achicado, porque se había convertido en un tipo más menudo del que recordaban, y más cascarrabias. Los plumillas más jóvenes le tachaban de reaccionario, "zarzuelero", pero hacían una peregrinación casi obligada a su casa de la Calle Alarcón, para atestiguar que compartieron conversación con uno de los últimos personajes, que sobrevivieron a la España galdosiana. No en vano, soplaban nuevos vientos literarios en la posguerra. Ese Premio Nadal,  había galardonado a  una mujer, Carmen Laforet. Rugieron las bestias consagradas, como César González Rúano, que presumía de ganador, con el fin de prestigiar el premio, pero que se llevó tamaña decepción cuando no se alzó con el cofre del tesoro. Un nuevo rumbo en las letras, que no eximió a un señorito como Juan Benet, ingeniero y aspirante a las letras, de visitar a Don Pío. Se encontró con la misma máscara carcomida por las arrugas. Parecía incólume el retrato insolente de su juventud, Don Pío no mudaba de aquel semblante socrático ni de boina. Era curioso que confesase al Caballero Audaz, el gran inventor de la interviú en España, que su fisonomía había experimentado demasiadas metamorfosis, a lo largo de los años. El tal Benet añadió que el señor Baroja se encontraba embargado en el lecho de su pesimismo. 

Así que cuando se enteró aquel cíclope de barbas luengas y mejillas encarnadas, que el insigne escritor español, el mejor novelista de la primera mitad del siglo XX en su opinión, guardaba cama por una convalecencia que se le había complicado, rogó a la familia que le permitiesen visitarlo.. El mozalbete recadero, tampoco se atrevió a negarle esa posibilidad , pues se trataba de uno de los novelistas  americanos más famosos.- La trilogía de La lucha por la vida es lo mejor que se ha escrito, ha sido insuperable. - Ernest Hemingway le iba dando una monserga literaria. Para el mozo resultaba la experiencia de visitar a Baroja como la de sumergirse en la tumba de una momia.   

Llegaron entonces al dormitorio donde Don Pío deliraba. El muchacho le susurró su nombre.- Don Pío, don Pío, mire quién viene a visitarle. - Ernest Hemingway se asomó con una sonrisa cándida a reconocer a su héroe literario, que soltó un chillido. ¿Habría llegado al infierno, que se parecía tanto a esa de cabeza gigante? Baroja sintió que estaba en un lugar ajeno a él. Una habitación lóbrega, y llegada la hora en la que unos requetés de barbas tan pobladas como la del americano, le apuntaron con unos máuseres. Habían pasado más de veinte años, pero su mente había viajado a aquel mes de julio de 1936. Sabía que le iban a fusilar. - No quiero morir, no quiero morir.- Chillaba el pellejo, y Hemingway perplejo, se retiró a un segundo plano. Borja que se llamaba el chico, trataba por todos los medios de calmarlo. Hasta que entró la muchacha que le cuidaba.- Les dije que no le alterasen. Madre de Dios, luego me caerán a mí todas las broncas- Solamente la voz dulce de mujer tranquilizó al vejestorio. Que todavía se creía en aquella casa celda, de la que recuerda unos jugosos melocotones y los pelos que lucen al trasluz en la piel de los duraznos, como si fuese hoy. 


De Not specified, owned by John F. Kennedy Presidential Library and Museum, Boston - John F. Kennedy Library, Ernest Hemingway Collection, direct link to photo here, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2526275
Hemingway, en uno de sus frecuentes
viajes a España, de la que se sintió fiel devoto.



Aquella tarde de julio, España había estrenado por días una Guerra Civil, que aún caminaba por el fino alambre de alzamiento y que desde el Gobierno decían sofocado. Se le ocurrió a Don Pío dirigirse al frente en automóvil, con el fin de conocer de primera mano qué era eso de la guerra. Oler la carnaza dulce y moribunda como cualquiera de los héroes de sus novelas. Pero una partida de requetés paró la comitiva compuesta por el escritor, un médico y un policía, un tal Rojo.  Cómo no reconocerlo, si era una celebridad y uno de los famosos más retratados. Aquel soldado carlista, el más leído, supo desde el primer instante que se trataba de él. 

El mismo que se había reído de la virginidad de la Virgen María, y que admiró a Mateo Morral, el anarquista que arrojó la bomba Orsini sobre la comitiva nupcial de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. En cualquier caso, en aquellos tiempos, Don Pío era considerado por todos, un murciélago, es decir ni fu ni fa. Ni de hunos ni de otros. Él de corazón, mostraba simpatías por el anarquismo y se consideraba un misántropo. El caso fue que gracias a la mediación de un aristócrata y una serie de contactos, no se produce la desgracia que acompañará en su triste final a García Lorca. Baroja debió huir a Francia, donde se pasó con desgana. En Navarra, los más fundamentalistas, creían que aunque no lo manifieste ni lo sienta en aquellos momentos, con él comenzó el odio a las tradiciones. 


De в источнике не указан - ru:РГАСПИ РФ - РГАСПИ. Ф. 545. Оп. 5. Д. 39. Л. 2 - http://rusarchives.ru/evants/exhibitions/civil-war-spain-kat/171.shtml, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=36594616
La fascinación por una guerra, a camino de
las contiendas modernas y la lucha de columnas.



Y Hem, por último, se retiró en la zozobra de aquellos acontecimientos. Cuando algo tan implorado, resulta luego tan esperpéntico. La desazón le duró lo que tres vasos de absenta, el grial de los bohemios,¡ por los clavos de Cristo! Baroja no salió de ese lecho de muerte, pues su deceso se produciría unos días después. Ambas anécdotas son ciertas, y les recomendaría para la aventura del escritor con los requetés, esta fabulosa entrada, así como el libro Caligrafía de guerra.  Donde, por supuesto, se narran los hechos con más detalle. Feliz año a todos.  

PD: Las moiras son la personificación del destino, en la mitología griega. 

 


(1) Los dólares eran un verdadero maná en una Europa que poco a poco se iba reconstruyendo gracias al Plan Marshall y todas las organizaciones satélites. La OECE, posteriormente OCDE, o el BIRD, banco de reconstrucción europeo, que se convirtió en el presente BEI, banco de inversión europeo, por aquellas fechas, lograron afianzar un sistema de pagos necesario para la actividad económica intraeuropea. 

(2) Probaron el regusto acerbo de una dura competencia tanto Pío como su hermano Ricardo, que en respuesta a la carta desesperada de su tía, Juana Nessi, que requería ayuda tras la muerte de su marido, Matías Lacasa. No se sentía con fuerzas para seguir sola con el negocio. Enroló a sus sobrinos para la causa. Una batalla desigual. Mantener la calidad frente a los costes más bajos de la competencia, les restó energías y horas de sueño. Creían, ¡qué ilusos!, Pío tras abandonar el ejercicio de la medicina, y Ricardo, artista y vagabundo genial -  había dado clases en la técnica del aguafuerte al propio Picasso- que las ganancias fáciles del negocio familiar les permitirían llevar una existencia dedicada a las musas. Craso error. 


Comentarios

  1. Soy un admirador de Pío Baroja del que he leído bastantes novelas, así como el Otoño en Madrid hacia 1950 de Juan Benet. Estuve junto a su casa de Vera de Bidasoa haciendo el GR11. Todo me lleva a ser barojiano. Pero la vida es tan incierta. Aquel anarquista amargado de los primeros tiempos le llevó a escribir libros memorables como El árbol de la ciencia y Las inquietudes de Shanti Andía en el mismo año. Hubo un tiempo en este país en que El árbol de la ciencia era novela de culto para los adolescentes puesto que reflejaba su desorientación existencial. Eran tiempos en que la literatura era expresiva de la desazón vital. Ahora cuando veo a los jóvenes con sus móviles, sus series, sus lecturas me doy cuenta de que don Pío Baroja está definitivamente muerto. Juan Benet lo reverenciaba pero cuando vio a aquella momia de pergamino, su manta y su boina, se sintió lejano. El tiempo no perdona. La decadencia es dura e indigna. Más vale morirse a lo James Dean en la plenitud. Pío Baroja tuvo tiempo para todo y su literatura ha pasado de ser irrenunciable a ser totalmente ignorada por la juventud.

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    1. Me encanta leerte, con esa perspectiva y poso literario, Joselu. Es como se dice una narrativa de iniciación, como Las tribulaciones del estudiante Torless de Musil o el Demian de Hesse. Yo sigo creyendo que hay una mina literaria en la primera producción del gran escritor vasco. He leído con veneración, deleite cercano al extasis, a uno de los mejores novelistas europeos del siglo pasado. Y creo recuperables a esos jovenzuelos, cuando traten de indagar más allá de la espuma que supone youtube. Y viajar al anarquismo de ese Madrid de comienzos de siglo, un enorme fresco de miseria, de la mano de la narrativa de Don Pío, será una experiencia inolvidable. Yo siempre digo a los más jóvenes que sean osados. Qué superen ese primer trago, lleno de ideas preconcebidas y se metan de lleno en El arbol dela ciencia, en Zalacain el aventurero o en la trilogia de La lucha por la vida. Qué se metan en el meollo. Alguna vez calara la idea, mejor que las insulsas novelas, que tratan de meterles sin ninguna sutileza en la sesera, todos los tópicos de lo políticamente correcto. No soporto esa infraliteratura.

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  2. Más que interesante entrada.
    me he remitido de inmediato, y después de su lectura al enlace que nos dejas, enlace por otra banda que he copiado pues me interesa en sumo grado.

    No sabía de la historia, ¡como tantas otras cosas¡, y me ha resultado apasionante. Hay en ella una palabra que me llama poderosamente la atención, y que yo la utilizo ahora con harta frecuencia, demasiada, diría: "reaccionario".

    La "reacción" , antítesis de la acción, la efectúa siempre quien se defiende, quien no ha tomado la iniciativa, quien se ve atacado. Desde tiempo inmemorial la venimos escuchando en boca de aquellos que quieren desmerecer al contrario y tildarlo de conservador supino: "es un reaccionario", escuchamos como si fuera un insulto. Esta vez, creo, se le llamaba así por lo de conservador en su literatura (en boca de los literatos de aquel entonces), supongo , aunque El árbol de la Ciencia es, al menos para mi, una novela filosófica, "nihilista", y que no ha perdido ni un ápice de vigencia.

    En mi interior soy "barojiano", y me han hecho reaccionario, que es una palabra que no me ofende, al igual que la palabra "fajador", que aquel que aguanta los golpes del púgil que se entrena.

    Buen año y gracias por tu entrada y por tu enlace.
    Salut

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    1. Tot, me has desarmado con tu facundia. Touché. Aquí se le tildaba de reaccionario, por regresar a España y aportar un cierto paraguas cultural a una dictadura. Como no perdonaron que nuestro más eminente filósofo, Ortega y Gasset, que se moría de nostalgia en el exilio, regresase. Se les quiso adornar con esa pátina conservadora, que no se correspondía con su ideología. También se dijo de Azorin, al que un Umbral lleno hiel y mala baba(don Francisco es uno de mis héroes literarios) llamó 'chaquetero a gusto de todos'. También el exilio y su vuelta orquestada por Serrano Suñer, para que no se viese exteriormente a un régimen reñido con la intelectualidad.

      Y considero como tú, que he sido barojiano sin ese matiz de ese misantropia y nos han vuelto reacionarios, los que quieren enterrar un pasado desde su falsa cima de plenitud. Un placer tenerte y un lujo tu opinión. Salut.

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  3. Hola Sergio, paso para desearte un Feliz Año Nuevo. Sigue con esa animosidad y buen hacer.
    Feliz 2021!

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    1. Lo mismo para ti, Marybel. Necesitamos de la luz de tus entradas. Un blog de altos vuelos culturales e imprescindible. Feliz año.

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