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El informe Varo

 Brillaron los espejos de las antiparras, con el venero de la luz del flexo. Dos espectros oculares, que siguieron la estela de un Reinhard Heydrich, que se movía mientras narraba las peripecias, que encarnaban los protagonistas de dicho oficio. El espigado arcángel de la nueva religión nazi, basada en el paganismo y la pureza de la raza, gastaba toda su elocuencia. Heinrich Himmler, cansado porque ultimaban los detalles de la invasión a Rusia, asunto de la máxima confidencialidad, estaba por el contrario atrapado por la narración de su subordinado, y se encendió un cigarrillo. La punta en ascua sobre su rostro de intelectual, adornó de fanfarronería la expresión de aquel criminal. 


De Bundesarchiv, Bild 183-S72707 / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5369449
El temible y pequeño Heinrich Himmler


- Nuestras redes en Italia están haciendo un trabajo excepcional, Reinhard- Depositó calmosamente la colilla en el cenicero, para continuar leyendo aquel documento, que afirmaba sin ambages, que existía en el norte de Italia, un original de Tácito. Heydrich observaba con una sonrisa medio esbozada, la mueca placentera de su jefe. 

 Hasta en los labios del propio Hitler habían abrevado las citas del historiador romano ,  frente a la masa enardecida qué escuchaba cómo se ensalzaba la valentía de los queruscos, tribu  fundadora del ideal de Alemania. Es decir, convertía el pasado en una religión, y a los queruscos en descendientes de los arios. Tampoco resultaba que los nazis hubieren inventado algo nuevo. De hecho, esa historia tenía algunos años, cuando los románticos alemanes citaban como fuentes autorizadas a los historiadores romanos: Patérculo, Dion Casio y sobre todos ellos, el comentado Tácito. Se tenían muy pocas certezas de aquella batalla, que situaron en libros de historia en el año 9 d.c. Acerca de su localización, por aquella época muchas ciudades y bosques cenagosos en Alemania, se disputaban el honor. Incluso erigieron una estatua a Hermann, el Arminio de los romanos, que espada en alto, detuvo a los enemigos para asentar los pilares de una Alemania mágica, que solamente existía en los ojos de los nacionalistas románticos como mito fundacional de la patria. 


De Daniel Schwen - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2703717
Hermann, o Arminio, el héroe épico
que el romanticismo tuvo que inventar




- La cosa marcha muy bien. Queremos el ejemplar original de Tácito. Si su propietario no se aviene a negociar, haremos lo que sea necesario. Y por otra parte. - Cogió resuello para levantarse de la silla. Heinrich Himmler no tenía el aplomo de su subordinado. De hecho, le sacaba de quicio cuando  los antiguos combatientes comenzaban a hablar de las anécdotas y chascarrillos de la Gran Guerra como camaradas. Él había sido un criador de pollos, que por sus incapacidades físicas, lo más cerca que estuvo del frente, fue cuando negoció el suministro de huevos y carne avícola con el ejército en la guerra del catorce. - Los franceses nos la están pegando. ¿Dónde se encuentran las obras del Louvre? Quiero saberlo, ese Jacques Jaujard no es más listo que nosotros. - Pero Jacques Jaujard sí que fue más listo que ellos(  lo contamos en esta entrada.), sabedor de la glotonería artística de Goering, y de que Hitler quería construir un museo en su localidad natal, se pusieron en guardia, para perpetrar el traslado más famoso de obras de arte. Eso sería otra historia. Continuemos con la nuestra. 


De Bundesarchiv, Bild 152-50-10 / Friedrich Franz Bauer / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5338498
El asesino despiadado Reinhard Heydrich


- Bueno, infórmeme de cualquier avance, caballero . - Heydrich se retiró y se quedó a solas en su despacho. Las pupilas le ardían del sueño,  que escanció su fiel aroma de las cosas perdidas, y aferrado al informe, que se le cayó del sillón donde Heinrich pegaba alguna cabezada de circunstancias,  se vio a sí mismo montando a caballo por un bosque umbroso. Tenía greñas, nada que ver con su corte a cepillo. Los sueños en muchas ocasiones eran absurdos Pero no tuvo tiempo de discurrir sobre aquello más a fondo, porque súbitamente apareció Arminio, con su inmensa cabellera blonda, a los lomos de un brioso equino . Exactamente igual a las láminas que reproducían la figura del héroe germano. Que dio la señal con la espada en alto para que se abalanzasen sobre la parte central de las tres legiones, que atravesaban los bosques de Teutoburgo . Al galope, y con gritos que sobrecogieron a unos legionarios, que no estaban acostumbrados a las masas boscosas, pues provenían en su mayoría de una Italia civilizada, en la que casi habían desaparecido  por completo. Un miedo casi supersticioso les paralizaba, una vez que se adentraban en ellos. Asimismo, montar a caballo necesitaba de un temple redoblado, para no lastimar a las bestias. Con todo, fueron unos minutos en los que lucharon cuerpo a cuerpo. A Heinrich le habían descabalgado con una pica, y el bastardo romano, antes de que  le ensartase la espada hasta la empuñadura, le había mandado con un mandoble al suelo. Sintió una congoja a la vez que escupía dos de sus dientes. ¿Se podría morir en un sueño?


Otras veces, creía escuchar la voz de Tácito como narrador y que él asistía a la encarnizada pelea como espectador. Publio Quinitilio Varo, gobernador de esa región, que estaba comenzando a ser romanizada, confiaba ciegamente en Arminio. Un querusco educado en Roma, como parte del pacto de alianza con su pueblo. Allí creció y demostró su valía en diversas campañas. Sin embargo, como decía el propio Hitler, a la hora de la verdad, fue fiel no a su tribu, sino a su patria. Un salto intelectual demasiado osado, pero que para la propaganda resultaba de lo más adecuado. Fue la traición de Hermann a los romanos, lo que explicó  derrota tan contundente. Cuando Varo se suicidó por haber conducido a tres legiones a la muerte, Heinrich se despertó agitadamente del sueño. Todavía le pesaban los párpados. Estaba en su gabinete. Todo había sido una fantasía , pero cuando se levantó abrió su mano derecha en la que tenía dos de sus dientes. Además, en el azogue de un espejo observó, que sus labios se encontraban tumefactos por culpa del golpe del romano. En lugar de tener miedo, sintió orgullo. No podrían decir más que nunca hubiese combatido, sin restregárselo con una sonrisa irónica. 


De Paja Jovanović - unknown, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8339364
La carga de los queruscos, que diezmó y aterrorizó
a los romanos. 


Coda final: A pesar de que forme parte de los mitos del nacionalismo alemán, con toda la capacidad deformadora de los nacionalismos, hemos de convenir que esta Batalla de los Bosques de Teutoburgo, iba a tener una importancia capital en la historia de Europa. Esos territorios no se romanizaron, y el primer efecto directo sobre la lengua es más que evidente. Ni las posteriores campañas de castigo de Germánico, padre de Calígula, moverían las líneas fronterizas, que permanecieron durante siglos en la barrera natural del Río Elba. Europa es como es, en buena parte gracias a esa batalla. Más rica, por más que nos pese a los que nos imaginábamos en nuestra infancia vestidos de legionarios romanos. Para los nazis esta batalla y Arminio, representaron el ideal de la religión de la patria. Aplastaron a tres legiones romanas. 




Comentarios

  1. Es que...mira por donde, me he quedado esta mañana con una noticia y he pensado en algo similar a lo que has escrito, no precisamente en los queruscos, no, pero si en la necesidad de buscar unos orígenes para enaltecer una raza pura , desde tiempo inmemorial, no mezclada por nadie, que da a lugar a descendencia diferente; no se habla de ciudadanos, de un condado, de una región, de un lugar, sino de raza o tribu que da cabida a orígenes diferentes a los que habitan el pueblo de cien kilómetros más allá, pasado el rio.

    El legado trasversal que dejó el idioma latín, lo más importante, es lo que menos importa, sólo importa que los del pueblo de norte no se hayan mezclado con los del pueblo del centro ni con los del sur. Que conste en los anales de tercera generación sin mácula ni tacha, y que los apellidos sean los que el condado genere, no que vengan importados de montañas de acullá.

    No me gustan estos personajes de la esfera de Hitler. Ni Goering, ni el Gebels, ni el Heydrich, ni el Himmler. Como tampoco me gusta la noticia anexa que mira por sonde, y aquí me repito, he leído esta mañana y a la que hago referencia:

    https://www.elconfidencial.com/espana/2020-12-26/historiadores-catalanes-inventan-reina-independencia-1641_2886664/


    Te deseo lo mejor para el año entrante.
    Salut

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    1. Lo misno te deseo, Tot. Eres uno de los descubrimientos del año. Me apabulla las consecuencias de lo que imaginas, por ser más cercano a nosotros.Leere la noticia y muchas gracias por estar presente.

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  2. Fascinante relato tal como una bandada de halcones sumiéndose en el ardor de la batalla de Arminio. Los mitos fundacionales son siempre hermosos aunque estén tintos en sangre. En el mundo contemporáneo nos hemos hecho ociosos y comodones y solo estimamos la tranquilidad y las pantallas líquidas. Hubo un tiempo en que la realidad era 3D sin necesidad de gafas polarizadas y la sangre fluía alegre de los cuerpos atravesados por picas, flechas o espadas. Era un tiempo distinto, menos hipócrita, más a flor de piel como las verrugas de una vieja junto a una sopera de caldo. Creo que nuestro tiempo es acomodado y un simple virus puede tumbar a una civilización, cuando virus ha habido siempre, mucho más devastadores que el covid, pero no se les prestaba atención. La épica es un mal necesario, propia de un tiempo sin compasión, sin excusas y sin paliativos. No sé mucho de esta batalla que rechazó a las legiones romanas del centro de Europa -si Europa hubiera existido, claro- pero también ha habido otras batallas decisivas como la de Poitiers en que se evitó que el Islam ocupara la Galia y Germania. Mal que nos pese el pasado es violento y luminoso. La vida plácida del presente, tranquila y plena de artilugios que simulan el combate es un pálido remedo de los momentos álgidos de la historia como la batalla que hoy nos traes en una fecha casera como San Esteban. La sangre llama a la sangre, pero hoy preferimos el pollo asado y los canelones con crema de leche. Hubo otro tiempo fundacional más intenso, más lúcido en que los hombres eran hombres y las espadas, espadas. Hoy simulamos amor y paz pero seguimos siendo los mismos hijos de puta, más hipócritas, eso es cierto. Himmler y Reinhard Heydrich eran los epígonos de un modo de ver las cosas que ya no tienen acomodo en el nuestro de buenos deseos y buenas actitudes. La historia es pura como un cubo de mierda lleno de moscas y larvas de serpiente. Me ha interesado tu relato, áspero como una comida de día de San Esteban compartida con la familia. Arminio tiene su qué si pudo resistir a las legiones romanas, invencibles y brutales. Los mejores sentimientos están llenos de ira y podredumbre. El amor es un plato que se sirve frío y Arminio lo comió lleno de escorpiones que le fortalecieron en su lucha desigual contra los romanos. Heydrich y Himmler fueron pálidos remedos, estúpidos como perros anoréxicos que se lanzan en pos del pastel de calabaza que ha cocinado la hija política en una comida navideña.

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    1. Me apabulla tu prosa brillamte, Joselu, que se abalanza como los queruscos en aluvión sobre lo que se lo ponga por delante. No sé a quién leí, probablemente a Harold Bloom, que la épica en Occidente cambió su narrativa a raíz de la brutalidad de la Gran Guerra. El shock del combatiente y las enormes consecuencias psicológicas de vivir agazapado entre la greda de las trincheras y el continuo fuego de la artillería, hacen variar el rumbo de la narrativa. Hacia los dramas más intimistas, postergando cualquier asomo de épica. Sin duda, como dices, vivimos tiempos sin épica ni gloria que conlleve el más infimo sacrificio. Y la bestia está dormida, porque apretariamos un botón sin resquemor alguno, para modificar una realidad que nos resulte molesta. El prisma de la tecnología ha deformado nuestra percepción de la realidad. Vemos al otro como una agrupación de píxeles.

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    2. Creo que te refieres a Philip Bloom del que leí recientemente su libro La fractura que hablaba precisamente de lo que dices tras la guerra de trincheras. Es un libro apasionante.

      Por lo demás, he querido mostrarte mi estilo plagado de imágenes y metáforas que me divierte especialmente, aunque no sé si aporta algo al núcleo del debate de hoy. Por lo demás, todos los nacionalismos tienen sus mitos fundacionales, que nos lo digan a nosotros que vivimos bajo la férula del nacionalismo esencialista catalán en que muchos reclaman una Catalunya catalana y que si no hablas catalán, emigres. Son todos iguales. El nacional socialismo tomó esta batalla como mito de la raza aria vencedora de las legiones romanas. Disculpa mi verborrea que me agita como el gas de una botella de cava a punto de lanzar el tapón por los aires.

      En cuanto a nuestro tiempo, aparentemente pacífico, pero en el que la bestia está dormida y canaliza la violencia de modo verbal... Y sí la tecnología nos ha modificado profundamente. Soy un apasionado de la misma pero me gustaría volver por unas semanas a un periodo pretecnológico para advertirles de lo que se les venía encima. A comienzo de los años noventa hablaba con mis alumnos sobre lo que supondría el futuro a partir de la supuesta desaparición del libro físico... y no se lo creían. Me gustaría volver a aquellas clases y hablarles de lo que sucedería veinte años después. Y no creo que me creyeran.

      Muchas gracias, Sergio.

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    3. Gracias a ti por tu elocuemcia metafórica,llena de imágenes. No conozco a ese Bloom, pero me has creado esa necesidad, y buscaré ese libro. Suena interesantisimo. El Bloom del que hablaba, es el famoso critico literario, que tiene algunos libros interesantes que se deslizan por la tramoya literaria, para derivar en pensamiento. Sus opusculos sobre Freud, Kafka, tienen la excusa literaria como premisa, para desbordarnos después por otros derroteros. Me apunto tu libro.

      No me considero contrario a la tecnología, más bien un escéptico razonable. Considerarnos en la plenitud de los tiempos, porque midamos el éxito según el desarrollo tecnológico, me parece un craso error. Si en algo somos afortunados, es que voces sabias, de todas las épocas, están a nuestro alcance a golpe de un sólo clic. Otra cosa es, sin desdeñar sus potencialidades, advertir acerca de las consecuencias negativas si no se hace un uso racional de ella. Lograr esos contrapesos, mientras avanza más rápido el progreso tecnológico que nuestras leyes, sociedad, mentes es el reto de nuestro tiempo. Francisco Ayala lo advirtió en uno de sus ensayos. Qué el malestar crecería en nuestras sociedades por la dificultad de adaptarse al cambio tecnológico de la mayor parte de sus miembros. Hace poco leí en una entrevista, que la tecnología había convertido al mercado, en una institución no inclusiva para trabajadores de 'baja cualificación.' Dónde estaríamos si hubiéramos hecho caso a los cocheros de caballos parisinos, en su oposición a los vehiculos taxi.

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