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Lion Feuchtwanger, un fabulador peligroso.

Hoy pongámonos el disfraz de un americano de los años cuarenta gracias a la magia del teatro.  Estamos en el centro de la escena, los focos derramando luz sobre nosotros. Podemos sentir el calor y las miradas expectantes de un público, que ni siquiera la pandemia aparta en su ímpetu por gozar de una velada teatral. Madrid desde sus corralas, nunca falla pese a este embate.  Volvamos al escenario. Nuestro traje de tweed, las camisas Brooks brothers que se ajustan como un guante a nuestra fisonomía y un bombín que en lugar cerrado como la Grand Central Terminal de Nueva York de  Guastavino, descansa a un lado del banco en el que nos hemos sentado. Otear las bóvedas  de Guastavino es como creer en el cielo y por supuesto en Dios. No hablamos en el escenario, crece la expectación y es entonces cuando nos ponemos las antiparras y comenzamos a ojear el periódico.  


De Christian Michelides, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=68909116
Varian Fry, el gran héroe americano.



La Guerra de Europa, como se la conoce entonces, no deja de sorprendernos; Adolf Hitler ha viajado a un París que se ha rendido a sus pies. Mientras la llamada Gran Marcha, un tropel de hormiguitas a vista de pájaro, que huye de la llegada de los bárbaros, conmueve al lector americano de entonces. Las páginas están atiborradas de fotografías en las que se ven sus caras polvorientas y cansadas. Se desplazan lentamente, con el hastío que luce en sus ojos. Si un viaje a Cannes duraba unas ocho horas desde la capital antes de la guerra, según la suerte, agotará semanas en estas condiciones en la que los viejos son transportados en carretillas. Como es lógico, las bicicletas se han convertido en un bien de lujo. Esas páginas contrastan con las mieles de la victoria de los nazis. A su vuelta, una muchedumbre que abre una pequeña vereda al famoso Mercedes de Hitler, lo recibe con el brazo alto y gritando consignas, cantando. El héroe ha reparado como prometió la injusticia de Versalles. 


Pulsar para escuchar a Maurice Chevalier, 
que cantó a Paris en momentos tan graves para Francia, y nos
sumergiremos en la época. 

Continuamos hojeando el New York TImes, y leemos en voz alta, mientras con el rabillo del ojo observamos al público. Detrás, una película va poniendo en contexto con imágenes, aquello que leemos.    Hay cosas que no cuenta el periódico, y que una voz en off va pergeñando. Para el primer acto, y seguidamente, en el segundo acto, nos situamos en una villa mediterránea de la Costa Azul. Concretamente, en Banyuls- sur- Mer, pueblo encantador de pescadores y lugar de villas para grandes fortunas. Una colmena de intelectuales buscados por la Gestapo por sus orígenes judíos o sus ideas contrarias, izquierdistas que por mucho pacto nazi-soviético, no se apean de su censura al régimen totalitario. Corre un rumor, que la Comisión Kundt busca a enemigos especialmente señalados en los campos de refugiados, donde se arracima esa "grey" de infelices, que huyen de los boches. 


De Bundesarchiv, Bild 146-1969-054-16 / Hoffmann, Heinrich / CC-BY-SA, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5482511
El despiadado Heydrich, encarnación
de la maldad absoluta.


Por eso, Varian Fry, periodista de renombre,  se va a desenvolver entre las bambalinas de embajadas, servicios secretos, recurrirá a la CAS; el comité americano de ayuda al refugiado, con el fin de salvar a esos elementos discordantes, a los que acuciadamente le quieren echar el guante los caballeros de la Gestapo. Cuenta la leyenda, que esa lista llega a las manos de Reinhard Heydrich, que la supervisa personalmente. - ¿Qué pasa que no hay avances? - Vocifera a su ayudante de campo. Clama por más sangre. La purificación del género humano. 

Entre los rescatados ilustres figura un buen ramillete de personajes de la cultura de la talla de Marc Chagall, Marcel Duchamp, Max Ernst, Benjamin Péret y nuestra Remedios Varo(1).  Nos nos olvidemos del gran Walter Benjamin, al que le dedicamos una entrada.  Y por supuesto, Lion Feuchtwanger.  Aclamado por su maravillosa Judía de Toledo, en la que reivindica el papel olvidado de los judíos sefardíes, todavía hoy en España. Tras muchas vicisitudes, Lion había llegado a la Costa Azul. El traje sudado, se topa con una ciudad que lejos de asumir la derrota, se convierte en una nueva Babilonia para los refugiados pudientes. Pasan a vivir en villas, en lugar del camino deslomante, que se les hizo eterno. Allí no es difícil ver al gran Sacha Guitry, transformista, actor, excelso guionista. De frente bruñida por el sol y en el que las cejas que parecen una fila de hormigas, no terminan de darle un aspecto bufo. Con su descapotable y su hermosa ninfa de dieciocho años, ruge entre la multitud y piensa en la próxima fiesta. ¿Será la de la hermosa Vizcondesa de Noailles? ¿Cuántas  habitaciones tiene su mansión tras la última ampliación?


De Agence de presse Meurisse - Este archivo procede de la biblioteca digital Gallica, y está disponible en línea con el ID btv1b90483799, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18659418
El gran Sacha Guitry


Todo eso son recuerdos para Lion Feuchtwanger cuando volvemos a escena en el tercer acto con nuestro periódico. Lion ha desembarcado hace unos días en América. Todos quieren entrevistar al famoso escritor, que ha escapado de las garras del mismo Averno. De cabeza disipada, relata un periplo que parece novelado. Atraviesa la frontera hispano-francesa él solo. Vagabundea por Perpiñán y siempre se encuentra con unos americanos dadivosos, que le ayudan en su huida. Le dan un pasaporte y un permiso de salida de Francia, más el visado temporal con el que atravesará España. Alcanza azaroso Lisboa, un nido de espías y que según la leyenda, agentes de la Gestapo agazapados intervendrán y secuestrarán a enemigos ilustres del nazismo si se descuidan.  En momentos puntuales, cuando Lion se encontraba al borde de la desesperación, según recoge el entrevistador del New York Post, aparece el bienintencionado americano. También la revista Times quiere entrevistar a cualquier precio al protagonista de ese éxodo moderno. Con todo, esta fábula  de Feuchtwanger no convence a nadie. La Gestapo y las autoridades de la Francia Libre (un oxímoron) recelan de ese cuento. Y se pueden hacer una idea por cómo y por dónde se producen los encuentros milagrosos de Lion con los americanos, sobre cuál es el alcance de esa red de rescate. 

No en vano, a partir de ese momento, la gendarmería acecha a Varian Fry. Hasta hay una protesta oficial de la cancillería de Vichy por las actividades que realiza en la sombra ese  americano entrometido. Es curioso, que Washington repudiase al periodista Fry, cuando le había hecho el encargo, por su conocimiento de la Alemania nazi, de que organizase el Emergency Committee Rescue para salvar a figuras en franco peligro. La tapadera será la CAS antes mencionada, y el trabajo que le encarga la YMCA con los refugiados. Querrá dejar caer a su alfil, en vez de enconar más su disputa con Vichy y los Alemanes. Recordemos que moramos en el año cuarenta, a finales del mismo.

 Que Lion Feuchtwanger largase más de la cuenta estuvo a punto de acabar con misión tan encomiable. Sin embargo, afortunadamente, Varian Fry no era un héroe que se arredrase fácilmente. Si llegaba el comandante de la Gendarmería Alfred Jospin a cualquiera de sus residencias francas, escondían a los judíos y autores más perseguidos, para fingir que eran una inocente y alegre comuna de refugiados, que vivía en una continua albórbola. Es aquí cuando cae el telón. Esperemos que con aplausos de un reducido grupo. Pues la pandemia no perdona a nadie ni nada. Ya vendrán tiempos mejores, como pasaron aquéllos, sin duda, más horrendos. 

Aclaremos que Feuchtwanger no querría desvelar toda la trama creada por el gobierno de los Estados Unidos, capitaneada por el bravo Varian Fry, uno de los justos. Pero pecar de lenguaraz bienintencionado, acarrea sus consecuencias. Esa podría ser la moraleja de nuestra historia. La mayor parte de las veces es mejor callar a hablar en plena efervescencia. Al cabo del tiempo, esta historia tuvo no obstante una lectura más positiva. Pues aquella novela de Feuchtwanger con él mismo de protagonista, por su condición de escritor venerado en América, puso en el foco una vez más pero quizá de forma definitiva, la vesania de los nacionalsocialistas. Y un  Presidente Roosvelt más consciente, dotó de más fondos a esa actividad que se hacía con decenas de tapaderas. Esperemos que le haya gustado, estimado público, éste drama de tres actos, tan trágico y cómico como la mayor parte de las vivencias del ser humano. 

(1) Gran pintora catalana y española. Pelirroja y de gran elegancia, sus cuadros nos transportan al mundo onírico de lo imposible. Le dedicamos la siguiente entrada. También con la guerra de trasfondo y su amor por Benjamin Péret, un excelente poeta y galán demediado. 

Comentarios

  1. Me encanta la historia -suelo leer, especialmente sobre el siglo XX, desde la transición de siglo hasta los años sesenta-, y me agrada encontrarme con cruces de caminos de escritores e intelectuales que protagonizaron en alguna forma aventuras como Lion Feuchtwanger, el enemigo número uno del régimen nazi y al que parodiaron algunas de sus obras para convertirlas en antisemitas. Colaboró con Bertold Brecht, lo conocí en mis tiempos de universidad por este detalle. Buena semblanza de su huida y exilio que terminó en Los Ángeles hasta su muerte en 1958. Las redes de ayuda a los huidos fueron importantes, pero durante algún tiempo se fue insensible a lo que estaba pasando en la Europa ocupada por los nazis. Hay historias estimulantes como esta pero también miles de fracaso y detención -o final trágico como el de Walter Benjamin-. Saludos cordiales.

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    1. Nos encontramos, Joselu, en muchas de nuestras aficiones y pensamientos. Sinceramente, a veces me sorprendo de un nuevo enfoque que nos descubres con tus sesudas intervenciones, y que revelan una veta de pensamiento, en la que creía encontrarme en la soledad más estricta. Es una parte de la historia que me fascina. Esa Francia rápidamente derrotada. Uno de los personajes que más me atrae es ése Sacha Guitry, genial y que no se arredró a vivir espléndidamente durante la Ocupación. Siempre llego por distintos caminos a él. En algún momento creo que rescataré alguna de sus historias. Como le recordaban, más que colaborador, vivía en connivencia con los bárbaros, sus compatriotas no le perdonaron como a la inolvidable estrella del celuloide Arletty, que mientras ellos comían fiambre de caballo y se podían dar con un canto en los dientes, el caviar corría rumboso en bandejas y el champagne se derramaba por las numerosas fiestas a las que acudían, con bárbaros como invitados. A Arletty, que se enamoró de un joven oficial nazi, llegaron a esposarla por este motivo, colaboracionista, en pleno rodaje. Tuvo un trato más favorable por su estatus que otros colaboradores. Sobre ese período de saña, también los franceses debiesen descubrir el velo. Hubo excesos tremebundos. En fin, una época que nos sigue encandilando. El género humano expuesto a las mayores bajezas y las actitudes más heroicas.

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  2. Verdaderamente fascinante. Soy de la opinión de que nada es fácil cuando la situación es delicada, y que mi opinión estaría sujeta a cambios si viviera una situación semejante. Creo, como solía decir Lévinas en su propuesta Ética, que en lo único que uno se puede asir es en el perdón como capacidad del bien para renovarse.
    Sinceramente no se lo que obliga a uno a ser colaboracionista, pero por intuición supongo que el miedo. Y mucho me temo que somos muy valientes porque se "nos supone", como nos decían en la mili
    Un placer leer tus delicadas entradas.
    Estoy a la espera de que nos hables de nos hables de Remedios Varo, una pintora surrealista siempre a la sombra de su marido, pintora de máquinas fantásticas (su padre era ingeniero hidráulico, de ahí su profusión por ellas).
    Solamente se hizo una exposición de ella en España con cara y ojos, y la organizó la Fundación de El Banco Exterior en 1988, en Madrid.
    Salut

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    1. Grande, Tot. La verdad que esa dimensión del colaboracionismo, daría para ríos de tinta. Sería muy interesante abordarla. Y me encanta Remedios Varo, una excelente pintora, que te sobrecoge con sus mundos de fantasía. Qué pena no haber estado en aquellos momentos para visitar los inframundos de Varo.

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