El Café Gijón envuelto en las brumas de los cigarrillos y de sus desesperanzas. Asoma por allí un joven hirsuto, enlutado, que fuma como un cosaco y que de vez en cuando se toma un carajillo. Extraño, garabatea notas que parecen aprehender la sustancia etérea que conforma la literatura. Su camisa negra, una mirada lacónica que no deja adivinar un atisbo de lo que desconsuela o en su caso anima, despierta el interés de la concurrencia. Ajeno al nuevo visitante, Don Camilo José Cela diserta sobre el gafe, no ha llegado al El Cipote de Archidona que alumbrará las crónicas sexuales y del disparate en años venideros, cuando uno de los contertulios del gallego, pellizca a su compañero. Todo un sacrilegio porque Cela tiene una aureola mágica al estar prohibidas parte de sus obras. - ¿Quién es ese solitario? - Le bisbisea con tal de no afrentar al futuro nobel. - Alfonso, Alfonso Sastre .- El interfecto brama volutas de humo en una faz de fauno. Creativa, pero la mar de embrutecida a ...
Un viaje por la historia y la cultura