Podría haber sido una cabaretera, una meretriz cualquiera que nos secretase su tarifa en la Babilonia de Heródoto o incluso una esfinge egipcia; tantos papeles interpretados por la jocunda señora, que siempre ha sido muy polifacética en nuestra mente calenturienta. Por lo demás, sabedora de los secretos más recónditos de monarcas, se malquistó con emperadores- fue una de las prerrogativas de Napoleón , que colgase de la pared de su gabinete: algunos autores sugieren que el conquistador se inspiraba haciendo sus necesidades, en los trazos de Da Vinci . Quizá sea éste el origen de su sonrisa sempiterna, pese a que los expertos nos hablen del esbozo y la técnica empleada por el artista italiano, que engaña a nuestros ojos. Pero la muchacha nos parece susurrar en relación a Bonaparte o por lo menos nos lo imaginamos, que no la tenía tan grande.Claro que para los mal pensados, aclaremos que se refiere a la inteligencia del...
Un viaje por la historia y la cultura