Los suelos fríos, las paredes aún más gélidas y la estufa sin combustible. Al viejo, le costaba andar como si portase una piedra enorme, cuanto más subir las escaleras metálicas para aflorar a la superficie de una calle parisina cualquiera, que es lo de menos para lo que tenemos que contar. Ese bajo sin luz le estaba convirtiendo en un topo, sus manos pobres, del color de la ceniza. Una especie de purgatorio, para los que no sabían en qué lugar de la historia estaban, cosa que le ocurría a un apesadumbrado Eugene Zamiatin, con demasiada frecuencia.
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Nosotros, la primera distopía literaria. |
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Yevgueni Ivánovich Zamiatin, el genial escritor ruso. |
- ¿ Se la sabe, señor? - Le preguntó a nuestro personaje en el café aquella misma noche un joven inmaculado e imberbe, que respondía al nombre de Mitia, Ivanovich para más señas. El muchacho había escapado de su Bielorrusia natal haría un par de años, donde había bolsas de resistencia a las colectivizaciones y la represión estalinista fue casi tan cruenta como en Ucrania. Sabía que el señor Zamiatin era un proscrito tanto para los rusos rojos como para los blancos. Pero había sido un hombre importante del régimen soviético.....hasta que cayó en desgracia. Y lo más impresionante para él, un destacado literato. Por lo que Mitia, al que se le había metido el veneno de la ficción, se acercó con prudencia, es decir, sin que otros comensales le viesen y moviendo poco los labios, para que no pareciere que hablaba con el marginado. - Me refiero a la historia del Príncipe Mirsky.
- Sí, por supuesto, que me la sé. - Aquel noble, expropiado por los comunistas y vilipendiado, había seguido el camino inverso al suyo. Eugene Zamiatin le resumió la historia para demostrar que la conocía y rezaba algo así....
Ese loco aristócrata había recibido el encargo de escribir una biografía del demonio de Vladimir Illich Lenin. Para el desempeño que buscaba, el príncipe bebió de varias fuentes con las que documentar dicha biografía. Estudió la teoría marxista o profundizó en las ideas sobre la explotación de Johan Karl Rodbertus. Con la luz de su lamparilla de gas explotándole en sus abruptas facciones, el biógrafo comenzó a sudar. Y si al final, los malditos bolcheviques tuvieran razón.
- ¿Y si nosotros realmente estuviéramos equivocados? - Su pluma cargada de hiel, contra Vladimir Illich Lenin, fue dulcificando las líneas hasta elaborar un panegírico. Cuando entregó las primeras pruebas para imprenta, sus editores le reprocharon que hubiera producido semejante bodrio. Con todo, como en toda empresa capitalista, pesó más el dinero invertido y publicaron "aquel bochorno". Ya lo decía el propio Lenin, que los capitalistas venderían las sogas con las que les ahorcarían, todo por el vil metal. En la Rusia bolchevique, primero incrédulos, celebraron a la postre semejante conversión del príncipe. - Nada gusta más que los conversos. - Volvió con todos los honores a la patria, incluidos los académicos, recibido como un héroe de la revolución, porque la revolución se hace hasta en los libros.
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El príncipe Mirsky, en su ficha de detención |
- Si bien, esta historia no acaba aquí, señor Zamiatin. - Le interrumpió el joven, porque el viejo había hecho un gran esfuerzo narrando ese cuento de terror, y se le notaba fatigada la respiración. - Vino otra época, la de las conspiraciones y sabemos cómo se las gasta, usted mejor que nadie, ese Koba(2). Los médicos, los ingenieros, declarados enemigos de clase, y aquellos que habían vivido en el exterior como Mirsky, podían ser agentes de un país extranjero. - El señor Zamiatin comenzó a sospechar de Mitia. - El príncipe se reunió con un historiador extranjero, su perdición, porque no pudo demostrar que no había sido para colaborar con un país exterior. ¿Y usted, señor Zamiatin? ¿Es verdad lo que cuentan de usted?
Las dudas y un pucho adornaban la cara macilenta del viejo. Como se rumoreaba y quizá se quedasen cortos, esa comuna de rusos estaba infestada de espías de todos los colores, nadie se fiaba de nadie. Por eso, le dio miedo ese Mitia de cara angelical. Y si fuera un agente doble, triple o cuádruple.
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La familia imperial rusa. |
De modo que el señor Zamiatin cogió pacientemente su Homburg, y se lo encasquetó en la cabeza, para retirarse sigilosamente. Se reservó su periplo y mucho más sus opiniones. No le contaría a Mitia su estancia en Newcastle donde diseñó barcos y conoció de primera mano el taylorismo, y la Organización Científica del Trabajo (OCT), que llevaba su afán de medir el trabajo hasta las últimas consecuencias, convirtiendo al trabajador en una especie de número completamente deshumanizado. En aquella época, latían en Eugene dos pulsiones, la matemática por su formación de ingeniero naval y la poética, que trasladaría a una de sus obras más reconocidas, Nosotros. La primera distopía que inspiró a escritores de la talla de Orwell.
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El GH orwelliano. |
Igualmente omitió a Mitia las ulteriores disputas, porque un ingeniero cuando precisaba de sus servicios la patria, se había pasado a las fabulaciones burguesas de la literatura. Fue cuando fundó el grupo los Hermanos de Serapión (3) junto a su camarada Shklovski, al que tenía que haber hecho caso. Abandonar cualquier esperanza, una vez que el gran Máximo Gorki, padre de todos los escritores, emigró al exilio por su divorcio con Lenin, que no entendía más que la literatura como utilitarista y la literatura puede ser todo menos eso.
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Chejov y Gorki, padres de la literatura moderna rusa. |
Eugene rabiaba por dentro, y aliviaba esa tensión algo de su frío, mientras regresaba a casa. Esas luchas, reflejo de que el arte era considerado por los bolcheviques como algo accesorio, frívolo y más propio de burgueses, las plasmará como decimos en Nosotros. Obra colosal que critica el taylorismo a la soviética, en la que como reseñábamos, el hombre, el trabajador no es más que un mero número o pieza al servicio de un engranaje ni siquiera del conjunto, sino del poderoso estado (Karl Marx aborrecía este capitalismo de estado). Un mundo el que describe Zamiatin, en el que sentir y soñar puede ser muy peligroso. Recomendamos su lectura, que nos baña en la lucidez de los números de la ciencia, hasta construir una atmósfera claustrofóbica. El hombre nuevo del leninismo y de cualquier ideología totalitaria, en la que el individualismo es completamente menoscabado.
En aquel año 1937, el señor Zamiatin muere en la absoluta pobreza en París. Todavía guarda en la chaqueta de su terno una copia de la misiva enviada a Stalin cinco años antes y en la que le solicita que le dé autorización para emigrar al extranjero, porque no sabe callar. El Príncipe Mirsky es juzgado en ese mismo año, y condenado a trabajos forzados en un gulag del óblast de Magadán, donde moriría en 1939.
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Un trabajador, adaptado a la OCT y el taylorismo. |
(1) Cada capítulo se llama nota, y el cuerpo del texto, resumen, en la magnífica obra de Zamiatin, Nosotros.
(2) Koba, el sobrenombre de Stalin.
(3) En honor de una obra de E.T.A. Hoffman, uno de los grandes románticos alemanes.
Nos introduces, ya ves, en una de las primeras novelas distópicas.
ResponderEliminarAclaremos el concepto. Yevgueni Ivánovich Zamiatin, escribió "Nosotros", considerada la primera novela Distópica, la antítesis de la Utopía, o en otras palabras.
El describir estados totalitarios y hacerlo con propiedad, no está a la altura de cualquiera.
Sólo puede hacerlo aquel que ha vivido en un estado natural, con sus errores y sus aciertos, y siempre con la ilusión de mejorar.
¿Qué es natural?, aquello que no es utópico ni distópico. Aquello que no es falso ni resultado forzoso. Aquello que tiene errores, se superan y se intentan mejorar cambiando electos.
Yevgueni Ivánovich Zamiatin supo que era el Taylorismo. el padre de la organización científica del trabajo.
Su scientific management, llega a crear el "destajo", o trabajar por pluses, donde lo que importa es la producción versus la calidad. Intuyó que el trabajo consistía en saber vender y comprar tiempo.
Él en realidad, se reía de Marx, y llegó a afirmar, cosa jamás refrendada ni respondida, que el creador de El Capital jamás pisó una fábrica. Seguramente, y como empleado, tenía razón, de todos es sabido que aquellas ideas salieron para corresponder al campesinado y no a la industria que, en aquella época, era nula o poca en las ciudades rusas.
Y cierto, "El hombre nuevo del leninismo y de cualquier ideología totalitaria, en la que el individualismo es completamente menoscabado", como lo es en cualquier estado totalitario. Si uno se detiene a pensar, nos daremos cuenta de que en la literatura o en el cine soviético, siempre se anima a no vivir por el futuro, sino a morir por él.
Es, en realidad, la seña de identidad que intentaba retratar Zamiatin.
Salut.
Estupendas reflexiones y para enmarcar donde dices que al homus sovieticus se le enseñó a no vivir por el futuro, sino morir por él. El libro cayó en mis manos este verano y lo devoré a pesar de que los números y la ciencia, cálculos del personaje principal, pueden resultar apabullantes para el lector. Es sin duda una obra clásica, que ha resistido muy bien el tiempo. Porque plasma muy bien el totalitarismo de los números como epítome del bolchevismo o el nazismo. El individuo se subsume en ese légamo autoritario. Un abrazo,Tot.
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