Huidizo, se trocó a fuerza de burlas. Un animal herido, que con ratimagos, rehuía de sus compañeros, que encontraban en el ejercicio físico el listón de sus exhibiciones extemporáneas. Aquel larguirucho, empero, de cabellos foscos, un bohemio para el viajado a París, evidenciaba una edad mayor a la que figuraba en la partida de nacimiento. A los once años, con sus ideas que habrían sido declaradas escandalosas por una abuela rígida, y que Bertrand escribía en griego en un diario, para evitar precisamente la fiscalización de unos abuelos tutores.
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El gran filósofo Bertrand Russell |
- No, abuela, no creo en nada. – En sueños se lo había dicho miles de veces, pero a su abuela le habría dado un patatús. Años más tarde, el joven de los Russell filosofaba que le habría gustado creer en algo, desde luego habría sido más sencillo. En Dios por el argumento de la primera causa, aunque John Stuart Mill le hizo desistir de ello, porque quién había creado a ese Dios. - En la sabiduría. – Rezongó aquella mañana en la que paseaba solitario, buscando un convencimiento que no tenía. Sería sencillo entonces morir. Si tuviera valor, quizá fuera lo más conveniente. Vagaba sin padres y una hermana menor fallecida en circunstancias dramáticas. Le quedaba su hermano mayor. A veces le invadía la melancolía e ideas suicidas, ¿ por qué había algo en lugar de nada? Tampoco era apreciado por nadie y menos que nadie por sus compañeros.
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Whitehead, excelente pensador y matemático. |
Salvo Constance que aquella mañana le tendió una emboscada y se hizo la encontradiza en la explanada donde se alcanzaba a ver los sauces pegados al río. Allí o en el Trinity Lane, pergeñó en su plan la muchacha. De pronto, se le hizo corpórea y dorada la presencia espigada de Bertrand Russell.- No les hagas caso, Bertrand. Le rogó ella al cabo de un rato en referencia a los colegas que le acosaban con insinuaciones, mientras entreveía esas ojeras signadas por la tristeza. El muchacho pugnaba con la lata de tabaco de la marca Morris, para llenar su pipa. Su amigo Elijah le había contado la noche anterior la desgracia que se cernía sobre los Russell. La hermana y la madre murieron de difteria, y su padre poco después, por el desconsuelo que padeció tras la tragedia. Educación de los abuelos, muy rigoristas en la religión y con el sexo. Algunos habían juzgado el retraimiento de Bertrand Russell como la prueba de no haber superado la desgracia familiar.
Por otra parte, la causa real de los recelos de los machotes de Cambridge, era que envidiaban que Russell se hubiera convertido en el protegido de Alfred North Whitehead, una institución de la universidad. En ese primer encuentro, hablaron como si fueran amigos de toda la vida que tuvieran tantas cosas que contarse, y desde aquella mañana, se hicieron inseparables. Quedaban al final de Trinity Lane. Ella refunfuñaba en cuanto algunos matones echaban pestes de su enamorado, y le reprochaban que una muchacha tan hermosa acompañase a un tipo tan desgalichado. - ¡Sois unos animales y no me gustan vuestras exhibiciones de fuerza! ¿Cuándo usaréis el coco?
Eso era lo que le cautivaba de Bertrand, su misterio e inteligencia. Por supuesto, le encandilaron sobre todas las historias que le contaba el muchacho, las de los pensadores griegos que ella conocía con la patina de los libros llenos de polvo. Se encarnaban Sócrates, Demócrito o el más tardío Plotino en presencias tan familiares como cualquier profesor del Crist´s College de Cambridge. - Era tal el reconocimiento que le profesaban los romanos a los griegos, que se convirtieron en los conquistadores conquistados. El Emperador Augusto para asentar esas raíces, rogó que Mecenas(1).- Esas letanías y labios esponjados en una sonrisa, contando vivencias tan pasadas, resucitó a Bertrand que en aquellos paseos, encontró un modo de huir de su soledad y de sus ideas de suicidio. Amaba a aquella chica, aunque se teñía de pesimismo al pensar en cualquier futuro con Constance.
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El escudo del Chist`s College. |
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El gran Mecenas. |
Pd: Si alguien se anima, aquí contamos en El Azogue, la historia de amor de Eneas y Dido, en Las lágrimas de Dido.
Tocas un tema que me apasiona, Sergio. Fíjate, la filosofía es la única profesión que se puede ejercer "sin ser". Me explico: se puede enseñar filosofía sin ser filósofo. La persona que traes a colación lo fue casi todo: filósofo "neorrealista", matemático, pensador progresista e incluso novelista. Lo curioso de este pensador es que ha mantenido su lucidez a lo largo de su vida, manteniendo una serie de puntos totalmente coherentes entre sí, porque es de suponer que a lo largo de los años y después de tantos años especulando, el pensamiento se trasforma y sufre trasformaciones sustanciales. No fue su caso.
ResponderEliminarCierto que, y esquematizando, dado que lo has explicado todo tan originalmente bien, que su pensamiento consta de tres etapas bien definidas: el platónico, neopositivista (etapa con la que mi pensamiento choca irremediablemente con sus postulados), y el agnóstico, revelado en su libro: "Porque no soy cristiano".
Colaboró, como bien nos defines, con Alfred North Whitehead (neorrealista al principio; platonista de viejo cuño finalmente). Fue de esa colaboración donde salió lo mejor de Russell, allí se juntaron los puntos de vista técnico-científicos. Allí su Principia Mathemática.
Bertrand Russell, quizá fue un Voltaire moderno, como se dice por los pagos filosóficos; epicúreo de naturaleza, la religión es rechazable porque se basa en el temor, y bajo ese prisma nos recuerda que el hombre está circunscrito a una moral y esta a una dignidad intrínseca, que la religión les niega, pues el temor les aparta.
Un placer.
Salut
Miquel
Tot, te echamos de menos. Me encanta tu sabiduría. Filósofos podemos ser muchos, pero pensadores,saber colocar esas ideas como tú lo haces, pocos. Siempre te dije que fue mi sueño y por ese motivo te admiro tanto y te envidio en el buen sentido. Un abrazo,Tot,espero que estés bien.
EliminarEs curioso, Sergio, esta es una de las páginas que espero semanalmente, junto a la de mi amigo Cornadó*, persona cultísima allí donde las haya.
EliminarSiempre tocas temas que me mueven a escribir. Filosofía, arte, historia... Humanidades todas ellas, ahora tan denostadas.
Deja las admiraciones para otra ocasión, te llevarías un desengaño, te lo aseguro. He sido un tipo afortunado, sí, no lo niego, lo dejé dibujado en "Las sombras se equivocaron de dueño" (**), donde dejo explícito que pasar de la miseria a la pobreza es un triunfo de gigantes.
Hay una escuela filosófica, mi buen Sergio, que siempre he encontrado a faltar, tanto en la Facultad de Teología como en la Facultad de Filosofía, porque en ninguna de las dos se da en profundidad, es la Escuela escocesa de "El sentido común"(***) de Thomas Reid, que creo debería ser de obligada enseñanza en cualquier centro de secundaria.
Por otra parte, Sergio, felicitarte de como enlazas la trama. Se hace de lectura agradable, rápida y fresca.
PD: Bertrand Russell defendía el realismo inmediato, estaba convencido de que el sujeto puede captar directamente la realidad, o sea ser objetivo, y no solamente sus propias representaciones psíquicas (aquí lo que denominamos idealismo).
Un abrazo de lo más fuerte
Salut
Miquel
* http://francesccornado.blogspot.com/
** https://www.amazon.es/Las-sombras-equivocaron-due%C3%B1o-barracas-ebook/dp/B084BZGMDF
(Disponible en la red de bibliotecas de Cataluña)
*** https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Reid
Cuántas referencias, Tot. Desconocía esa escuela de pensamiento y a Cornado le he leído en tu blog y siempre me pareció un tipo muy interesante. Me meteré en su blog para pescar conocimiento. Nunca paro de aprender contigo. Y a ver si me lanzo de una vez por todas a por tus memorias. Me despierta mucha curiosidad tu evolución. De un origen tan humilde a ser una persona tan perfectamente amueblada de la cabeza y sabia.Recuerdo un compañero de mi colegio, Felipe, uno de los mejores estudiantes y un día que fui a su casa,una corrala antigua, con una habitación, una cocina pequeña y un minisalon,con el baño para toda la planta, me sorprendió su humildad. No sé de su periplo posterior, aunque le trataban con la esperanza de toda la familia,de que ese chico podría escapar de la telaraña de pobreza. Estoy seguro de que le consiguió, aunque en realidad,tampoco lo sé.
EliminarSiempre se envidia y desprecia, cuando no se le tema, a quienes reconocemos de alguna manera como superiores a uno, por ser más fuertes, más inteligentes, mejor dotados, o todo eso junto. Y es peor aún a ese alguien a quien envidiamos despreciándolo es reconocido por los demás en lugar de que se nos reconozca a nosotros. No hay caso, siempre termina siendo así.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Sí, desde luego. Es la cantidad propia que nos ciega en el momento, la necesidad en ese relato que construye nuestra mente de lograr el reconocimiento que no le es esquivo a otros. Aunque cuando hay personajes de la talla de Russell,solamente cabe disfrutarlos. Por cierto, José A.,albergo muchas expectativas con tu serie de soledades. En cualquier momento, con retazos en fuga y ampliación de gran angular,que espero en una próxima entrega, nos vuelves a sorprender. Un ilusionismo narrativo. Un abrazo y muchas gracias por tus reflexiones.
EliminarTe leí a la carrera esta mañana pero tenía mucha prisa y no pude comentarte, pero me fui pensando y por eso ahora es lo primero que te escribo, que lo curioso tras leer tu estupendo texto, -eres un artista usando vocabulario y expresiones inusuales- es que te centraras en esa fase inicial suya efectivamente dramática, triste, solitaria y con ideaciones suicidas pero a la que dio totalmente la vuelta a lo largo de su vida, de un lado porque fue longeva, vivó ¡97 años! y de otro, porque seguramente haya pocos filósofos y pensadores tan fervientes defensores de la felicidad como él, por eso me gustó desde siempre, de hecho escribió “la conquista de la felicidad”, - lo único que he leído de él- pero desde que lo hice, hace mucho, es uno de mis libros de cabecera. Supongo que porque como él, tb soy ferviente creyente de que la felicidad es una conquista que nos es encomendada a todos desde que venimos a este mundo, otra cosa es que se nos olvida por el camino y de hecho, como él, estoy convenida que se puede ser feliz, no digo siempre, pero sí por el camino si conseguimos apreciar y disfrutar de todo lo que nos rodea, abriéndonos a todas las opciones, posibilidades y oportunidades que ofrece la vida y por eso estaba deseando decirte que de triste y con ideaciones suicidas pasó a a disfrutar de una vida plena y feliz. Pero claro, por algo tu entrada se titula “ el joven” Rusell… Es más, hasta creo superó rápidamente la despedida de Constance, porque tuvo nada menos que ¡4 esposas ! así que hasta el amor lo exprimió al máximo jajaja Pero… por si fuera poco, además de fantástico matemático, filósofo y pensador, fue un activista entregado a la defensa del pacifismo, no solo de palabra, se implicó personalmente participando en todo tipo de manifestaciones, cuando nadie lo hacía enfrentándose contra el poder en las dos guerras, enfrentándose tanto a Hitler como a Stalin, de hecho con motivo de la primera guerra hasta fue encarcelado y destituido de su cargo en el Trinity College. En realidad no solo fue pacifista, fue defensor acérrimo de los derechos humanos, casi diría de la libertad humana en general. El nobel de literatura que le dieron, creo que más que por su obra, fue precisamente por esta faceta suya eminentemente humanista que ejerció hasta su muerte. Vamos, que has traído a un personaje que me encanta. Hace poco hablaba de Sábato en mi blog pues Rusell es la otra cara de mi moneda, Sábato es el triste y Rusell el feliz ; ) No obstante, me quedo con ambos y con tu estupenda entrada que además y como broche, nuestro querido MIGUEL ha enriquecido tanto con su comentario, vamos que me quedo con todo y todos, si me lo permitís ; )
ResponderEliminarUn abrazo y buen finde!
PD
Y de pronto...¡tatatachán! la oscuridad se ha apoderado de tu blog jaja bueno, solo de formato, que tú haces de fluorescente de sobra aquí: )
Qué graciosa eres, María, aparte de brillante cronista,diseccionas y amplías las entradas hasta ensancharlas a límites insospechados. A mí son dos personajes que me apasionan. Sabato y Russell,los dos reversos de una misma moneda como muy bien dices,que es la coherencia con sus ideas. Sin entrar a valorar sus obras que alcanzaron la cima en sus desempeños. No tan distantes, por ser ambos hombres de ciencia. Y la razón de escoger sus primeras etapas de vida,fue que en el prefacio de su Historia de la Filosofía, aparecen esos días tristes. Jamás me imaginé a un Russell que rompía la adolescencia con ideas suicidas y admirando a los romanos. Había leído aquel libro hacía veinte años y como el de Schumpeter,Historia del pensamiento económico, considero que hay que leer muchas veces. Fragmentos sueltos. Y fue ese prefacio en el que aparecía un Russell tan lánguido y diferente a la plenitud que alcanzó el resto de su vida, lo que me chocó e invitó a traerle al Azogue. Pero como dices,en una vida tan plena y compromisosvtan firmes,sin arredrarse ante nadie, merece ser recordado más a menudo. Un abrazo, María.
EliminarCorolario:
ResponderEliminarTuve a bien un buen profesor que decía que Hobbes, era un buen filósofo, pero un mal analista. Que la frase "homo homini lupus", escrita en el Leviatán era completamente errada, porque ningún lobo mataba a su congénere, ni por el mero hecho de matar. Y que esto desprestigiaba a la especie en cuestión.
Era joven y ponía en duda esas palabras, pero hoy, pasados ya muchos años, quédome con la cita y confirmo la afirmación de aquel profesor. La frase no se corresponde con la realidad.
El que es un lobo para el hombre es el mismo hombre.
Un abrazo.
Salut
Miquel
Quizá sea casualidad, pero estaba preparando una entrada sobre Hobbes y Locke, Tot, para dejar su trasfondo de ideas, que me parecen muy precursoras de pensamientos latentes en el mundo moderno. Como siempre,lo clavas,Tot. Es que de lo que he leído de Hobbes, tu análisis me parece demoledor.Un abrazo,Tot.
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