S us loden y sombreros Fedora bien aferrados, no evitaron que un céfiro repentino se adentrase en sus huesos, cuando cruzaban la verja de los estudios de la RKO. Entraban en los predios del mal. ¡Qué asco de farándula! Odiada por su más ilustre representado, William Randoplh Hearst , hubo un tiempo que no, y era eso lo que les había traído allí. Miraron chulescamente a ambos lados de un paisaje que parecía industrial, pero que como pomposamente rezaba en la propaganda de las compañías productoras de cine, era una fábrica de sueños. Inopinadamente, de un hangar salió Napoleón entre una barahúnda de soldados. Barrigón, cuerpo desmadejado y pelo hirsuto, no podía ser otro personaje histórico. Toda esa caterva salía a descansar los diez minutos de rigor, tras cuatro horas de rodaje. Primer cartel de la película - ¿Sabe, por favor, dónde están las oficinas de su compañía, señor Bonaparte?- Le inquiri...
Un viaje por la historia y la cultura