Ir al contenido principal

Quién es fascista

"Los fascistas del futuro, se llamarán a sí mismos antifascistas" Hoy abriremos el Azogue para invitar a la lectura de Quién es fascista, del historiador e intelectual italiano Emilio Gentile, con una  de las citas más socorridas, con las que condenar la sacralización de la violencia de algunos grupos, que se autoproclaman antifascistas, y que se atribuyó erróneamente al gran estadista británico, Winston Churchill,  Para ello, viajaremos en primer lugar a la Italia de los años setenta de la mano de Gentile, y resolveremos las dudas que nos suscita este aforismo. Entonces, las portadas de la prensa vespertina recogieron "la hazaña" de una serie de jóvenes, que tras una soberana paliza, acaban asesinando a otro muchacho de ideas supuestamente fascistas. La fotografía en blanco y negro es truculenta, manchas oscuras rodean al cadáver, que yace en el suelo. La sociedad del país de la bota está conmovida, y quizá por esta razón asociaciones antifascistas, acuñaron el eslogan con el que eximir a sus colegas del crimen: "Matar a un fascista no es delito." El escritor, Leonardo Sciascia(1), horrorizado por la violencia de semejante invitación al asesinato, y disidente la mayor parte del tiempo que militó en el partido comunista italiano,  declaró que "eran muchísimos los jóvenes que no tienen ninguna gana de pensar ni de saber. Estos son una masa que hay que tener muy en cuenta, porque ese fascismo que se llamará antifascismo, son ellos quienes contribuirán en gran parte a forjarlo". 


De Police of the Canton of Berne - Der Bund 25 March 2010 (image link), attributed to State Archives of the Canton of Berne, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9826306
Mussolini en sus tiempos de socialista revolucionario.


Pero qué es el fascismo. Es lo que se pregunta Emilio Gentile en su libro. Desde luego que no es esa palabra elástica, de la que se abusa para acusar  de conductas fascistas a cualquiera que nos rebata, argumenta el autor, que utiliza la técnica del diálogo. Página a página, va respondiendo a una voz, que ejerce de abogado del diablo, e intenta refutar las reflexiones que  acerca de este fenómeno, que desde luego no es nuevo, han jalonado la dilatada trayectoria de Gentile. ¿Qué hacer con esta inflación del vocablo maldito? El escritor italiano cree que este uso indiscriminado obedece a una ahistoriagrafía  y por eso la historia se revela como el mejor antídoto. Para Gentile, Stalin abrió esa Caja de Pandora en el año 1929, cuando utilizó por primera vez la estrategia de tachar de fascistas encubiertos a cualquier ideología, que no se rindiese a los soviets. En toda Europa se hicieron eco de aquellas maniobras, y la socialdemocracia se convirtió en el objeto y objetivo preferido de todas las diatribas comunistas, a excepción hecha de los trotskistas. Con estas premisas, el socialismo era sin duda un aliado de la reacción y se le rebautizó a la ligera de socialfascismo. Koba ponía el ejemplo del socialdemócrata/socialfascista Gustav Noske, culpable del fracaso de la Revolución alemana en los primeros años veinte. También del asesinato de las grandes figuras del internacionalismo, Rosa de Luxemburgo y de Karl Liebknecht


De Desconocido - Agrigento Notizie, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41372039
Sciascia, siempre disidente, nunca fue 
un hombre de aparato de partido


Estas idas y venidas del socialfascismo, o del fascismo encubierto, son como una marea. Más tarde, en los años setenta se recupera esta estratagema, y haciéndose nunca mejor dicho eco, de la conferencia de Umberto Ecoen la que señalaba de la existencia de un fascismo eterno, ha llegado a nuestros días.  Y Eco nos aporta las claves para identificarlo, pero también para distorsionarlo  si no se interpretan bien sus palabras. Volvamos al principio, a fin de contestar qué es el fascismo para Gentile. Y todas las preguntas han de confluir necesariamente en Mussolini. Socialista revolucionario, es verdad que coquetea con el anarquismo, hasta que la Gran Guerra, en la que cree encontrar la espita de una gran revolución que acabe con las clases, le separa de sus compañeros de partido. No en vano, fue expulsado del partido socialista en 1914. En el fascismo es fácil encontrar muchas de las ideas de ese primer Mussolini socialista y revolucionario. Pero al mismo tiempo como señala Gentile, nos encontraremos con un Mussolini que cree en el individuo, pues pesan en estos razonamientos más su espíritu anarquista,. Cuando concluye el conflicto, surge un fascismo como fenómeno nuevo, el de 1919, que se parece poco al que iba a tomar el poder en 1922 y sobre todo al de los años posteriores, el verdadero fascismo para el autor de este libro. 

El Duce jamás habría logrado encaramarse al poder, sin la aquiescencia del viejo rey y el apoyo de un fenómeno clave en el nacimiento de la ideología fascista, el escuadrismo. Es en estos años cuando se produce una mutación, que se hará más palpable para los historiadores en 1924 con el asesinato de Matteotti. Al fascismo de 1919, que es nacionalista, y se inspira en el poeta Gabriele D'Anunnzio y en los Ardititropas de élite de choque del ejército italiano , no se le puede considerar un movimiento antidemocrático, en opinión de Gentile, ni atentatorio contra las libertades individuales. Es verdad, que se vanaglorian del romanticismo de la muerte y de la violencia: "La muerte está aquí...tan hermosa como la vida, embriagadora, llena de promesas, transfiguradora."  (Gabrielle D' Annunzio). Y que mitificarán el pasado. No obstante, el fascismo con los rasgos que lo definen, comenzará un poco más adelante gracias al fenómeno del escuadrismo. El escuadrismo no es nuevo; lo utilizaron diversas ideologías, y mucho antes otras organizaciones, sin embargo, al fascismo lo va a radicalizar  y parasitar. Forman parte de él, viejos combatientes de la guerra y  ex socialistas como Roberto Farinacci, que creen que la cobardía del partido socialista al defender la paz, provocó derrotas humillantes como la de Caporetto. 


De Desconocido - [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=49612395
Matteoti sí que fue un verdadero
luchador antifascista.

Pero tiene que ocurrir el asesinato del socialista Giacomo Matteotti, que se había revelado como un verdadero luchador antifascista, y al que ni siquiera las asechanzas de los camisas negras, arredraron en su reivindicación de la democracia. El propio Mussolini está escandalizado por la muerte de Matteoti y la espiral de violencia que no puede controlar. Los escuadristas fascistas le ponen en una situación apurada, han escapado a su influencia.  El líder fascista desaparece unos días y negocia con dirigentes socialistas, para bajar el suflé de la violencia. Pero los jefes de los escuadrones fascistas se lo dejan claro al Duce. Él es perfectamente sustituible, y ha llegado el momento de dejar las pantomimas. Debe dar un golpe en la mesa y declarar la dictadura, sin ambages. Ese fue el punto de no retorno del régimen que abolió las libertades más elementales de la Italia fascista, y que comenzó a perseguir al menor disidente. Mussolini dio un discurso en el parlamento, para aferrarse al cargo en el que dejó claro que todo el poder les pertenecía. El escuadrismo  había vencido. 


Este es el verdadero fascismo. No cualquier otro. El partido milicia( escuadrista), ultranacionalista, antidemocrático, contrario a las clases, violento en extremo, que cree en un único partido y que mitifica un pasado que para sus exégetas, resulta legendario. Para Gentile no ha habido ningún partido que ni por asomo se le parezca en Europa. No cabe confundir totalitarismo con fascismo. Es más, Benedetto Croce, uno de los intelectuales liberales más respetados, creyó que a partir de los años treinta se produce una desfascistación del movimiento, porque se convierte para mayor gloria del Duce, en una adoración continua de su figura. Si nos atenemos a las hipótesis de Gentile, y Croce, podríamos circunscribir el fascismo auténtico a poco más de una década, 1924- mediados de los treinta. Y declararse luchador antifascista, cuando el fascismo como fenómeno de grandes masas no existe, es una burla para los verdaderos héroes que como Matteoti, hicieron frente a esa ideología totalitaria. Debemos ser justos y no descontextualizar la historia ni las ideas.  

(1) Sciascia fue autor de El caso Aldo Moro, obligada lectura para conocer la Italia del momento y que invita a hondas reflexiones, además de estar escrito de manera excepcional.  En El Azogue recomendamos su lectura. 

Comentarios

  1. Obviamente el fascismo resultó y desembocó en una gran hecatombe pero las ineludibles controversias deforman la retrospectiva. Como se deduce siempre es conveniente y saludable, una nueva perspectiva que se distancie de las discusiones intoxicadas.
    Entiendo que Gentile dice que Mussolini no fue un Stalin o un Hitler víctima de sus obsesiones: todo estaba sujeto a "negociación". No es lo mismo fascismo que totalitarismo pero beben de la misma fuente. Evolucionaron de abajo hacia arriba, radicalizando inexorablemente a su proteico líder. Lo mismo que el racismo, no conoce fronteras, ni épocas y tampoco está superado. Es inherente a las sociedades. Ha evolucionado como los Pokemons y se ha acomodado al poder social. Subyace y forma parte de nuestra cotidianidad. Es posible que Mussolini no fuese un saltimbanqui ni un loco, pero (permíteme esta puntualización a pesar que tu entrada va por otros derroteros) no puede ser absuelto por la Historia ni por la honestidad: fue responsable de la matanza de libios, etíopes, eslavos, albaneses y judíos. Más o menos un millón de almas.
    Tomo nota de "El caso de Aldo Moro". De Sciascia -el Voltaire de la Italia contemporánea- también recomiendo "Muerte del inquisidor".
    Un placer leerte.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu aportación, Marybel, como siempre encuentras puntos de apoyo para nuevas ideas. Estoy de acuerdo contigo que Mussolini no puede ni debe absolverse de un juicio severo por parte de la historia. Muy al contrario. Gentile no lo absuelve, es más, cree que no tiene parangón, porque su régimen fue un verdadero reino del terror. Creó una ideología que provocó muerte por ideas y mixtificaciones del pasado, y supuso un fermento eficaz para que la argamasa del nazismo fuese consolidándose.

    Por eso, volviendo a Gentile, comparar el fascismo con cualquiera que nos contradiga, o con la democracia cristiana, como hizo el partido comunista italiano, resulta de una miopía alevosa. Por no extenderme mucho en la entrada, el libro hace un recorrido por la teoría del fascismo encubierto o eterno, y cómo emerge al cabo de los años. Durante la Guerra Fría se retomó esta teoría para identificar a Occidente con el fascismo.

    Y para que quizá no haya dudas a este respecto, Gentile no exime ni cree que Mussolini fuese nunca un hombre cabal. Sino que experimenta una evolución. No fue el ogro que acabó siendo desde un primer momento. El punto de no retorno para el fascismo y el Duce, resultó ser el asesinato del político socialista Giacomo Mateotti. Mussolini entre dimitir y alejarse del poder, o seguir con la locura de los escuadristas, eligió lo segundo. Tuvo sus dudas, es verdad, y luego se prestó a una de las vorágines más sangrientas que hayan conocido los tiempos. Porque se había creído sus propias quimeras de megalómano. Croce señala que el fascismo había dejado de ser fascismo a mediados de los años treinta, para convertirse en un régimen personalista. Justo cuando Italia comenzó su escalada de terror exterior.

    ResponderEliminar
  3. Muy buen análisis, Sergio. Concretas el origen y la idiosincrasia del fascismo de forma muy certera y al grano. El escuadrismo se llamó pistolerismo en España, y el propio José Antonio (personaje también con claroscuros, como Mussolini), tuvo mucha influencia italiana, por cierto, aunque él solía negarlo para fingir originalidad completa en su partido.

    En lo que atañe a la violencia (y a la burocracia), el comunismo es una gélida e impersonal guadaña colectiva (o una hoz). Pero el fascismo es un puñal de odio puro personalizado, lo cual es peor incluso: xenofobia, homofobia, machismo, supremacismo, racismo… No se colectiviza a todos en un saco único, alienándolos, como en el marxismo totalitario. Pero sí que se encasilla a cada individuo en un sojuzgador saco diferente, para poder masacrarlo allí mejor.

    Al niño que disparó contra Mussolini en un desfile, lo cosieron en un instante a puñaladas los propios espectadores, sin que hubiese ocasión de interrogarlo siquiera. Solo tuvo tiempo para un (fallido) disparo.

    Aporto un aforismo propio, que me viene a la memoria al hilo del fallido magnicidio. Y conste que sin defender que se emplee la violencia contra nadie en concreto, sea Mussolini o alguien de cualquier opuesto “bando”.

    Sí que es aplicable a ella, pero no trata sobre la violencia en lo esencial. En todo caso, alude a la violencia estructural injusta que consiste en no tener recursos suficientes, aunque sí los tengas mínimos:

    “Ser pobre no consiste en no tener ninguna bala. Ser pobre consiste en tener una tan solo, y, por tanto, no poder errar el tiro”.

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias por tus brillantes comentarios y por la lectura, Bonifacio. Ni siquiera el escuadrismo y pistolerismo fue original de los fascistas. Se dio de manera más disgregada, como apunta Gentile con referencias históricas, desde finales del XIX en ese dúo, que bailó trágicamente, anarquismo-reacción. En Italia y en Europa hubo lo que él llama partidos milicia. Más tarde en la propia España, en un amplio espectro ideológico, y quizá fuese ese clima de violencia lo que nos abocase a la guerra y a que Francia estuviese coqueteando con la misma. Los enfrentamientos, para resolver querellas ideológicas y de otra índole, entre los militantes de la Croix de Feu ( luego Partido Social Francés) y partidos milicia de izquierda, hicieron tambalear a los gobiernos franceses, que tenían una crisis cada muy poco tiempo. En Checoslovaquia, Gentile, en otras obras, es un estudioso del fascismo y de la época, nos da un repaso por ese entorno en el que se sacraliza la violencia.

    Pero lo que pretende en esta obra, es definir realmente qué fue el fascismo, porque para él ese reino del terror, no tiene parangón con ningún movimiento ideológico posterior. Y el punto culminante, como dice, para que los Farinacci impusiesen su juego y un rol más nacionalista, fue el asesinato del socialista Matteoti. A partir de ese punto de no retorno, y en un discurso en el parlamento en el que el Duce hace brillar sus cualidades de arengador de masas, la democracia, o el ligero atisbo que hubiese de ella, muere. Aquí es donde comienza el fascismo real. Si tú lanzas la acusación de fascista, debes juzgar con ese patrón, y no con otro. Si no, tus pretensiones quizá sean otras. Es una palabra que ha acabado en muchas ocasiones con el debate, que nos enriquece a todos. O simplemente como dice Gentile, es fruto de nuestra ignorancia. Peligrosa ignorancia.

    Con relación al comunismo, le ocurre en mi opinión algo parecido que al fascismo. Como indicaba Croce, se produce una desfascistación del movimiento a favor de las figuras que dirigen aquellos regímenes totalitarios. Ambas se sustentan en el odio, de clase o al diferente. No creo en quimeras como el comunismo, que se construyen con el légamo del ser humano. La conquista de un futuro esplendoroso, que nunca llega, deshumanizando al ser presente. Ernesto Sabato, como sabes estupendo escritor, dijo que en su estancia en París como investigador, se enamoró del surrealismo y se enfrío su pasión por la ciencia, y sobre todo por el comunismo. No podía creer en una ideología que pretendía que el hombre no pudiese soñar. También las noticias de las hambrunas en Ucrania, provocadas por el capricho de un líder, que no entendía que se resistiese un campesino, su apego al terruño, a las colectivizaciones. A mí Sabato me encanta como escritor e intelectual, porque no solamente es cabal, sino que es capaz de desprenderse de ellas si no está de acuerdo. Siempre humano y de izquierdas.

    Curiosamente, el régimen fascista goza del apoyo una amplia masa de italianos judíos al principio. Hasta que llegan escuadristas como Farinacci, que son antisemitas. Sin embargo, no será hasta mucho más tarde, en 1938, que toma esta aversión cuerpo legal, a imitación de las leyes raciales alemanas. En fin, un tema que permite abrir muchos otros. Un placer leerte, Bonifacio. Me ha encantado el aforismo, aunque espero que en nuestras sociedades o en el ideal de ellas, los pobres tengan más balas en la recámara. Y que sean capaces de tener un porvenir por ellos mismos.

    ResponderEliminar
  5. Actualmente se utiliza el término fascista, como bien expresas, para calificar y asesinar ideológicamente a cualquiera que disienta por ejemplo del nacionalismo obligatorio en Cataluña. Eso lo vivo directamente. Los calificativos son muy peligrosos, sirven para despersonalizar, deshumanizar, y justifican que se asesine ideológica o físicamente a alguien que haya sido denominado como fascista. En Zaragoza, un hombre fue asesinado por la espalda por llevar unos tirantes con la bandera de España. Luego se le calificó de nazi y fascista y muchos comprendieron que fuera asesinado. Las palabras son muy peligrosas y la izquierda, supuestamente antifascista, cae en sus trampas dialécticas y se convierte a su vez en fascista. La demagogia histerizante antifascista es terrible. Temo profundamente a los antifascistas porque son capaces de todo. ETA era antifascista y muchos, por ello, la comprendieron y alabaron durante décadas. Los nazis calificaban a los judíos como no humanos para llevarlos a la muerte; los antifascistas hacen lo mismo para deshumanizar a los que disienten de sus presupuestos. No hay nada más inquietante que alguien que se defina como antifascista.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encantado de que participes, porque más de una vez me he asomado a tu blog, y he estado tentado de participar en ese debate de ideas, que lleva a capas inverosímiles. En cuanto a lo que acabas de escribir, suscribo lo que dices, Joselu, casi coma por coma, y punto por punto. Al final cosifican, deshumanizan al adversario, como hicieron los verdaderos fascistas. No hay que olvidar los orígenes del fascismo, que encarna perfectamente Mussolini. Un socialista revolucionario, con un poso anarquista, que la Gran Guerra hace evolucionar a posiciones nacionalistas radicales.

      Pero ese légamo está ahí. La acción directa de los fascistas no es más que una evolución de la misma teoría anarquista. Los fascistas no creen en las clases, las repudian. A Von Stohrer, el embajador alemán y nazi durante nuestra Guerra Civil, se le erizaba la piel lleno de encono, con la "pompa católica y clasista" de Franco. Plasmó aquellas escenas de forma grotesca en sus memorias. Les unen su odio a las democracias liberales, como se llamaban en la época a los regímenes democráticos.

      Luego tienen características que les diferencian de esa raíz del primer Mussolini. La mitificación del pasado, el romanticismo de la violencia. Benito, del que decía Lenin que era el único revolucionario de Occidente, creía en la violencia como instrumento de cambio. Pero es esa épica de D'Annunzio, el gran vate, la que le cautiva, y con la que pretende atraer a las masas, más tarde.

      Yo me pregunto muchas veces, porque tuve un abuelo de una gran formación intelectual, y que se dejó sin embargo seducir por el fascismo. Qué tendría de embriagador esa ideología para resultar atractiva a quien se le supone que tiene seso. Entender cómo se vio cautivado por alguien que en la distancia, resulta hasta bufonesco. El histrionismo de Mussolini pertenece a otra época. Y ese es el fascismo de verdad. Lo demás, como dices, Joselu, ignorancia sumada a una intención antidemocrática, de cosificar al adversario. Quizá adrede y no se sea tan ignorante. Aunque algunos, muchos se ven atrapados por esa impostura. Una afrenta, para los que de verdad plantaron cara al verdadero fascismo, como el socialista Matteoti. Un placer debatir contigo, Joselu.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Sociedad de la Niebla

C asi en la noche de los tiempos La vuelta al mundo en ochenta días , nos metió los demonios de las prisas y el encanto de viajar por el mundo. De la tierra a la luna , mi preferida, había avanzado más de un siglo la posibilidad de que el hombre hollase nuestro satélite. Muchos científicos se frotan todavía los ojos por lo próximos que estuvieron sus cálculos ¿Cómo lo hizo? Se preguntan sesudos.  Con todo, Julio Verne lucía esquinado en mis anaqueles, cuando Manuel Ontiveros me sacó del amodorramiento. - ¿Nunca te has preguntado por qué se adelantó tanto a su tiempo? - Señaló jubiloso a la parte más arrumbada de mi librería, a los ejemplares de Verne. -           Tenía una imaginación proverbial. -           Podría ser.-   me dijo enigmático Manuel, que parpadeó gozoso porque todavía me tenía enganchado con el misterio sobrevenido.- Pero podría ser por otra cosa. En Veinte mil leguas se adelantó a la invención del submarino ¿ Tampoco te lo has preguntado,

Los comienzos del más grande

E l micrófono valorado en más de un millón de dólares>> secretaba el televisor, que se hacía eco de un reportaje dedicado a un  cantante muy famoso. Nosotros en el duermevela de la siesta, alzamos atraídos por la noticia un párpado, para que se nos revelasen  las formas del instrumento, pero apareció aquel bulto envejecido. Antaño había producido la dicha en millones de sus seguidoras y  tuvo en el hito del Teatro Paramount , una de sus paradas en el camino de la fama. Aquella noche en cambio, el fenómeno iba a actuar en el Santiago Bernabéu . A todos los italianos les brillaba una sonrisa al escuchar su nombre, pues a pesar de los esfuerzos de su madre, una genovesa que según la leyenda renegaba de su orígenes, Frank Sinatra nunca renunció a aquellas amistades de barrio y a otras más comprometidas y menos recomendables ( Salvatore Giancana , mafioso que controlaba el ocio nocturno en varias ciudades, entre otros).    Al fin y al cabo, Frankie era un medio italiano

El anillo de Valentino

H ace mucho tiempo había escuchado una historia sobre la muerte de Rodolfo Valentino,  que nos inquietó. Danzaban las luces de las linternas en nuestros rostros por un inoportuno corte de luz que había provocado un huracán, de las decenas que habíamos soportado en Cayo Largo en los últimos años. - Era el ídolo de vuestra abuela, y cuentan que hubo muchos suicidios entre sus admiradoras, tras conocerse su muerte. En los reportajes de la época, unos camisas negras quisieron hacer los honores al féretro, pero los contrarios se opusieron, por lo que se armó una gran trifulca.  El gran Rodolfo Valentino en plena ola de éxito. -           ¿Unos camisas negras, tío? – Pregunté con mis ojos abismados en el miedo más absoluto. El huracán y esos espantajos del pasado, tan presentes en aquella estancia.  -           Sí, de Mussolini, pero no murió de una peritonitis.- Nuestro tío acrecentó el misterio con las cejas arqueadas. – O sí, pero provocado por un anillo.  Cuentan que