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Sombras sobre Berlín

Una deliciosa trama, por oscura, la que nos cocina Volker Kutscher  en Sombras sobre Berlín, con la que inicia una saga detectivesca de tanto éxito, que ha traspasado la pantalla de nuestros televisores con una serie maravillosa, Babylon Berlin. Aunque suene paradójico no lo es tanto; a los amantes del género negro, las  relaciones de los personajes, llenos de sombras y de misterio, junto a la sordidez de la historia, nos embruja desde las primeras líneas. Torturas, sangre que luce sin veladuras, mientras el dolor nos recorre salvo que tengamos escamas, pues las escenas no ahorran un ápice de detalles escabrosos. Nos encontramos en los inframundos del Berlín más canalla, de una década de los Veinte que acaba, para alumbrar unos años treinta todavía más vertiginosos. Allí, Gereon Rath, un comisario de policía que llega rebotado de Colonia a la Comisaría Central de esta ciudad, se transforma en todo un  funcionario insobornable. En este sentido, podemos decir que Sombras sobre Berlín guarda algunos resabios con Cosecha roja de Dashiell Hammett, puesto que el policía Rath se topa con todo un mundo corrupto, que decide desmantelar, por lo menos en parte.


La maravillosa novela de Kutscher nos presenta
a la ciudad de Berlín como un personaje
más de su historia

De tal forma que la apertura de los primeros capítulos no puede ser más irreverente. La policía investiga una red pornográfica, que se ilustra con imágenes y películas, en las que aparecen personajes históricos rindiendo fogosidad a jóvenes hermosas. El verdadero Káiser que purga sus excesos en una casa de campo en Doom (Países Bajos), no se imagina que utilizarán su  figura egregia para excitar la libido de sus compatriotas más iconoclastas, mientras su intérprete, empotra a una Diana de ocasión. Rath que se une a la policía de costumbres berlinesa, participa de estas redadas de su departamento (considerados unos verdaderos aguafiestas y menospreciados por la prensa frente a la brigada criminal, la unidad estrella de "la guripa"). La respetabilidad social no tiene que decaer, para lo cual se enfrentaran  a una ciudad y a una ciudadanía que harta del ángel de la muerte que  rondó  y tantos estragos causó en el pasado, se lanza a la vida nocturna con aparatosidad. Crecen los cabarets, la prostitución y el consumo de estupefacientes. 

De Bundesarchiv, Bild 102-07741 / CC-BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5480042
Prostitutas berlinesas comprando cápsulas de cocaína.


Pero la República de Weimar comienza a hendir un presente y un futuro, marcado por las dificultades económicas. Se adivinan los contornos de dicha crisis, cuando una de sus protagonista, la diva a los ojos de los lectores, Charlotte Ritter (1) ejerce a escondidas la prostitución para ganarse una vida que está repleta de estrecheces  ( enterrar a un familiar, o llevarlo a un crematorio no está al alcance de los comunes, que acaban cediendo los despojos queridos a prácticas de investigación). Los alemanes se hallan en un auténtico precipicio, una vez que los americanos cortaron el grifo de los créditos, que en lo sucesivo utilizarían para lamerse las propias heridas provocadas por la Gran Depresión. No nos adentraremos más en estos rubros, pero vemos en la novela las ganas de vivir de una población cansada de la guerra y que a pesar de las dificultades, encuentra un lugar aunque sea sórdido.

A la trama de la red pornográfica, se une otra en la que aparece un movimiento comunista que se opone a la figura de Stalin, La fortaleza roja. Pretenden derrocar al dictador soviético, que además ha llevado a cabo una represión salvaje contra todos los troskystas por aquellos años, a los que persigue acusándoles de ser heréticos. Tras diversos exilios interiores, la comitiva del fundador del ejército rojo, Leon Trosky, parte para Turquía. Y es entonces que aparece la historia de un tren, que se disputan alemanes y rusos, y que provoca no pocos conflictos entre ambos países ¿Está la inteligencia de sendos estados detrás del misterioso tren? Mercancías peligrosas, o el oro de la Sorokina, armas biológicas, o de todo tipo, que tienen el objeto de pertrechar a una extrema derecha alemana que no acepta las limitaciones de Versalles ¿Qué hay en aquellos misteriosos vagones? La SA, heredera de los freikorps, comienza a asomar. 



De Bundesarchiv, Bild 102-14569 / CC BY-SA 3.0, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5481330
Hitler pulula como ánima espectral, que acabará con todas las ilusiones,
y sumirá al mundo en una destrucción sin precedentes.


Una extrema derecha, que no acepta un ejército capitidisminuido, con no más de cien mil soldados, y sin flota aérea. No obstante, la historia nos cuenta aparte de lo narrado en Sombras sobre Berlín, que la URSS quiso salir de su cascarón que mantenía al país de países profundamente aislado, rubricando el Tratado de Rapallo. Supimos a posteriori, que Alemania desarrolló la Luftwafe en territorio ruso, o hizo también allí maniobras con tropas a hurtadillas de la comunidad internacional. A cambio, ofrecía tecnología a los zares rojos. Aquí, en la novela trepidante de Kutscher, veremos aquellos contornos históricos, y cómo lo que se nos muestra en la historia a la luz de todos, en aquel entonces no era conocido por buena parte de la población ni de los políticos. Algunos personajes germanos de esta obra, muestran su indignación porque se violan los pactos de Versalles con la colaboración de Moscú.

Por tanto, tenemos cómo se retroalimentan dos países, el oro de la Sorokina, una familia noble inmensamente rica, cuyo tesoro los soviéticos quieren confiscar, no sólo para proveerse de una fuente con la que conseguir divisas, sino a fin de abortar el derrocamiento de Stalin. ¿ Financiará ese dinero ese levantamiento contra el tirano? O la Sorokina instrumentaliza a Kardakov, otro de los enigmáticos personajes de la magnífica narrativa de Kutscher, para recuperar el tesoro familiar tras la Revolución Bolchevique.  Y como trasfondo la corrupción que llega a las mismas entrañas de la policía berlinesa. Gereon Rath abordará con ímpetu recalcitrante todas las circunstancias que le surgen por un camino pleno de asechanzas. En El Azogue recomendamos esta narrativa moderna, capaz de destilar una prosa más que brillante, y que nos embarga con toda una telaraña de tramas, en las que relucen especialmente Rath y nuestra amadísima Lotte Ritter. Por si no fuera poco, la ciudad de Berlín se torna en protagonista, con sus noches donde el pecado se encuentra a la vuelta de cualquier esquina. Una vida efímera conduce a ello, a que bebamos de los placeres sexuales, y de evasión de cualquier índole.  

(1)  Lotte en la serie y en el libro, es una musa que nos enamora. Liv Lisa Fries es todo un descubrimiento.

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