Ir al contenido principal

El fantasma de Larra

Cómo lo pudiste hacer, Baldomera?- La faz lechosa y la voz de ultratumba le había sonado familiar. Llorosa, la mujer se quiso tapar el rostro inundado de vergüenza. De pronto, el vórtice del espacio-tiempo, escondido en la Sepulcral de San Justo, había aflorado de la neblina. ¿ No estaba Baldomera en La Habana? El hombre tenía la cabeza agujereada de unos balazos perdidos en el tiempo. Debía  ser él de todos modos - No te reconozco, Baldomera, con lo dulce que eras.- Ni yo.- Se atrevió a alzar levemente la cabeza. - Ni yo a usted, quiero decir. - Y luego en tono de reproche.- Padre, se fue cuando yo tenía tan sólo cuatro años. Fue muy duro vivir sin su compañía.
- El amor.
- ¿Cómo que el amor, padre? ¿ Y el amor de los padres a los hijos? - Había cogido los arrestos suficientes para recriminarle su conducta pasada.- Por una pelandusca usted se mató y no sabe qué es lo que nos pasó.
- Por supuesto que sí. Mi niño escribirá el libreto del Barberillo de Lavapiés, para Barbieri.
- Siempre tuvo preferencias por Luisito, eso lo sabíamos la pobre de Adela y yo. Con todo y con eso, no sabe lo duro que fue vivir sin usted.



De Arturo Carretero - La Ilustración Española y Americana (Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España) [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6403712
"Doña Baldomera nos quiere gobernar", mujer de
armas tomar.



- Ejem, como decía Picasso, en el arte hay que matar al padre ¿Por qué no en la vida?
- ¿Pero quién es ese Pica o Ni caso que me refiere? - Mudó la sangre de la cara de Baldomera; siempre estuvo a la sombra del ingenio de un padre que había perdido cuando tenía cuatro años, y que por supuesto se había quedado con toda la cultura por generaciones enteras de su familia. ¡ Bueno, no, Luisito no era el caso! Ella era una ignorante, muy vivaracha para las finanzas- ¡Jamás he oído hablar de él!

- Pues será.- Y antes de que el atiplado cabeza de familia concluya la frase, salen de la neblina deshilachada  a su altura, jirones que brotan no se sabe de dónde pero que bordean las tumbas. Baldomera se percata de que todavía siguen en un hipogeo y se tapa la boca. Achanta su cabeza caballuna y varonil, al mismo tiempo que ve que se le acerca un alfeñique, calvo, circundando de arrugas, que porta un cigarrillo y huele a ajo y vino. La antilujuria se dijo para sí.  
- Perdonen que interrumpa, pero Picasso soy yo, señorita o señora.
- Por supuesto señora, a mi edad qué se cree.
- Disculpe, señora, era sin ánimo de ofender, pero como le he comentado alguna vez a Don Mariano,  para ser alguien en la vida, y sobre todo en el arte, primeramente hay que matar al padre. Hasta Sigmund Freud defendió esta postura.
- ¡Pablo, Pablo! - y carraspeó el famoso doctor aludido que nombró de forma complaciente al ídolo-  yo dije exactamente que había que desafiar el dogma paterno, que esa era la intención del joven, para reafirmar su personalidad. - Inopinadamente había salido aquel haz de luz del recuadro de penumbra, para transfigurarse en un hombre de mediana edad, que conservaba rastro de migas en el terno.- Disculpen, tengo que marcharme, había dejado a un paciente en el diván, y estaba comiendo.
- Habla con distintas voces, padre, como si fuese un ventrílocuo, ése que parece médico.
- Sí, querida Baldomera, son el yo, el superyo es el que más grita y el ello.  ¡Ha hecho más por el sexo que la viagra!



De Max Halberstadt - Freud Museum, London, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5234443
El mítico y siniestro para algunos, por haberse
dirigido a las cuadernas del alma, Sigmund Freud

- Yo también me tengo que marchar, Don Mariano- Alega el ser insignificante y pueblerino. ¡Lleva hasta una boina a roscachapa! - No he acabado mis Señoritas de Avignon.
- Y nunca las acabará.- le susurra en tono de confidencia a su hija y bostezando el fantasma de Don Mariano.
- Qué obsesión con las señoritas tiene el individuo ese.
- ¡Picasso será un buen mujeriego!
- Ese, no me lo creo. Pero no lo vuelva a nombrar, que aquí parece que a todo el que se nombra no tarda en aparecer.
- Y será el artista más importante del siglo XX según el crítico Harold Bloom.- Un individuo salido como de una lámpara mágica, aclaró que todavía vivía y que tampoco había nacido en 1915. - Yo le dije, Don Mariano, que Picasso era sublime pero que Franz Kafka que ha venido conmigo- Bloom le pegó un empujón al escritor judío para que dejase de hozar feliz tras su levita.-  Representa mejor que nadie este siglo.
- ¿Y por qué quiso quemar sus obras, si no fuese por Max Brod, nos hubiéramos perdido todo su legado?- Don Mariano, intrigado disparó, nunca mejor dicho, la pregunta a ese extraño señor Kaka o Kafka.  A su progenitor le empezaba a humear la cabeza por las oquedades que habían escarbado el plomo de las balas del fatídico trece de febrero de 1837.
- ¿Quién conoce su futuro? Además, me habla usted que se pegó dos tiros con veintisiete años- Repone vehemente el escritor hebreo con cara de murciélago-'¿Cuántas obras habría escrito de haber sobrevivido, Don.Mariano?
- ¡Haya paz, muchachos! - A Bloom le exasperaban las rencillas entre creadores.- Nosotros nos vamos, que tenemos cosas que hacer. Cualquier cosa, no tiene más que llamarnos, que acudiremos a su petición gustoso, Don Mariano. -Ambos trataron con reverencia a uno de los epígonos del Romanticismo español. Bueno, en realidad sobre su tumba se erigió nuestro romanticismo. Unción debida por otra parte a que no había nada más romántico para los susodichos, que una España anclada en un pasado perenne.
- A lo que venía, querida.- A su mayor, se le habían inyectado los ojos de un titilar cárdeno. Arrojaba chispas por la boca, y Baldomera, que tenía mucha imaginación, creyó hablar con un dragón más que con ese espantajo que había de ser su padre muerto o por lo menos lo disimulaba muy bien.- ¿ Por qué defraudaste tanto dinero, querida? El escritor Juan Eduardo Zúñiga ha calculado que los estafados llegaron a ser más de cinco mil.
- Es mentira, padre, no fueron tantos. 
 - Sí, guapa. Bueno, guapa- dijo para si un hombre de prominente y argentina barba. - Aquí Juan Eduardo, y le confirmo que efectivamente fueron más de cinco mil las personas estafadas, Don Mariano.
- No, padre, tiene que creerme, fueron muchas menos. - Se lanzó a los pies del espectro que había cruzado los brazos como gesto de reprobación a una hija disoluta con el dinero de los demás.-  ¿ Cómo ha hechos esos cálculos? - Se alzó y revoloteó amenazadora alrededor de un menguado Zúñiga.- ¿Usted estuvo allí?¿A qué no?
- No, se lo reconozco.- Y el probo plumilla se esfumó inmediatamente sin dejar rastro ( ver link de economía de El País sobre la estafa de Baldomera )
- ¿Lo ve, padre?
- Lo importante no es la cantidad, sino el hecho, querida Baldo.- Abrió los brazos para consolar a una hija envuelta en lágrimas, y que hipaba. Le recordó al gran literato a  las plañideras y al valle de lágrimas del gran Quevedo, otro gran prócer y crítico de la patria. Qué gran pluma, pensó para sí. No quiso mentarle en voz alta por si se aparecía e interrumpía un momento de consuelo que debía a su  hija desvalida.

Un coro de arpías ululaba no obstante de fondo ¿ Será la Generación del 98 en la que se ha erigido como portaestandarte un Azorín de prosa laberíntica?- Es que tu padre fue El pobrecito hablador, muchacha, quiso reformar a un país de costumbres atávicas y carcomido por la corrupción. - ¿Quién anda por ahí ?- Preguntó la mujer, que se trastabillaba, y estaba cansada de escuchar aquel ronroneo sordo.- ¿Quién habla?
- El público no puede ser, porque tampoco sabemos dónde se encuentra(1).- Apostilló el padre.

- Zorrilla, pero no soy de la Generación del 98 ¡ Cállate un poco, Azorín!- Se desciñó del plúmbeo comecome del escritor.
- ¿Quién dice que es?
- Zorrilla le he dicho
- Zorra será su señora madre, esto es el acabose. Me marcho, padre.
- No, señora, es que me apellido así, lo siento. Soy Zorrilla el escritor. Escribí estos versos sobre la tumba de su padre Si no se acuerdo se los recito:

Broté como una yerba corrompida,
al borde de la tumba de un malvado,
y mi primer cantar fue a un suicida:
agüero fue, por Dios, bien desdichado (2)  

- ¿Cómo dice, ornitorrinco?- Le reprende Don Mariano.
- ¡Disculpe, maestro me he confundido al leer los papeles! - Turbado, el genial dramaturgo intenta zafarse por cualquier rendija, pero al no ver escapatoria posible,  nervioso tartamudeó - ¿Entonces, cuando hablamos de lo nuestro, Don Mariano? 
Vuelva usted mañana(3).
- Dicho por usted, tiene demasiado retranca.- Con los ojos coléricos del zombi-escritor, se desvaneció la pesadilla de Zorrilla,temoso de que le diesen un buen pescozón.
- Vaya un plasta, padre, aunque no lo he entendido bien, ¿qué le llamó?
- Ornitorrinco, así les llama mi amigo Rafael Reig. Un gran escritor, que nos ha dibujado en fabulosas no sé cómo llamar a un género porque Reig es un género en si mismo. Aquí está. -

- Hola, Baldomera, es un placer conocerte.- Tiene restos de ceniza en su bigote, y cada cierto tiempo, se baja a mirar en un objeto que parece metálico y emite luz.- Son las redes sociales, Baldomera. Todo escritor del siglo XXI debe estar al corriente de ellas, o dejarse llevar a la nada por no aparecer por aquí. Seguro que no lo entiendes, es igual. Pídele perdón a tu padre, que ha sido una referencia moral para generaciones y generaciones de españoles. Sé de tu preferencia por la liquidez.
- No soy una borracha. -Repuso desdeñosamente.
- Quería decir que prefieres el dinero - Rafael se jactó de no citar al gran economista John Maynard Keynes, demasiado rumboso con el gas de la risa o el dinero, pero ese pequeño triunfo llevó a Don Rafael a meter la pata seguidamente- Y por tu esquema Ponzi. Mechachis, he dicho un nombre.- Como pueden adivinar, la voz que se escuchó a continuación fue la del estafador italiano, que creó el conocido esquema a partir del arbitraje del mercado de sellos internacional ¿ Nos suena? Todos le dijeron al unísono,- ¡Calla, Ponzi!
- Lo siento de verdad, Padre. -

Ambos, padre e hija se abrazaron y besaron. Una gélida sensación recorrió las entrañas de Baldomera, que de manera insospechada se vio a si misma deambulando por las calles de La Habana. Había emigrado allí hacía años, escapando de la mala fama y consecuencias judiciales. Baldomera caminó por las trochas habaneras y argentinas por la acción de la luna, hasta llegar a su pieza, donde observó a dos personas desconsoladas que no pudo reconocer a bote pronto. A medida que enfocaba con más nitidez la escena, y se aguzaban sus oídos, escuchó los lamentos.- Pobre, Baldomera, se redimió antes de morir.
- ¿Pero qué decía la abuela, madre?
- Hablaba con su padre, mi abuelo y tu bisabuelo, que fue un escritor famosísimo. Mariano José de Larra.
- Y lo de Lehman Brothers.- Mientras su hija y su nieta parloteaban, Baldomera se vio allí con horror .En el lecho de muerte, donde ellas frotaban los brazos de lo que había sido su cuerpo.  



De José Gutiérrez de la Vega - [2], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=39601606
Mariano José de Larra, grandísimo escritor
 sobre cuya tumba se comenzaron a tejer las sombras 
de los movimientos artísticos en España.






(1) Es el título de un famoso artículo de Larra ¿Quién es el público y dónde se encuentra? Cuya lectura recomendamos encarecidamente.
(2) Zorrilla había recitado unos versos laudatorios al suicida en un entierro que fue multitudinario. Según el singular Rafael Reig fue la primera operación de marketing de la literatura. Pero por supuesto fueron otros versos, los que exponemos son de otra especie, en la que se regodea de haber hecho una operación para darse a conocer entre la turba sobrecogida.
 (3) Título de otro artículo en el que Fígaro carga contra las excesivas trabas burocracias que lastran la administración española de entonces ¿Hemos avanzado algo desde entonces?


Comentarios

  1. Muy ilustrativo y divertido. Y bien escrito. Faltó Valle Inclán para completar el cuadro.

    Hay muertos que gozan de muy buena salud. "El pobrecito hablador" fue capaz de suicidarse y seguir hablando por los codos en tu sainete. Y en realidad, lo sigue haciendo en sus escritos.

    En cuanto a Baldomera era todo un personaje. Cuando le dijeron qué planes tenía en caso de fracasar su negocio piramidal, su respuesta fue "Plan, ninguno: tirarme al viaducto".

    A los demás les engañaba, pero al menos no se engañaba a sí misma (algo es algo). En cualquier caso, reunieron firmas para evitarle la cárcel. Y ella no se suicidó, no era tan "romántica".

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Bonifacio, se me ha pegado del humor "absurdo" del maestro, esto es, tú. En el buen sentido, como en algunas de tus comedias o relatos, se trata de regodearte un poco en lo surrealista que pueden ser algunas situaciones. Faltó Valle Inclán y tuve además un gazapo. Que paso a corregir.

      Dentro de poco abordaré el falso oráculo, que suelta gazapos para que los interesados los desentrañen. Un saludo y seguimos leyéndonos.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Sociedad de la Niebla

C asi en la noche de los tiempos La vuelta al mundo en ochenta días , nos metió los demonios de las prisas y el encanto de viajar por el mundo. De la tierra a la luna , mi preferida, había avanzado más de un siglo la posibilidad de que el hombre hollase nuestro satélite. Muchos científicos se frotan todavía los ojos por lo próximos que estuvieron sus cálculos ¿Cómo lo hizo? Se preguntan sesudos.  Con todo, Julio Verne lucía esquinado en mis anaqueles, cuando Manuel Ontiveros me sacó del amodorramiento. - ¿Nunca te has preguntado por qué se adelantó tanto a su tiempo? - Señaló jubiloso a la parte más arrumbada de mi librería, a los ejemplares de Verne. -           Tenía una imaginación proverbial. -           Podría ser.-   me dijo enigmático Manuel, que parpadeó gozoso porque todavía me tenía enganchado con el misterio sobrevenido.- Pero podría ser por otra cosa. En Veinte mil leguas se adelantó a la invención del submarino ¿ Tampoco te lo has preguntado,

Los comienzos del más grande

E l micrófono valorado en más de un millón de dólares>> secretaba el televisor, que se hacía eco de un reportaje dedicado a un  cantante muy famoso. Nosotros en el duermevela de la siesta, alzamos atraídos por la noticia un párpado, para que se nos revelasen  las formas del instrumento, pero apareció aquel bulto envejecido. Antaño había producido la dicha en millones de sus seguidoras y  tuvo en el hito del Teatro Paramount , una de sus paradas en el camino de la fama. Aquella noche en cambio, el fenómeno iba a actuar en el Santiago Bernabéu . A todos los italianos les brillaba una sonrisa al escuchar su nombre, pues a pesar de los esfuerzos de su madre, una genovesa que según la leyenda renegaba de su orígenes, Frank Sinatra nunca renunció a aquellas amistades de barrio y a otras más comprometidas y menos recomendables ( Salvatore Giancana , mafioso que controlaba el ocio nocturno en varias ciudades, entre otros).    Al fin y al cabo, Frankie era un medio italiano

El anillo de Valentino

H ace mucho tiempo había escuchado una historia sobre la muerte de Rodolfo Valentino,  que nos inquietó. Danzaban las luces de las linternas en nuestros rostros por un inoportuno corte de luz que había provocado un huracán, de las decenas que habíamos soportado en Cayo Largo en los últimos años. - Era el ídolo de vuestra abuela, y cuentan que hubo muchos suicidios entre sus admiradoras, tras conocerse su muerte. En los reportajes de la época, unos camisas negras quisieron hacer los honores al féretro, pero los contrarios se opusieron, por lo que se armó una gran trifulca.  El gran Rodolfo Valentino en plena ola de éxito. -           ¿Unos camisas negras, tío? – Pregunté con mis ojos abismados en el miedo más absoluto. El huracán y esos espantajos del pasado, tan presentes en aquella estancia.  -           Sí, de Mussolini, pero no murió de una peritonitis.- Nuestro tío acrecentó el misterio con las cejas arqueadas. – O sí, pero provocado por un anillo.  Cuentan que