Sin duda alguna, Sir Arthur Conan
Doyle resulta uno de los escritores más enigmáticos y paranormales
de la historia de la literatura. Su nombre se asocia a
uno de los mayores fraudes de la arqueología, el Hombre de Piltdown,
que entrevera buenas dosis de misterio con una trama sorprendentemente burda.
En cualquier caso, Doyle había abrazado con fervor las teorías
espiritistas tras la muerte de su hijo Kingsley, por neumonía
mientras combatía en la Gran Guerra. Es curioso que el propio
escritor a la edad de cincuentaicinco años quisiese alistarse alegando por
carta que todavía conservaba una voz audible y un cuerpo recio. Pero a raíz de
la muerte del hijo, Doyle afirmó que hablaba con los espíritus de igual
forma que con los vivos. A su alrededor sentía la presencia de Kingsley como la
luna gira en torno a la tierra. ¿ Habría perdido la cordura? Esta pertinaz
visión de un más allá que podríamos calificar de más acá, le enfrentó a su
querido amigo, Harry Houdini (1), el conocido escapista que se
había convertido en toda una celebridad de la época. El místico judío llamaba
farsantes a los médiums y espiritistas, contra los que emprendió una verdadera
cruzada. Si alguno demostraba de forma fehaciente que tenía poderes sobrenaturales,
el mago judío le daría una buena recompensa. Todo surgió según algunos
testimonios cuando en una sesión con una medium, ésta trasladó a Houdini un mensaje en
inglés de su madre fallecida. La mujer emigrante apenas chapurreaba una mezcla
de alemán y yidish, por lo que la desfachatez de la espiritista encendió los
carrillos de Harry que tuvo un acceso de ira. Curiosamente una serie de
televisión reproduce los avatares de la amistad de ambos.
Con todo, nos escaparemos por otros
derroteros de la vida de Conan, a fin de evitar cierto repelús
en los lectores, aunque puede que removamos aún más sus entrañas. Sabemos que fue un escritor
genial y peculiar a partes iguales, padre de Sherlock Holmes y
del Sabueso de los Baskerville, debido a su profesión de médico
detallaba con precisión cada uno de los casos de asesinatos que resolvía el
detective en sus novelas. Unos conocimientos de anatomía,
que a algún orate, o quizá con algún hecho indiciario, le hizo sospechar
de él como uno de los posibles Jack el destripador. No
en vano, el asesino en serie tenía gran pericia con el bisturí,
puesto que diseccionaba órganos sin desgarrar miembros
solidarios. ¡¡¡ No nos imaginamos la amargura que los espíritus de las
meretrices provocarían en Doyle, para el que no había más
allá ni más acá, todo estaba entremezclado!!! Suponemos que perseguirían al
escritor por su presunta vesania hasta los lugares más recónditos. Nosotros nos
negamos en rotundo a fabricar semejante especulación, con el objeto de vender
libros (ver entrada de misterio y miedo donde se trata esta hipótesis más detenidamente). De hecho, hay más de un centenar de teorías acerca de la identidad del asesino,
a cada cual más peregrina. En este caso y en el de Piltdown ( en el que no se pudo hacer
el test del carbono 14 isótopo descubierto en 1940), los investigadores se
toparon con las limitaciones de una ciencia todavía demasiado embrionaria.
Pues como decíamos, habían encontrado en Sussex la pieza perdida que permitía establecer una línea de continuidad en la evolución humana. Algún periodista sesudo de la época sublimaba el hallazgo por encima de la Troya de Heinrich Schliemann(2) Pues a esa altura situaba el plumilla a ese cráneo que un obrero se había encontrado, removiendo un terreno en el año 1912. Enseguida se los entregó a un arqueólogo aficionado un tal Charles Dawson que junto a una eminencia de la región, el paleontólogo Smith Woodward, hicieron partícipes del increíble descubrimiento a la Sociedad geológica de Londres. Aparece un tercer hombre al que se dirigen casi todas las miradas acusatorias, el jesuita Pierre Teilhard de Chardin, al cual se considera el autor de la broma que como sabemos le fue imposible parar. Una tesis poco probable, porque en 1917 se descubre un segundo ejemplar de dicho homínido, que sugiere la existencia de una población mayor. Los escépticos por esta baza del azar que jugaba a favor de las tesis de Piltdown, fueron acallando sus críticas. Winston Churchill llamó a los ejemplares de transición a los homínidos, "los señores de la creación".
Pasaron los años, hasta que rondamos el
1953, cuando por fin se destapa el montaje de un cráneo de hombre medieval, mandíbula de
gorila y dientes humanos limados, todo en un baño de cromo para envejecer los restos.
Además, el fraude se extendía a los dos conjuntos de restos, el de 1912 y 1917, empleando la misma técnica, que señala la autoría de una mano única . ¡No había pieza sin
manipular! El escándalo llegó a sede parlamentaria, ya que representaba el nadir de la ciencia británica, que remontaría el vuelo con la radioastronomía algunos años después, en los sesenta (ver entrada del Azogue del LGM1 ). El hombre de Piltdown nos enseña muchas
cosas. En primer lugar, el científico no debe dejar contagiarse por
un entorno de euforia. Lo que sorprendió al observador que desveló el
entramado y propició el análisis del carbono catorce, fue el encaje de la mandíbula en el cráneo, demasiado chapucero. En su momento se habían desdeñado estas mismas observaciones por parte de otros científicos y las acusaciones de falsedad como una anatema. Es verdad que el
estado de la ciencia no permitía grandes alardes técnicos, sin embargo, una
observación fría del material hubiese hecho llegar a las mismas conclusiones
que en el año 53. A Conan Doyle le
metieron en la rueda de sospechosos habituales por sus enredos paranormales: hemos de tener en cuenta que vivía a pocos kilómetros del "yacimiento" y que desde el primer momento tuvo un vivo interés por el homínido ¿Habría tratado de ponerse en contacto con él, a través de una sesión de espiritismo? Por último, fue tal el desprestigio de los científicos evolucionistas, que muchas asociaciones de creacionistas
se aferraron a este engaño, y a los juegos de intereses que presionan para que la
verdad tarde en aflorar, a fin de tejer una teoría conspiratoria en torno a Piltdown y todo el darwinismo.
(1) Como malévola curiosidad personal,
decir que de joven me motejaban el gran Houdini. Perdón por esta alusión tan
personal. De farra, de pronto, había un momento que todos se preguntaban que
dónde estaba Muna. Desaparecía en medio de la noche sin decir ni mu, rumbo a lo
desconocido, y con el mayor misterio. Hablando del mago judío, como buen abuelo
cebolleta y eso que tengo poco más de cuarenta años, recuerdo a los jóvenes que
no jueguen a lo de golpearse en el abdomen - no soy médico. El final dramático
que en uno de sus juegos, pidió al que llamaban hombre más fuerte del mundo que
golpease su vientre. Unas horas más tarde, el increíble ilusionista padecía
fuertes dolores estomacales que se fueron complicando, hasta que se reunió con
su querida madre por peritonitis. Esperemos que nos aclare dentro de muchísimo
tiempo si en este caso se puso en contacto con su venerada madre. No es un
misterio que nos corra mucha prisa saber. Es un personaje por el que siento
predilección, pues su nombre me evoca a aquellas noches de escapismo - si podía
ser acompañado mejor- en las que improvisaba las últimas horas de oscuridad.
Buen artículo, interesante. Y me gustó el toque de humor.
ResponderEliminarLo del destripador se lo quisieron cargar también a Lewis Carroll, que más que de destripador tenía pinta de necesitar vitaminas el hombre, con ese aire lánguido y paliducho suyo (conste que me encanta su Alicia y otras cosas que escribió).
Creo que la peritonitis de Houdini fue porque el estudiante le golpeó por sorpresa, antes de que él preparase el cuerpo para encajar el golpe bien.
Conocía la historia del hombre de Piltdown y su conexión con Doyle. El creacionismo sigue usando esa estafa del puzle de huesos para intentar desacreditar a Darwin hoy día.
En cuanto al espiritismo, las famosas hermanas Fox estandarizaron el negocio y llegó a haber más de 40.000 médiums en EEUU. Ellas inventaron el código para comunicarse con espíritus, bien sencillo: un golpe era sí, dos golpes era no.
Aunque luego confesaron haber fingido los golpes de los supuestos espíritus haciendo crujir los dedos de los pies (nunca entendí eso, no es lo mismo crujir un hueso que dar un golpe seco).
Justo estaba pensando escribir una historia de fantasmas. Y no me refiero a las hermanas, que también lo eran...
Es curioso,porque hace mucho escribí un dossier para una revista de historia-ocupa unas 7-8 páginas y para el formato blog,se me hace demasiado largo.Llevo semanas dándole vueltas para ahormarlo a lo sumo a dos paginas.Cómo a los hijos,mochar partes es como amputarle miembros a tus queridos retoños.La lista de sospechosos es colosal y las teorías,no digamos.
ResponderEliminarRespecto al espiritismo,recuerdo una novela muy entretenida cuyo titulo se me escapa en las nebulosas de la memoria,en la que una brigada entera que había desaparecido creo que en la Batalla del Somme.Como se alistaban en manadas,todos los muchachos de una localidad habían muerto.La gran mortandad de la Gran Guerra y la mal llamada gripe española,supuso un nuevo auge para el espiritismo.Pues los familiares y las madres sobre todos de aquellos muchachos,querían contactar con ellos en el más allá.Sería patético si no fuese tan dramático.Me hubiese gustado releerla,aunque creo que aquel ejemplar desapareció en una casa que teníamos en la Sierra.
En cuanto a las picaras hermanas Fox,como su apellido dice,eran demasiado zorras,si bien en su acepción de astutas.Esta tarde me paso a leerte por tu blog,a ver qué sorpresa nos tienes preparada.La idea de los espectros es muy interesante para un relato.En mi familia tenemos anécdotas graciosas con la Ouija.Hasta Napoleón se dignó a hacernos una visita para quejarse amargamente de la indolente Josefina.Por cierto,hacer pis mirando la Gioconda debe ser una gozada.Miguel Bosé,comentaba que era un placer hacer aguas con la sombra de su padrino Picasso y de uno de sus cuadros.Eso era el arte en los cataplines aunque no de frío.Un abrazo y te leo esta tarde.No me avances nada,voy con antifaz a enfrentarme a la sorpresa....
Perdón,el dossier,era referido a Jack El Destripador.
ResponderEliminarPerdón,el dossier,era referido a Jack El Destripador.
ResponderEliminarCuando se trasladaron las obras del museo del Prado en la guerra civil (lo cuenta Alberti en la Arboleda perdida), el Cuadro de las lanzas terminó temporalmente en el salón de un aristócrata, que puso ese capricho como condición para guardar el resto de obras en su casa. Mucho mejor que un tapiz con ciervos cualquiera, desde luego...
EliminarLa extensión del dossier pues no sé... yo al formato blog no le hago mucho caso, mismamente lo que acabo de publicar es un relato muy largo.
Saludos.
Es que en una revista,permite desgranarlo en subapartados y normalmente se lee a retazos.En un blog se hace demasiado especioso.Un relato luce diferente,aunque yo he considerado en alguna ocasión,para no abrumar al lector,dejarlo colgando en pdf.He leído la primera parte,Clark Butler y he disfrutado porque sale a relucir el humor del Bonifacio que sospechaba.Cuando salga del trabajo por la tarde,acometo el relato.Por cierto,eres un provocador....en los tiempos que se estila el microrrelato,como dijo un escritor famoso,una eyaculación literaria precoz,te marcas un buen relato.Como debe ser,la literatura exige algo premiosidad y elaboración.Luego te comento más cosas en tu blogs.Saludos y cuidate.
ResponderEliminarGracias por leer y comentar. Lo del pdf es una buena opción, sí. De hecho, otro cuento largo que escribí lo tengo así en mi blog y quizá lo haga con más, incluido el último.
ResponderEliminarSaludos.
Lo digo,porque yo suelo llevar ebook,y sería más cómodo leerlo mientras viajas en transporte público que encender el ordenador o dejarte la vista con el móvil.En mi caso tengo relatos de otra época,que resultaría más cómodo leer en un formato y con un instrumento más acorde para una lectura reposada.Un saludo,Bonifacio.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarExcelente artículo, amigo Sergio, lo lee uno de un tirón por su interés, amenidad y, ese toque de ironía, que, a mi parecer, hace muy bien al conjunto, pues humaniza bastante a los personajes,
ResponderEliminarqué, en el fondo, son como cualquiera de nosotros, con luces y sombras... Felicidades!!!!
Un abrazo.
Muchas gracias, maestro. Si, eso es lo que quieren destacar estas entradas, la humanidad de creadores que llenaron de entretenimiento nuestras tardes de tedio. No vienen de Marte, desde luego. Y Conan Doyle no paró quieto, aparte de regalarnos un inmenso legado creativo.
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