Había una esperanza alba, que reconciliaba a todos los alemanes de diversas tendencias ideológicas. No en vano, lo avalaban sus logros. Pero un día funesto, cuando se levantaba de la cama, notó que su mente flotaba y que algo no terminaba de funcionar. Su maldita cabeza, no le permitió lograr el equilibrio mientras sentado otra vez en la cama, se abotonaba su camisa. Una apoplejía acababa con la vida del mayor político germano de los endiablados Años Veinte, un tal Gustav Stresemann. Época que pareció una especie de montaña rusa, para un Viejo Continente y en especial para su patria, Alemania, tan castigada por la destrucción de la contienda más reciente.
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El gran líder político, Gustav Stressemann. |
Todo el país lloró el repentino óbito, de manera sincera. Con él, los nazis habían perdido cualquier esperanza, también las revoluciones bolcheviques de germinar en tierra germana. ¿Y ahora qué? La conducción de Gustav Stresemann, cuyos logros en política internacional, como las sucesivas renegociaciones de la abusiva deuda de guerra de su país en el Plan Dawes, consiguiendo condiciones más ventajosas y asumibles, habían resituado al país en la esfera internacional y convertido al político alemán en la mayor figura del período de entreguerras. No obstante, su culmen junto a su homólogo francés, Arístide Briand, fueron los Tratados de Locarno, que sacaron al continente de una molicie que abocaba a los distintos nacionalismos a unos enfrentamientos que se repetían con la inalterable frecuencia de un péndulo.
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La paz fue posible en Locarno: Stressemann, Briand y Chamberlain. |
Pero para los vericuetos inextricables de nuestra historia, nos importan más las tribulaciones económicas y la orfandad que supuso la muerte del estadista para muchos alemanes y sobre todo para los protagonistas de la hermosísima novela, Hermanos de Sangre de Ersnt Haffner. Los temores de lo que Stresemann, en los mejores momentos de la República de Weimar, definió como el volcán de deuda americana sobre el que se asentaba la prosperidad de su país, se confirmaron. La no renovación de los créditos por parte de los americanos, que rescataron toda esa liquidez a raíz de la Depresión del 29, no nos da una dimensión del fracaso humano. Haffner, en cambio, recoge el testimonio que supuso ese naufragio para una buena parte de los jóvenes de la época (1) . Abundaban los huérfanos de la guerra, a los que los altos niveles de desempleo, empujarían a sumirse en el lumpen, preocupados en subsistir un día más, y no en cualquier reivindicación colectiva. En puridad, pocos datos tenemos del autor, para analizar la hermosa fragua literaria que supone el drama de estos jóvenes. Sabemos que aparte de periodista, Haffner desempeñó una labor parecida a la de los trabajadores sociales de la época, lo que denota la complicidad con la que trata a aquellos personajes descarriados, que no encuentran en su extravío un rasgo de generosidad por parte del sistema. Como el frío acero nos muestra la administración de justicia, inclemente, y resabiada respecto a las posibilidades de reinserción de algunos muchachos. Un velo de indiferencia.
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La magnífica novela de Haffner. |
Bajo la lupa acre de Haffner, la ciudad de Berlín es otro personaje que deviene en un carrusel de hetairas, chaperos, descuideros, comerciantes y banqueros lujuriosos, que buscan cohabitar con alguno de esos jóvenes, sacando partido de su indigencia. No hay inocencia en aquellos buscavidas ni humanidad en esa grisalla de almas. Sí poesía en esas dos ciudades, en blanco y negro la una y en color la otra, ambas confluyendo en Berlín. Las páginas de Hermanos de Sangre comienzan con esos vagabundos, que buscan sellar el documento del paro que les habilita el cobijo en naves industriales con calefacción, porque la temperatura es inclemente. En aquellas naves hay trueque, o el que ha hecho un pequeño capital, comienza un negocio de empeños. A otros el hambre les azuza y es más temible que el frío, al menos ahora que guarecidos en la nave, el gabán de paño parece accesorio y lo más apropiado para saciar la gusa es empeñarlo. Una salchicha y una cerveza, que corre por unos labios rotos, el instante y el placer de un universo que es lo que se asemeja más a la tripa llena, cuando no se tiene nada.
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Vendedores de licores ambulantes, que por la prohibición, tenían sus ojos avizor. |
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El fragor de las cabarets, música de fondo de nuestra historia. |
Cuando unos zapatos costaban un millón de marcos, o era imposible un viaje en tranvía porque el valor era más que lo que podían pagar por una hora de trabajo, Gustav Stresemann no lo hizo tan mal.
ResponderEliminarNo vivió para ver el resultado.
Todo se paga con intereses. El plan Dawes es la demostración de lo anterior. Los acreedores siempre tienen paciencia, máxime si saben que después de devolver el dinero te hará falta más.
Hacen tanta falta los buenos prestamistas como los hipotecados de confianza.
Por eso, si alguien tiene dudas de que la deuda no la pagaremos porque es imposible, se equivoca, ya nos darán dinero para poder pagar la deuda generada y así aplicar los intereses sobre el préstamo dado para pagar la deuda anterior. Fácil y sencillo.
Los Tratados de Locarno funcionaron. Dieron el tiempo suficiente entre guerras para que las economías se dinamizacen, y pasaran al rearme. No hay nada mejor que un período de paz para poder prepararse para la siguiente guerra. Y la hubo.
Por lo que parece, Shakespeare puso en boca de Enrique V aquello de "Hermanos de sangre": "aquel que derrame su sangre será mi hermano", y en aquella compañía la Easy, todos los miembros eran voluntarios, luchando por una sola causa, causa común que independientemente de la ideología de sus componentes estaban todos de acuerdo.
Si la traducción es de Fernando Aramburu, ostras , que curioso, me recuerda el apellido de un militar argentino, presindete de facto, de la república Argentina, y que murió asesinado, ya ves; y vuelvo con el escritor, si la traducción es de él, entonces podemos estar tranquilos. No la hay mejor.
Un abrazo y un placer
Gustav Stresemann no lo hizo nada mal, tanto desde una perspectiva económica, pues pinchó el soufflé de la inflación como en el ámbito de la geopolítica, donde sin hacer relucir las armas, obtuvo los logros que en la década siguiente, abocarían a Alemania y a todo el continente, a una guerra sin cuartel. Tendría que ser una de las grandes referencias políticas del continente europeo. Pero fue ese gran conflicto el que engulló a tantas personalidades como frustró tantos proyectos, el que finalmente eclipsara su figura. Qué afortunadamente se está recuperando y redimensionando como merece. Henry Kissinger en sus memorias, señala el convencimiento de muchos alemanes, que se sintieron huérfanos sin la guía de Stresemann, que la gestión de la enorme crisis que se derivó del Crack del 29 y que afectó como a ningún otro país a la República de Weimar, se habría conducido de forma muy diferente y por tanto nunca se habría llegado a los extremos del nazismo. Es jugar a la ucronías, si bien es cierto que aquellos que le conocieron, sí que creían en su capacidad para afrontar unos problemas extraordinarios, que desbordaron al caduco Hindenburg. Por cierto, Tot, el libro para mí es una auténtica obra maestra de la literatura europea del siglo XX. Una verdadera maravilla, que encaja además muy bien con el tema que has sacado en tu blog, a propósito de los llamados menas. Jóvenes que en algunos casos intentan salir de la marginalidad, en otros no encuentran más red a la que asirse, que a la de los de sus hermanos de sangre. En muchos casos para mal. Romper ese nudo gordiano para que se reintegren con el resto de la sociedad y el vínculo con el gueto sea más débil. Curiosa, desconocía la anécdota de Shakespeare. Cuídate.
EliminarSale a relucir en la declamación de Enrique V, ante la batalla de Azincourt, durante la Guerra de los Cien Años.
EliminarUn abrazo
Gustav Stresemann fue un buen político y un gran patriota alemán al que se le puede calificar más que político, de estadista que equilibró la deriva inflacionaria de la república de Weimar, creando una nueva moneda, el Rentenmark, ligado no al oro como el marco sino a la tierra alemana, es decir, a la producción agrícola e industrial. Tras el asesinato del ministro de asuntos exteriores de la república, Walter Rathenau, en 1922, surge la figura de Stresemann aunque como canciller duraría unos cien días por una moción de censura que sufrió. Posteriormente, fue ministro de asuntos exteriores, jugando un papel destacado en la firma del tratado de Locarno para estabilizar las relaciones entre Francia y Alemania. La guerra había acabado, pero las tensiones seguían vivas en "locos años veinte". Murió joven, y fue una pena porque podría haber sido un factor de equilibrio ante el ascenso del nazismo y su reivindicación de la teoría de la puñalada por la espalda de la izquierda que llevó a la derrota a Alemania.
ResponderEliminarTodos estos años, tan tumultuosos, tan inestables, tan radicales, dan idea de la fragilidad de la paz europea, y de los difíciles equilibrios políticos en un tiempo tan brutalmente convulso. Cuando conozco la historia de Europa del periodo de entreguerras, más me doy cuenta de que el caso español no era insólito por su revolucionarismo, sus pulsiones fascistas, y la inestabilidad que tuvo la república de 1931. Lástima terrible que nuestro país no tuviera una figura como Stresemann, aunque da igual, lo que pasó es lo que pasó para nuestra desgracia.
El libro Hermanos de sangre era desconocido por mí, y también la traducción de Fernando Aramburu. Lo tendré en cuenta pues todas las referencias que he leído han sido muy positivas. Es evidente que te interesa la historia, como a mí. Ahora leo una mastodóntica crónica de mil seiscientas páginas del libro Postguerra de Tony Judt que aborda la historia de Europa desde 1945 a 2005.
Cuando conoces la realidad de un estadista auténtico, te das cuenta de la mediocridad de los políticos gobernantes actualmente en España, en una época también convulsa y compleja. Mañana es la primera vuelta de las elecciones en Francia. Y en pocos meses las elecciones más importantes del planeta. No sé si puedo imaginarme un mundo con un Trump y una Marine Le Pen en Francia. Pobres ucranianos, pobres de nosotros, aunque la alternativa contraria de un Biden es también terriblemente preocupante. Drama mundial. Europa no ha estado desde la segunda guerra mundial tan en peligro como ahora. En fin.
Coincidimos en infinidad de gustos, Joselu, y en muchas de las formas de acercarnos a la realidad. Comparto tu preocupación, por esos comicios franceses y los americanos, con dos alternativas a cada cual no se sabe si peor. No hay más candidatos, quizá desde la masa más plebeya, no económica, sino de las pulsiones, estemos elevando a personajes de tamaña catadura. Aunque yo también haría mucho hincapié en el diagnóstico, por qué se produce ese malestar. No son sólo asuntos migratorios, aunque es una parte nada desdeñable, hay otras derivas que explican ese vuelco, que si no ha sido completo, me temo que Von Der Leyen no está sabiendo interpretar. En cuanto al partido de Le Pen, habría que indagar en las razones que llevan a votantes con una tradición familiar socialista a emprender ese viraje y giro copernicano. Es verdad, que la izquierda francesa vive una deriva, con Melenchón, que acotan las alternativas. Pero es que hay una base de votantes considerable gays, que ya no se identifican tanto con las claves identitarias, Joselu, y que ven en el partido de Le Pen un garante de sus derechos. Si me lo cuentas hace cinco años, o un par simplemente, te tildaría de loco, que has perdido absolutamente la cordura. Lo mismo ocurre con la numerosa comunidad judía francesa. Hay en todo esto algo no tan paradójico, y es que ese fenómeno en parte migratorio y en juego otras cuestiones, como decía ese homosexual francés, opinión que no comparto pero que considero, nada tiene que ver con quién me acueste, para participar de los problemas del país. Al final, acusaba a Macron de político hueco y entregado a Europa. No comparto ese diagnóstico, desde luego. Sin embargo, era su percepción, también que veía comprometidos sus derechos fundamentales por lo que llamaba la inversión cultural que estaba experimentando Francia, traicionando sus valores fundacionales. Hay una corriente de fondo, por supuesto. Un saludo, Joselu. El libro Hermanos de sangre, me parece una obra maestra sin paliativos. Además, ofrece un testimonio a pesar de tratarse de ficción, de aquellos descarriados que navegaron entre las dos aguas de las crisis, que en realidad fue una, del período de entreguerras. Stresemann, del que había leído mucho, me sorprendió su habilidad para orillar a Francia, con una estrategia que había calcado de Von Bismarck, pero que en el caso del primero, tuvo que acudir a la política diplomática, dado que el país se encontraba en una posición de extrema debilidad. No tenía tras de sí, como el Canciller de Hierro, que abogaba por una política de paz, un ejército espléndido que amedrentaba a media Europa. Disculpad el retraso en contestaros, a vuestros siempre lúcidos comentarios. Un amigo celebraba su cincuenta aniversario, y fue el despiporre desde la hora de la comida hasta las tres de la mañana.
EliminarSi a alguien le interesa profundizar sobre la figura de Stresemann, os recomiendo un libro de poco más de 150 páginas que se titula “Gustav Stresemann: 1878/1978” de Felix Hirsch, él lo califica como “ el hombre de la política práctica, de corazón romántico” Nació en una cuna humilde al sudeste de Berlín, su padre comercializaba cerveza. El caso es que Alemania, en menos de un año, tras la firma del tratado de Versalles, pasó de ser uno de los mayores Imperios de Europa, a una república vencida y en bancarrota. Los Aliados tenían sed de sangre y querían ver a Alemania pagar por la guerra de la que la hacía responsable, reclamándole más de cien millones de marcos en compensación, obviamente no pudo pagarles y para cobrarse, Francia y Bélgica invadieron el Ruhr, es aquí donde surge la figura de Stresemann. Su extraordinaria labor como Canciller y ministro de exteriores consiguió, milagrosamente, restablecer las relaciones internacionales de Alemania, reducir la deuda pública y salir del periodo de hiperinflación asentando la república de Weimar. Como canciller, utilizó los poderes de emergencia que otorgaban al presidente el poder de aprobar leyes sin el parlamento, introduciendo una nueva moneda como solución temporal, el rentenmark, restableciendo así el valor monetario original. No obstante, el gobierno de la ”Gran coalición” se vino abajo al unirse varios partidos para llevar a cabo un voto de no confianza, que perdió. Aun así, Stresemann siguió trabajando como parte de los nuevos gobiernos de coalición como ministro de exteriores creando un nuevo banco, el Reichsbank, que recibió el control de la nueva moneda, emitiendo el reichsmark que sustituyó al rentenmark. Estas medidas devolvieron la confianza en el sistema financiero alemán, sumado al Plan Dawes, que al inyectar millones prestados por los americanos en Alemania, le permitió pagar la deuda con Francia y Bélgica, restablecer el oden en el Ruhr, pudiéndose de esta forma entrar en el período conocido como los felices veinte. Gracias a Stresemann la recuperación alemana siguió un ritmo tan acelerado que en 1928 Alemania ya era la segunda potencia industrial del mundo, pero el crack del 29 y una apoplejía como cuentas, se llevó la alegría de la época y la vida de Stresemann. Tienes razón, esta novela que tanto te ha gustado y que me apunto, de los hermanos de sangre, recrea por lo que cuentas vidas semejantes a las que viven los MENAS, lo que asusta es saber que entonces, se asentó en Europa el nazismo y ahora la extrema derecha amenaza con hacerlo, si sumamos el deplorable espectáculo del otro día durante el debate Trump&Biden, donde Biden parecía una ancianita totalmente loqueada -me resulta inexplicable cómo los demócratas no reaccionan y cambian de candidato porque con él, la catástrofe está garantizada- en fin, que es para echarse a temblar.. Necesitamos imperiosamente que resucite Stresemann o nos nazca uno nuevo por generación espontánea ; ) Mil gracias y un abrazo SERGIO!
ResponderEliminarGracias a ti, por tus siempre generosos apuntes, que incardinan la historia que se cuenta en la entrada. Fue una figura inapelable, y me apunto el libro, que seguramente sea una estupenda semblanza de este estadista, en el que los Kissinger y muchos alemanes tenían fundadas esperanzas. Es pasmoso el espectáculo de la realidad, pasen y vean, como el debate entre Trump y Biden. No me puedo creer que ese país, que cada vez nos sorprende con su dinamismo, y del que desafortunadamente Europa y no digamos España está divergiendo, en todos los indicadores que se traducen en bienestar, a la postre dependa de candidatos tan lamentables. De los que dependen, según el papel que decida interpretar su país en la esfera internacional, muchos de los conflictos que se ciernen sobre el agotado orbe. Veremos qué pasa, María, es para contener el aliento. Necesitaríamos más políticos de gran talla, porque al contrario de la escuela histórica marxista, en líneas generales, si bien la estructura económica puede determinar muchos fenómenos históricos, fue HItler el monstruo o la gran crisis económica, el huevo o la gallina ( yo creo que ambos, Hitler se alimentó de la crisis para encimar las instituciones alemanas). No obstante, los caprichos personales también nos meten en callejones oscuros. No es lo mismo un decrépito Biden, un extemporáneo e improvisador como Trump, que un candidato brillante y con sus plenas facultades. Desconozco si esta clase política es un fiel reflejo de nuestra mediocridad.
EliminarMe apunto el libro, me encanta esa figura a la que me aproximé por diversos documentos y ejemplares de historia. Es una oportunidad para acercarnos más todavía, a un Stresemann, en parte devorado por la Caja de Pandora que nos cegó a todos y que supuso la llegada de los nazis. El de Hermanos de sangre es un clásico, y como decía, me imagino la cantidad de obras de arte que habría compuesto este autor si los nazis no le hubieran cercenado su producción. La imagen de pobreza, de un lumpen que se reproducía en esas desbandadas de jóvenes, que pululaba por la fisonomía de un Berlín irreconocible, por lo extremadamente pobre que era. Un saludo, María, muchas gracias por tu semblanza, tan brillante como suelen ser tus contribuciones.
Pues mira, estoy con un libro que se ha editado hace muy poco, 2021, y que se titula "Negreros, españoles en el tráfico y en los capitales esclavistas", de José Antonio Piqueras.
ResponderEliminarSe trata de un libro de Economía, ya ves, y del capital aportado por esa "industria" en España.
Sale a relucir la formación del capitalismo en España a partir del 1800, y las élites económicas. Maneras y modos.
El libro analiza nombres actuales de la alta sociedad económica, las finanzas y la vida pública, que afecta a toda España.
Muy interesante...y sorprendente
Esa parte, la del tráfico de personas en un contexto actual, no es descartable. Es un negocio, no podemos perder esa perspectiva, Tot, y yo no sé si ese libro lo he leído, porque hace unos años, tomaré la referencia, porque me interesa mucho, me hice con uno que trataba del tema de la esclavitud, también desde una perspectiva económica, y de la no confluencia de intereses por abolirla. Como siempre, los equilibrios políticos como le pasó a Lincoln que tuvo que contemporizar muchas de sus decisiones de partida, para no perder a los estados bisagras. Me lo apunto. Y en algún momento tendremos que hablar de la prima de riesgo, querido Tot. ES que me resulta un asunto muy técnico, y sobre el que sin embargo, recaen nuestras finanzas. Porque aunque no sea apreciable, que se dispare, al final complica la financiación de cualquiera de nosotros. Pero son los mecanismos, más que el funcionamiento en sí del mercado secundario de deuda, los que resultan más complejos de explicar. Como éste que te refiero. ¿Cómo afecta a mi financiación un empeoramiento en la perspectiva de la deuda de un país, o deuda soberana, como se dice en el argot? O las políticas del BCE, los EQ que imitaron las políticas de liquidez ilimitada y que se extendieron más tiempo del necesario, para que los países se olvidasen de cualquier disciplina fiscal y se endeudasen hasta la médula. Es la disyuntiva en la que se encuentra Macron. Debe retornar por el procedimiento de déficit excesivo al equilibrio de las cuentas públicas. Su déficit está más desbocado que el español, pero cómo le dices a los pensionistas, que sus pensiones se han de reducir en términos reales, a los trabajadores que deben incrementar sus contribuciones, y a la vez, a todos, que se ha de reducir el gasto y subir impuestos. Lo que ha demostrado la curva de Laffer, que en algunas ocasiones es contraproducente, pues lastras la economía, y tu recaudación caer. Francia, aunque no lo veamos, es víctima de esas políticas fiscales laxas demasiados años, porque el BCE dejó de cumplir sus funciones de velar por la inflación y comprando deuda de todos los estados, proporcionalmente a su peso en la UEM, pospuso las reformas que como se aborden, pueden derivar en una crisis fiscal. Si añadimos la incertidumbre política. ¿Qué se puede esperar de los nuevos equilibrios de poder que surjan de estas elecciones? Y esta crisis de deuda de Francia, podría sin duda arrastrarnos al resto. Esta realidad cada se torna más oscura para nuestros intereses, querido Tot. Un abrazo, y disculpadme mi demora en contestaros. Celebraba el cumple de un amigo, cincuenta tacos, y casi gasté mi sábado en un despiporre absoluto. Muchas gracias por tus contribuciones y me anoto este libro. Perdona, que no he caído en la fecha de edición. Todavía estoy aletargado de la farra de ayer. No lo he podido leer. El que te decía, por lo menos han pasado diez años desde su lectura. Ahora sí que me tengo que hacer con él, sí o sí también...jajajaja
EliminarAbrazotes mil; la editorial es Catarata,
ResponderEliminarTomo nota,Tot, muchas gracias
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