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Mostrando entradas de junio, 2024

Hermanos de sangre de Ernst Haffner.

H abía una esperanza alba, que reconciliaba a todos los alemanes de diversas tendencias ideológicas. No en vano, lo avalaban sus logros. Pero un día funesto, cuando se levantaba de la cama, notó que su mente flotaba y que algo no terminaba de funcionar. Su maldita cabeza, no le permitió lograr el equilibrio mientras sentado otra vez en la cama, se abotonaba su camisa. Una apoplejía acababa con la vida del mayor político germano de los endiablados Años Veinte, un tal Gustav Stresemann . Época que pareció una especie de montaña rusa, para un Viejo Continente y en especial para su patria, Alemania, tan castigada por la destrucción de la contienda más reciente.  El gran líder político, Gustav Stressemann. Todo el país lloró el repentino óbito, de manera sincera. Con él, los nazis habían perdido cualquier esperanza, también las revoluciones bolcheviques de germinar en tierra germana. ¿Y ahora qué? La conducción de Gustav Stresemann, cuyos logros en política internacional, como las suces...

Los jinetes húngaros del Apocalípsis

  C omo pintor he retratado a las fuerzas vivas de los Estados Unidos, y me he acostumbrado a oír sus chismes. El último, supongo que no sabrían que fuera húngaro, me hizo realmente cosquillas. De un físico nuclear y premio Nobel. - No existían los marcianos o sí, conviven con nosotros. – Les resultábamos  desesperantes a buena parte de la jarca de científicos, que habían encontrado la tierra prometida en América. Gélidos como una roca de hielo, tanto como grotescos. Nuestros aires a la defensiva, no en vano, pertenecíamos a la nación más preterida de la historia. – Cuántos magiares viviendo fuera de su territorio, por culpa de unas decisiones de unos mamarrachos reunidos en la sala de los espejos. – Algunos de mis compatriotas se habían convertido en una comuna errante,  de piel bruna, y esos intensos ojos verdes, repletos de pujos agitanados y veneros ocultos. Qué pensarían de uno, un enigma para sus interlocutores. Dado que portábamos con nosotros una piel con escamas,...

El dramaturgo Orton y las mil y una sexualidades.

  C on la cara de enfant terrible, Joe Orton cuidaba su vestimenta, por esos viejos tiempos del College, pero el espíritu burlón que adornaba cualquier mueca del dramaturgo, estaba siempre latente en él. Cuando llegué, clamaba contra el mundo; todo alrededor de su  figura  fascinante , me pareció un caos. No supe, tímido, con mi libreta de anillas y la moderna grabadora, qué espetarle. Me aposté silenciosamente en el quicio, mientras entre el bullicio de la estancia, revoloteaba su representante, siempre predispuesto a frenar su turbidez. Creo que no había reparado en mí.  El genial dramaturgo, que dejó una profunda huella en el teatro inglés.  - Joe, frena esa lengua. No queremos ofender al gran público. Hay que ganárselo poco a poco. - El agente de Orton era un hombre algo vetusto, que le adentró en el mundo editorial, pero que conocía esos ímpetus de su pupilo. A pesar de que Orton se había convertido en un fenómeno, su descaro, esa pinta de niño bien de la ...