Ir al contenido principal

Robert Gilson y la epopeya del amor en Tolkien

 

 Los rieles del bigote del severo padre temblaron llenos de enojo. Estelle King le había rechazado, a pesar o precisamente por eso, pues habían convenido que se amarían en el resto de sus reencarnaciones, cuando paseaban por el estanque de la residencia familiar. 

- Fuimos egipcios, luego griegos y nos amamos, aunque ninguno de los dos lo supíéramos, Estelle. -Le dijo Robert Gilson, aún medroso y helado de la emoción por el reconocimiento de un sentimiento mutuo. Pero reverberaron las quejas de Wilson King, un cónsul americano retirado, padre de Estelle, porque le habían acogido con gran cariño, y de manera artera había seducido a su hija. Gilson le trató de convencer de la pureza de sus sentimientos, como si se tratase de un caballero de la vieja Nínive. Aunque estaban en Birmingham y era un simple alférez, con un futuro por labrarse. Humilde como un esquilador de ovejas sumerio, o un barbero en la antigua Istar, repuso el ex cónsul. Hablaban padre y el joven Gilson largo rato de ese mundo clásico que les apasionaba, y éste último expelía su mal humor, porque esas peroratas escondían un oscuro fin, por cuanto habían tenido el objeto de robarle a su niña. O eso se recelaba el señor King.


De John Warwick Brooke - This photograph Q 3990 comes from the collections of the Imperial War Museums (collection no. 1900-13), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=116369
La batalla del Somme, que impactó a una generación británica. 

- Me siento engañado, Estelle, por ese granuja. Qué callado se lo tenía. - No en vano, Gilson pasaba largas temporadas de vacaciones con la familia King. Y se había enamorado del refulgente cabello cárdeno de la hija, las pecas que mancillaban sus mejillas, con un rubor que brillaba en sus ojos verdes. Volvió a repetir a su hija, que no consentiría un matrimonio con un alférez, que se presentaba a una guerra de incierto destino. Quería infundir respeto a su hija, y lo logró. 


Editorial Minotauro, John Garth.
El magnífico relato de Garth sobre aquellos días oscuros en la vida de Tolkien.

Gilson cayó enseguida víctima del desamor y de la gripe que le postró en Sunderland, cuyas chimeneas industriales se oteaban desde lejos. Panorama desolador, sin belleza, acorde con sus sentimientos. Tan vacío. Una epístola de la TCBS, la asociación de amigos fundada por el infatigable John Ronald Reuel Tolkien, de sonrisa perenne. Siempre de chacota, alegrando las reuniones de la asociación del Club de Té y Barrovian, en la que Gilson era el único que no componía versos. Ahora que le atañía la melancolía del herido por amor, comenzaba a escuchar el tañido lejano de las campanas de la iglesia o el ruido de los tallos al crecer. Su sensibilidad a flor de piel.

En la carta le preguntaban por sus avances con Estelle. Esas confesiones hechas con ligereza, se tornaban en su contra. Porque el intrépido Christopher Wiseman, el  mejor jugador de rugby de largo del grupo, y que se había juntado con el equipo mediocre que conformaban con Tolkien, Geoffrey Bache Smith y  Thomas “Tea Cake” Barnsley, para jugar con sus amigos, siempre se preocupaba por el estado de ánimo de sus "hermanos de sangre". Wiseman no perdía la sonrisa si le reprochaban que no aprovechase sus facultades deportivas. 

 

De Unknown photo studio commissioned by Tolkien's students 1925/6 (private communication from Catherine McIlwaine, Tolkien Archivist, Bodleian Library) - Epistle of Dude, Photos from the lives of C.S. Lewis and J.R.R. Tolkien, probably originally sourced from John Garth, Tolkien and the Great War., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=92670048
J.R. Tolkien, el autor que creó un universo. 


- Me quiero ganar el dinero con esto. - Se señalaba Wiseman la cabeza, con referencia a su intelecto. - Y quiero disfrutar de mis amigos. - Ese mismo Wiseman que había invitado a incluir a las parientas como miembros de pleno derecho de la TCBS. - Desdémona, encontremos la antigua belleza.- Con nada de arrobo, Wiseman, sonreía con su cautivadora gracia. - Huyamos del horror de lo moderno.- Y buscaron en lo antiguo, o en mundos, que se habían inhumado con el paso del tiempo en secretos silencios. A Tolkien le encantaba el galés, lo finés, la lingüística y esa cultura antigua que borraron los normandos. Medio en broma, arremetía contra sus compañeros. - No se percatan sus señorías, que desde que nos invadieron los normandos, y ese cafre de Guillermo el Conquistador, perdimos nuestras verdaderas esencias sajonas.- Recurría a versos de Beowulf, que Tolkien salpicaba con reflexiones sotanudas. En eso pensaba Gilson como en lo de las parientas. Él no tenía anadie, creía escuchar las campanas de su propio e imaginario duelo, puesto que era un difunto en vida. 


De anonymous Anglo-Saxon poet - Esta imagen ha sido proporcionada por la Biblioteca Británica, proveniente de sus colecciones digitales.También encuentra disponible en una página web de la Biblioteca Británica.Catálogo: Cotton MS Vitellius A XV, ff 94r–209v, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=30380424
Beowulf, épica sajona.

Quizá el padre de Estelle tuviera razón. Cómo contrariar el dogma paterno, que no comulgaba con la albórbola de esos días. Muchachas llevadas por el frenesí del momento, la guerra, opulenta de almas, quiere cobrarse el tributo siniestro, y no hay acto más romántico, que el casarse y perder la virginidad antes de que el amado parta a la contienda. Wilson King no quiere que su hija se convierta en una joven viuda embarazada, cuando no había alcanzado ni la veintena. El viejo cónsul americano no se cree esa patraña de que la contienda durará unos meses . Robert Gilson en la cama por gripe, recreó esa escena mil veces en la que se había quedado piantado con unas flores en la mano, y la impresión de ser un sandio. No podía pensar en otra cosa. Rememoraba una y otra vez las palabras, la desaforada crispación del padre. El teniente vivía sus días más lánguidos, en los que leía mucha poesía. - Si me hubiera dicho que sí, una promesa, pero Stelle es muy obediente. 


De Myrabella - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=25336523
El tapiz de Bayeux, Guillermo el Conquistador y el cometa Halley. 


Sin embargo, ocurre el milagro. La aflicción de su hija, ablanda al cónsul, que no era tan acerbo en el trato. Además, reconoció que Gilson era un muchacho con unas facultades innatas, y avispado, para labrarse un gran porvenir. Robert, Bob, parte al frente, y habiendo reanudado su comunicación epistolar con la TCBS y  presentado a  Estelle King a la candidatura, como acreedora de todas las virtudes para formar parte del grupo, como conquistar su corazón. Gilson llega al frente occidental que se mece con sus vicisitudes. Las tibias de cadáveres junto a las ratas que discurren raudas, para burlar a los soldados que henchidos de casmodia, las atraviesan con las bayonetas.

-       

De The Victoria Studio, 201 Broad Street, Birmingham - TolkienEstate.com, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=97280372
Edith Mary Bratt, futura esposa de Tolkien.

Si te coge un oficial, te revienta. Ensartar a una rata. – Escuchó el teniente Gilson, que pasó de soslayo. Era feliz, para reparar en otros desvelos que poco le importaba. Fumaba y hacía los partes, aguardando la albórbola de volver a casa. Pero el estado mayor británico tenía otros planes para él, comenzó la Batalla del Somme,  Y en una de las primeras cargas que dirigía cerca de la Boiselle, Robert Gilson fue abatido en el primer día de esa  batalla que pasaría a la posteridad. Tolkien, el 17 de julio se entera de la muerte de su amigo. Qué le pasa, le preguntan porque brilla una lágrima en sus ojos. - Son los recuerdos. - Mintió, mientras sostenía la carta de Wiseman. En esos recuerdos del autor del Señor de los anillos, Gilson hablaba sin parar de John Ruskin, en el que se había convertido uno de sus máximos especialistas y apasionados. Ni los juegos en el ocaso en el King´s College de Birmingham,  o las representaciones de Estrepesiades en Las nubes, donde departía con Gilson en un perfecto griego clásico mientras comían grosellas en el escenario. La inconsciencia del amor. Murió enamorado.  Geoffrey Bache Smith, otro de los cuatro inmortales de la TCBS, moría por una metralla perdida. Una herida que parecía de poco alcance, se le infectó y fallecía veinticuatro horas después de una asepsia general. 

La madre de Smith le leyó la carta que le había escrito, en la que su hijo protestaba por la inocentada de haber resultado herido por una metralla perdida. Con los planes que tenía. Solamente Wiseman y él sobrevivieron a la Gran Guerra. Estas vivencias como nos escribe John Garth, uno de los mayores expertos en Tolkien, iban a dejar unas profundas heridas psicológicas. Brath, su esposa, habría de rescatarlo del dolor y la incomprensión que nace en cualquier superviviente de una catástrofe de esas dimensiones. Esas experiencias calarán en su literatura, sin ningún género de dudas, en su famosa trilogía. Pero únicamente revivió aquellos acontecimientos cuando a su hijo lo reclutaron para combatir contra los nazis. Si le preguntaban muchos años más tarde, si se había inspirado en los alemanes en su literatura como fuente del mal, él reponía seguro de sí mismo, que no existía el mal y el bien tan en términos tan absolutos como en Mordor. La realidad era más tosca, ya que había orcos entre las filas alemanas y por supuesto, las aliadas.  


De Zanastardust - https://www.flickr.com/photos/zanastardust/146652127/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=19939163
El señor de los anillos de Tolkien.


Comentarios

  1. He leído con sumo interés tu entrada, Sergio, siempre lo hago, pero me interesaba saber algo más de este autor que rezuma violencia en sus guiones.

    De primeras congratularme por lo bien que hilvanas la historia, desconocida, por otra parte, para mí, y que por ese motivo me cuesta contestar, dado que no estoy preparado para tal empresa.

    He visto, eso sí, las películas; por curiosidad, la primera; morbo, la segunda y por no dejar la historia inconclusa, la tercera.

    Me confunde la violencia, la física y la verbal, y es por ello que aprovecho para saber quién escribió la trilogía, a la que no le faltó imaginación, aunque siempre la realidad la supera.

    En tu exposición veo que has tenido que leer y buscar mucho, dado que pones mucho dato y conectas con precisión milimétrica a cada participante. Yo, por mi parte, me quedo con la última parte de tu entrada, parte que si la había leído dos veces la he vuelto a leer una tercera, y la corto y pego:

    "...Si le preguntaban muchos años más tarde, si se había inspirado en los alemanes en su literatura como fuente del mal, él respondía seguro de sí mismo, que no existía el mal y el bien tan en términos tan absolutos como en Mordor. La realidad era más tosca, ya que había orcos entre las filas alemanas y por supuesto, las aliadas..."

    PD: Hay "orcos" en todo tiempo y lugar, SERGIO, porque si nos acercamos a las palabras de Albert Camus, "todo hombre es un criminal que se ignora".

    Un abrazo y gracias por la entrada




    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leí, gran Tot, una biografía de Tolkien y este libro de John Garth, en el que queda claro el poso deletéreo que dejó la experiencia de la Gran Guerra en este autor que cuenta con fervientes seguidores. No me encuentro entre ellos, aunque sí he vivido polémicas entre amigos por interpretaciones de la obra y de la vida del autor del Señor de los anillos. Yo me quedo con la gran humanidad de Tolkien, que a pesar de saber qué son las tinieblas, perder a todos los amigos de una generación que vivió amputada, supo trascender a la más absoluta desdicha y comprender esa humanidad que tan bien captó Camus y que nos citas. Y a pesar de rayar la locura, comprendió al enemigo. Tenemos un contraejemplo en Hitler, que buscó la venganza en el enemigo. Esa experiencia tan horrenda, alimentó su literatura. Un saludo,Tot, grande.

      Eliminar
    2. Y después de leer tu respuesta, mi buen SERGIO, en la frase que nos citas de Tolkien : " ... a pesar de rayar la locura, comprendió al enemigo...", la podemos encapsular junto una frase de Hannah Arendt, cuando envió una de sus crónicas al The New Yorker: "Lo más importante para un político debería ser favorecer la convivencia".

      De aquello, ni aprendieron unos, ni han aprendido estos.
      Un abrazo

      Eliminar
    3. Qué bien traído a colación gran Tot. Tremendo, para ponerme de pie. Grande, grande Arendt.

      Eliminar
  2. El libro de Garth es muy superior a la película que hicieron hace un par de años, la cual no recomiendo. O sí, porque tal vez la juzgo muy severamente.

    Gracias por esta entrada, siempre muy interesantes y con muchas referencias para seguir buscando.

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El libro de Garth es muy interesante pero no puedo juzgar la película, porque no la he visto. Encontré alguna referencia en streaming, sin embargo, en portugués y desestime verla. Quizá lo intente porque por razones de trabajo estoy algo familiarizado con el portugués, aunque un tema con tantos matices, me habría gustado poder visionarla en castellano. Muchas gracias, y me pareces por tu literatura un escritor muy tolkiano y también diría que por la desesperanza de la que se imbuyen tus relatos, kafkiano y con pinceladas de Camus. Nuestra realidad nos invita al desespero. Un saludo y cuídate.

      Eliminar
    2. Se la puede encontrar en "español latino" en varias páginas, pero no son "oficiales", si te interesa la busco y la comparto.

      Tolkien, Kafka, Borges, Felisberto Hernández, Mario Levrero, algo de Lovecraft, Por y Robert Howard. Tengo una lista de cuáles son mis influencias, pero debo decir que Camus no se encuentra entre ellas. Al menos no todavía, claro.

      Saludos,
      J.

      Eliminar
    3. Muchas gracias,J. Ayer precisamente me di cuenta que aunque la primera opción era el portugués, aparecen otras opciones en los idiomas.La volví a buscar. Y entre ellas se encuentra la de español.

      A mí me encanta Camus, y aprecio ante un literatura algunos rasgos del pied noir de la literatura francesa, por ese extrañamiento que emana de alguna de tus piezas. Aunque como dices tus influencias son varias.

      Recuerdo cuando se puso de moda la escritura automática entre las vanguardias. Dadaísmo y otras corrientes. Lo que querían eliminar era el influjo represor, autocensura se llama ahora y que el subconsciente se sintiera libre para escribir. Lo digo porque muchas veces, no digo que sea tu caso, hay influencias que no creemos conscientes. Un saludo, J.

      Eliminar
  3. Me resultan entrañable estas amistades tan british y tan de College británicos, en esos ambientes preciosistas que discurren en medio de la campiña inglesa de finales del XIX y principios del XX dibujados en películas como regreso a Howards end y esa intelectualidad que parece era una característica genética, no adquirida. Es difícil imaginar hoy a un grupo de jóvenes amigos, reunidos para charlar sobre libros, culturas ancestrales o palabras raras y no tanto este grupo que mencionas, que en realidad era compañeros de colegio, como el otro grupo del que también formó parte Tolkien Los Inklings, en el que coincidió con CL Lewis, el autor de crónicas de Narnia, y del que Tolkien dijo que sin él, nunca habría visto la luz el Sr. de los anillos, porque en ese grupo, todos lo menospreciaba menos Lewis, que fue un fervoroso apasionado de él desde el principio. La gran guerra, sus secuelas, la pérdida de sus amigos, Gibson, el pobre enamorado de Estelle, que tan bien dibujas -ya es fatalidad, que cuando por fin ella le corresponde, se lo cargan- imprimieron ese tono épico-bélico y heroico tan marcado del Sr. de los anillos, la parte fantástica fue una forma de superar o sublimar todo el horror vivido, y la magia de los nombres y lugares, el profundo conocimiento lingüístico y de la cultura antigua inglesa de Tolkien.
    Lo curioso es que a pesar de tener desde siempre mucha imaginación, nunca me enganché, ni con la trilogía del Sr. de los anillos de Tolkien, ni con la otra obra fantástica escrita por el también gran amigo de Tolkien, CL Lewis, las Crónicas de Narnia. Las empecé a leer las dos, pero sobre todo el Sr. de los anillos se me hizo imposible de seguir por sus cien mil millones de nombres y lugares extrañísimos, a parte de que al no tener visión espacial y ser incapaz de situarme en un plano -imprescindibles para situarte, sobre todo en el Sr. de los anillos- me perdía constantemente, pero como la vida no deja de sorprenderte, cuando mi hija tenía como 11 o 12 años – ella, que es las antípodas de mi, desde los cuatro años me llevaba casi ella a mi a los sitios, en lugar de yo a ella- descubrió el tocho, porque creo que son más de 1000 páginas la trilogía y se enamoró absolutamente de ese libro, igual que de Crónicas de Narnia, así que como cada noche, una de nuestras costumbre era meterme un ratito con ella en la cama, charlar y leerle, siempre era este libro y las crónicas de Narnia los elegidos, sin quererlo y gracias a ella, me fui adentrando en ese mágico mundo. No obstante nunca lo leí completo, sólo los ratos que compartía con ella. Aun hoy en mi casa, cuando se quiere decir que un lugar quedada muy alejado, decimos bufff ..”queda en Mordor” o si alguien es así, muy rarito, decimos “parece Gollum” Conste que a pesar de esto y de ver todas la pelis, nunca terminé de situarme del todo, mi problema con los planos no se me ha curado nunca, cuando tengo algún asunto de fincas y voy con los peritos se ríen de mi porque necesito hacer dibujitos para situar las construcciones y todo, para mi decir norte, sur, este y oeste es como hablarme en chino, así que tengo que tomar referencias, dibujo un árbol o un poste o lo que sea que me sirva para luego saber donde está cada cosa. En fin, muy agradable este paseo por la campiña Tolkiana de tu mano, mil gracias y un abrazo : )

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué historia más entrañable la de tu hija y ese mundo imaginativo que construye en torno a la lectura. A mí me pasó algo parecido con mi hermano, que devoraba todo tipo de literatura fantástica, mientras yo le emplazaba a prodigarse más en lecturas en las que le quedase un poso de cultura e historia. Había implícita en mí algo de la vanidad, que cuando mucho tiempo después leí la trilogía e incluso El Hobbit, me pareció de una calidad literaria que me compensaba de mi petulante ansia de conocimiento, además con creces. A Narnia todavía no ha llegado, ni siquiera Harry Potter que le encantaba a una chica con la que estuve saliendo un tiempo. Intenté leer alguna de las novelas de JK Rowling, y es cierto que algunos que salen del mundo de Potter, me han gustado bastante. De todas formas, nunca llegué a la profundidades de mi hermano, capaz de leerse toda la saga de Dune, que has descrito los hijos de Herbert. Eso me parece ya rayarr en los confines de la locura. Es curioso el caso de la TCBS porque la respuesta a los horrores de la guerra difiere de las vanguardias que salieron espoleadas de ese acontecimiento tan trágico. Quisieron como los prerrafaelitas, o Eliot, escarbar era un pasado idealizado y que le alejaba de los horrores del hombre moderno. Un placer tenerte por estos bajos María. Siempre condensas perfectamente el espíritu de las entradas. Un abrazo y cuídate. Y que tu hija te siga atrapando con sus mundos de fantasía. Cuidado si en algunos mapas de esos topográficos, de pronto descubres que te encuentras en medio de la Tierra media. A Mordor enviábamos a unos cuantos.... jajaja

      Eliminar
  4. Leí El señor de los anillos a finales de los años setenta, cuando aún no se habían publicado todos los tomos y hube de esperar a que aparecieran el segundo y el tercer, volúmenes. Guardo un recuerdo fundacional en aquella lectura y no he querido volver a ella ni ver las películas que se han hecho. El universo de Tolkien se ha divulgado tanto que ya no es ningún secreto ni nada apto solo para iniciados como cuando lo leí yo. Perdí mis ejemplares porque los he ido dejando a amigos. Mi recuerdo es por ello dual. Quería a Tolkien solo para mí, y estaba enamorado de Gandalf sobre el que había pintadas en París en el mayo francés de 1968 que rezaban "Gandalf al poder". Disfruté muchas horas con esta trilogía, un fenómeno que me recuerda a mi lectura iniciática de Dune, cuando nadie la conocía o Las enseñanzas de don Juan de Carlos Castaneda. Estas obras, junto al Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, forman parte de mi conformación como lector en los años setenta y ochenta, y recuerdo que eran también mis primeros años como profesor de literatura y en mis clases proyectaba en mis alumnos los universos descubiertos. Miro este tiempo lector con una enorme nostalgia, pero no quiero volver a él por si me decepciona. No puedo volver a leer como lo hacía entonces, no soy el mismo y eso da medida del drama inexacto que es la vida. Un saludo, Sergio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me ha encantado, Joselu, esa información de contexto que nos aportas como lector de una época del Señor de los anillos, en cierto modo iniciática para ti. Como esa aparición de Gandalf en las revueltas del sesenta y ocho, que frisaron con tantas entelequias, que el gran mago nos parece más real que muchas de ellas. Después como se suele decir, la imaginación no tomó el poder, sino el dinero.

      Para mí, en mi formación como lector tuvo mucha más importancia el Cuarteto de Alejandría, o El almuerzo desnudo de Burroughs. También la poderosa literatura hispánica de la Edad de Plata, que me dejó una profunda huella en mi veintena. A Tolkien llegué con cierto desdén, el propio de la ignorancia y de quien se cree como lector de Joyce y de Proust, estar por encima del bien y del mal. Escuchaba a mi hermano que me imploraba que lo leyese, si hacía una defensa tan encendida de los valores literarios. Hasta que un día cayó en mis manos la primera parte de la trilogía, y quedé completamente rendido a la prosa de Tolkien. Más tarde a sus universos con tanta reminiscencias de la realidad como nos han mostrado todos sus especialistas. En concreto, de la huella tan profunda que le dejó el bagaje en el frente de la Gran Guerra y esa batalla maldita para los amigos de su generación, que fue el Somme. No me imagino,Joselu, que habría sido de mí, si la mayor parte del círculo de amigos tan influyente en mi vida, hubiera desaparecido por una maldita guerra. Habría sido como vivir una vida castrada. Un saludo y gracias por pasarte por aquí.

      Eliminar
  5. Con permiso de Sergio.

    "...No puedo volver a leer como lo hacía entonces, no soy el mismo..." Una frase para enmarcar, Joselu.
    Muchas veces sin saber el motivo, cuando releemos un libro que hacía unos años habíamos leído por primera vez, nos decepciona. Y es que no somos los mismos, y la comprensión, y nuestras circunstancias, son diferentes.
    Hay pocos libros que se hayan salvado de esa "quema", al menos para mí: que yo recuerde: La lámpara maravillosa, de Valle Inclán; Cien años de soledad, que lo encuntro magnífico; El Quijote, que cada vez que lo leo me gusta más y van cuatro veces; y el 2666 de Bolaño, que es abiertamente uno de mis libros preferidos con cinco relecturas.

    Perdón, Sergio, pero la frase de Joselu creo que es muy buena y acertada, y me ha hecho pensar.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nada que perdonar, muy pertinente tu observación. A mí me pasó con las Confesiones de Félix Krull, de Mann, que leí sin la madurez necesaria y disfruté en una posterior relectura. Un caso parecido a Coronación de Donoso. Su personaje hasta cierto punto estrambótico para un adolescente, con la madurez que la releí, cobró nuevos visos para mí. Un saludo,Tot.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Sociedad de la Niebla

C asi en la noche de los tiempos La vuelta al mundo en ochenta días , nos metió los demonios de las prisas y el encanto de viajar por el mundo. De la tierra a la luna , mi preferida, había avanzado más de un siglo la posibilidad de que el hombre hollase nuestro satélite. Muchos científicos se frotan todavía los ojos por lo próximos que estuvieron sus cálculos ¿Cómo lo hizo? Se preguntan sesudos.  Con todo, Julio Verne lucía esquinado en mis anaqueles, cuando Manuel Ontiveros me sacó del amodorramiento. - ¿Nunca te has preguntado por qué se adelantó tanto a su tiempo? - Señaló jubiloso a la parte más arrumbada de mi librería, a los ejemplares de Verne. -           Tenía una imaginación proverbial. -           Podría ser.-   me dijo enigmático Manuel, que parpadeó gozoso porque todavía me tenía enganchado con el misterio sobrevenido.- Pero podría ser por otra cosa. En Veinte mil leguas se adelantó a la invención del submarino ¿ Tampoco te lo has preguntado,

Los comienzos del más grande

E l micrófono valorado en más de un millón de dólares>> secretaba el televisor, que se hacía eco de un reportaje dedicado a un  cantante muy famoso. Nosotros en el duermevela de la siesta, alzamos atraídos por la noticia un párpado, para que se nos revelasen  las formas del instrumento, pero apareció aquel bulto envejecido. Antaño había producido la dicha en millones de sus seguidoras y  tuvo en el hito del Teatro Paramount , una de sus paradas en el camino de la fama. Aquella noche en cambio, el fenómeno iba a actuar en el Santiago Bernabéu . A todos los italianos les brillaba una sonrisa al escuchar su nombre, pues a pesar de los esfuerzos de su madre, una genovesa que según la leyenda renegaba de su orígenes, Frank Sinatra nunca renunció a aquellas amistades de barrio y a otras más comprometidas y menos recomendables ( Salvatore Giancana , mafioso que controlaba el ocio nocturno en varias ciudades, entre otros).    Al fin y al cabo, Frankie era un medio italiano

El anillo de Valentino

H ace mucho tiempo había escuchado una historia sobre la muerte de Rodolfo Valentino,  que nos inquietó. Danzaban las luces de las linternas en nuestros rostros por un inoportuno corte de luz que había provocado un huracán, de las decenas que habíamos soportado en Cayo Largo en los últimos años. - Era el ídolo de vuestra abuela, y cuentan que hubo muchos suicidios entre sus admiradoras, tras conocerse su muerte. En los reportajes de la época, unos camisas negras quisieron hacer los honores al féretro, pero los contrarios se opusieron, por lo que se armó una gran trifulca.  El gran Rodolfo Valentino en plena ola de éxito. -           ¿Unos camisas negras, tío? – Pregunté con mis ojos abismados en el miedo más absoluto. El huracán y esos espantajos del pasado, tan presentes en aquella estancia.  -           Sí, de Mussolini, pero no murió de una peritonitis.- Nuestro tío acrecentó el misterio con las cejas arqueadas. – O sí, pero provocado por un anillo.  Cuentan que