Ir al contenido principal

¿La lectura nos hace mejores?

 

Angustiado, mis nudillos se suspendieron sobre la puerta, detenido por un adarme de duda. Aún estaba a tiempo de largarme. Pero tamborileé de forma que la mucama me abrió presurosa. Después, con sigilo de gacela, en un lugar donde las horas me parecieron muertas, me condujo a aquella habitación. Donde habría esperado fuego en su quicio, y sin embargo, la penumbra se cernía en los ojos de aquel fauno de crines plateadas. Adormilado en una de las butacas del tresillo de flores, despertó repentinamente, y viró su cabeza mientras elevaba la voz en una pieza parca.


De Grete Stern - http://www.me.gov.ar/efeme/jlborges/1951-1960.html, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4529935
El gran Borges, en esa mediana edad. 

– Siéntese, por favor. – Pulsó el interruptor de una lámpara, con sus dedos gruesos, y bruñía la sonrisa con una inteligencia chispeante. – Yo por lógicas razones, no la necesito. Lo hago por vos, ya que me va a leer. - No le contesté, no por descortesía. Mi cabeza todavía flotaba en la escena que tuvo lugar el día anterior, el de la invitación. 

- ¿No sabés de quién se trata, loco? - Me preguntó Morla Lynch junior, el hijo del dueño de la librería en la que laburaba. Negué con la cabeza, si bien sentí una repentina congoja, cuando me advirtió de la identidad de quien me había solicitado leerle.  Junior con su barba de chivo loco y antiparras de abogado, no empleó la escrupulosa voz funcionarial de quien relata unos hechos burocráticamente. Estaba histérico. Por entonces, había oído su nombre, poco más. Yo era un adolescente atolondrado, que estudiaba filología, pero la de los antiguos. - ¡Qué suerte, Alberto! ¡A Jorge Luis Borges le ha gustado tu voz! - No sé, pero no se me fue la extraña sensación de acudir a una cita, o acusaba el arrobo del rocín, al que han comprado por sus dientes. 


De Fronteiras do Pensamento - Alberto Manguel no Fronteiras do Pensamento 2014, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=55834020
Alberto Manguel, el gran escritor e intelectual, que leía a Borges.


Me recuperé del trance en la casa del escritor, no había marcha atrás, en cuanto apareció una silueta tambaleante, de la madre, con esa perfecta melena esférica y gris. Doña Leonor preguntó a Georgie si teníamos suficientes galletas. Quería agradar a su lector, por esa mueca beatífica que orló su rostro. Georgie me emplazó a que acudiese a los estantes, y escogiese algún ejemplar. Sin embargo, me topé con un hipnotizante grabado de unas ruinas romanas de Piranesi. El escritor entendió que el tiempo que me tomé para su contemplación, fue un instante de vacilación. - ¿Está nervioso?

- Lo siento, señor Borges, me impone su figura. Además, le confieso que desde el bachillerato, no he leído nada en voz alta. Me da la imagen de colegial. 

- No me como a nadie. Tengo otros vicios, pero no el de la antropofagia. No se apure, en el pasado, lo extraño era no leer en voz alta.- Los ciegos tienen una sensibilidad especial para captar las emociones en el tono de voz, que me debió salir medroso. -  San Agustín reflejó por su paso en Milán, una anécdota curiosa, Alberto. - Yo seguía de pie, trémulo, pero su voz me infundía confianza. El señor Borges, me contó que el santo y filósofo había reclamado por su sabiduría la atención de la corte imperial, pese  a su juventud. De modo que le ofrecieron enseñar literatura y elocución en la ciudad de Milán. Lo que más le atrajo fue el hecho de convertirse en discípulo de una autoridad intelectual y moral, como San Ambrosio. El obispo de Milán, fue capaz de no ceder a la emperatriz Justina uno de sus templos, para que se profesase el arrianismo. Estas perlas al desgaire, las soltaba Georgie, salpicando su relato de gran ingeniosidad. Como la descripción de las orejas de San Ambrosio y de la barba rala, así como su pudiente barriga. - No tan grande como la de Santo Tomás de Aquino, que pedía que le hiciesen mesas a propósito, para que cupiera su protuberante tripa. Olvídese de esos retratos idealizados, la descripción de sus coetáneos es más fiel.  Y entonces, perdone que me salga de la historia. Pero resulta que San Agustín, confesó a su madre con perplejidad, que San Ambrosio hacía cosas muy extrañas, como apartarse para leer en silencio a su celda. ¿No le parece asombroso, Don Alberto?

Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=361248
Las destacadas oreja de Sam Ambrosio.

- No, señor Borges, si la lectura en nuestros tiempos es un acto individual. 

- Antiguamente leer en público era lo normal, y lo contrario un gesto de egoísmo. No lo digo por su miedo, que espero que se le vaya pasando poco a poco. - Hizo un gesto paciente. - No había costumbre más generosa que la lectura para otros, normalmente analfabetos. Incluso entre letrados. En el convento, un hermano lector, que se turnaba por semanas mientras los demás comían, imagine cómo le traicionarían los jugos gástricos y el suplicio de esperar a que todos concluyesen, para él precipitarse a por la pitanza. Hay historiadores como Suetonio que recogen momentos de gravedad, como cuando Julio César, que había decidido cruzar el Rubicón, y recibió una esquela de su familia en Roma, qué leyó en silencio, en su código, una de las técnicas de cifrado de mensaje  más antiguas, ahora que se llevan las historias de espías. El historiador, pretendía con esa lectura en silencio, resaltar que no era lo común y la gravedad que el momento requería.  


De Tommaso : d'Aquino - Este archivo está disponible en biblioteca digital BEIC y fue subido como parte de la sociedad con BEIC., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=41274882
La obra del Santo Tomás de Aquino.

- ¡ Qué interesante!

- Y para que se quede tranquilo, fíjese que una vez en Cayo Hueso, Florida, me invitó un rico potentado exiliado cubano. Hubo un doble exilio, cuando los españoles reprimieron a Céspedes, que no se avenía al Pacto de Zanjón, y luego con los barbudos.

- Son peores los barbudos que los españoles, señor Borges, no creen en la propiedad. 

De Juan Comba - (julio de 0022). "Habana, entrada triunfal del Excmo. Sr. D. Arsenio Martínez Campos, el 14 de junio último". La Ilustración Española y Americana (XXVII): 4., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31589084
Martínez Campos, recibido como un héroe, tras firmar la paz con los rebeldes cubanos. 



- Yo prefiero lo sajón, salvo Cansinos Assens. Pero como le decía, este anfitrión seguía fabricando cigarrillos. El suelo de Florida, ya sabe, la nostalgia de la tierra, no era como el cubano. Fui a una de sus fábricas, y me contó con secretismo vacuo, que me reservaba una sorpresa. Entre los trabajadores que enrollaban las hojas de tabaco con mimo, había un lector que leía mi Aleph.- El señor Borges me describió la mirada de ojos amarillos, intensa como la de un lince, la piel tostada, con los dientes ebúrneos del dueño de la tabacalera. Debido a su ceguera, me temí que fuera una impresión de su ubicua madre, que le acompañaba en aquella ocasión. El señor le dijo que su abuelo había importado la costumbre de las islas del lector en voz alta, que entretenía a sus trabajadores y hacía su labor más placentera. Mucho tiempo atrás, el libro preferido de los trabajadores de su abuelo, era el Conde Montecristo. Y los subordinados pidieron a Alejandro Dumas, que le permitiese nombrar a su creación más exquisita, uno de sus mejores cigarrillos, y a fe que los Montecristo son los mejores puros, con el título de la obra del francés.- Mi anfitrión me confesó que me había invitado, porque el Aleph era una de sus obras preferidas, y que si se lo concedía, cuando encontrase un puro digno de mi cuento, lo llamaría por el título de esa fantasía. Así, que salga del "a..puro", y léame, fíjese qué ilustres predecesores ha tenido. 

Durante dos años, leí con paciencia , porque Borges era partidario de frenarse en medio de un texto y realizar observaciones. Como qué habría pensado Robert L. Stevenson para crear el aspecto de unos de sus personajes, que sonaba a indeterminado en sus Nuevas mil y una noches. Un descuido de uno de sus escritores preferidos. Aunque si una pregunta me descolocó, fue una de las últimas que esbozó con enorme sutileza, como en él era costumbre.


De Lucius B. Truesdell - Original publication: 1934Immediate source: http://www.hplovecraft.com/life/gallery.aspx, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=36315129
Lovecraft, su figura y literatura, un universo paralelo y gozoso.


- ¿La lectura nos hace mejores, Don Alberto? Es decir, qué cree, que somos mejores los que leemos. Hay grandes hijos de su madre, como Ferdinand Céline que escriben tan hermosamente. - Y su pregunta se apagó, para que le pasará seguidamente a leer a Evelyn Vaugh o ese tomo envejecido en el cuero de HP Lovecraft. Aquella tarde bajaba  las escaleras con sumo cuidado, con la pregunta que me carcomía. ¿La cultura nos hace mejores? Y pensaba en los alemanes, que probablemente fue la nación más culta del siglo XX, y no obstante, descendió a los Avernos de dos guerras terroríficas. Me preguntaba si alguien leería mis reflexiones, y si ese hipotético lector consideraría que la lectura nos hace mejores. Al impenetrable Franz Kafka, le parecía que nada sustituía a la realidad, ni el mejor de los libros. ¿Y usted qué piensa de todo esto real o fantásticamente, querido lector? 

Coda final. Estas líneas se inspiran en el apasionante libro de Alberto Manguel, Una historia de la lectura. Un viaje obligado para los grandes curiosos y lectores. He ficcionado sobre algunas partes, los diálogos sobre todo. Para un viaje más real, lo cuenta el propio Manguel en su obra: Con Borges





Comentarios

  1. La lectura no nos hace mejores personas. Puede hacer muchas cosas pero esta no. Y yo soy la prueba evidente que me he pasado la vida leyendo desde los cuatro años. Puedo ser curioso, inquisitivo, tener un gusto más o menos refinado, más o menos culto, pero no pienso que sea mejor persona que algunas que conozco, especialmente una, que ha leído muy pocos libros en su vida, pero es un prodigio de humanismo y generosidad espontáneos. Puede que incluso la lectura nos haga arrogantes y fatuos. La cultura nos abre puertas, eso es cierto, pero la bondad se lleva dentro del alma -y hablo de alma yo que he escrito que solo existe el cerebro-. No, la lectura no nos hace mejores. Me ha encantado la lectura sobre Borges y su lector Alberto Manguel. Borges es un personaje excéntrico, sin molde previo, totalmente único. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo, Joselu. La lectura nos puede hacer más conscientes, pero la bondad y la maldad no son intrínsecas del desconocimiento o de la sabiduría, sino una condición natural. A ti, perdona el psicoanálisis y que te siente en un diván improvisado, te veo como una persona buena y sobre todo justa. Algo quijotesca, porque a pesar de perjudicarte, te he leído hablar de la injusta carga que vamos a legar a las generaciones venideras. Aunque vaya en detrimento de tus intereses. No buscas el medro personal. Eres una persona buena, y compleja. En continua búsqueda.

      En mi caso, una de las personas de una bondad más absoluta, no es por ceguera filial, fue la de mi padre. Enfrentó sus tribulaciones de forma sobresaliente, sin un rastro de ira. Yo intento seguir su ejemplo, aunque en mi fuero interno, tengo reacciones más vehementes, soy creo más contradictorio. Perdona que me siente también en el diván. Es esa humanidad, entereza, para mantener la calma, ante los agravios y situaciones adversas, la que más admiraba de mi padre. Y en cambio, era una persona muy culta. A muchos de sus posicionamientos y pensamientos he llegado de una forma más tardía. Recuerdo, cuando iluso le pretendía rebatir algunos de sus argumentos, y que él sin un asomo de condescendencia, me respetaba como buen liberal que era. Un saludo, Joselu, un placer leerte.

      Eliminar
  2. He de confesar que no sabía quién era el lector de Borges, pensaba, ya ves, que era una lectora, tampoco sabría explicar el porqué.

    Hay en la entrada una magnífica exposición de hechos que nos lleva a la vida del gran, creo que el mejor, escritor argentino, denostado por muchos por su carácter individualista, poco proclive a la comunión con el "estado" o los sistemas, fueran democráticos o no.
    Borges era un metafísico, su Aleph así lo corrobora.

    Me ha hecho gracia varias palabras que se aplican en el texto: mucama, laburo...son lunfardas, palabras del vocabulario porteño que pocas personas, salvo las que han vivido en Buenos Aires, saben de su significado.

    Efectivamente, Sergio, "Antiguamente leer en público era lo normal", y por ello, en el acto más consensuado, en la comuna religiosa, en el refectorio, mientras se comía en silencio, había un "lector". Este podía haber pedido la lectura y dar esa comida que no iba a ingerir, al "Señor", en señal de penitencia.

    A la pregunta que se le hace a Alberto, si "la lectura nos hace mejores", servidor no sabría que contestar, pero de lo que sí está seguro es que ser analfabeto te hace en inferioridad de condiciones.

    Volveríamos a aquello del concepto conforme el autor: Celine, el inquisidor Lope de Vega, Hergé, Grass, Cela, Caravaggio, Sironi, Speer...no hace que sus obras dejen de deslumbrarnos por tener una ideología con la que no comulguemos, las obras de arte son eso, obras de arte, indiferentemente de quien las haya diseñado, creado o construído.

    En todo caso, si con la cultura nos va mal...¿cómo nos iría sin ella?

    PD: Pendiente de leer el libro que nos recomiendas.
    Un placer y un abrazo







    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encantan tus reflexiones, porque denotan ese poso filosófico, de darle la vuelta a las preguntas y a las ideas, para llegar a conclusiones que distan de las cuestiones más triviales. Es verdad que la cultura y el conocimiento no nos hace mejores, pero sí nos hace más conscientes de nuestro entorno. Podríamos caer aquí en un laberinto de conceptualizaciones, y como el filósofo Gustavo Bueno preguntarnos por la superficialidad y plasticidad que ha alcanzado este término. En ocasiones con acepciones peyorativas por las inclinaciones ideológicas que se derivan de quienes se erigen como eternos representantes. Sería otro debate, gran Tot.

      Estoy contigo en que Borges es el escritor más fascinante, un extraño entre los grandes, capaz de fabular con su erudición y los mundos más cercanos. El Aleph es para mí el mejor cuento fantástico. Supera a pesar de poner los pies de los lectores sobre un terreno que nos es conocido, a cualquier relato fantástico.

      Y por otra parte, como dices, volveríamos al concepto conforme al autor. La vida disoluta de Caravaggio, ¿nos dice algo de su obra? El oportunismo en determinados sucesos de Rafael Alberti, minusvalora sus grandes capacidades como poeta. En ningún modo. Conozco casos de gente cercana, que han dejado de leer a un autor que era su preferido, porque disentían de su ideología, o por algún aspecto desafortunado de sus vidas. Asimismo, ser íntegro no está reñido tampoco con la cultura. Aunque Rousseau envidiara en la distancia a los agricultores, porque no eran conscientes ni se preguntaban por el significado de la palabra felicidad. Esa ignorancia hacía sus vidas más sencillas.

      Y esas palabras del lunfardo, las he escuchado en mi infancia. Como garúa(niebla), la mina (mujer) o el otario. Es curioso, tenemos una raíz casi común. Medio italiana, medio argentina, y en España nos hemos asentado. Tú en Cataluña y yo en Madrid. Quizá sea ésa la vacuna que nos ha indispuesto contra los nacionalismos de cualquier índole. Un abrazo y cuídate, Tot.

      Eliminar
    2. El gil, la guita, el pibe y la macana,
      la yapa, la mina, el guacho y la mucama.
      Todo ello es, y a ello me remito,
      lunfardo; lunfardo triste, amargo y no finito.

      Miquel

      Eliminar
  3. Chicana, guita, mangos.... me hacen gracia muchos de los términos, que se han infiltrado en el habla común de otras regiones de Argentina. Grande, grande, Tot.

    ResponderEliminar
  4. A la pregunta de tu título, me atrevería a decir que no necesariamente, pero sí bastante más interesantes que la gente que no lee, interesantes en el sentido de que alguien que lee, suele tener argumentos para defender las posturas vitales que adopta, los que no lee, repiten consignas, pero ahí se acaba todo, porque hay personas que no hay leído en su vida y su experiencias vital les ha hecho interesantísimos y sabios, sin ser cultos. Con BORGES, me ocurre parecido a lo que me ocurre con Ferdinand de Saussure, tras leer el Principito, lo he lído varias veces porque me parece una joyita, imaginaba que su autor tenía que ser una ser angelical, casi etéreo, descubrir que fue un misógino empedernido que amargó la vida a su esposa, le tiró de su pedestal y no quiero decir que un buen escritor tenga que tener por norma una vida intachable, en absoluto -Bukowski por ejemplo, fue un borrachín desmadejadamente desastroso y sin embargo, un buen escritor- pero sí que resulta difícil de comprender y no deja de ser chocante, que alguien que escribe con una sensibilidad exquisita, cuyos mensajes inspiran la extrema bondad del individuo, resulte ser, poco menos que un monstruo en su vida. Borges, no, para nada, desborda inteligencia e imaginación, sin embargo, escuchas algunas entrevistas suyas y sobre todo, un libro, que no os recomiendo, porque sin hacer sangre en el personaje, en él y otros de los que trata el libro, a través de entrevistas que mantuvo con ellos, va dibujándolos, por eso resulta creíble, en fin, no lo deja nada bien parado, se titula Escritores descalzos de Rodolfo Bracieli. Nuestro inefable Jorge Luis Borges Acevedo, como Quevedo, a quien admiraba, ya que los dos terminan en –vedo jajaja fueron genios de la literatura, inteligentísimos e intelectuales de altísimo nivel, sin embargo, no demasiadas buenas personas o eso parece. Quevedo mucho más corrosivo, Borges más cínico, le gustaba chichar, disfrutaba fastidiando. La ambición por trascender, para muchos fue el motor de su obra, perdido en sus muchas falacias -mintió hasta en el año de su nacimiento- acabaría convirtiéndose en un personaje ficticio perdido en la realidad, sintiendo que sólo era hombre mientras escribía, dicho por él, esto, sumado a sus alardes racistas, en fin.. que este viejecito invidente, adorable y agarrado a un bastón siempre, como nuestro Antonio Gala, mejor que no hubiera sido tan prolífico en dar entrevistas porque su tremenda seguridad al expresarse, quizá nos haya trasladado una imagen ni siquiera justa, con lo que de verdad fue su persona..sea como sea, eso no merma nada en absoluto su genialidad como escritor, mira, espera, voy a buscarte un trocito de una de las entrevistas, se le dio mucha publicidad así que seguro que está suelta y así comprenderás mejor lo que intento decir.. un segundo.. ( y que nos perdone Borges, tiene su gracia a pesar de todo, era tremendamente agudo y ocurrente : )

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, era de un desbordante ingenio, María, algo despectivo en ocasiones. Recuerdo el repudio que le producía la creación literaria hispana más contemporánea, de la que únicamente salvaba a su maestro,Rafael Cansinos Assens, o se burlaba de la prosa excesivamente burilada de algunos autores. Es verdad que con su inseparable Bioy Casares compuso algunas de las páginas más memorables en castellano. La única novela o relatos grandes su biografía, llena de mitificación y mixtificación según algunos de sus críticos. A mí me encantó. Luego se movió entre aguas políticas, criticando el peronismo como al militarismo fatuo. Llamó lo que provocó no pocas erisipelas entre sus compatriotas, a la Guerra de las Malvinas como la pelea de dos calvos por un peine. Quizá un espíritu más chaquetero acorde con su tiempo, pero sus declaraciones como aquéllas en las que añoraba la ley y el orden por encima de cualquier sistema, y que interpretaron como un guiño a la dictadura militar, le costarían un Nobel, que le escamotearon de largo. Es una de las omisiones más penosas de la historia de los premios más universales.

      Eliminar

  5. Extracto de la entrevista entre Borges y Braceli :

    —Braceli, Rodolfo Braceli.
    —Italiano... del país del Dante.
    —No, soy argentino, y aunque por mi apellido parezca descendiente de italianos desciendo de españoles. Mi padre nació en Valencia, en Alicante. Por rama materna vengo de vascos, mi madre se apellida Zarategui.
    —¿Vasco? Yo no entiendo cómo alguien puede sentirse orgulloso de ser vasco... Los vascos me parecen más inservibles que los negros, y fíjese que los negros no han servido para otra cosa que para ser esclavos... Se habla de la voluntad vasca, de la terquedad vasca... ¿y para qué les ha servido? Nada más que para ser españoles o franceses. Han producido unos pintores execrables y un escritor insoportable como Unamuno. Lo demás que han producido son buenos pelotaris... Mire, yo tengo sangre vasca también; varios apellidos me delatan ese origen. Sin embargo, pienso que los vascos no han hecho nada, nada; son sólo notables por ser uno de los países más estériles del mundo.
    —Qué voy a hacerle, Borges, me gusta decir que vengo de vascos.
    —Realmente, no me explico por qué la gente siente tanto orgullo por ser vasco... Ya le dije, yo también tengo esa sangre, pero cuando enumero mis orígenes soy muy cuidadoso en olvidarme de los vascos... Ahora, Valencia es otra cosa... Mire, recuerdo algo que anoté en uno de mis cuentos: los vascos no han hecho otra cosa en la historia que ordeñar vacas, se han pasado los siglos ordeñando.
    —¿Cuánto hace que no lee, o no le leen, a un escritor vasco?
    —El último fue el insoportable Unamuno; ese hombre absurdamente aspiraba a seguir viviendo, perseguía la inmortalidad.
    —Entonces, no sé, discúlpeme, pero me parece que está hablando sin muchos fundamentos.
    —Caramba, otra vez usted me quiere pelear... ¿Seguro que aparte de periodista no es abogado?

    …………………..

    En fin, lo dicho, casi me da pena dejarte este borrón, tras tu entrañable dibujo de él, seguro que no nos lo tiene en cuenta, sabe que es sin mala fe y que a pesar de todo, le queremos : ) Mil gracias como siempre, por tus particularísimos retratos, eres un buenísimo retratista de instantes… ah! no quiero irme sin decirte que me dejaste partida de la risa con tu comentario jajaja me has dado una idea, para poder leer la siguiente entrada os voy a pedir la VISA y el pin por adelantado jajaja Un abrazo muy fuerte!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces el personaje se devora a la persona y era esa necesidad de epatar, de convertirse y responder a esa imagen de fiesta de la inteligencia que representaba Borges, la que le hacía sacar los pies del tiesto. Es esa necesidad de bogar contracorriente, la que le iba a costar pues no ser tan reconocido como su literatura merece. Inconveniencias que el granjearon enemigos por todos lados, cuando el Borges más real, no es el que comulga con la dictadura ni se burla de los militares, sino la de un intelectual embargado por los libros y que rumiaba sus ideas, al margen de todos. La entrevista se hace dura, María. No todos los grandes escritores, y estamos ante uno de los más importantes del siglo XX, se han destacado por ser tipos bonancibles. La de los genios es una estirpe complicada. El que a VISA no es traidora ... jajajaja

      Eliminar
  6. La diferencia entre Unamuno y Borges estriba en que si uno, este último, era personalista, incluso despectivo, Unamuno, en su estado permanente de congoja, Kierkegaard lo llamaría desesperación, (los argentinos dirán "-desesperación tranquila"-), Unamuno, insisto, diría que lo que le importaba de la persona no era lo que pensaba con respecto a él, sino la persona misma como tal sin importarle su, en este caso mala opinión.
    A Borges le salva lo que le salva, que sabe escribir, no escarbaría mucho más. Unamuno era todo consecuencia, Polemizó con Primo de Rivera, pero lo hizo también con Sabino Arana que le acusó de "españolista".
    Pero la entrada habla del escritor Borges, y no del filósofo Unamuno. Así que aquí me paro.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí Unamuno, gran Tot, me parece una referencia moral. Borges, se buscó enemigos en batallas que otros por cobardía, o comulgar con las opiniones vigentes en el mainstream que dicen ahora, no se metían en esas ciénagas. Le penalizaron injustamente por esas disputas. O que accediera a determinadas instancias culturales y las aceptara mientras sobre Argentina se cernía una dictadura. Prefería como manifestó en numerosas ocasiones, el orden a la anarquía. Aunque ese orden llegase a las restricciones de las libertades que comporta una dictadura. También le escuché en algunas declaraciones, que por temperamento, quizá las democracias sajonas con sus libertades y respeto del contrario fueran el mejor régimen, pero no el más adecuado para Argentina. Le postergaron por esos enjuagues, sin embargo, no se implicó tan descaradamente como otros en movimientos totalitarios. Me refiero a Pablo Neruda, que fue premiado como no podía ser de otra forma, porque convencieron a uno de los miembros del jurado de la Academia que era liberal, para que levantase su veto. Recoge ese proceso el gran Jorge Edwards en su obra Persona non grata. Él participaba de la legación en Francia de Allende, que quería recabar un apoyo internacional a su política de nacionalizaciones. Es curioso que el escurridizo Miterrand, que llevaría a cabo y prometía por entonces un programa de nacionalizaciones parecido al del chileno, se procuró no darle un apoyo tan explícito. Ahí en esas luchas y entorno, recibió Neruda la noticia de su premio Nobel. ¿Cómo se olvidaron de Borges en la Academia?

      En cuanto a figuras, más controvertida la de Ortega y Gasset, que la de Unamuno. Las dos son no obstante para mí, junto a Chaves Nogales y otras personalidades, de lo más admirable de nuestra historia. Un saludo, Tot.

      Eliminar
    2. Creo que hablamos de figuras excepcionales, Sergio, de ellos sus ideas, y aparco ideologías, como todos, tengo las mías, que en ocasiones comulgan y, en otras tantas, dejan de hacerlo.
      Un abrazo

      Eliminar
    3. Efectivamente. Son grandes, independientemente de sus ideologías. Yo no entiendo que se deje de leer a autores por ser demasiado fascistas o comunistas. Otra cosa es que se erijan algunos en oráculos ideológicos, papel que nadie les ha arrogado. Yo seguiré consumiendo su obra si me parece interesante. Es más, considero que debes tener una perspectiva amplia y unos oídos que escuchen cualquier tipo de ideas, para no encerrarte en un caparazón y adaptar el mundo a una cerrazón única de ideas. Un saludo, Tot.

      Eliminar
  7. Hace un par de años leí el libro de Manguel, incluso me crucé con él un par de veces en la Biblioteca Nacional Argentina siendo él su director y yo un simple investigador elaborando su (mi) tesis de maestría. Un intelectual y un erudito muy bastardeado y utilizado en nuestro país para ser luego desechado, como sucede con la mayoría de los intelectuales argentinos.
    Por algo donó parte de su biblioteca a la ciudad de Lisboa y no a Buenos Aires...

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El mundo es un pañuelo J. Qué alegría cruzarte con una persona de su ingenio y cultura. Yo llegué a Manguel, que conocía como ese corimbo de nombres habituales de la literatura, pero me encantó cuando leí una entrevista en la que hacía una recensión sobre la historia, la ciencia y los mitos, con un ejercicio de erudición que me sorprendió gratamente. Y me hice con algunos de sus libros. Un placer leerte,J. Cuídate.

      Eliminar
  8. No es necesario que lo publiques por aquí, Sergio, pero para llegar más rápido a ti te comento que en las respuestas a María, en su bloc, te dejé antes de ayer una entrada de un local porteño que te gustará, la filmación es de la primera semana de este mes, o sea, nueva y verás que cosa tan hipnótica...
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias,Tot, cuando pueda me paso para echarle un vistazo,que sabes que esas anécdotas e imágenes, me reconcilian con lo más hondo de mis raíces.

      Eliminar
  9. Por cierto, has sacado un tema espinoso en tu blog, que he de reflexionar, para no lanzar una respuesta compulsiva. Cuando pueda me paso. Un saludo,Tot. Y muchas gracias siempre.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay subvenciones que dan risa, la de Hidalgos de España, la de las Fajas y Blusas, las del Amigo del Cerezo...y no tomo el pelo, sólo hay que buscarlas en él las páginas de Trasparencia del Ministerio de Hacienda.
      Este es un país muy extraño, SERGIO; deniegan media docena de veces las subvenciones del ELA, que son treinta mil afectados a los que les es menester la ayuda, y, sin embargo, se bonifica al empresariado y a los sindicatos con lluvia de millones...
      Un abrazo y perdona por esta entrada en un lugar donde no le corresponde

      Eliminar
    2. Es que causarían hilaridad, si no fuese porque otras asociaciones más necesitadas como la de enfermos de ELA,no recaban los fondos necesarios o España es de los países de la UE que menos tratamientos innovadores, aprobados por la agencia del medicamento Europea, financia. No llegamos ni al 60%. Necesitamos replantearnos el tamaño del estado, reducir subvenciones y las que se hagan, que estén completamente justificadas. No digo nada de la exigua fiscalización que se hace a la postre, de esos fondos que se han trasladado a organizaciones que no se sabe si han cumplido el cometido para el que habían sido diseñadas.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Sociedad de la Niebla

C asi en la noche de los tiempos La vuelta al mundo en ochenta días , nos metió los demonios de las prisas y el encanto de viajar por el mundo. De la tierra a la luna , mi preferida, había avanzado más de un siglo la posibilidad de que el hombre hollase nuestro satélite. Muchos científicos se frotan todavía los ojos por lo próximos que estuvieron sus cálculos ¿Cómo lo hizo? Se preguntan sesudos.  Con todo, Julio Verne lucía esquinado en mis anaqueles, cuando Manuel Ontiveros me sacó del amodorramiento. - ¿Nunca te has preguntado por qué se adelantó tanto a su tiempo? - Señaló jubiloso a la parte más arrumbada de mi librería, a los ejemplares de Verne. -           Tenía una imaginación proverbial. -           Podría ser.-   me dijo enigmático Manuel, que parpadeó gozoso porque todavía me tenía enganchado con el misterio sobrevenido.- Pero podría ser por otra cosa. En Veinte mil leguas se adelantó a la invención del submarino ¿ Tampoco te lo has preguntado,

Los comienzos del más grande

E l micrófono valorado en más de un millón de dólares>> secretaba el televisor, que se hacía eco de un reportaje dedicado a un  cantante muy famoso. Nosotros en el duermevela de la siesta, alzamos atraídos por la noticia un párpado, para que se nos revelasen  las formas del instrumento, pero apareció aquel bulto envejecido. Antaño había producido la dicha en millones de sus seguidoras y  tuvo en el hito del Teatro Paramount , una de sus paradas en el camino de la fama. Aquella noche en cambio, el fenómeno iba a actuar en el Santiago Bernabéu . A todos los italianos les brillaba una sonrisa al escuchar su nombre, pues a pesar de los esfuerzos de su madre, una genovesa que según la leyenda renegaba de su orígenes, Frank Sinatra nunca renunció a aquellas amistades de barrio y a otras más comprometidas y menos recomendables ( Salvatore Giancana , mafioso que controlaba el ocio nocturno en varias ciudades, entre otros).    Al fin y al cabo, Frankie era un medio italiano

El anillo de Valentino

H ace mucho tiempo había escuchado una historia sobre la muerte de Rodolfo Valentino,  que nos inquietó. Danzaban las luces de las linternas en nuestros rostros por un inoportuno corte de luz que había provocado un huracán, de las decenas que habíamos soportado en Cayo Largo en los últimos años. - Era el ídolo de vuestra abuela, y cuentan que hubo muchos suicidios entre sus admiradoras, tras conocerse su muerte. En los reportajes de la época, unos camisas negras quisieron hacer los honores al féretro, pero los contrarios se opusieron, por lo que se armó una gran trifulca.  El gran Rodolfo Valentino en plena ola de éxito. -           ¿Unos camisas negras, tío? – Pregunté con mis ojos abismados en el miedo más absoluto. El huracán y esos espantajos del pasado, tan presentes en aquella estancia.  -           Sí, de Mussolini, pero no murió de una peritonitis.- Nuestro tío acrecentó el misterio con las cejas arqueadas. – O sí, pero provocado por un anillo.  Cuentan que