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Qué narices las de Virginia Woolf.

 

Ese azogue frío que absorbe el alma, un gesto seco que le devuelve el espejo, y sobre todo, la nariz afilada como una daga, que quiebra la armonía de su rostro. Malparido, a diferencia del de su hermana Vanessa, cuya protuberancia se reafirma con hermosura. Virginia Wolf vuelve a empolvarse, en esta ocasión, más que su debilidad estética, le preocupan las tornas de Centro de Europa, y que su nariz sea indicio de un remoto judaísmo. Había sido invitada a un ciclo de conferencias, que incluyeron una visita a Alemania y que girará en torno a su literatura. ¡Se volvían a leer sus libros! Sin embargo, a medida que se acercaban las fechas, sobreviene ese miedo cerval, incontrolable. Un carácter bipolar,  depresiones esa hoja de acero frío muy adentro del alma, como hacer un mundo de cualquier nimiedad, son las improntas de su personalidad.


De Desconocido - Harvard Theater Collection, Houghton Library, Harvard University, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=36753923
La gran escritora, Virginia Woolf


Pero esta vez quizá tenga razón, por mucho que su marido campechano, Leonard Woolf, que sí era judío, restara importancia. - Ahora se quieren llevar bien con los británicos. Hitler habla de paz, de todo menos de la odiosa guerra, y además, querida, nosotros somos ciudadanos británicos. - Un mohín de recelo en la escritora. - No me pasará nada, te lo aseguro. - Contaban tantas historias, arrugó el entrecejo Virginia. Auténticas tropelías de los nazis, que se habían quitado la careta, ya que no necesitaban  guardar las apariencias. La Olimpiada había pasado, y para regocijo de los Woolf, Jesse Owens les demostró a los nazis que la superioridad racial, no era más que un espejismo. 


By Acme News Photos - sourcefrontback, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38507104
Jesse Owens, uno de los mayores atletas de la historia.

Otra vez los miedos inconfesables. Solamente se los contaba a su hermana, Vanessa. Aunque desde acaecido aquéllo, sentía que un velo invisible de vergüenza, les distanciaba. Las escenas del retozo en la memoria,  cuando cogió in fraganti a los amantes. No se podía quitar esa imagen, en la que contempló cómo Duncan Grant embestía por las nobles posaderas a Vanessa. Las piernas tornasoladas, revestidas en las medias y los gemidos de Vanessa, se contraponían a las nalgas inusualmente velludas del galán. Esa intimidad, por más que fuera carne de su carne y el ridículo de la escena, le seguía produciendo rubor.

 La Woolf vivía también un amor muy carnal con su marido. Después de veinticinco años, Leo supo mantener esa llama que le hizo sentirse una mujer  deseada. Él la cuidaba y amaba de otra forma. Y le perdonó el romance que mantuvo con Vita (Vita Sackville-West), que comenzó con unos besos que se les escurrieron a las dos damas, como surgidos de la nada. No se imaginaba cómo Leo soportaba a una tarada como ella. A veces, buscaba en Cornualles, arribada a la playa toda la familia esas imágenes felices de su niñez, antes de que muriese madre. Con todo, su primera crisis depresiva grave tuvo lugar cuando falleció  padre, por el que sentía un verdadero apego. - Cómo seguir cuando son más los que te faltan. -  Y le invadía una tristeza umbría, cuando se dirigía a su reflejo en el espejo de su coqueta. - Me faltan físicamente, siento su ausencia, cada día, con dolor. 


De Philip de László - http://www.delaszloarchivetrust.com/egalery.php, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3755353
Vita, la amante de Virginia.

Más colorete, quizá así su prolongado apéndice se escondiese de las miradas insidiosas de los nacionalsocialistas. Le habían contado episodios, no era lo mismo que leerlo en prensa. Ya lo sabía, temía(1) por su marido, que como habíamos dicho, sí que era judío y que pese a todo, vivía despreocupado. 

- ¿Te acuerdas de los Wachovski? - Leonard le había preguntado la pasada noche. Virginia asintió, medio somnolienta. Su marido, más que hablador, era farfullador y cuando se quitaba parte de la dentadura postiza, casi ininteligible lo que decía. El cabeza de familia de los Wachovski era uno de de los  cirujanos más prestigiosos de Alemania, una eminencia. Primero le expulsaron de su profesión, y luego arianizaron sus propiedades. - Se fue con lo puesto a Francia, cariño. - Leo y el señor Wachovski eran muy amigos por los veraneos que habían pasado juntos en Baden Baden, antes de la Gran Guerra. 


De Werner Würbel - https://www.olympic-museum.de/poster/olympic-games-poster-1936.php, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=108119080
Olimpiadas de Berlín, 1936.


Seguidamente, Virginia se dispuso a ojear una revista para olvidarse de sus preocupaciones. El Motion Picture, que en su sección de leyendas del celuloide recordaba la figura de Rodolfo Valentino, su muerte en la cima, y su desvalimiento le consoló. No debía confesarlo, una mujer de su altura intelectual, a la que también le gustaban los chismes. En ensueños se preguntaba si Rodolfo habría vivido un amor con June Mathis, una mujer con pantalones como se decía con desdén entonces. ¿No se podía ser femenina y dar órdenes? Las féminas habían de defenderse entre ellas. Las sufragistas, las ejecutivas como Mathis. También a esa actriz que le encantaba, la Pola Negri, que tachaban de oportunista, por proclamar que se había prometido con Valentino en su entierro. Adicción a las cámaras y a la prensa, según publicaban algunas manchetas a propósito de las declaraciones de la Negri durante las exequias de Valentino. Aunque la que le hacía más gracia era Tallulah Bankhead, con sus giros masculinos, gestos procaces. Bankhead le resultaba como una bomba dorada en un valle de lirios. 


De United Artists - [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9895155
El Rodolfo de la cumbre cinematográfica. 


Así, la escritora logró dormirse sin que el inoportuno de Leo, al que adoraba, le viniese a contar sus historias de última hora. A la mañana siguiente partirían a esa gira de conferencias que tocaba tierras germanas. Continuaba sin explicarse cómo le dieron el visado a su marido. Semanas más tarde, retornaron a tierras inglesas sin contratiempos. No se hablaba de otra cosa. En Múnich se había salvado la guerra, a costa de los Sudetes de Checoslovaquia donde había una minoría alemana, reivindicada por los nazis. En cualquier caso, conocemos el final de ambas historias. Europa se precipitó a la guerra poco después, dado que Múnich no había sido más que un espejismo. La escritora, a la que la situación bélica, así como el bombardeo del hogar familiar, la sumió en uno de sus períodos de profunda tristeza, se sumergió con piedras en los bolsillos en el río Ouse, donde se ahogó. Tal vez su suicidio fuese una metáfora del hundimiento colectivo que experimentaba la gran Europa, que no había escarmentado con una contienda. 


Los espejismos de los Pactos de Múnich.


(1) No eran congojas descabelladas las de la gran escritora británica. Como sabemos, la Operación León Marino, de invasión de las islas británicas, incluyó listas de intelectuales, escritores, artistas en general, hostiles al nacionalsocialismo.  La famosa Lista negra, o Sonderfahndungsliste G.B. Un catálogo ordenado por el Führer, que recogía los tres mil principales enemigos de la ideología nazi, los personajes más ilustres de Reino Unido y futuros objetivos de las fuerzas de seguridad del régimen alemán. Por supuesto, en aquella ominosa lista, se recogían los nombres de Virginia Woolf y de su marido. 


Comentarios

  1. Mi apreciado Sergio:
    Hay tantas cosas que no sé en esta entrada que superan con creces a las que creo saber.
    No sabía la tendencia del pintor, me he enterado ahora, buscando por internet algo más de él. Como tampoco sabía que Virginia hubiera tenido amante femenina. Hoy, ya ves, todavía nos parecen escandalosas ciertas noticias, y hace más de siglo u medio eran de fondo común. Y no pasaba nada.

    Por otra parte, con la entrada, me has hecho recordar a Owen, y en él sus zapatillas de la marca Dassler, la empresa alemana fundada por los hermanos Adolf y Rudolf Dassler. Estas zapatillas eran de color negro, con tres rayas blancas en el lateral y clavos de metal en la suela. Pero fue Owen quien salvó a Adolf Adidas, pues Rudolf Adidas se pasó a la Alemania nazi(*), dado que los americanos, al entrar en el pueblo como salvadores y conquistadores, arrasaban con toda la maquinaria de las empresas alemanas en los pueblos, y al llegar a la fábrica de Adolf Adidas, este les enseñó que había hecho las botas para Owen, en una foto que tenían colgada en la pared. Ello les valió para que los americanos les encargaran toda la vestimenta del ejército, las pelotas de beisbol, las de rugby y los complementos y empezara su carrera meteórica en aquellas circunstancias, en el pueblo de Baviera denominado Herzogenaurach.

    Me ha gustado profundamente el final metafísico que has dado a la escritora y la comparación con la Europa del momento, en plena decadencia.

    Un abrazo


    (*) fue mucho más tarde cuando creó en el mismo pueblo una marca particular, llamada Dassler Puma, hoy conocida sólo por PUMA.

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    1. Es fascinante la historia de los hermanos Dassler, a los que el nazismo partió en dos, como otras divisiones internas que desgarraron al país teutón. La que desconocía era la anécdota fabulosa de las zapatillas de Owen y cuyo retrato con la pantera negra haciendo uso de ellas, salvó de la furia americana a la maquinaria de Adidas.

      Un placer leerte. Hace poco leí una biografía de Virginia Woolf, y nunca imaginé lo que hoy se llama bipolaridad, ni su triste final. Pero esta anécdota de la nariz y de la gira europea de Woolf, la extraje de un recopilatorio de episodios protagonizados por los nazis. Y ahí apareció la escritora medrosa, frente a un espejo, enfrentándose a una nariz de talla hebrea. Mientras reverberaba sus temores frente a esa gira. De la anterior biografía, me resultó curioso, que la gran Virginia se alterase en su ánimo por pequeñas bagatelas domésticas. Una puerta con una cerradura que no funciona....Era muy fuerte y a la vez de una fragilidad pavorosa. Un abrazo,Tot. Cuídate.

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    2. En ocasiones, como esta, me desvío del tema central, en este caso Virginia, pero es que, tal como he dicho antes, de ella alguna lectura, si, pero nada de su vida en particular, salvo lo que nos apuntas y que yo desconocía.
      Te dejo la primera parte de la historia de los Dassler.
      Adi del diminutivo de Adolf, y Das de las tres primeras letras del apellido.

      https://www.youtube.com/watch?v=zB4CKl4icKw

      Veo, además, que en la historia familiar de Virginia también salen pintores prerrafaelistas, del grupo de Dante Gabriel Rosetti, y que su vida siempre fue intrigante, llena de artistas pintores, así su marido, y rodeada de cultura.
      Un abrazo
      Gracias

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    3. Grande,Tot. Sí, siempre estuvo rodeada de una Camelot de artistas, y su enorme sensibilidad, la convirtió en un ser demasiado frágil. Supo ser mujer en una época dónde los convencionalismos se habían convertido en un corsé. Nada que ver frente al feminismo ventajista, que impera en nuestros tiempos. Un saludo,Tot.

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  2. Vivía en un ambiente liberal, en su casa eran habituales la élite de la intelectualidad británica… ese Camelot, de que hablas a MIGUEL, personajes como nuestro querido Bertrand Russell, otro al que como a ella y su marido, se hubieran cargado los nazis si de verdad hubieran llegado a ocupar Inglaterra, ejecutando a todos los que componían aquella macabra lista negra de la que hablas… En aquel ambiente, entró en contacto con ideas revolucionarias que escapaban de la moral victoriana de aquella época: el feminismo, la bisexualidad, las políticas de izquierdas, la importancia del arte en la vida… y aunque consiguió un gran reconocimiento como escritora, de hecho, revolucionó el concepto de novela vigente hasta entonces, haciendo que la acción y la intriga quedaran en segundo plano, para dar relevancia por primera vez, la parte emocional de los personajes, sus reflexiones, sentimientos o recuerdos. A pesar de todo esto y esta aparentemente vida maravillosa, sufrió de una gran inestabilidad emocional, de un lado por su extrema sensibilidad, que aflora en su poética forma de escribir, de otro, su infancia, parece ser que de ella y su hermana, abusaron sus hemanos y para remate, la bipolaridad, tal como comentas SERGIO q se supo después, porque entonces no existía su diagnóstico. Hay un libro precioso que te recomiendo si no conoces ( aunque lo dudo, porque tú lo has leído todo; ) escrito por su marido, Leonard Woolf ,titulado “la muerte de Virginia”, donde relata cómo se reprocha su incapacidad para ver que la aparente calma que parecía disfrutar previa a su muerte, dice algo así como que parecía estar más tranquila, alegre y serena de lo habitual, no fue más estar en el ojo silencioso e inmóvil del huracán…alrededor todo estaba girado vertiginosamente, pero ahí en el centro, eso no se notaba..todo parecía estar en silencio..esa sensación la tuvieron mientras permanecieron en el campo, alejados de Londres para evitar los bombardeos, pero como en realidad ella odiaba el campo, volvieron y ahí, esa turbulencia interior, a pesar de ese aparente quietismo y contemplación imperturbable de la muerte que la acompañó siempre, viviéndola como algo cercano y real -había intentado suicidarse en dos ocasiones anteriormente- unido a la angustia de la inminente invasión, desembocó en la tragedia final. ..En fin, aunque reconozco ¡cómo no! su valía y el haber sido un referente en el mundo de la liberación de la mujer, no es un perfil que me haya atraído excesivamente, como tampoco personajes… no sé, como Zelda Fitzgerald, años antes, durante los felices 20, que era del estilo, pero en libertino y sin su valía literaria.. Fueron mujeres rompedoras, sin duda, pero en el fondo muy infelices o esa es mi impresión, que además chocan con mi forma de pensar, mucho más convencional, casi un siglo después, ellas eran más modernas que yo que en algunos asuntos, casi te diría tiro al siglo XIX : )

    Siento comentarte aquí antes que contestar tu impresionante comentario allí, pero me gusta tomármelo con calma para poder disfrutar conversando a gusto con cada uno, como os merecéis, mil gracias por lo de allí y lo de aquí, un abrazo fuerte y buen finde.. Acabo de llegar hace un ratito de pillarme una buena mojadura, pero feliz! como espero lo estés tú.. tú y MIGUEL ; )

    PD
    Ah! q lo olvidaba, Jessy Owens fue la mejor cura contra el racismo ...sobre dos piernas ; )

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  3. Majestuoso comentario, María, por la gran cantidad de sentimientos, hechos que abarcas con tu inigualable mirada. Ella pugnaba por dentro hasta que se desbordaba el caso de su ánimo y sus sentimientos de tristeza afloraban al exterior. No se vio con fuerzas para escapar de las sombrías celdas de la depresión. Me apunto el libro de Leonard, su marido. Recientemente he leído una biografía suya, que se adentra tangencialmente en la increíble fauna de Bloomsbury y satélites. No es de mis escritoras preferidas, además se ha abusado hasta el tópico de su figura como referente del feminismo. Aunque es verdad que fue feminista e inconformista cuando el viento no soplaba a favor. Sí me gusta mucho su prosa, y he leído casi toda su obra. Pero con Shaw me pasa algo parecido, que me fastidia con su presunto ascetismo socialista. Me cuesta ver a sus personajes como humanos, y en eso coincido con Freud. Carecen de la carnalidad del hombre corriente. Pese a todo su obra me sigue pareciendo inconmensurable.En ese sentido soy tan terrenal como Whitman pero a lo que íbamos, en tu última entrada nos partiste en dos con la fuerza del rayo. Qué precedía a toda una tormenta de ideas. Menuda mojadita, María, cómo dices tan graciosamente.

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  4. Mojadura. El corrector nos traiciona. Llegaremos al corrector políticamente correcto, me preguntó aviesamente a propósito de tu entrada acerca de lo woke. Qué descanses.

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  5. Hace mucho tiempo que no leo a Virginia Woolf. En mis años de estudiante era un relato de culto el Orlando (1928) cuyo desarrollo es estructura no puede ser más actual en este tiempo en que estamos pues se aborda la homosexualidad y el cambio de sexo. La protagonista de la novela es Vita Sackville-West, la amante de la escritora y se ha dicho que es la más larga y encantadora carta de amor de la literatura. El protagonista -Orlando- se transforma en mujer y siente el mundo desde el sexo débil. La novela fue traducida al español por Borges, lo que confirma el placer del lector.

    Mi hija mayor ha leído recientemente Una habitación propia, ensayo en que se reivindica la independencia femenina económicamente. Mientras una mujer no pueda tener una habitación exclusivamente suya, no será libre, y esto implica una solvencia económica que no estaba al alcance de muchas féminas en su tiempo si no eran de clase acomodada como Virginia.

    Por otra parte, Virginia rechazo vehementemente la novela de James Joyce, el Ulises, por considerarlo pornográfico y vulgar. Su exquisita sensibilidad no aceptaba la carnalidad y abordaje directo de temas sexuales de un modo tan descarnado como lo hizo Joyce. Ella era sinuosa, poética y orlandiana.

    Años veinte y treinta del siglo pasado, llenos de densidad e historia, además de revoluciones en todos los órdenes. No sé si nuestro tiempo también se considerará en el futuro del mismo modo y algunos de nosotros seremos considerados refractarios ante el progreso en un momento que el adjetivo progresista se me ha llenado de un algo ominoso y castrador.

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    1. Yo leí hace bastante tiempo varias de sus novelas y de lo que recuerdo, Joselu, fue esa mirada casi ascética de sus personajes y la comparación con la sordidez del Ulises de Joyce, con deseos más explícitamente carnales, me parece maravillosamente apropiada.Su prosa me gustaba, pero la exquisitez de sus caracterizaciones y lo intimista de algunas de sus reflexiones, me produjo casmodia. Ni siquiera el cuento, con su famosa Kew Gardens me conmovió. Sí bien, moraba por la veintena y en mi afán de leer clásicos, vi a la escritora inglesa como una muesca más. Quizá si volviera a leer alguna de sus novelas o alguna inédita en mi caso, apreciase bajo otro prisma su obra. Sin embargo,Joselu, me invade una pereza, por esa significación rancia de su literatura como icono del feminismo y de la homosexualidad. En su tiempo sería un gesto apreciable, lo que en el presente es aborrecible por la imposición woke. Hace un tiempo circulaba no sé si es una impostura, un catálogo de recomendaciones para los grandes estudios y productoras de la administración Biden. Las nuevas formas de orientación sexual debían copar el 50% de las historias de amor de los guiones. Como el Código Hays, había que adocenar a la chusma.Un placer leerte,Joselu. Por cierto, me estoy leyendo entre otros, una autobiografía de Joseph Brodsky, uno de los mayores poetas de la URSS. Un saludo y cuídate.

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