<<L a ciencia es injusta, nunca premia a los mejores.- Un hecho casual y los laureles se los llevaban otros. Eso me dijo el profesor de física teórica, Leonard Borowitz, que se había tenido que ausentar de sus clases por su salud endeble y en mi papel de coordinador de la Universidad de Colorado de Boulder , el rector me pidió que me diese un garbeo, para verificarlo. Le vi con esa piel amarilla, pero me aseguraba que se estaba recuperando bastante bien de una neumonía. No obstante, un pesado aire, cada vez que el profesor Borowitz movía las aletas de la nariz, inundaba la estancia de un olor a medicamentos. El orondo tipo, cincuentón macerado estaba recostado en una cama, y se refería a la botella de oxígeno como su tierno bebé. De pronto, en un rapto repentino de seriedad, me dijo que siempre estuvo allí, como si se tuviese que confesar con alguien. Ráfagas de inspiración. Gregori Garnow, con sus compañeros de laboratorio en 1930. Como tantos otros, se metió en...
Un viaje por la historia y la cultura