U n silbido, la muerte al acecho, como una serpiente que regateaba todos los obstáculos. Su corazón que palpitó, y la cara se le llenó de horror a Armand, porque la máscara dejaba un espacio, por el cual entraba el gas mostaza. A Pierre le parecía una escena de cine. Si se pudiese oír todo ese ruido estremecedor, pero tuvo la sensación de que el tiempo se amortiguaba, hasta que fue consciente de lo que ocurría. Los bigotes de su compañero de fatigas, su querido Armand, se convirtieron en el enemigo que le acercaba inexorablemente a la muerte, por permitir ese resquicio para que entrase el veneno. La magnífica novela de Nemirovsky. - ¡Déjame, Armand! Un segundo, quieto. - Le ordenó, acompañado de un gesto de confianza, para un Armand perspicuo. Seguidamente, trató de apretarle por detrás la cinta de la máscara de gas . Con todo, su compañero seguía sin respirar bien. - ¡Venid, vamos, rápido! - Dos camilleros se lo llevarían pero antes, Pierre lanzó una mirada q...
Un viaje por la historia y la cultura