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Cuando Jardiel no encontró a Benavente

 

Cuando los rigores del estío empujaba a medio Madrid a las trochas guadarrameñas, allí podíamos encontrar su silueta desvaída, en una esquina del Bar La Colonia. Vestido con ropa ligera, las alpargatas y un sombrero panamá. A ratos elevaba la cabeza, porque el trasiego de veraneantes que llegaba a la localidad segoviana de San Rafael, descargaba maletas y bártulos de los automóviles, y le impedía concentrarse. Tomó un café con un carajillo, por su mala salud tampoco le convenía abusar, esa neurastenia que le tenía a maltraer. Junto a un cigarrillo, que consumía con suma deleitación. 


De Desconocido - http://hemerotecadigital.bne.es/datos1/numeros/internet/Madrid/Cr%C3%B3nica%20(Madrid.%201929)/1932/193203/19320306/19320306_00000.pdf#page=1, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18618151
El gran escritor Jardiel Poncela.

- ¡A Dios, ruego a Dios, que será el último!- Dijo Don Enrique Jardiel Poncela sin mucho convencimiento. Unas efusiones que tenían algo de niño adulto que hacía la comunión y recibía la reprimenda de su confesor. No hay peor inquisidor que uno mismo, estaba seguro Don Enrique, que con los ojos bridados por el sueño, y las grandes bolsas debajo de ellos, volvió a volcar su atención. Raspaba con su pluma unas hojas,  como que estaba a otras cosas. De vez en cuando, bosquejaba una sonrisa. De qué se reiría, querría adivinar la concurrencia de La Colonia, puesto que sabían que se trataba del  escritor favorecido por el público y lanceolado por la crítica. 

Letras hispánicas, Ed. Cátedra
La antinovelas de aventuras con barniz romántico 

- Sí, es él. Pero hace un tiempo que no era tan conocido y...-Se suspendió en el éter Miguel Escojoncio, el más enterado de los circunstantes, con varios huecos en su dentadura, que tiznaba su habla de un timbre que parecía un instrumento de viento. Contó aquel acontecido, que le había referido alguien muy ilustre. En cualquier caso, Escojoncio se demoró en espigar el encuentro de Don Enrique, con Jacinto Benavente, el ilustre dramaturgo y premio Nobel de literatura por esas fechas. En algunos editoriales pomposos se le llamaba príncipe de las letras a Don Jacinto, un alfeñique como aclaró Escojoncio, también de personalidad humilde, al que le abrumaba tanto epíteto glorioso y nombramiento. 

- Ojalá le den el Nobel. En España estamos desacostumbrados, señor Benavente, a hombres de su talla.- El deseo vivo, puro de pelotear Mariano de Cavia, que elevó el ejercicio del cronista a la altura de un trapecista. Virtuosismos, filigranas implacables, así como una mala leche proverbial. Por aquellas fechas la troika del premio siempre tenía a Benavente en la terna ganadora. Para cuando se lo dieron en 1922, en plena turné en Argentina, Don Mariano había expirado. Y tres años más tarde, en 1925, tuvo el encontronazo con Jardiel.

- Por eso, a pesar de su talla ínfima, en cuanto a las letras, Don Jacinto era como un elefante que pisase a una hormiga, porque hace menos de cinco años, Don Enrique era un autor joven, al que le costaba estrenar. - Profirió Escojoncio, que muchas veces se iba por las ramas, no en aquel caso que la aclaración resultaba necesaria.  No en vano, aquel estreno se había convertido en una cuestión de supervivencia para Jardiel Poncela. Los artistas tienen que pagar  facturas como el resto de mortales. De ahí que el semblante de Jardiel Poncela se tornase lívido al recibir aquellas palabras.

- ¿Cómo dice?

- Lo que oye, que su montaje se suspende, porque estrenamos una producción con obra de Jacinto Benavente. Yo soy empresario y me debo a una rentabilidad, porque tengo que pagar las nóminas de mis trabajadores. No le digo que no, que más adelante, quizá. - Don Sisebuto no se casaba con nadie. Su pelo cano, andorga prominente, y el puro que abrevaba en sus labios. - No es que le tenga manía, si vendiese como Don Jacinto, yo no tendría ningún problema en estrenar su obra.

Jardiel le habría estrangulado allí mismo. Si no estrenaba, no recibía un duro y jamás asomaría la cabeza. ¡Por dios! ¡Qué atropello! Pero los empresarios eran necesarios. Le subió la sangre de forma que acudió raudo a los lugares donde se pudiera encontrar con el Nobel. Un sinvergüenza, que pisaba a colegas que no tenían su entidad. Le soltaría unas frescas, y  le afearía su conducta delante de los compañeros de profesión. Se sucedieron los locales, como la vehemencia se iba incrementando, a medida que no se encontraba con la diana de sus desvelos. Tampoco estaba en El Gato negro donde Benavente solía pontificar e invitar a sus corifeos, estómagos agradecidos que alababan al viejo dramaturgo. Jardiel resuelto, atravesó la Plaza de Santa Ana, fue a la Granja del Henar, donde le saludó en la distancia García Lorca, que le hizo señas para que se quedase. - Nanai. - Se dijo para sí Jardiel. - Tengo que encontrarlo, como sea. - Se le ocurrió entonces que todos los caminos conducían a Roma, en este caso a la casa del Nobel en la calle Atocha número veintiséis. Allí se apostó para abordarle, y cantarle las cuarenta. Llovía, se caló hasta los huesos, porque a pesar de llevar gabardina, Jardiel se había olvidado en el Gato negro el paraguas. - Mon dieu!


Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=285225
Don Jacinto Benavente, uno de nuestros grandes. 

 Y como reconocería años más tarde Jardiel, estaba tan excitado, que la cosa no podía acabar bien. Mas un ángel de la guarda protege a esos grandes hombres y también, aunque no lo fuese por esas fechas, a Jardiel. Porque Jacinto Benavente no fue a dormir aquella noche a su casa. No obstante, Don Enrique escribió en su columna del día siguiente una protesta, con la que quiso ser resarcido del agravio sufrido. Y le resarció el Nobel, reponiéndole que nada más lejos de la realidad, que él nunca habría maniobrado para que se cayese una obra del cartel de esos jóvenes talentos, que como Jardiel,  eran tan necesarios para renovar la escena española. Por supuesto, le ayudaría a colocar su libreto. Desde entonces surgió una amistad más estrecha. Años más tarde de esa sólida relación, lo contaría Escojoncio en La Colonia. Un Jardiel arruinado y enfermo, se conmovió con la epístola de Benavente, en la que se mostraba como su más rendido admirador. El drama, le venía a decir Don Jacinto a su amigo, tiene contada media historia con un argumento en el que el personaje goza de las simpatías del público por ser el objeto de infinidad de desgracias, que ha de superar como pruebas. Está inventado desde Homero. En cambio, escribir sus obras es más complicado, no basta con tener el argumento, sino que es necesario llenarlas de un humor que "solamente usted es capaz de dotarle de manera tan brillante como irrepetible.


De Roberto Garcia - https://www.flickr.com/photos/rgarcia/2266132081/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4777697
El fabuloso Gijón, comienzo más bien al final de esta historia.

Y aunque el misterio del libro que ultimaba Don Enrique en el Bar La Colonia de San Rafael, se ha desvelado a medias, consignemos para finalizar, que se trataba de ¡Espérame en Siberia, amor mío! Una antinovela que parodiaba las historias de aventuras teñidas de un romanticismo, que las convertía en ñoñas. Una obra que Jardiel Poncela había comenzado en el Café Gijón


Nota sin interés a pie de página: Miguel Esconjoncio es uno de esos personajes proverbiales que pueblan las geografías más recónditas. Una especie de Tío Celerino, que le contaba las historias a Juan Rulfo, para que las llevase al papel de un libro. Ojalá el autor mejicano se hubiera encontrado con Miguel, para llevar esa novela que merece aquel San Rafael pujante de los años veinte y treinta del pasado siglo. Son cronistas de su pueblo, que gracias a la buena memoria, allá por los años ochenta, nos rescató de las tinieblas el período de mayor esplendor de la localidad segoviana. Durante y después de la Guerra Civil, aquel mundo desapareció, muchos de sus personajes se hallaban en el exilio. 

Nosotros, unos chiquillos, pensábamos que Escojoncio estaba tronado cuando nos disertaba sobre aquella prosapia de la cultura. Aseguraba que toda una plétora de artistas y directores de cine, escritores renombrados,  una corte de la bohemia, acudía a los pinochas de San Rafael para refugiarse de la canícula. Pasaron unos años, que leyendo, me sorprendía a mí mismo, dado que Miguel no había exagerado como sospechábamos y encontraba esas referencias en libros, entrevistas. Buñuel, Alberti, Miguel Fleta o más allá Ramón J. Sender, que había hecho sus pinitos en la literatura, y del que la leyenda había dicho que durmió en el Retiro en sus primeras semanas, en las que vino a Madrid a buscar la gloria y a Giménez Caballero. Perdón `por esta digresión casi a término. Quería rendir homenaje a Miguel. Su apellido era otro, que no recuerdo. Aunque siempre cuando se reía, decía qué "me escojoncio"

Comentarios

  1. Un homenaje merecido a una persona que resultó incomprendido en la época que le tocó vivir.
    Jamás se entendió su teatro del absurdo, y por absurdo que parezca todos los políticos se sentían señalados.
    Ya se sabe, que el humor no es aceptado por parte de nadie, porque se vende mal, tan mal
    que icomodó a los republicanos que incluso lo llevaron a una cheka con la excusa de haber cobijado a un representante político del bando contrario. E incomodó a los del bando ganador, tanto que marchó de España, teniendo que estrenar en Uruguay.
    Quedan sus innumerables obras de las cuales destacaría "Los ladrones somos gente honrada".
    Quizá señalar que el teatro de aquella época estaba preñado de buenas plumas costumbristas, y que estrenar en un Madrid plagado de literatos y pocas salas, era sumamente complejo, sólo nos baste recordar a Arniches.

    Un placer
    salut

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    1. No me canso de leer tus reflexiones y qué bien condensas el devenir de un ser tan incomprendido como Jardiel. Yo he leído casi todo lo que ha caído en mis manos de este autor, que me maravilló por su humor. He devorado esta antinovela desde el prólogo, donde alude a que se ha seguido casi siempre el mismo esquema homérico, en el que el héroe/personaje es el protagonista de una odisea en mayor o menor medida. Me sorprendió, pues en muchos cursos de narrativa, comienzan con este preámbulo de Jardiel Poncela, otro premonitorio, porque lo escribió en 1929. Quizá veamos esos tiempos pretéritos más anclados en el pasado que lo que realmente estaban.

      Siempre el poder ha temido que se hiciere humor de sus ínfulas, independientemente de su signo. Me acuerdo de La broma, la primera novela de Kundera, cuyo protagonista hace un comentario sarcástico en una epístola, y es denunciado por una amiga, comunista acérrima. Y de Jardiel, decir que también que después de muerto se le ha desdeñado. No su obra, que sigue siendo de las más representadas. Lo digo porque en algunos lamentables expurgos de calles, amparados por la ley de memoria histórica, se le reducía a figura del franquismo, cuando no, se le tachaba de fascista para justificar la retirada de su nombre de una calle. Una falacia, desde luego.

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  2. Cuántas veces será verdad eso de que lo que un escritor no llegó a terminar, o directamente no comenzó a escribir, sería lo mejor de su obras.
    Y cuántas veces no lo será.

    Saludos,
    J.

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    1. Cuánta razón tienes. Como aquéllas páginas que caen por el ánimo destructor del autor. Sabato hablaba del soplete devorador que empleaba en su afán de perfeccion. Ése laberinto creador en la que el autor se asoma a un espejo obsesivo.Lee y relee como puede observar un cuadro que no acabará nunca,Picasso con la señoritas de Avignon. También recuerdo la quema de lo que era un proyecto de novela erótica de más de mil páginas de Aragón y que en conversación desolada con su editora,reducen en un hotel de Madrid a una tercera parte,que se convirtió en la famosa novela El coño de Irene. Un placer leerte, J.

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  3. ¡Este mundo es un pañuelo! Me vas a perdonar que hoy no te comente tu entrada, que por cierto, como siempre es estupenda, pero creo que vas a alucinar cuando te cuente, lo que voy a contarte. Verás, en realidad mi blog no lo abrí yo, fue un regalo de una muy buena amiga. El día de mi cumpleaños de …ya ni me acuerdo, esta amiga me pasó una dirección con la excusa de que le revisara no sé qué asunto legal, por aquel entonces hace más de 13 años, yo solo había oído hablar de los blogs de pasada y poco más, es más, mi dominio de la informática era más bien penoso y como además soy muy despistada, ni me fijé en la URL en la que entraba, simplemente entré y listo! Bueno pues cuando entré, me encontré un ¡FELICIDADES MARÍA! Enorme y ¡claro! era el formato de un blog…que como no había visto en mi vida ninguno, te juro que ese día creí que me habían embrujado el ordenador jaja el caso es que esa es la primera entrada de mi blog y en esa entrada ¿ sabes cuales son los tres primeros comentarios? El de Enrique Gallud Jardiel, nieto de Jardiel Poncela, el de mi amiga y su cuñada, porque mi blog lo hicieron entre él y mi amiga, él es íntimo amigo de su hermano jaja Es más, él tb escribe, es director de teatro e incluso tiene un blog que tengo enlazado al mío, se llama HUMORADAS, por si quieres echarle una ojeada, escribe cosas muy divertidas, no al estilo de su abuelo, pero merece la pena leerle, luego las edita en libros, en fin, por mi amiga, que aunque ahora vive aquí en Galicia, se ha criado en Madrid, sé que JARDIEL PONCELA murió en la más absoluta miseria, muy enfermo y además sin dejarse cuidar por ningún médico a los que detestaba profundamente, tanto como a los ingleses y por eso quiso que lo enterraran envuelto en la bandera española, tenía un perro que lo adoraba y que murió un mes después, Enrique Gallud dice que murió de pena al fallecer su abuelo. Por lo visto era muy amigo de Gómez de la Serna y de Fernando Fernán Gómez quien por cierto, fue el único que en sus últimos días le prestó dinero. Cuando falleció, el pobre estaba tan arruinado que el coste de su sepelio tuvo que asumirlo la SGAE y fíjate, al hilo de la anécdota que cuantas de Jacinto Benavente, me contaron que JARDIEL PONCELA llevaba siempre encima una carta suya, porque efectivamente, sentía adoración por Benavente. Es una pena que tanto artistas hayan tenido que morir en la más absoluta miseria y tras su muerte hayan sido propulsados al Olimpo de los dioses y lo peor, como en el caso por ejemplo de Van Gogh, después sus obras hayan valido millones y hayan enriquecido a tantísima gente, mientras ellos malvivieron mientras las creaban… los humanos somos paradójicos ¿ no te parece? .. en fin, lo dejo ya, que parece que te estoy escribiendo un diario, perdón.

    Mil gracias y abrazo fuerte, para ti y para MIGUEL, cuando llego a tu blog siempre tengo la sensación de que leo dos entradas, la tuya y la de él, muy buenas ambas : )

    Feliz domingo!

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    1. Madre mía, qué de casualidades y el bautismo de tu blog no pudo tener mejores padrinos. Y has superado el reto con creces, con unas creaciones que amansan a las fieras cotidianas que llevamos dentro, con píldoras de gran belleza,cuando nos sacudes para sacarnos del raíl de pensamientos estereotipados. Un abrazo, María, un placer leerte. Me apunto humoradas.

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    2. Mi más que apreciada María:
      Resulta que las entradas de Sergio están muy bien elaboradas y mejor documentadas, poco entonces se puede decir, salvo aportar, en algunas ocasiones, algún dato, situación, idea para complementar.
      Cuando el tema enlaza (ostras, es que casi todo enlaza) con Filosofía o Teología, allí me gusta poner una miguilla de salsa al asunto. Si es Historia, algún detalle de la Cesaré Cantú, documento bestial que tengo la suerte de poseer.
      Poca cosa más que adobar la entrada que siempre espero con ganas, y que me obliga a cavilar y darle vueltas razonando el contenido.
      Un besote muy grande

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    3. María lo dice Tot porque son contenidos que ahondan y en muchas ocasiones condensan al personaje. No solamente me encanta como lo escribes, tu calidad como prosista, te considero magistral con esas gotas de pensador canal en todos los órdenes pero con la filosofía para mí alcanzas otra dimensión, Tot. Porque logras explicar cosas complejas con elegancia y mucha sencillez. Es lo que más me gusta de tus intervenciones y leo con verdadero deleite. Lo digo como lo siento. Es difícil transmitir en cinco o seis líneas como tú lo haces qué es el existencialismo, por ejemplo. Y lo bordas,Tot. Es tu don. Un abrazo y cuidate

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  4. hay varias cosas de él en la red. Pensaba que pasaría desapercibido.
    Dejo esta obra que es, creo, muy buena:
    https://www.youtube.com/watch?v=rQWtLGFjXa0

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    1. Desde luego, tiene comedias muy divertidas, y la que comentas, Tot, me recuerda al relato de Fitzgerald, El curioso caso de Benjamín Burton. Y encima la producción por los míticos Estudios 1 de RTVE,un garante de calidad. Qué paradoja que en nuestros tiempos se busquen otras forjas de actores,que dependan del número de seguidores. Un abrazo,Tot.

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