Ir al contenido principal

La última farra de Barrymore. Walsh y Errol Flynn

 -         A mí me gustaría que me montase Errol. - Dijo la más blonda de las muchachas, de unas piernas más largas que un sueño  y sobre las que se erigía muelle, gracias a su entusiasmo. Hizo un gesto lleno de voluptuosidad, como si a horcajadas se subiese a los lomos de un corcel, que era ella misma. Ebria derribó algunas copas llenas de Moët & Chandon. 

-         -        No la líes, Adele, y qué graciosa, tú te quedas con Robin Hood, y yo me follo a Juan sin Tierra. - Era cierto que John Barrymore tenía la vacilante palidez de los alcohólicos. Una gran apostura, y la frente bruñida de sudor. Su parloteo gangoso, que distaba de los  papeles de galán, malvado eso sí, que solía interpretar en la gran pantalla, pero la priva le deformaba el habla. Y le hizo perder facultades. En María Antonieta, el reparto fue consciente de sus limitaciones.  Cómo no, si durante el rodaje le apuntaban las frases con  grandes carteles. Las neuronas y el alcohol. Olvidaba párrafos enteros de la parte de su personaje.

    Con todo, la muchacha morena que contenía en los destellos de sus ojos todo un universo de seducción, lo achacaba más a su timidez. Por un momento, se calló, apechugaría con el caballero atormentado y maduro. Aunque proseguía su mal café, porque en el reparto siempre ganaba la veleidosa Adele. Los labios perfectamente cincelados como protuberancias, sobre los que se repasó el rouge con el pintalabios marca Elisabeth Ardeen



By Melbourne Spurr, Hollywood - Photograph in possession of SchroCat, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=37192988
Barrymore, un perfil de galán clásico.


- Bueno ,Jane, el hombre está pasado de rosca, pero es guapo. 

-     Ni siquiera me ha mirado, Lady Marian. Aunque es mejor que el del parche, que se lo dejamos a Nancy. - Rieron como pérfidas alcahuetas.  El del parche resultó ser el eximio cineasta, Raoul Walsh, autor de filmes que todavía resuenan en nuestra memoria como títulos memorables. En aquellas fechas, 1941, su éxito más sonado había sido Los violentos años veinte, con el gran James Gagney en el papel del barbián Eddie Bartlett. Sin embargo, aquellas muchachas veían en el cineasta a un muermo.  


De Self made screen capture from a public domain film trailerLicencing information : http://www.creativeclearance.com/guidelines.html#D2 - The Roaring Twenties trailer, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5018312
Dos colosos en Los violentos años veinte, un clásico entre los clásicos de Walsh.

    Que en alegre albórbola, habían aprovechado la partida de los hombres, con los que habían chacoteado, roneado y venteado los trenos contra un Hollywood, que las quería como carne fresca. Para medrar no todos eran como ellos, muchachos apuestos o de posibles. Hollywood resultaba como el Minotauro, que engullía meritorias venidas de todas partes de Estados Unidos.  Entretanto, aquella jarca de ilustres cineastas anhelaba sobre todas las cosas un buen divertimento, y repartirse el botín de las muchachas. La más rubia, pasada de champagne, se precipitó sobre la mierda, mescalina, que tenía guardada en su bolso para las ocasiones especiales. Su camello se la había conseguido a un precio módico, para potenciar sus sensaciones sexuales. Gracias a los micrófonos instalados por Flynn para espiar a las visitas, los caballeros escucharon las cuitas de las mujeres, desde otras dependencias de la mansión de Mulholand Drive(1), El señor Walsh atento a la conversación, trataba de contener la sonrisa, por su afán de mantener la compostura. Errol dijo que estaba claro el reparto y que se lanzarían desnudos a la piscina.  


By Trailer screenshot - Marie Antoinette trailer, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2351678
María Antonieta, un actor en su crepúsculo.


    Por eso, cuando años más tarde, Raoul le confirmó la muerte de su amigo Barrymore por una cirrosis complicada con una neumonía, Errol Flynn(2) recordó sus francachelas y maldades con respecto al otro sexo. Del actor también se decía que beodo, golpeaba con su glande de colosal tamaño los pianos(3). Pero tornemos pues a la noche del deceso de Barrymore, en la que un Errol nostálgico rememoraba esas farras durante las cuales todo parecía desbocarse. Raoul Walsh más ciego si cabe por el alcohol, su parche sempiterno, mascó entonces una idea alocada, para sacar de la postración a la estrella de Hollywood. Acudió con el fin de darle forma al tanatorio, regentado por unos irlandeses apellidados Malloy, con los que tenía mano.


De User Roisterer on en.wikipedia - Accessed from http://nla.gov.au/nla.pic-an13384126 (National Library of Australia), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1351924
Errol Flynn, un conquistador sin límites.



    - Si me permiten llevármelo para que nos despidamos los amigos. Serán dos horas - Walsh era una autoridad en Hollywood, de los pocos supervivientes del período del cine mudo. ¿Cómo negarle semejante favor? Aunque le pareciese una excentricidad, pero estos ricos están locos, debió pensar el rudo irlandés, de aladares entrecanos y barba recrecida, como buen Malloy que era.  El féretro llegó entonces a la mansión de Mullholand Drive,  y así con la colaboración de los sirvientes de Errol Flynn, portaron el cadáver de Barrymore aún caliente, hasta el interior del salón donde los tres amigos habían pasado buena parte de sus veladas, bebiendo y fumando . El director cree escuchar el eco de sus pláticas, pero en la sala gobierna el silencio más desolador. Aquí la historia difiere en algunos puntos según quién la cuente. Raoul Walsh recibe a su amigo en la entrada de la mansión de Mulholland Drive.

-    ¿Qué haces en mi casa, Raoul? No es noche para celebrar nada. - Errol repuso pesaroso a las demandas de Walsh y con un brillo vidrioso en sus ojos. Los galanes no lloran, dicen. 

¿   Pues no te vas a creer con quién me he encontrado, Errol. Me ha pedido que quiere tomar una copa con nosotros y no he podido resistirme ante su insistencia. ¡Lo siento! - Sabemos que el actor australiano se topa  en su salón con la figura de su amigo muerto, ahí sentado, y al que la pátina azulada recubre su cuerpo. Divergencias ahora. Hay cronistas que revelan que el siempre gallardo intérprete australiano salta por la ventana del salón. Otros, que accedió a tomarse una última copa, e incluso le encendió el cigarrillo, que se consume en las manos del fallecido. Nos cuesta creer que el rigor mortis les permitiese maniobrar como un maniquí a Barrymore, más tratándose de un tipo de gran envergadura. Sea como fuere, las leyendas tienen una parte de fe, alcemos este brindis por esos crápulas míticos. Sin entrar a juzgar lo que nos puedan parecer las bacanales que pertenecen a otros tiempos, ni el pago reprobable de esas muchachas, que la maquinaria de Hollywood consumía con avidez. Suponemos que Errol mitigó su pena, y que el cadáver de Barrymore fue devuelto a la funeraria sin ningún contratiempo. 


    (1)  Una casa de ensueño y sobre la que se ha escrito mucho, hasta de la presencia de fantasmas. 

     (2) El diablo de pantalones cortos según  su madre, llevó tatuado sus palmas en las nalgas por tanto castigo materno, y quizá esa figura familiar influyese para que sus relaciones con el sexo femenino fuesen tan diferentes. También destacó como deportista o escritor. Sus memorias tienen un claro bruñido literario. Y jalonan su currículo sonoros escándalos sexuales, que casi acaban con su carrera, como la violación estatutaria, que descubrimos leyendo su biografía. Cuentan que una  joven de diecisiete años, brujuleaba por las calles de Los Ángeles, y la policía la detuvo a altas horas de la noche. Siendo menor de edad, los agentes de la LAPD indagan y la muchacha, llamada Betty Hansen, les confiesa que compartió velada con Bruce Cabot ( famoso por protagonizar King Kong) y nada más y nada menos que con Errol Flynn. Este encuentro consentido iba a deparar uno de los juicios más mediáticos de la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos, junto a los casos de Roscoe ArbuckleFatty y sobre todo, de Chaplin.   Ver la estupenda narración que hacen de este hecho en Cineblog.  

     (3) A Marilyn Monroe esa anécdota le divertía. La compartía con su amigo y animal de compañía Truman Capote, porque le gustaban esos retruécanos sexuales como el de la nariz prominente que equivalía a una réplica viril de igual alcance en la entrepierna del Duque de Edimburgo. - La debe tener como una columna dórica. - Reía como una hiena el mito erótico.



Comentarios

  1. Poco o nada se de cine, lo confieso, pero esta película me trae a colación una referencia, la del filósofo Jean Baudrillard , un pos-estructuralista que en su enunciado principal comenta el cambio paradigmático del consumidor que deja de comprar utilidades y pasa a comprar apetencias, pues, según él, no se venden objetos, sino que se "proporcionan experiencias" (1).

    La referencia del filósofo viene dada en tanto el nombre de la película, Mulholland Drive, es para Jean Baudrillard "el punto panorámico de los extraterrestres", y así lo deja reflejado en su libro "América".

    Y volviendo a los actores y actrices de aquel entonces, poco o nada vemos que ha cambiado el panorama. Los mismos actos para los mismos hábitos. Sexo, alcohol y dinero, y que cada uno coloque en primer lugar el que le priva más.
    Recuerdo que según el filósofo mentado unas líneas anteriores, el deseo nunca queda saciado; quizá por ello, vaya uno a saber, el budismo, en un alarde de sentido común, nos dice en su Segunda Verdad Noble: que el deseo es el origen del dolor.

    (1) Esta es la lista que Bang&Olufsen tiene elaborada conforme sus productos, a partir de encuestas de aparatos de altísima fidelidad a partir de sus clientes potenciales: Distinción, aprobación social, placer, relajación, gastar, exhibicionismo, sociabilidad, última tecnología.

    Un placer, Sergio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un placer tenerte,Tot,ya sabes que tomo nota y esa referencia al filósofo, una idea que se ha absorbido en los departamentos de marketing hasta casi tatuarse en la memoria, me parece que complementa la historia de un desinhibido Errol Flynn que quiso probar el cáliz de las emociones,sensaciones y percepciones. En cuanto ese mundo lleno de vanidades y de oquedades que es en su mayoría el de la interpretación, es destructivo para sus protagonistas, pero llenó las galeradas de la prensa amarillista,que consumía el ciudadano del Inland americano con avidez. Señalado como el infierno y con las convenciones moralistas de turno.

      Eliminar
  2. Por "suerte" el gusto va cambiando con las épocas... Aunque últimamente cada vez a peor.

    Saludos,
    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Saludos, José Antonio. Yo también prefiero el cine clásico.

      Eliminar
  3. Me ha costado comentarte esta entrada, que lo sepas ; )
    Resulta chocante ver a actores y actrices de la edad de oro del cine Holliwootiense allá or los años 30 y 30 del siglo pasado …expresarse como lo harían hoy jaja tan repeinados y engominados ellos, tan comedidos y mirados en su compostura jaja y alaaa! todos desatados en sus desenfrenos …el súper galán por excelencia Errol Flynn, resulta que en la intimidad parece ser era homosexual, es más, como consecuencia de su desenfrenada vida, ni siquiera fue apto para participar en la segunda guerra mundial. Mira que es curioso! lo mismo que más tarde ocurrió con Rod Hudson… otro prototipo de masculinidad que se pasó al otro bando, por eso los tópicos y los mitos se desmoronan, tras ellos hay poco más que dioses de barro…Otra cosa fue James Gagney, el prototipo de tipo duro, jefe de la mafia , malo y cínico.. buenísimo actor aunque fuera bajito y feo ; ) tienes razón, no podemos criticar lo que entonces, como ahora hacían y hacen los actores tras los focos, al final, todos con sus miserias no dejan de ser frágiles seres humanos, por más divos del celuloide que los mostraran, a solas el espejo nunca engaña y ahí imagino que solo encuentran como amigo fiable el alcohol y todo lo demás : (

    Me ha gustado aunque ya te digo que me ha descolocado un poco, está bien que explores otros registros, se te ve cómodo en todos!

    Un abrazo! feliz Semana Santa o no tan santa ; )

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus brillantes comentarios, María, nunca nos prives de ellos. A mí me conmueven esas muchachas meritorias que tenían que rendir tributo para tener un atisbo de papel o que en su fracaso, se introducían en los submundos de la prostitución y de las adicciones. A veces nos descolocan las cuidadas imágenes públicas para no escandalizar al Inland americano,reñidas con unas vidas íntimas repletas de desenfreno. Sus representantes estaban a la zaga para que no trascendiesen numerosos de esos escándalos. De Errol se han dicho muchas cosas, también sobre su orientación sexual y no sabemos qué parte forma del mito y qué fue realidad. Algunos autores niegan su vinculación con los nazis,pese a que Hoover le identificase en sus famosos dossieres como posible simpatizante comunista por su periplo en nuestra Guerra Civil. El registro es un lenguaje más coloquial, no sé si acertadamente o no. En las novelas de la época es difícil encontrarlo, es verdad. La idea era reflejar ésta anécdota tan curiosa,que leí en su biografía. Los micrófonos con los que espiaban a sus visitantes femeninas como la despedida que le brindaron a su amigo,el actor y abuelo de Drew Barrymore. Buena y Santa semana, María. Siempre santa,que hay demasiado diablillo trastocando por todos lados y hay que contrarrestarlos con nuestras mejores intenciones. Cuídate.

      Eliminar
    2. Por cierto, María, me ha encantado la empatía que muestras hacia esos actores y actrices que en la soledad de los espejos fríos,se convierten en marionetas de sí mismos. Me fascina tu prosa y la posibilidad de convertir en dulzura,lo que los demás creemos que es hiel.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Sociedad de la Niebla

C asi en la noche de los tiempos La vuelta al mundo en ochenta días , nos metió los demonios de las prisas y el encanto de viajar por el mundo. De la tierra a la luna , mi preferida, había avanzado más de un siglo la posibilidad de que el hombre hollase nuestro satélite. Muchos científicos se frotan todavía los ojos por lo próximos que estuvieron sus cálculos ¿Cómo lo hizo? Se preguntan sesudos.  Con todo, Julio Verne lucía esquinado en mis anaqueles, cuando Manuel Ontiveros me sacó del amodorramiento. - ¿Nunca te has preguntado por qué se adelantó tanto a su tiempo? - Señaló jubiloso a la parte más arrumbada de mi librería, a los ejemplares de Verne. -           Tenía una imaginación proverbial. -           Podría ser.-   me dijo enigmático Manuel, que parpadeó gozoso porque todavía me tenía enganchado con el misterio sobrevenido.- Pero podría ser por otra cosa. En Veinte mil leguas se adelantó a la invención del submarino ¿ Tampoco te lo has preguntado,

Los comienzos del más grande

E l micrófono valorado en más de un millón de dólares>> secretaba el televisor, que se hacía eco de un reportaje dedicado a un  cantante muy famoso. Nosotros en el duermevela de la siesta, alzamos atraídos por la noticia un párpado, para que se nos revelasen  las formas del instrumento, pero apareció aquel bulto envejecido. Antaño había producido la dicha en millones de sus seguidoras y  tuvo en el hito del Teatro Paramount , una de sus paradas en el camino de la fama. Aquella noche en cambio, el fenómeno iba a actuar en el Santiago Bernabéu . A todos los italianos les brillaba una sonrisa al escuchar su nombre, pues a pesar de los esfuerzos de su madre, una genovesa que según la leyenda renegaba de su orígenes, Frank Sinatra nunca renunció a aquellas amistades de barrio y a otras más comprometidas y menos recomendables ( Salvatore Giancana , mafioso que controlaba el ocio nocturno en varias ciudades, entre otros).    Al fin y al cabo, Frankie era un medio italiano

El anillo de Valentino

H ace mucho tiempo había escuchado una historia sobre la muerte de Rodolfo Valentino,  que nos inquietó. Danzaban las luces de las linternas en nuestros rostros por un inoportuno corte de luz que había provocado un huracán, de las decenas que habíamos soportado en Cayo Largo en los últimos años. - Era el ídolo de vuestra abuela, y cuentan que hubo muchos suicidios entre sus admiradoras, tras conocerse su muerte. En los reportajes de la época, unos camisas negras quisieron hacer los honores al féretro, pero los contrarios se opusieron, por lo que se armó una gran trifulca.  El gran Rodolfo Valentino en plena ola de éxito. -           ¿Unos camisas negras, tío? – Pregunté con mis ojos abismados en el miedo más absoluto. El huracán y esos espantajos del pasado, tan presentes en aquella estancia.  -           Sí, de Mussolini, pero no murió de una peritonitis.- Nuestro tío acrecentó el misterio con las cejas arqueadas. – O sí, pero provocado por un anillo.  Cuentan que