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El escándalo del siglo.

 ¿Quién había sido el chota?- Me preguntaba, mientras el señor Arnold Rothstein me pedía que me deshiciera de los reporteros como pudiese. Bultos que con las placas y el magnesio, gabanes oscuros, deseaban sacar la instantánea del poderoso hombre de negocios judío, saliendo de ese edificio de Manhattan, donde se hallaba su despacho. Quinientos o mil pavos por sacar su jeta en una instantánea, cuando el precio de las escenas más importantes se cifraba entre los cincuenta y cien dólares, de ésas que salían en portada.   Arracimados en torno a sus enormes puertas de cristal, mi jefe solamente podía escapar subido al montacargas y por el servicio de lavandería como si fuese un presidiario. Nuestro rascacielos era como una ciudad, con todos los servicios propios de una urbe. Pero ciñéndonos a los hechos, el asunto que nos concernía había trascendido a la opinión pública, y no se podía despachar mandando a un par de matones, tal y como se acostumbraba en la casa. - Charles, por favor, dese prisa, que tenemos que salir.


De Desconocido - http://www.outtheplay.com/production-rights.html, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3584570
Los White Sox de 1919, el conjunto de la infamia.

 

En aquellas fechas, me había convertido en su hombre de confianza. En esa categoría diferente, a medio camino del solucionatodo y el que aprieta el gatillo. No en vano, para encargos más selectivos acudía a mí el don, pues era mi fama proverbial a la hora de limpiar la escena del crimen. Una destreza la mía, que consistía en pensar fríamente en los detalles. Arribar a la escena del crimen raudamente, para luego cavilar de manera detenida. 

- ¿Qué hacemos, Charles? - Me inquirían con ojos anhelantes mis compañeros de fatigas, que intentaban descifrar mis expresiones de la misma forma que creemos leer en la letra de un médico. 

- Espera, un segundo, Attilio.- Durante los que cerraba mis párpados. Pensaba cómo habría sido el asesinato, interrogaba a nuestro hombre, para que no quedase ninguna huella dispersa. 


De [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=661381
La famosa enmienda de la Ley Seca.


A la postre, deshacerse del arma era fundamental, lavarse las manos con una solución de amoniaco y tener una coartada firme. No de uno, sino de varios testimonios, para que en la investigación posterior el fiscal tuviese que desmontar la declaración de muchos testigos. Además, en esas tareas era preferible el calibre menor, un veintidós, porque de cerca, el proyectil no salía por otro orificio, y se tornaba en un vehículo de infeccíón. Alguno que creí muerto, había revivido por esa circunstancia nimia. Afortunadamente, el encargo de aquel día no revestía esas premuras. Matar es sucio, créanme, ya que me he cargado no pocas veces mi terno preferido con alguna salpicadura de sangre. Y con esto del vestir casi se me olvidaba decir, que la jurisdicción era el detalle más importante. Que no ataña al fiscal federal, que tiene más medios, y cuánto más lejos del distrito de Nueva York, mejor. 


By Staff Photographer - Chicago Daily News archives, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=80232103
Arnold Rothstein, el rey de las apuestas americano.


Aquel día como contaba, no llegábamos a esos extremos. Al señor Rothstein se le había teñido la cara de melancolía.  

- Yo no he hecho nada, se lo juro, señor Morla. - Perjuraba el judío, ecos de su desesperanza por abolir cualquier extremo de sospecha. Unas cenizas le habían caído en la pernera de su terno gris, cuando volvía a negar el escándalo que copaba los editoriales de toda la nación. El amaño de las series finales de beisbol de 1919 gracias a la compra de varios jugadores del equipo de los Chicago White Sox. Los bautizados como los ochos medias negras, que estarán en la mente del lector. Unas desavenencias de los jugadores más excluidos, con peores contratos frente a las estrellas, sirvieron para que un desalmado hundiera la cuchara con la que sacar partido. 

- Están hasta el mismo demonio de su propietario, que les ha escamoteado más de un premio e incremento salarial apalabrado. Alega no acordarse, el muy avaro. - El intermediario agrandó el énfasis de sus palabras. -  Por no pagarles, no les pagó a buena parte de la plantilla las primas del título mundial de 1917. ¡No me diga que Comiskey no tiene pinta de madame de un lupanar del Bronx, señor Rothstein! - Así le llegó el soplo a mi jefe judío y en las pupilas se le dibujaron los símbolos del dólar, por la oportunidad de hacer negocio. La jugada parecía evidente. Los White Sox eran el mejor equipo de beisbol de la época, por lo que resultaba descabellado que perdiesen aquellas series finales de 1919 contra los Cincinatti Reds. Por eso, el jugador de los White Sox, Chick Gandill que conocía a un apostador de Boston, llamado Joseph Sullivan, pergeñó esa maquiavélica venganza contra el propietario de su club, el comisionado tacaño, Charlie Comiskey. Y de paso, se llevaban unos pavos, que les ayudarían a enjugar lo que les había prometido pagar la puta madame de Comiskey, y que nunca pagó. Arnold Rothstein entró en el pacto. Dos años más tarde se arrepintió.  


El inefable señor Comiskey, Presidente de los White Sox.

Con razón, el interlocutor de mi jefe, el señor Morla, recelaba de nuestro papel en el escándalo, por más que Arnold Rothstein se empeñase en negarlo. Estaba convencido de que podía afectar nuestra recién lograda notoriedad en el rumbo del acuerdo que habíamos firmado para la distribución de alcohol en los alrededores de Nueva York. La llamada Ley seca, Ley Volstead para nuestros picapleitos, acababa de promulgarse por culpa de la moralizante comunidad WASP(White, anglo saxon and Protestant) y al calor de la circulación de ese tráfico ilegal de alcohol, obtuvimos como organización pingües beneficios. Por tanto, perder ese contrato que nos garantizaba cinco mil botellas semanales, le dolió en el alma a mi jefe. 

- Señor Rothstein, lo siento. Tienen a la pasma demasiado encima. Debemos posponer nuestro acuerdo, solamente posponerlo a ver qué le depara todo esto. - Nuestro socio se colocó su Fedora y puso pies en polvorosa por la puerta principal.  


 

De Chicago Daily News photo - Chicago Historical Society, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6118038
Parte de los implicados en el escándalo


- Nos quedamos, Charles, espera. Ahora no hace falta que nos vayamos. - Me dijo el señor Rothstein que se desplomó en su sillón, sin aceptar la ira que le cundía por todo el rostro. - ¡Dios mío, qué voy a hacer Charles, qué voy a hacer, querido! 

En silencio, veía mi silueta derretirse en el espejo grande del gabinete de mi patrón. Mi tez aceitunada y picada por la viruela, mi recuerdo más acendrado con el frío, de mi paso por la Isla de Ellis. Se había convertido por esas fechas en un parque de atracciones, bramaba Frank, uno de mis socios. No tenía nada que ver con los gélidos corredores que nos encontramos los que vinimos en los albores de siglo a la América de las oportunidades. De vez en cuando, todavía tiritaba rememorando aquella experiencia tan dura. Recordaba mi estancia allí, repleta de sombras, en la enfermería, con apenas nueve años. Eso me unía al bueno de Frank, no tanto a Meyer. Por si no han reparado quién soy, me conocen mejor por el nombre Charles Lucky Luciano. A las órdenes de Rothstein formamos una cantera del crimen increíble junto a Meyer Lansky, el revoltoso Bugsy Siegel, y mi Frank, Frank Costello. Éramos los mejores en nuestra disciplina como los White Sox el mejor equipo de béisbol. 


De New York Police Department. Original uploader was Hephaestos at en.wikipedia - Capture from Original Record File, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1817222
Un joven Lucky Luciano, hombre de confianza de Rohstein.


-       Por último y para no caer en la tortura china de una historia casi infinita, venimos al presente de 2023. Mucho se ha hablado de las repercusiones de los escándalos deportivos. En este caso, a los White Sox casi les costó un siglo lavar su imagen. En una encuesta que tuvo lugar en 2005, a resultas del título logrado por los White Sox casi cien años después, la mayor parte de los preguntados desconocían que el nombre del equipo estuviere relacionado con el escándalo más importante del deporte americano. Por primera vez, parecía que se borraba baldón tan indigno. En cuanto a los protagonistas, el señor Rothstein movió sus influencias para que todos los intervinientes, incluidos los jugadores, saliesen impunes de la acción de la justicia.  Y Charles Comiskey, tan amante del dinero, que quería retenerlo para sí, prometió recompensas jugosas para quien le facilitase alguna pista real sobre el caso. Aunque también poco dado a cumplir con su palabra, nos preguntamos si pagó a esos informantes anónimos. En cualquier caso, fue en balde, pues sobre los inculpados únicamente cayó el desprestigio, que respecto al club representó una maldición de casi un siglo. Una condena dura, sin duda.  


De Underwood & Underwood - Anderson, Wayne (2004) "The Fix" in The Chicago Black Sox Trial: A Primary Source Account, Great Trials of the Twentieth Century, New York, United States: The Rosen Publishing Group, pp. p. 10 Retrieved on 3 de junio de 2011. ISBN: 0-8239-3969-3., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15385068
Los ocho de la vergüenza. 


Comentarios

  1. Con esta entrada, mi estimado Sergio, me has dejado en fuera de juego. Cierto que puedo aproximarla a similitudes actuales, en lo que se nos ha dado por denominar "deporte" encontraremos alguna, y es por ahí, porque soy parco en los asuntos de la mafia americana, donde dirigiré mi respuesta.

    Pienso que todo cambió cuando se decidió pasar lo que denominamos "afición" a lo que denominamos "profesión". Ese paso dió pie a unas apuestas estatales legalizadas, apuestas que han llegado a igualar el PIB anual de algún país africano.

    Y donde hay dinero hay capacidad de corrupción.

    Si además, a esto que llamamos "deporte", y que no lo es, lo envolvemos con una pátina de "ilustración" por boca de algún renombrado escritor engalanando los colores de la camiseta respectiva como "el ejército desarmado de Catalunya" (sic), o ponemos en boca de uno de los próceres de una de las familias más reputadas de la época aquello de "es más que un club" (sic), nos encontraremos con el cultivo idóneo, con el caldo ideal, para creernos que no solamente no nos hemos equivocado en nuestra elección, sino que además, incluso, puede suplir la religión, que esta si, me ha sido impuesta.

    Y ahí está el secreto. En que en la concepción de un club de fútbol los hinchas no piensan, sienten, se alienan. Y en esa alienación todo lo que sea perjudicial, por muy evidente que sea, siempre habrá sido por una causa justa.

    ¡Lo hicimos para que nos arbitraran bien¡, se llegará a afirmar conscientemente, descargando la culpa propia por la creencia de que, de no haberlo hecho, se hubiera actuado contra su institución como lo hacía Arnold Rothstein en su época.

    Ya ves, mi estimado Sergio, si ha dado de si esta entrada, eso sin entablar relación alguna con Lucky Luciano, ni con aquellos ocho de la vergüenza, ni mentar a Frank Costello...

    Lo que empiezo a tener claro, mi buen Sergio, es que hay mafias que no necesitan de la violencia, tienen la inmunidad garantizada.

    Un placer.

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    1. Me encantan tus reflexiones,con enormes cargas de profundidad,Tot, y demoledoras como tú último párrafo, en el que sentencias,con toda la razón del mundo,que existen mafias que no necesitan hacer uso de la violencia.Con esta historia me crucé en varias ocasiones, y creí que revestía actualidad por el caso que está en boca de todos. Es difícil juzgar los hechos como añades cuando vivimos en un entorno alienado. Yo no he vivido con este caso y otros en los que personas mesuradas, pierde en el norte cuando se trata del deporte. Encantado de leerte siempre,Tot.

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    2. Debería haber hecho (que tiempo verbal más bonito¡), una acotación sobre los sic, Sergio,
      La frase "Ejercito desarmado de Cataluña" pertenece a Manuel Vázquez Montalban. La "el equipo tal ya tal, es más que un club", pertenece a Narcís de Carreras, secretario del que fue Cambó, lider de la Liga Regionalista (partido catalanista de ultra-conservador, por cierto, y que presidió las dos estructuras que todo buen prócer del país desea, a saber: La Caixa y el Barcelona FC.
      Un abrazo

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    3. Tot, una vez más, enriqueces una historia del Azogue, con tu proverbial forma de acercarte a la historia. Conocía mejor las andanzas de Cambó, un personaje que siempre me atrajo. De hecho, hace unos dos o tres años, leí una biografía de este político catalán, que me parece por sus contradicciones o quizá más coherencia que con la que le podemos juzgar quienes no vivimos sus mismas experiencias, y siempre me han producido especial interés que aquellos episodios que protagonizó, con tantas aristas.

      De Montalbán, qué decir, al que considero un maestro de la novela. No los he contado, pero de su saga de Carvalho no me he perdido casi ningún libro. En cuanto a esa frase, la desconocía, si bien, se ajusta como un guante a lo que estábamos debatiendo en relación a esas masas inermes, que constituyen un ejército de intereses, a veces, quizá en la mayor parte de las ocasiones, disfrazados de un nacionalismo de conveniencia, por supuesto económica. Muchas gracias por estar por aquí, Tot.

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  2. jajaja siento molestaros! parece que tenís aquí vuestro rinconcito de charlar jaja

    Jaja ¡qué bueno SERGIO! ¡Toda esta maravilla! ¿quizá a cuento del escándalo en el que está inmerso ahora el Barcelona por la compra de árbitros? Ya ves, nada nuevo bajo el sol, Más de 100 años después del escándalo de los ocho jugadores del equipo de baseball del White Sox culpados de haber amañado el partido contra los Reds de Cincinnati, siendo archi favoritos en la final y... Desgraciadamente no deja de repitirse esta "mala jugada". Por eso no me gusta nada el futbol, ni ningún deporte de masas, al final, menos el deporte, importa cualquier cosa... y más que nada los interese económicos.. allí donde hay dinero tarede más o tarde menos siempre hay corrupción : (
    Desde luego tu texto parece talmente un guion de cine y... ¡qué bien se te ve de mafioso! Jaja encantada Lucky Luciano! ; ) Lo que a lo mejor no sabes, o sí, y por eso te ha venido este asunto a la mente, es que inspirado en la estrella de aquel equipo, un tal Joe Jackson, súper ídolo de los americanos, que tras el escándalo quedaron hechos cisco, al ver que su ídolo se había vendido, que muchos años después , creo que a mediados de los 70... así que ¡fíjate si ha durado este escándalo en la memoria colectiva americana! le compusieron ESTE famosísimo tema . En el estribillo, que le sirve de título, repite todo el tiempo “Say It Ain’t So Joe Please” (Por favor Joe, dime que no es cierto) Refiriéndose a ese jugador, porque no se lo podían creer. Hoy, en vez de Joe, tendría que decir ..
    - Por favor, dime que no es cierto Bartomeu jaja y conste que como te dije antes, no soy nada futbolera, pero como aburren taaanto repitiendo las cosas de futbol, al final aun sin querer, se me quedan los nombres.. en realidad, se me quedan todas las tonterías y lo importante lo olvido jajaja…
    En fin, que ¡genial! Un gusto leerte siempre Sergio que tengas un fleiz día!!


    Y muuuchos besos para cuando vuelvas MIGUEL..
    Ale! ya no os interrumpo más, os dejo que sigáis de charla ; )

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    1. Grande, María, desconocía que ese temazo se había inspirado en el escándalo de los White Sox. Suena fenomenal, y me acuerdo del estribillo, que casi me atrevo a cantar. No perpetraré ese atentado contra una canción maravillosa. Y como muy bien dices, formó parte de la memoria y de la cultura colectiva americana durante un largo tiempo. Menos mal, que poco te atrae el deporte de masas, porque tu juicio no puede ser más certero.

      Yo me lo he topado en diversas novelas americanas, en algunas películas, creo que Los timadores y en varias series de televisión. La última, Empire de HBO. Y lo que me atrajo de Arnold Rothstein, fue que además de estar incriminado en este escándalo tan sensacional del deporte americano, salieron de sus filas los gánsteres más prominentes de la historia del crimen organizado. Muchas gracias por complementar estas historias. Un abrazo y cuídate.

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  3. No tenía ni idea, María, del tema y su relación. Mira que lo he escuchado muchas veces, pero jamás hubiera puesto nexo al asunto.
    El caso es que todo se disculpa si se pueden amalgamar "deporte" y "política", porque así siempre es mucho más sencillo justificar cualquier acción que perjudique al equipo.
    Empezamos mal cuando en las camisetas de los jugadores, en lo que es el cuello, ya ponemos los colores de la autonomía del equipo, así lo único que acendramos es la pertenencia, que es a lo que aspiran los máximos representantes políticos.
    Las camisetas sólo habrían de ser camisetas, sin nada más.
    Por lo demás, decirte que me he desligado de todo esto hace años, que me entero de como van las cosas porque abres el celular y quieras o no te asaltan por todos lados las informaciones, pero que no preocupo lo más mínimo de los resultados, ni de las finales, ni de los emparejamientos.
    Poco a poco he logrado desintoxicarme.
    Abrazos a go-go ¡¡¡

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    1. jajaja, tremendo, Tot. Yo la había escuchado infinidad de veces, recordaba perfectamente el estribillo, pero claro, nunca me habría imaginado que ese Joe estuviese asociado al escándalo. A mí como deporte me gusta, aunque cada vez entiendo más esa lucha enconada de intereses. Un abrazo a tutiplén, queridos.

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    2. Se que te agrada la Filosofía, y aunque no tenga que ver mucho con el asunto que has traído a colación, lo toca de refilón.
      Se trata de un pequeño ensayo que allá por los años treinta Ortega escribió sobre lo que representa el "deporte" en el estado. En Cataluña se ha sacado tajada de ello y tal como decía Montalbán, fen realidad es un ejército desarmado, pero un ejército movido por unos intereses gobernantes.
      La masa se puede batir como si fuera mantecado.
      Se trata de "El origen deportivo del estado" del que te pongo el PDF y puedes enlazar para leer.
      Sacarás jugosas conclusiones.
      Un abrazo
      https://docplayer.es/12051077-El-origen-deportivo-del-estado.html

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    3. Ortega me parece un grandísimo filósofo y pensador,Tot. Quizá el que haya puesto con más tino la lupa sobre el hombre moderno,en el que la suma de 1+1 no siempre es dos y en ocasiones menos que uno. Lo leeré con deleite. Muchas gracias,Tot.

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    4. Te dejo esta entrada de El periódico, escita por una singular persona, Pilar Rahola, y ahora verifica, Sergio, si lo escrito en mi entrada anteriormente no tiene visos de similitud con este escrito publicado a toda página por un diario de tirada nacional.
      https://www.elperiodico.com/es/opinion/20230320/barca-operacion-negreira-articulo-pilar-rahola-84917349
      Aquí ya se trata de que el club de fútbol en cuestión representa, según lo escrito, de " Y finalmente, el mismo Estado, que ve en el Barça -y en Laporta- una poderosa seña de identidad catalana, que lógicamente rema en la dirección contraria a la españolización..."
      Ya tienes lo de Ortega
      Un abrazo

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    5. Puffff, qué chusco suena todo eso,cuando no se trata más que de un juego. Para uniformar sentimientos o precisamente gracias a las emociones, buscar una construcción nacional y rehusar de cualquier elemento racional. Muchas gracias, Tot.

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  4. Un siglo de desprestigio es poco tiempo para lo que generaron. Aunque siendo que ya pasó tanto tiempo...
    Mira los polítiqueros que dos o tres años de una condena (real o social) ya están otra presentándose como candidatos para alguna otra cosa.

    Saludos,
    J.

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    1. Sí, la imagen de la entidad se vio menoscabada,aunque los autores del gran engaño del deporte americano salieron indemnes en los tribunales, gracias a las influencias del señor Rothstein,que utilizaba a sus prostitutas para comprometer carreras políticas. Sin embargo,la sociedad y la cultura americana no olvidaron tan fácilmente el amaño. También me parece que la ley del deporte española permitia prescripciones de tres años,como si fuera una isla dentro de nuestro ordenamiento jurídico, una concesión excesiva y hasta muy definitoria de nuestro cretinismo. Quizá sea lo menos importante de las cosas acaecidas últimamente y otras que sí revisten más gravedad como en el terreno de la política, también las pasamos por alto. Un placer tenerte, José Antonio.

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