Cómo tratar a un orate literario, que vuelca en cada idea corimbos de historias, que pueblan su cabeza, como muñecas rusas de erudición. Un póster de Mallarme, el dietario de la Vizcondesa de Noailles, esconden un prontuario de fetiches personales, de ese París tardofranquista, en el que buscó las huellas de la Generación perdida, con el afán de encontrarse a sí mismo. Con todo, esas escenas que parecen de otro, orbitan en su cabeza, cuando le invade el sueño. No prescindirá de su pijama de rayas, el uniforme de los reos de sí mismo. Rayas que a ambos lados del Atlántico, desentonan por cómo se reproduce el refulgir de la tarde en Montevideo. El río de la Plata o mar si se otea con destreza, se convierte en una cinta marrón, no recuerdo si en palabras de Eduardo Galeano u otro genio de las letras uruguayo. Allí, el escritor catalán entrebusca en un ejemplar de Madame Bovary por dónde andan agazapadas las musas.
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El genial escritor barcelonés. |
Porque cuando alguien nos pregunta receloso a los lectores de Vila-Matas, que definamos su literatura, nos suspendemos en un éter impreciso, el de la mística. Paladeamos nuestra respuesta, abrigamos silencios que no son derrotas sino victorias. Si es autoficción, tan en boga últimamente nos recuerda el letraherido, o metaliteratura, y nosotros le reponemos medio azorados, medio divertidos que anda en un errabundaje absurdo, por cuanto el escritor catalán es inclasificable, porque es todo eso y más. Observamos su desconcierto; el brillo de sus pupilas nos dice que queremos epatar con una definición vaga. Y no le engañamos. Es mejor leer cualquiera de sus obras y más Montevideo, donde alcanza, una vez más la cima de nuestras letras, con tan pasmosa facilidad, que todo suena a bazofia y vulgaridad en este pedazo de hierro que acelera cada vez más junto al universo, hacia un destino desconocido. Pero con las certezas de la narrativa del barcelonés.
Imaginamos en ese instante a un boscoso Enrique Vilamatas, que persigue con desvelo añorado y con sus ojos de mosca su última ocurrencia literaria, todos los grandes escritores son grandes observadores. Pues allí en la azotea del Cervantes, entrevemos al alter ego de don Enrique, que saca un cigarrillo. Ha prometido dejar fumar, fútiles esperanzas de comienzo de año, que se deshilachan, y entrelazan como los dos relatos fantásticos de Julio Cortázar y Bioy Casares que confluyen en el mismo hotel, cuya azotea pisa en el último ejercicio de arqueología literaria.
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La inclasificable obra maestra de Vila Matas. |
Por un lado, La puerta condenada de Julio Cortázar, con el hotel de protagonista, y que se convierte entonces en una de las piezas de las fisonomías desarraigadas de las ciudades, que han tenido un esplendor muy pasado(1). Quizá contaminado por muy pasadas estadías, se tiñe en mi recuerdo personal, en esta ocasión hablo por mí(2), la decrepitud de una ciudad portuaria que ha resurgido, lejana a las remembranzas de un Eduardo Galeano y de su cuaderno negro, que siempre lo acompañaba. Con nombre reconvertido, nadie reconoce su nombre, sino el de la cadena, quedan pocas evidencias de ese hotel cortazariano en la actualidad. Es una de las paradojas que nos permite Vila-Matas, que reverbere el pasado, y a través de sus puertas, viajemos al presente, quién sabe si futuro de este alojamiento de ensueño. En su teatro convertido en aparcamiento, llantas, ruedas, motos cubiertas con un halo de misterio ocupan el lugar de la platea donde una vez cantó Carlos Gardel.
Serio como un fagot, Vila-Matas no puede soportar el hedor de la gasolina. Prefiere no extenderse mucho con Gardel, porque resuenan todavía las polémicas antañonas. ¿Uruguayo o francés? Decirlo ahí no es una cuestión venial. Por menores fruslerías se han intercambiado oficios recargados de tinta entre las cancillerías de ambos países(es un Argentina Uruguay tanto o más reñido que un partido de fútbol) con rechiflas donde debía dominar presuntamente un lenguaje diplomático. Pero al autor catalán le preocupan más otras cuitas. Porque intenta adivinar qué suerte de sortilegios condujo también a Bioy Casares a buscar evidencias literarias en el Hotel Cervantes, por una época parecida a su compatriota Julio. En el cuento Un viaje o el mago inmortal, Bioy nos pinta a un personaje develado, que vuela en un taxi por el asfalto montevideano, regurgita el veloz paso del taxímetro e impertérrito, cavila: "Juraría que al chofer del taxímetro le ordené que fuera al Hotel Cervantes" Como cuando el inquietante Petrone, protagonista cortazariano, "le gustó el Hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros". Excluido el plagio, el misterio se adensa de formas sorprendentemente tangenciales, cada uno con su magia, mezcla de realismo hipertrofiado y ficción alucinógena.
Por ahí, en esos pagos, Vila-Matas continúa confundiendo Corelli o Morelli con los protagonistas de Rayuela, al punto que uno no sabe discernir . Sucesión de máscaras en la eviterna literatura de Vila-Matas, donde todos se funde y moldea conforme a las obsesiones del bardo catalán. En estas, cada palabra es un descubrimiento, las puertas, una especie de palingénesis con la que se reencarna el autor, que busca la redención de escribir y al que le pesa como una anatema la inspiración, esa dama obtusa .
Aunque, hágannos caso. En este supuesto no es jactancioso recurrir al tópico, porque si alguna vez hubo un libro imprescindible, es Montevideo del maestro catalán, al que no sabemos por qué, no le llega el Nobel de literatura. Espero que no se nos haga tarde como Javier Marías.
Para profundizar más en esta maravillosa historia, recomendaría la lectura de el hotel de Bioy y Cortázar y la entrevista en El País con las motivaciones personales que condujeron a Don Enrique a convertir esta historia en una trama tan personal y fantástica en el sentido más amplio de la palabra.
(1) Como inciso, si comenzamos el relato de Cortázar, ésta es la impresión que nos produce, nada que ver con el actual hotel, que se erige fastuoso en una Uruguay que sale de su pereza, como país con una economía refulgente.
Si a algo se parece Vila Matas es a un tango de Carlos di Sarli.
ResponderEliminarBahía Blanca es uno de los mejores temas de tango escritos jamás, cercano a "Todos los jóvenes tristes", filme que nos acerca a la metafísica del vacío existencial, quizá influido por Marguerite Durás, la propietaria del pequeño ático parisino donde habitó algún tiempo, vaya uno a saber; o por su relación con el autor del mejor libro escrito nunca sobre Ciudad Juárez y las maquiladoras, el 2666.
La realidad es que Vila Matas es un autor poco considerado en su tierra, Barcelona, tan poco considerado que muchos de sus congéneres creen que es un escritor de la escuela sudamericana, al estilo de Benedetti o de Onetti.
De Vila Matas, todo.
Un abrazo
Buscaré ese tango,porque como todas tus referencias,Tot,son más que dignas de considerar,hallazgos absolutos. A mí Vila-Matas me parece el mejor escritor en español,castellano. Vargas Llosa tuvo episodios,novelas inconmensurables pero su literatura, siempre pulida con el afán del amanuense,no refulge como antaño y acusa algo de herrumbre. Nadie puede ser eternamente brillante. Pero Vila- Matas a sus 74 años cada día escribe mejor.
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=7M44Ju5vvuU
ResponderEliminarSus creaciones son como las de Vila Matas. Certeras, secas, rítmicas. Es un tango que se baila con precisión, sin florituras. No hay letra, no hace falta, sólo música, acordes acompasados.
Evidente que en su época hubieron los Anibal Troilo, los Osvaldo Pugliese, quizá por ello, di Sarli quedó en segunda linea, pero sus temas, iguales de metafísicos insisto, que la película de "Todos los jóvenes tristes" de Vila Matas, hacen cerrar los ojos y pensar que la mejor compañía para un libro de Vila Matas es la música porteña de Carlos di Sarli.
Salut y un abrazo
Qué dos buenos tangueros, Tot. Plugiese y Trolilo.
EliminarY aquí tienes a "Don Pasión": Juan Darienzo, sólo falta que se tire dentro del bandoneon.
ResponderEliminarSalut
https://www.youtube.com/watch?v=3Z5qEKxfmm8
Tremendo,bordea,Tot,el precipicio,las raíces y emoción del bandoneón. Un lujo
ResponderEliminarMe temo que Enrique Vila Matas es una asignatura pendiente para mí. He leído hace tiempo El mal de Montano y, últimamente, Esa bruma insensata. Lo conecto inmediatamente con Paul Auster del que es buen amigo, pero esa idea de la metaliteratura no me acaba de enganchar aunque en cierta manera ya está en Cervantes. Me has dado ganas de leer Montevideo. He leído la entrevista en El País y abre el apetito igual que tu texto. Así que suspendo mi juicio hasta que pueda adentrarme más en su mundo de metaficción. Tuve ocasión de leer un "treball de recerca" -es una prueba característica aquí en Cataluña; un trabajo de investigación en segundo de bachillerato- de un alumno de dieciocho años que se había leído a todo Vila Matas y lo plasmaba en un trabajo brillante y que expresaba que lo conocía muy bien. El nivel era tan elevado que imagino que puso en apuros al tribunal que lo juzgó que desconocería por completo a Vila Matas. Lo bueno no solo era esto sino que el alumno transitaba por obras clásicas de la literatura que son precedentes del autor abordado. Suponía una madurez literaria extraordinaria en la disección de la narrativa de la autoficción y la metaliteratura. Leer este trabajo me estimuló al pensar que incluso dentro del sistema educativo hay "salvajes" que aman la cultura y la literatura. Queda pendiente leer Montevideo como mínimo, y a ser posible Bartleby y compañía. Tengo un amigo que era íntimo de Vila Matas y de su mujer con los que quemaba los bares trasegando alcohol en abundancia en la Barcelona de los años ochenta. En la Cataluña oficial, Vila Matas molesta, es un extraño, ajeno a la lengua de la tribu que marca lo que es catalán y no. Me ha gustado que lo consideres un escritor catalán, aunque por aquí es desdeñado como lo fue Juan Marsé o Carlos Ruiz Zafón, o Gil de Biedma, entre otros.
ResponderEliminarUna reflexión muy lúcida, Joselu. En mi caso leo con avidez todo lo que cae en mis manos del autor catalán, al que se desdeña quizá por la lengua, quienes confunden la universalidad con la lengua empleada. Recuerdo aquella feria famosa de Frankfurt, en la que se quería celebrar el cincuenta aniversario de la muerte de Baroja, al que el propio Hemingway visitó en su lecho de muerte, y dijo que él no era nadie en su comparación, que habría merecido realmente el Nobel. Pero España se desgarraba a sí misma ante la incomprensión de todos, porque la celebración de uno de los novelistas de espíritu más europeo, implosionaba con la excusa de que Baroja eclipsaba toda la literatura en euskera. Aquí en España, ese año 2006, la efeméride de Baroja, pasó sin pena ni gloria. Incluso se le tachaba de fascistas, cuando en vida estuvo a punto de ser fusilado por los otros o por los hunos, que a estas alturas, no se sabe quién es cada cual. Como se quiso dilapidar la fortuna literaria de Azorín por razones ideológicas en tribunas periodísticas, que más parecían patíbulos donde condenar a figuras de la talla del de Monóvar.
EliminarLa metaliteratura, o metaficción, cuando se ramifica en corimbos inesperados, de los que brotan más historias e historias, es una de las características de la literatura de Vila-Matas, y que como muy bien dices, estaba implícita en Cervantes, cuando fabula consigo mismo. Lo bueno de Vila-Matas que te arrastra a experiencias literarias, en las que buscas esos autores que conforman su cosmos particular. Estaban ahí, son geniales por sí mismos, pero yo encontré, por ejemplo, al genial Georges Perec de forma interpuesta y gracias al maestro barcelonés. Sazona esos encuentros con sus fantasmas y obsesiones narrativas, un narrador que a veces parece omnisciente y otras un personaje más, que es lo que me fascina de la creación de Vila-Matas, del que puedo dudar hasta de su existencia, aunque nunca de sus novelas.
Y lo que más me ha fascinado es el trabajo de ese muchacho, una joya en medio de la oscuridad, que ha descubierto el placer de los mundos ocultos de la literatura gracias al mago barcelonés, me imagino. Qué pena que no trascienda al público general, un trabajo que por lo que cuentas y tan bien, destila pasión, y por eso difícilmente decepcionará.
Después del despliegue que ha hecho MIGUEL delante de mi, casi me da vergüenza atreverme a decir nada, pero no me resisto porque tb me ha fascinado esta novela. Es muy plástico este símil que usas de la matrioska rusa cuando hablas de la erudición y es verdad además que vale la misma imagen la abordar Montevideo de Vila – Matas. Montevideo es un pasillo y sin embargo su autor consigue desplazarse ( nos desplaza constantemente por su obra) sin casi moverse del mismo lugar. La pesquisa por una habitación uruguaya (Hotel Cervantes) recreada doblemente por Cortázar y Bioy Casares hace que no solo estemos donde transcurre la ficción, sino posibilitar que eso suceda en el resto de novela, incluso cuando te hace tropezar con el fulminante espectro de lo hiperreal (el pornográfico quehacer de la tortura, el fanatismo o la enfermedad) es como un situacionismo, como un no moverse moviéndote, viajando alrededor de muchas habitaciones: ideas sobre la ambigüedad, constantes (la conferencia), suplantaciones, máquinas solteras, arañas (como metáfora del proceso de auto-construcción o creación del autor ) usa como juguetes teóricos, sobre la fluidez y la permeabilidad es un verdadero laberinto de viajes entre ciudades y espectros, alucinante su kafkiana forma de convertir a Bogotá en la imagen del fin del mundo. ¿No te parece que hasta podríamos ver un cierto regusto por Vila – Matas con aquella famosa habitación 237 del Resplandor de Stephen King en versión kafkiana? Metaliteratura al más alto nivel, vitalista a más no poder…. Creo que leí que había escrito toda la novela pero que la reescribió tras ser trasplantado de un riñón que le donó su esposa… se nota esto, o al menos a mi me parece notarlo, porque increíblemente es una novela que además de todo resulta divertida… ¿ qué más se puede pedir?
ResponderEliminarMil gracias, casi hay que venir con tu blog de notas para tomar apuntes en tu blog ; )
Un abrazo!
Me ha parecido simplemente fascinante, María, por cómo desgranas la obra del autor catalán. A muchos lectores les provoca recelos la metaliteratura, por el temor insospechado a que el giro onanista que brota de las fauces del autor, termine convirtiéndose en un ejercicio de autocomplacencia. La literatura es protagonista, pero a través del tamiz del escritor que la concibe. Pero no es así en el caso de Vila-Matas capaz de recrear capas de relatos del ínfimo detalle de un dibujo y de una araña, mientras nos vamos olvidando de la narración en primera persona, y nos examinamos en ese personaje, que puede ser un espejo de nuestras miserias, miedos, alegrías y unas pocas certezas, que abrigamos con el paso de los años. Me parece un hallazgo las concomitancias con la habitación 237 del Resplandor, y ese regusto kafkiano, que nos acompaña en Montevideo. Como te decía, después de tanto tiempo que no orbité por la literatura del genio catalán, me parece que ha vuelto mejor que nunca. Me ha encantado, de verdad, María, tu artículo, crítica de la obra de Don Enrique. Porque tu estimulante comentario, refleja el intimismo con el que has mirado dentro de Montevideo. Un abrazo, y muchas gracias, por tus aportaciones tan valiosas.
EliminarNo quiero engañarte, no te hagas un idea equivocada sobre mi. Vila Matas, como Bolaños son autores para abordar con pico y pala. Con este autor, tienes que saber que vas a sufrir y sudar, aunque te diviertas mientras lo haces, como me ha ocurrido con Montevideo. Pero no todos somos como lo que me parece intuir en tus entradas, en las que entrelazas mil obras, mil referencias. Tú tienes mucho de Vila Matas, no me extraña que le adores. Por eso me ha sorprendido muchísimo tu blog ; ) Seguro que tú, has buceado hasta el fondo a pulmón abierto, sin bombonas de aire. A la mayoría nos resultan retos que acometes sin ninguna seguridad de ser capaz de poder sobrevivir al intento, subiendo a superficie muchísimas veces para tomar aire porque no te llega ; ) Gracias por tu respuesta. Como si me hubiera presentado a un examen libre y sorprendentemente, me hayas aprobado jaja Aunque presiento que eres muy magnánimo aquí en tu blog...
EliminarMuchas gracias a ti y a Vila Matas, un placer.
En serio, María,me encanta tu dorado pico y pala, porque sabes sacar con brillo y pericia la esencia de Vila-Matas, y tus comentarios más que pertinentes,son excelentes. Aportan una perspectiva diferente,como ese poso kafkiano y de King,lleno nunca mejor dicho de Resplandor, pero en el buen sentido y no en el que nos sugiere la obra del gran Stephen.Un saludo y cuídate.El placer es mutuo
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