Se cayó el profesor de una silla de playa, y se golpeó con tal fuerza en la cabeza, que su edema, iba a hacer tambalear a todo un régimen. El hombre que taciturno era objeto de todas las miradas por aquellas fechas, porque estaba designado a suceder al Profesor Salazar, trató de imaginar cómo se produjo el accidente. Los más allegados del dictador, dijeron que pegó una voltereta incomprensible, para dar con la cabeza contra el suelo. - ¿Pero se recuperará pronto? - Preguntó el sucesor ante la terrible responsabilidad que se adivinaba sobre sus hombros.
- No lo sabemos, eminencia. - Le contestaron al otro lado de la línea telefónica. La historia tiene esas particularidades, que nos desvela lo que en aquel presente afrontaban como todo un misterio. António de Oliveira Salazar estaría en ese extraño trance hasta su muerte. A Lenín le pasó algo parecido con sus hemorragias cerebrales, que su camarilla más próxima iba en peregrinación a su cama. Y le insinuaban las resoluciones tomadas en Consejos de Ministros, como si todavía tuviese capacidad de decisión.- Excelencia, vamos a aprobar una partida para las colonias obreras. - El otrora hombre fuerte de Portugal asentía con un brillo en los ojos, el refulgir del poder, que se había apagado en su caso.
Sin embargo el gobierno no podía estar parado. La nomenclatura del régimen estaba nerviosa. Había que designar a un sucesor, antes de que el rumor diese pie a una inquietud. Lo habían comprobado en París, pero sobre todo en Praga, donde estalló una Primavera en la que reclamaban un Socialismo de Rostro Humano. Laminado sin compasión por los tanques soviéticos. El mundo pedía cambios. Se habían quedado en las retinas de Marcelo Caetano las direcciones cambiadas en los cartelones y los mojones de las carreteras, que despistaron aunque en cualquier caso no impidieron al Ejército Rojo cumplir su cometido en Praga . Volvió Caetano a la patata caliente de la sucesión del Profesor. Corría el año 1968.
Llamadas en medio de la noche, a quién elegir. Por supuesto a un delfín sobre el que pesaba acusaciones de liberal y aperturista. Pensaba Marcelo Caetano que había un camino de en medio, y miraba con envidia la revolución económica que se había producido al otro lado de la frontera,. Entre ambos países había años luz de una incomprensión mutua. - López Rodó con su política aperturista, en el llamado Plan de Estabilización,ha logrado atraer capitales extranjeros. ¿ Por qué no nosotros? - Le explicó uno de sus secretarios, mientras el cormorán que sabía que las tramas del poder te empujan a soluciones insospechadas, le dijo a su discípulo entusiasta con los planes del gobierno franquista, que frenase su ilusión. Las cábalas del poder se acogen a otros tiempos. Como hemos visto, el profesor, ¡otro profesor! era un hombre teórico, incapaz de decidir. Su indecisión era verdad que le había permitido disfrazar de temple el ímpetu con el que subían otros, a la misma velocidad que bajaban en la consideración de Salazar. En cualquier caso, Caetano comenzó a hacer tibias reformas aperturistas que lograron consolidar la etapa de mayor crecimiento de la dictadura. Hasta que se topó con el mayor de los problemas y con el prestigio de un hombre en las fuerzas armadas. Pero vayamos por partes.
Antonio de Spinola se había significado por su compromiso antibolchevique. No era un revolucionario. Acudió a la llamada de la División Azul, junto a otros voluntarios de su país, con la idea de redimirse contra la anticivilización que comportaban los valores soviéticos. Con el paso del tiempo, atempera su vehemencia de juventud, y se va a acercando a posiciones más liberales. Pesan sin duda las experiencias en las colonias de ultramar. Sobre todo, cuando es nombrado gobernador militar de Guinea Bissau, en ese mismo año 1968. Sin saberlo, corren paralelos los destinos de Caetano y de Spinola. Las autoridades políticas creen que la mano de hierro es la única solución para el problema de las colonias. Es entonces, que en el fuero interno de Spinola se comienza a larvar su fuerte oposición a las soluciones violentas. Cree en la solución política al principio, y luego, poco a poco, llega al convencimiento que Portugal para ser en el futuro, debe desprenderse de sus colonias. Y recogió todas sus ideas en un libro, Portugal y su futuro, que iba a galvanizar a todas esas fuerzas, que conducirían al derrocamiento del Estado novo, que por esas paradojas del tiempo, sonaba a viejo el 25 de abril de 1974. Imaginemos entonces que nos encontramos en aquel día. Comienza la radiodifusión en la Rádio
Renascença, según lo convenido, la canción Grándola, Vila Morena, marcaría el comienzo de la sublevación para las Fuerzas Armadas. Escuchemos la canción dándole al play.
El comienzo edulcorado de La Revolución de los claveles, quizá como si fuese la última revolución romántica, es conocido. A Celeste Caeiro, una camarera que regresaba a su casa, cargada de claveles de una boda que se había suspendido por las revueltas, uno de los soldados que había salido de los acuartelamientos y vigilaba las calles, le pidió un cigarro. Como no lo tenía, Celeste le dio un clavel, que puso en la boca de acero de su fusil. Se convertiría en la imagen de aquella revolución pacífica, pero que estuvo a punto de desembocar en una guerra civil. Mitos y verdades; se produjo la descolonización, con la mala fortuna, de que en las colonias sí que comenzaron guerras civiles que han llegado casi hasta nuestros días. A Marcelo Caetano, que le pudo la indecisión, la historia se lo tragó sin compasión. Ni mano dura ni política para las colonias. ¿Sería mancillar los siglos de historia en las colonias? Podría traicionar al movimiento del Renacimiento que coqueteaba con el nacionalismo y el fascismo, y que de tantas energías imbuyó la juventud de ilustres como Fernando Pessoa o a nuestro protagonista de hoy. El sí o el no, en puertas de decisión, ahogó la figura de Caetano y la de todo el régimen del Estado Novo.
Dicen que el tiempo pone las cosas en su sitio, quizá la Historia también. Ciertamente, Marcelo Caetano sustituyó a Salazar pero sólo fue una continuidad de la política del Estado Novo. Era más de lo mismo. Quizás fue necesario un Caetano para que nuestros vecinos portugueses llegasen a esa democracia tan ansiada y quizá si Caetano hubiese entendido las expectativas de su pueblo, si hubiera actuado con más dehiscencia no estaría enterrado en Brasil. Debería informarme más en la historia contemporánea de Portugal para opinar, sé que Marcelo no fue un Suarez pero creo no equivocarme si afirmo que España no habría vivido la transición sin el 25 de abril portugués.
ResponderEliminarMe encanta Zeca Afonso.
Un placer leerte Sergio.
Un abrazo!
EliminarPoco se puede añadir, Marybel a tu análisis certero. Caetano supuso una continuidad del Estado Novo, pero sobre todo, la enquistada situación colonial y su escasa capacidad de decisión, determinaron su caída. Es más, coincidía con Antonio de Spinola en ideología, salvó en su percepción del problema colonial. Algo así como Churchill y Eden con la India.
Leí hace años un libro sobre la Revolución de los claveles y me sorprendieron más sus consecuencias y las pugnas que se derivaron, que casi llegaron a desembocar en un enfrentamiento civil. Tenía una imagen más romántica de la revolución, como una conquista pacífica de la democracia. Sin embargo, cuando profundizas, te metes en el giro geopolítico que se produjo, para que nuestro vecino pasase a ser un punto candente en la Guerra Fría.
El predicamento que había logrado el comunismo en amplias bases del ejército, llegó a alertar a Occidente. Como siempre, el papel de Gran Bretaña, moderador y que encontró respuesta en su aliado tradicional, y la colaboración de los comunistas, para que no se desbocasen facciones del propio ejército, lograron reconducir la situación. En algún artículo, llegué a leer que Franco había tenido la intención de intervenir Portugal en caso de que se declarase una República socialista. Me gustaría saber más portugués, porque desafortunadamente la bibliografía en castellano sobre su historia contemporánea es escasa. No sé cómo se ve ese período desde distintas perspectivas, para pronunciarme. Muchas gracias, siempre se me abren recuerdos con tus brillantes intervenciones, Marybel.