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El gran Reino Celestial de la Paz.

Secretaba un rumor confuso. Medio embebido en imágenes, señaló aturdido a una sombra y logró articular palabras. - ¿Eres tú? - Los viandantes guardaban cierta conmiseración con aquel bulto recostado en un callejón, mientras la ciudadela revivía en su ostentación ampulosa. Había recuperado algo del viejo esplendor. La Primera Guerra del Opio había humillado a un régimen por el que en aquella región no se tenía mucha simpatía, más bien una honda aversión. La corrupción de los manchúes llegó hasta los más recónditos lugares de la administración. Aquella piltrafa que rezongaba pasajes de la Biblia, fue un estudiante modélico, inteligente. Sin duda, su familia de la etnia hakka  creyó que Hong Xiuquan haría una carrera muy brillante en la administración y les sacaría de la pobreza. Pero los manchúes se cooptaban a sí mismos, huelga la redundancia con el fin de remarcarlo, pues no querían que nadie ajeno entrase en los cenáculos de poder. La frustración del joven Xiuquan le condujo por simas impredecibles.Bebió, pecó y lloró, se arrastró por el cieno femenino como cerdo de Epicuro. Hasta que encontró el camino de la fe. 


De Desconocido - http://www.iskong.com/auction/detail.php?id=1550572, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=73047
El sello del Reino de Dios en la tierra. 


- Hermano, Dios nos ha confiado una misión. Despierta. - Le decía aquella visión. 

- ¿Pero no viene, padre?- Un hombre de barbas luengas y blancas, que en su mente era el Dios de los cristianos. 

Otras apariciones eran peores. Al tipo aquel le rondaba la cabeza una miríada de heridas. No se le reconocería porque estaba afeitado. Era su hermano, Jesucristo, porque él no había nacido de una forma cualquiera. - Es decir, no soy hijo de Dios como el resto de los mortales. - En el futuro le explicaría a su primo, que le frenó en más de una ocasión en sus locuras mesiánicas. 

- Todos somos hijos de Dios, primo. 
- No, yo como Jesucristo, nací por la fecundación directa de Dios. No existe la Trinidad, ¡qué sandez! Solamente Dios, único y poderoso. 
- Por supuesto.- Le hubiere causado gracia, de no temer el pronto colérico de su familiar.  

Las visiones se produjeron  después de que aquel predicador evangelista, le abriera los brazos a la nueva fe. - Hemos de buscar un nuevo reino de Dios en la tierra. Aquí, en estos páramos, nunca arraigó la fe al único Dios. - Repitió la presencia, que en cuanto se fue, le dejó con el propio eco de sus palabras. Y solo frente a los peores diablos que le aparecían más a menudo, porque la ciudad vivía en el pecado del egoísmo. Espíritus individuales, con el único patrón del dinero, que se dejaban llevar por la divinidad de un lucro constante. Prostitución, vuelta a los opiáceos, todo estaba en venta por un módico precio. Allí sentado, rogaba a uno de esos animalejos salidos del Averno y que poblaban su mente, que por favor le dejasen. La primera vez que le aparecieron fue con esa linda muchacha, en la casa de lenocinio. El rostro de Mei Ling se velaba por el de una de aquellas máscaras horrorosas. Al mismo tiempo que retozaba, chocaba con el bigote del diablo, y al besar a Ling, un dejo a azufre penetraba en su boca, se apartaba y volvía a aparecer la bella joven, con su sonrisa. 



Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1338887
Hong Xiuquan, el hijo de Dios.


Hasta que por fin comprendió, que Dios se había manifestado en la cara de aquel diablo. Subió con Mei Ling a la alcoba, cuando la faz del diablo no desapareció. Le chillaba.- ¡ Fóllame, estúpido, métemela por todas partes!¡ Eres un homosexual!- Y él no pudo resistirlo, comenzó a pegar a Ling, que le rescató de su enajenación con un gran llanto.- ¡Para, para, Hong!- Ante la gran escandalera, se arremolinaron en la puerta una buena parte de la honrada clientela, Hong comenzó a manotear contra todos. Mentones altos, y tras aquella barahúnda de brazos, el joven Xiuquan logró escapar. Dios quería que no se dejase tentar por el diablo. El pecado era el diablo, que despertaba su lascivia. Había que destruir a los ídolos, le musitó la presencia de aquel anciano. - Despertar al pueblo en la nueva fe. - Hong que era visto por todos como un orate, comenzó con su labor. Atentaba contra estatuas de Confucio, y sus seguidores, armados de una enorme paz interior, no permitirían tamaño ultraje. 

Xiuquan huiría a Guangxi para crear una secta iconoclasta Los adoradores de Dios, junto a Issachar Jacos Roberts, misionero bautista. La oportunidad de expandir esta secta, que dejó de ser un grupúsculo de personas poco cuerdas, llegó con la gran hambruna de los años cuarenta del siglo XIX. En aquella región, donde el desacuerdo con el Imperio Qing, era notorio y se odiaba a la secta manchú y sus mandarinatos, la mecha estaba encendida. Hong Xiuquan con sus alardes de predicador, fue embaucando a la masa. Eso les pasaba por aceptar creencias falsas, y el gobierno del mismo diablo. Los manchúes eran los representantes del diablo en la tierra. Así comenzaría la rebelión más sangrienta de la historia. El abanico de cifras que barajan los historiadores de este episodio desconocido para la mayor parte de Occidente, oscila entre los veinte y cincuenta millones de muertes.¡Más que en la Gran Guerra! Amplias zonas del sur se sublevaron, para aceptar la creación del Reino Celestial de la Paz. Una mezcla de utopía colectivista y de fanatismo religioso, predicada por un hakka de los suyos, galvanizó la revolución. 



De Chinese artist - http://ocw.mit.edu/ans7870/21f/21f.027/opium_wars_01/ow1_gallery/pages/1839_LinDestrOp_165pc_hkma.htm, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=49739014
Destrucción de opio, durante la primera guerra(1839)




Que va a ser uno de los precedentes del comunismo. Marx, Engels, el fourierismo y otros autores socialistas, comunistas contemporáneos, las líneas eran más difusas entonces, contemplaron en la lontananza con mucha expectación la Rebelión de Taiping. ¡Una gran esperanza! Los graneros celestiales, en los que se almacenaba toda la producción del reino, que se repartía equitativamente, se convertirían en un precedente de las colectivizaciones. Todas las manufacturas realizadas por un ejercito de voluntarios celestes pondrían al servicio de los productores y fieles, cualquier objeto imprescindibles. Más mandatos de la secta, los súbditos celestes debían guardar una austeridad, que contrastaba con el palacio de Xiuquan ( son aquellas paradojas, las que despiertan más hilaridad en los profanos, tanto como llamar Reino de Paz a una sociedad o Ejército del Amor, que destruyó al diferente ). Las cascadas, se suceden como las estancias decoradas con primor, ninguna estatua, es verdad, hasta la llegada de los comunistas, que pondrán una efigie de Xiuquan, que precisamente era un iconoclasta. Digno antecesor y verdadero comunista para Mao, que sembraba sus discursos de citas de este Mesías e hijo de Dios chino. 

Lo alaban, y su figura es ensalzada en la actual China comunista. Igualó a la mujer, prohibió la prostitución y el consumo de drogas. Bien hecho. En su haber, un sangriento "Ejército del amor", que causaba pavor por su crueldad. Hong Xiuquan tenía el freno de un primo más cuerdo, Hong Rengan, no obstante, si creía que unos centenares de prisioneros llevaban al diablo en el cuerpo los fusilaba sin embozo. La historia acaba con el suicidio del Mesías y con el apoyo de las potencias occidentales al Imperio Qing. Un error de cálculo, ya que los celestes pensaron que los occidentales jamás intervendrían por ser correligionarios - era considerada una secta herética por razones, que no escapan a nadie. Se pone término a esa locura de trece años, y nace el mito del capitalismo, Occidente, que rechaza de plano y conspira contra cualquier movimiento igualitarista

Comentarios

  1. Te das cuenta, todos los profetas dicen haber tenido visiones arcangélicas: Jesús, Mahoma, Hong Xiuquan... la cuestión es: ¿Sería el mundo mejor sin las religiones? ¿Vale la pena la muerte de cinquenta millones de personas -gracias a Dios eran el ejército del Amor!- por la idolatría a un individuo?.
    Una vez más, me ha encantado tu forma de narrar los hechos. Le das vida, carácter al protagonista. También te manejas muy bien con el vocabulario.
    Muchas gracias.
    Un abrazo y feliz domingo!

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  2. Muchas gracias, Marybel por tus comentarios y sabias reflexiones. Yo creo sinceramente que el hombre es un ser religioso, es decir, necesita creer en algo para aferrarse a una débil existencia. Si abandona la fe más convencional de los profetas, vivirá las ideologías o las sustituirá por una creencia arrogante en la ciencia.

    Es lo que llamó Ortega la plenitud de los tiempos, un absurdo espíritu de la modernidad, en el que la última generación se considera la culminación gloriosa de la humanidad. Absurda pretensión, que ha devenido en religión, para adorar además la tecnología. Esta pandemia nos ha puesto en nuestro sitio, desgraciadamente, e incluso ha dejado en evidencia a tótem de esta corriente, como Harari. Kapuscinski lo expresa mejor que yo:

    "Temía caer en la trampa del provincianismo, noción que solemos asociar con el espacio: provinciano es aquel cuyo pensamiento está centrado en un limitado espacio al que el individuo en cuestión atribuye una importancia desmesurada, universal. Sin embargo, T. S. Elliot advierte de otro provincianismo, no del espacio sino del tiempo: “ En la época actual – escribe en 1944 en un ensayo sobre Virgilio- en que los hombres parecen más inclinados que nunca a confundir sabiduría con conocimiento y conocimiento con información, y a tratar de resolver problemas vitales en términos de ingeniería, está naciendo una nueva especie de provincianismo, que quizá merezca un hombre nuevo. No es un provincianismo espacial sino temporal” (Viajes con Heródoto Ryszard Kapuscinski).

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