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Miss Lonelyhearts


El amor, hecho de  materia etérea. ¿Química o física? Filtros amorosos, cartas del Tarot que dibujan un espejismo, más que el futuro. Más consejos amorosos con los que aferrarnos a una aspiración, que nos sirva para combatir la soledad y nuestro desespero. Más acuciantes si cabe en la gran urbe, donde conviven como abejas millones de seres humanos, que fingen saber lo que hacen en esta inmensa colmena. Muchos acuden a él, un lobo solitario, que en medio de la redacción escucha el sonido de una Remington, que comienza alegre un artículo. Él vuelve a frotarse los ojos, le flota el terno alrededor de su cuerpo, mientras le aguardan farallones de cartas de su sección de consejos. Busca una epifanía que le haga salir de su marasmo. Es hombre, pero sabe que las mujeres guardan mejor las confidencias y el público se abre más a sus brazos maternales. Por eso el protagonista se disfraza en el seudónimo de Miss Lonely Hearts, que es el título de esta magnifica novela, para llevar su sección. Se agudiza en nuestras retinas su crisis existencial. Coge al azar una de esas cartas llenas de desesperación, y....


“Querida Miss Lonelyhearts:

Mi dolor es tan grande que no sé qué hacer, a veces pienso en matarme de tanto como me duelen los riñones. Mi marido piensa que ninguna mujer puede ser una buena católica y no tener niños, sin que importe el dolor. Me casé honradamente por nuestra Iglesia, pero no tenía idea de lo que significaba la vida de matrimonio, puesto que nadie me había hablado sobre el hombre y la mujer.” 



A toda la novela le recorre un sentido de lo grotesco, que despierta no pocas veces la hilaridad.  Personajes que buscan a la  verdadera Miss Lonely Hearts, y se encuentran con un hombre para su sorpresa, repleto de miedos, solitario. Ha perdido la fe. Entabla relaciones, y queda desenmascarada su vida, que no es más que un engaño, con relaciones encubiertas o sabidas. Todo ello le lleva  a su crisis y a la crisis de la consejera que interpreta cada mañana en su redacción.. No en vano, sus respuestas a los lectores antaño consoladoras, y que buscaban refugio en la religión, pendulan por un asomo de duda. Había perdido la Gracia de Dios, lo cual no tenía ninguna gracia. ¿Quién no ha buscado en su vida unos asideros para salir a flote en momentos de encrucijada existencial? El arte, la respuesta está en el arte, le dice Shrike, un compañero  y amigo de redacción. Porque no fluyen las palabras como antes, porque no las siente. 

Sin embargo, no es sólo una obra de gran hondura. Es más, sus personajes, tan estrambóticos como reales, producen situaciones muy cómicas, que dejarán un poso de divertimento en el lector. Sus miedos los convierten en cómicos, y despertarán ternura en nosotros. Al mismo tiempo, de trasfondo se dibuja la soledad de la gran ciudad como decíamos, de forma escueta, poética, su autor, nos brinda estampas antológicas. 


Lo que necesitaba el pequeño parque, incluso más que él mismo, era un trago. Ni el alcohol ni la lluvia bastarían.” 




De The World's Work - The World's Work (June 1921), p. 192, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20682590
Fitzgerald, el gran amigo de Nathanael West.

 Nathanael West es sin duda, uno de los autores menos conocidos de la gran Generación perdida. Si recuerdan, esa espléndida plétora de autores americanos del período de entreguerras, a las que Gertrude Stein bautizó de esta guisa en un conocido episodio. La muerte temprana de West no le permitió una mayor proyección. Con todo, tenemos sobre todo dos auténticas joyas, la que hoy presentamos, y El día de la langosta. Nos perdimos en cualquier caso un estilo ácido. La mañana de la tragedia, Nathanael conducía un automóvil, que se convirtió en su tumba y en la de su mujer. Muchos amigos decían que el escritor era un pésimo conductor, y que nadie quería montar con él en su coche. Otros, que la desaparición unos días antes de su alma gemela, F. Scott Fitgerald, el gran escritor de la era del Jazz, le había sumido en un gran abatimiento. Con esas pésimas condiciones psicológicas y físicas. Si no sabías lo que ocurría a tu alrededor, ponerte a conducir, rezongaban sus amigos, que presumirían en el sepelio de West, que el azar o la providencia, muchas veces son insidiosamente malvados. Dos muertes tan seguidas.  

El caso, es que nos perdimos literatura de la buena, con el fallecimiento de West. Era un tipo que se inició en el periodismo, de ahí que no extrañe la gran desenvoltura con la que describe los escenarios de Miss Lonelyhearts. Una obra que hará las delicias por su sentido de humor que encuentra en lo ridículo un buen acicate, y que no se reservará ninguna de las reflexiones morales, sociales, que nos depara este clásico de una gran modernidad, y cuyas páginas, nos tememos para nuestra desolación, no perderán vigencia en años venideros, en los que el hombre seguirá abrumado por su eterna soledad. Léanla y disfruten de esta pieza maravillosa de la literatura americana






Comentarios

  1. Hola Sergio!! Pues sí, aquí estoy de nuevo. Necesitaba desaparecer por un tiempo y ya han pasado unos cuantos años. Me alegra comprobar que sigues activo.
    George Steiner aseguraba que las mejoras novelas son aquellas que en un vagón de tercera clase le permite a un pasajero abstraerse de la realidad. Totalmente de acuerdo!
    Me ha encantado tanto en forma y fondo tu reflexión "¿Quién no ha buscado en su vida unos asideros para salir a flote en momentos de encrucijada existencial?"... posiblemente hoy los personajes de West serían perfiles de Facebook por citar alguna red social.
    De Nathanael West sé solamente que fue escritor y guionista de cine, y que murió joven en un accidente de coche, de ahí, quizá su corta producción literaria.
    La voy a comprar, ya.
    Gracias por tu aporte.
    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Bienvenida. Y sinceramente, echábamos de menos esa altura, podríamos decir intelectual aunque suene algo pomposo, con la que nos acercas a tu lectores el mundo de la cultura. Es tu sello particular y único. Soy asiduo a este tipo de magacines, y cuando leo tu blog creo estar pasando páginas de un Qué leer, El Cultural. Ahora que has vuelto, solamente nos cabe disfrutar de tu lectura y abrir las puertas de esa literatura que rescatas del ostracismo.

      Me sorprendió Miss Lonelyhearts, porque te cuenta una historia de soledad, miedo y sin embargo, o precisamente por eso, sus personajes de dejan un poso divertido y de ternura. Es una obra dura, en cualquier caso. Pero creo que imprescindible. Harold Bloom dijo que era una de las cinco novelas más importantes del siglo XX. Fue de ese filón, el de Bloom por el que me acerqué a West. Un abrazo.

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