Tiene la boca como pulpa de tomate, ni siquiera fuma.-
Dijo el ayudante de dirección, que venía del hospital.- La verdad que es raro
en él, no verle con ese palo asomado en los labios.
- Maldita sea.- Refunfuñó el señor Huston, mientras se
mesaba su atávica barba.
- Ni siquiera puede hablar o lo hace muy mermado.
- No me imagino a Humprey si no es con su voz.- Apuró la
taza de café que mecía en sus manos candorosas. - Y nos quedan escenas por
rodar. No podemos prescindir de ellas, porque si no la película no se
entenderá.
- Bogart no puede aparecer hablando raro. Acuérdese, señor Huston, que Gilbert fue el
hazmerreír del cine mudo.- ¿Cómo olvidar esa dolorosa transición que tantas
fantasías e ilusiones se llevó por medio? A John Gilbert le corrigieron esa voz
por el capricho de un directivo de su productora, y lo mínimo que le chillaron
en los nickleodeones, fue julandrón.
- Es que esa voz es la del cinismo y la de la doble moral, que
ha caracterizado a sus personajes. El rodaje está gafado.
![]() |
La leyenda del cine, Humprey Bogart. |
Lollo apareció con
esa figura de ánfora, y preguntó por el vejestorio de Bogart. La jettatura pululaba por el rodaje, ya que un accidente de tráfico le rompió buena parte de la dentadura al antihéroe americano. No corría peligro su vida, sin embargo, más días parados
incrementaría el coste de la cinta hasta las nubes, y los financieros de la productora le incordiarían. Amén de los compromisos firmados por un
elenco estelar, que les metería en más líos de lo necesario. La burla del diablo, que así se titularía el filme, había sido
colosal. Ponerle ese título, más el capricho de John Huston, porque había sido todo un antojo. Hacía calor en ese retazo de Italia, varado en la imaginación del
gran cineasta desde unas vacaciones, y que quiso rescatar del desván de los recuerdos. Se había
prendado de él, por lo que a pesar de la reticencia de la productora debido a
lo recóndito del lugar, y a que movilizar recursos costaba más que otras
localizaciones, llegaron a aquel puerto. ¿Qué hacer para acabar las escenas del actor americano? Un giro de guión inesperado obligaría a retocar otras partes del mismo, que no casarían tan bien. A esas alturas, cuando faltaba poco para concluir el tiempo estipulado para realizar el trabajo. ¿Qué hacer? Aquella pregunta le reconcomía por dentro. Sería con todo, un giro de guión inesperado, una ocurrencia la que les sacaría de aquel atolladero.
- Se me ha ocurrido una cosa, señor Huston.- Se le iluminaron los ojos al ayudante de dirección.
- Te temo, amigo.
-Hace no mucho vi un número.
Le explicó a su amigo John, que se trataba de un imitador, que interpretaba a varios personajes famosos. Y los acentos más diversos, sin que se le notase una mínima inflexión que le delatase. Por más señas, en Londres, en un local nocturno, donde todos los gatos son pardos, o por lo menos lo parecen. El personaje que más gracia causó en aquella velada, fue aquel en el que el humorista, armado con un cigarrillo en la comisura de los labios, imitaba la voz de Bogart. Si no fuese por su físico destartalado, sería Bogart.
- No creo que se le esté ocurriendo lo que se le está ocurriendo, amigo.
- Sí, señor Houston. Nuestro galán actúa, y el humorista le pone la voz. Con suficiente maquillaje, se le simulará el aspecto tumefacto de su mandíbula. Su imagen es suficiente, para que el humorista le dé vida con su voz.
Volaron en avión para traer con el lazo al imitador, que para más giros efectistas que tiene la historia, resultó ser Peters Sellers, el gran actor de los años venideros, que tuvo este bautismo precipitado en el gran cine. Aunque más que verle en la gran pantalla, escuchamos su voz. Luego vendría el Inspector Clouseau, Dr Strangelove y la inolvidable El guateque. En El Azogue recordamos una de las historias fabulosas que nos regala el cine, que por dentro está lleno de trucos de magia.
![]() |
El inolvidable Sellers. |
Comentarios
Publicar un comentario