T iene la boca como pulpa de tomate, ni siquiera fuma.- Dijo el ayudante de dirección, que venía del hospital.- La verdad que es raro en él, no verle con ese palo asomado en los labios. - Maldita sea.- Refunfuñó el señor Huston, mientras se mesaba su atávica barba. - Ni siquiera puede hablar o lo hace muy mermado. - No me imagino a Humprey si no es con su voz.- Apuró la taza de café que mecía en sus manos candorosas. - Y nos quedan escenas por rodar. No podemos prescindir de ellas, porque si no la película no se entenderá. - Bogart no puede aparecer hablando raro. Acuérdese, señor Huston, que Gilbert fue el hazmerreír del cine mudo.- ¿Cómo olvidar esa dolorosa transición que tantas fantasías e ilusiones se llevó por medio? A John Gilbert le corrigie...
Un viaje por la historia y la cultura