Proyecto Huemul

 Mire al cielo, su excelencia. En Bariloche luce el sol como en cualquier otro lugar de la Tierra.

 - Sí nos pudiésemos traer el astro rey- añadió el científico , que bosquejaba una sonrisa en su rostro, ido por miles de pensamientos que acudían en tropel. - Esa es la clave- se resabió con las manos atrás, Ronald Richter.  - Porque las termofusiones que se producen en su interior, generarían energía limpia a diferencia de la fisión, que crea el inconveniente de los residuos(1). 

Perseveraban por los caminos flanqueados por cipreses, arrayanes y reinas moras.  Asilvestrada, la Isla Huemul, todavía no se había acostumbrado al vigor de las obras, que día y noche querían conquistar el porvenir de la nación. Como si hiciesen un aparte, la hermosa Evita Perón se rezagaba o quizá el zapato escogido por la dama de los descamisados, fuese menos apropiado de lo indicado. El afán de andar glamurosa siquiera en la naturaleza, le había perdido. - ¿ Estás bien? - Volteó la cara el General, que cuidaba de su dama como si fuese una princesa o acaso porque resultase su mejor cartel publicitario. Estaban en su cenit, y la torre de hormigón que se elevaba con toda una tubería embutida en su interior, representaba el culmen de todo el ideario de la pareja. ¡El futuro reactor de fusión nuclear!

 ¡Ronald Richter ponía las ideas, uno de sus admirados nazis! Para qué  entorpecer el camino de este genio, aunque en el país austral hubiese una buena cantera de magníficos físicos, que habían trabajado además con los padres de esta ciencia tan moderna. Sin embargo, Richter reunía en su persona características que encandilaban al Presidente Juan Domingo Perón. Sobre todas las cosas, creía íntimamente en la superioridad de la raza aria, que alumbraba a congéneres como Kurk Tank. Quién no sólo desarrollaría el prototipo de caza a reacción argentino, el Pulqui II, sino que "me ha traído a este monstruo de la naturaleza", se jactó un Perón que miró al físico estrafalario, para respirar de nuevo aire puro.  Richter le había advertido que la radiación era perjudicial, o que podría en un momento dado crear una campana de cristal en torno a la isla. " Definitivamente está loco, pero es único en lo suyo" pontificó el líder argentino.

Ronald Richter y el orgulloso Presidente Perón.

¿ Pero qué era en realidad el Proyecto Huemul? Intrigaba a medio Bariloche, donde había una comunidad de criminales nazis como se supo tiempo después. Allí murmuraban que se trataba de un arsenal en el que se ensayaba con armamento novedoso. Richter, celoso del secreto de las investigaciones, había colocado carteles que recordaban el compromiso de los trabajadores con la confidencialidad del proyecto. Porque a escondidas, primero como un proyecto de inmigración, el Gobierno de Perón quiso sentarse en la mesa del club nuclear. Según los diversos cálculos difíciles de evaluar, la suma de todo Huemul superaría a los trescientos millones de dólares de la época, pero probablemente si añadiéramos todas las cantidades dispersas en partidas que no tienen aparente relación, quizá dejase esa cifra pequeña. Fue un plan con infinidad de ramificaciones bajo nombres que ocultan el destino final de los fondos. 

La era nuclear, trágica noticia para nuestra desdicha. Ivy Mike

En cualquier caso, frente a los dos mil millones gastados por los estadounidenses en el Proyecto Manhattan, parecía una nadería. Perón estaba sin lugar a dudas doblemente contento. Por un lado,  no solamente conseguiría la bomba de fusión que le permitiría plantarse con las dos manos en el damero internacional, junto a los bolcheviques vilipendiados y los americanos que no habían parado de ponerle trabas. Su embajador se mostraba abiertamente contrario a sus políticas que tachaba de populistas. En segundo lugar, asistiríamos a una revolución energética sin precedentes, propiciada por el ingenio argentino y gracias a un empujón de sus adorados nazis. " Es un nuevo sistema que trata como dice Richter de encender soles artificiales en la tierra". Para que nos demos cuenta del logro supuesto - la comunidad científica lo acogió con mucho escepticismo entonces- las estimaciones más recientes creen que tardaremos todavía treinta años en producir energía eléctrica por fusión nuclear como pretendía Richter.  El MIT lo reduce a quince años.

Ronald Richter, en su puesto de Proyecto Huemul

Mientras caminaban aquella mañana que habían visitado Perón y su mujer la isla, el general poco dado a las efusiones científicas-simplemente escuchaba embobado a un loco de laboratorio que reverberaba sus palabras en alemán- hacía sus propias cábalas.-  Se da cuenta, con ese combustible del loco en sus tanques, los nazis habrían llegado a Moscú y para qué contarle los problemas de abastecimiento de los submarinos. Si hubiesen sido nucleares, se acabó el problema.- Explicaba a sus allegados el general.  Argentina tenía un presupuesto militar colosal, que superaba a los de sus vecinos del cono sur sumados, pero aquel logro sería el remate para sus aspiraciones de potencia hegemónica de la región. Qué más le daban al dirigente las paranoias de Ronald. 

Le contaron que con un arma de fuego en mano recorría veladamente las instalaciones de la isla, buscando a algún doble espía. A punta de pistola, sorprendía a los científicos a los que la congoja les hacía temblar. " Éste nos dispara por un moco"  O  a voz en grito acusaba de sabotaje al primero que se le cruzase cuando se declaraba un pequeño incendio o   una clavija estaba fuera de lugar.  Aquellas ideas descabelladas tienen su explicación, relativa siempre. Los americanos se habían percatado de que la URSS logró su propia bomba gracias al espionaje. El camino más corto. Más tarde supimos que tenían a Fuchs infiltrado en Los Alamos, y que habían desarrollado toda una tramoya, la Operación Enormous para succionar el conocimiento de los americanos y no incurrir en los mismos costosos errores. Ese cóctel en la cabeza de Richter....  

Pulqui II, proyecto de avión a reacción Kurk Tank.

Con todo, la historia del proyecto iba a tener un final estrambótico. Tras los días de vino y rosas, con doctores Honoris Causa y las mayores distinciones para el científico austriaco, con las que recompensan al que suponian creador del primer reactor de fusión, las sospechas comenzaron a surgir en torno al proyecto. Dada la falta de resultados concretos y las respuestas huidizas de Richter, se nombró una comisión fiscalizadora que visitó la isla, encabezada por el insigne científico José Antonio Balseiro y Mario Báncora. Corría el año 1952. Las conclusiones del informe Balseiro fueron demoledoras, y produjeron sonrojo en todo el país: 

"El resultado obtenido es, pues, que el enorme número de choques sufridos por el átomo de Li, en las condiciones que se opera, imposibilita la realización de cualquier dispositivo de control basado en el principio mencionado por el doctor Richter."

"El Dr Richter ha mostrado un desconocimiento sorprendente sobre el tema."

"El dispositivo usado por el Dr. Richter, es el arco cantante descubierto por Dudell hace unos 50 años."

Ver informe completo Dr. Balseiro

Se había producido un fraude en las mismas narices del ingenuo Presidente Perón. La fanfarria de un falso descubrimiento provocó la sorna en el concierto internacional, que tacharon sus aspiraciones de baladronadas propias de un populista. Muchos críticos del peronismo dicen con todo, que la engañifa de Richter y su cacareada fusión nuclear, no es de lo peor que acarreó el gobierno del General. Sino el haber desaprovechado todo el caudal que significó la guerra, cuando agotó la despensa de  fondos en proyectos similares a Huemul, y sembró la semilla del populismo que tan bien aprendió de la Italia fascista de Mussolini. "¿ Qué quiere usted? Eso le doy." La fusión como método energético como hemos dicho, ha de esperar cuanto menos quince años en las estimaciones más optimistas.   

(1) En 1938 se había descubierto la fisión del núcleo del uranio, su partición con bombardeo de neutrones, proceso en el que se generaba una cantidad de energía hasta aquel momento desconocida. Este descubrimiento casual, que puso en orden la científica judía Lise Meitner con una publicación en la revista Nature, iba a inquietar a gran parte de la comunidad científica. Los alemanes si desarrollaban la tecnología podrían tener la bomba atómica. Esta posibilidad inquietó a buena parte de los servicios secretos durante la II Guerra Mundial.