¿Hay algo más alunado que montar una librería en un lugar remoto, carcomido por la humedad y donde aparentemente nadie lee? Añadamos que ese lugar es un mundo fantasioso, encerrado en su propio caparazón y en el que sus habitantes se mueven ciegamente según el capricho de una tal dama Gamart, que como Reina de corazones, sentencia a los que no se avienen a sus dictámenes. A las mismas dificultades físicas, unos vericuetos normalmente rodeados de cieno, y que suponen una barrera real para el transporte de libros, se suma como decíamos la conspiración silenciosa, esa sordina de pueblo perdido que se cierne sobre Florence, un personaje que despierta enseguida nuestras simpatías. Se trata de una mujer madura, baqueteada por la vida que le ha causado no pocos sinsabores, como perder a su marido en un conflicto bélico, pero que no renuncia al sueño de ambos de montar un negocio de libros ¡ Nos encanta! ¿ Quién no se identifica con una protagonista que quiere liberarse de cualquier atadura, y que decide dar un giro en su vida a mitad de camino?
No nos extraña que esta novela prendase a la directora Isabel Coixet, pues su atmósfera aparentemente callada, y una protagonista que en una edad madura, quiere hacer realidad los anhelos de su marido son elementos muy atractivos para hilvanar una buena historia. En su universo mágico, Florence se dará de bruces con numerosas dificultades no tan evidentes. Por ejemplo, el circulante y la contabilidad que nuestra librera no habrá tenido en cuenta como cualquier emprendedor bisoño, son demasiada fronda para una cabeza especiosa, más dada a las fantasías. También la guerra sorda, que libra el pueblo contra ella para no enojar a la Reina de corazones, le hace rebuscar hasta que da con una colaboradora, una niña ninfa que le ayudará en sus cometidos o la personalidad que brota en cada una de las vigas de una casa anciana, de siglos apilados en su estructura, a la que ni la sal de la crecida del mítico año 1953, había logrado malbaratar. Esta casa será el origen de las disputas con la Dama Gamart, que ve otro destino para una construcción con tanta personalidad, como es el de centro de actividades culturales.
Pero como si no fuese suficiente con todo lo anterior, un fenómeno polstergeist ronda por la casa: cambia herramientas, afloja clavos. En el pueblo los llaman más que polstergeist, rappers, y están acostumbrados a su convivencia. Creen que en el caso de Florence, se trata de una madre que aguarda infructuosamente el retorno de un hijo pescador de arenques, una actividad tradicional de la zona, que se encuentra en decadencia. La autora, de paso, va rindiendo homenaje a la literatura. Aparece la novela Lolita a la que le dedicamos una pequeña recensión , y que en aquella época estaba causando estragos morales en la denominada sociedad de bien. Imaginemos en un lugar remoto como la pequeña población, encerrado en sus cuitas domésticas, donde se desarrolla la excelente historia de Penélope Fitzgerald. A pesar de las prevenciones, la novela de Nabokov triunfa y hace brillar el negocio de Florence, que también contará con aliados insospechados. En cualquier caso, las fuerzas oscuras se abalanzan sobre la librera, ora una administración que se blinda tras su dédalo de reglamentaciones, ora un pueblo que quiere arrumbar a elemento extraño que le incomoda. Dejamos al lector que llegue al final de la historia, una lucha de una mujer que quiere llevar a cabo sus sueños, por muchos impedimentos que le salgan a su cruce.
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La brillante cineasta que busca nuevos caminos para su particular
filmografía, no siempre bien comprendida.
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