- ¿ Dónde estaban los duendes? - Con aquel eufemismo, el investigador aludía a los presuntos cuerpecillos de los extraterrestres, para poner en tela de juicio a su interlocutor. Interrogaba al propietario de una funeraria, que se sumaba al carro de testimonios de aquellos días, lejanos en el tiempo. Porque en cualquier caso, habían pasado más de treinta años, y en torno al Incidente Roswell (1947) se había cernido un telón del misterio, que se volvió a alzar con las declaraciones de un testigo, que reconocía que el material hallado, no correspondía a ningún tipo de materia conocida en nuestro planeta. Aquel evocaba entre caladas que daba a una colilla moribunda, que la especie de metal, por lo menos en apariencia, tenía memoria. Esto es, que cuando se doblaba el mismo, recuperaba enseguida su anterior posición. Otros militares implicados en el caso Roswell afirmaron treinta años después, que habrían intentado deteriorarlo por abrasión pero aquella pieza no cedía un ápice de su aspecto original, y si se deformaba, retornaba a su posición primigenia.
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Los platillos volantes alentaron la imaginación
de los lectores de ciencia ficción.
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- ¿Entonces, cómo puede ser que un rayo abatiese al objeto? Si tan resistente era el material de la supuesta nave.
- Yo no lo sé, sólo me dedico a las pompas fúnebres. Pero las autoridades militares luego incautaron bajo amenazas los trozos que habían recolectado los vecinos.
También había oído las razones que el reportero tachaba de peregrinas y sin un mínimo rigor científico, de algunos oráculos del fenómeno UFO, con relación a Roswell. El Universo es un inmenso vacío, si no tenemos esto presente, se decía el periodista, que se mesaba los cabellos como gesto involuntario para entender tanta irracionalidad. Mentalmente retornó a la paradoja. Si era verdad que la Bomba de Hiroshima había sido un acontecimiento de suficiente envergadura como para reclamar la atención " interplanetaria" y que se diese el incidente Roswell, tenían que haber transcurrido dos años luz, para que fuere posible una acción reacción. Lo curioso es que no hay ninguna estrella tan cercana, ni sistema solar.
- Y si hubiese algún planeta remoto en el cinturón de Kuiper. - Le había dicho uno de aquellos santones, que promovía el amor universal (sic) : ¡los extraterrestres nos aman! Y los platillos volantes son los carros de fuego que siembran de luces el horizonte en la Biblia. - Desde allí agazapados observan nuestra conducta, como hermanos mayores, jefe. Con la bomba nos descarriamos mucho, no le parece a usted.
- Vienen de un mundo helado, me quiere decir. ¡No es creíble!Además son conjeturas, no sabemos si existe ese cinturón de asteroides en la realidad (1).
- Da igual, antes de Hiroshima llevábamos décadas lanzando señales de todo tipo, de radio al espacio exterior. - La cara enjuta del orador, llena de grietas, y que proclamaba la fornicación como el portal divino a un cosmos, atraía a una patulea de desdichados.
- Debe haber una explicación más simple.- Recuerda que rezongó el reportero entonces y masculló delante del testigo que se dedicaba al enterramiento. - Pero dígame, quién le dijo que estuvo atendiendo a duendes. No lo recuerdo.- Pasó a buscar en su libreta de anillas donde anotaba sus ideas relativas a estas pesquisas.
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Los enanos grises,
presentes en Roswell, y
cuyo boceto era parecido a éste |
La grabadora seguía corriendo junto al leve crepitar del micrófono. Estaban en la cocina medio desordenada, con cacharros que parecían emerger en una montaña, y aquel señor de cierta edad, hablaba monótonamente hasta que tosía y soltaba unos gargajos, que escupía al malogrado fregadero. Le embargó una sensación pasmosa, mirándolo.
- Me puede dar datos sobre aquella enfermera, o el esbozo que le hizo de esas criaturas.
- No lo tengo. Aunque sería algo así. - El viejo se puso a trazar líneas que trajeron a colación a las criaturitas, demasiado parecidas a novelas de ciencia ficción. Lo que decían en su argot, un caso de contaminación de libro.
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Informe desclasificado en el que aparece el dibujo
famoso de Kenneth Arnold.
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Gracias a la fábula de los guionistas de Hollywood, se había creado un arquetipo de visitante del exterior, que en otros episodios, algunos completas imposturas y otros sin contrastar, se repitió como un modelo. Pequeños, de cabezas enormes y ojos oscuros. Había pasado lo mismo con los platillos volantes, cuya descripción en el primer avistamiento de Kenneth Arnold se extendió como la espuma(2). Su editor le recordaba entonces que la ciencia ficción era un buen negocio, pero que él no creía en aquellas patrañas. ¡ Son todo un camelo! Se parecían demasiado a los humanos, y qué mejor reclamo para conmover a un espectador, ávido de aquellas historias. Chaparro, y con los labios gruesos, John, que así se llamaba él, sí que era un remedo de uno de aquellos elfos.- Es más, yo creo que han cumplido su cometido. Si la CIA o el FBI quisieron enmascarar un proyecto de alto secreto, estos camelos les han servido para desviar la atención. La gente se entretenía con estas especulaciones mientras entrábamos en lo más crudo de la Guerra Fría.- Admitía sesudo John, con los ojos como huevos, ocultos tras unas cejas profusas cuando parpadeaba.
- Aunque en lo más álgido, que fue cuando esos cabrones lanzaron el Sputnik y ese maldito cacharro daba vueltas por encima de nuestras cabezas, helando de terror a nuestros compatriotas, que existiesen unos seres superiores calmó nuestras angustias.
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Lanzaría rayos aquel engendro soviético, pensaron temerosos
los americanos de entonces
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Y pasaron los años, se desvelaron proyectos como el Proyecto Mogul, que con globos pretendían espiar a los soviéticos por las fechas del incidente Roswell. Globos aerostáticos, que desde la lontananza registraban el más ínfimo sonido, y llegaban a la conclusión de que en la URSS se hacían pruebas nucleares. Los cinco de Cambridge con Kim Philby a la cabeza, habían pasado a la URSS los planos de la bomba atómica. - Y porqué entonces el ejército se precipitó para decretar que estábamos ante un fenómeno OVNI, y una nave de una civilización avanzada. - Le lanzó la pregunta al editor, que lo tuvo siempre claro, pues con esa noticia, quizá una estrategia errónea, despistaban al enemigo, en este caso la URSS. En realidad lo caído en Roswell era de un material avanzado, porque aquellos globos tenían una tecnología puntera para la época, aunque en todo caso humana.
Las hipótesis puede ser infinitas, si bien, nosotros nos decantamos sin querer restar ni un átomo de gracia a la visita de Roswell, meca del fenómeno UFO, por la explicación más plausible, según los preceptos de la Navaja de Occam. Un proyecto de alto secreto que quisieron camuflar con historias peregrinas. Nadie niega que no exista vida en el Universo, posibilidades en las que recae la famosa Ecuación de Drake. Habría mucha y de distinto tipo. Sin embargo, es un inmenso y espacioso -nunca mejor dicho- vacío, que requeriría tecnologías duraderas, y que viajasen a la velocidad de la luz o cercanas, para tener un contacto que coincidiese en el tiempo ( hablamos de señales siquiera) Pero ha habido sesudos científicos, o militares que no descartan este hecho. Incluso se crearon proyectos por parte de la USAF como el Blue Book para analizar cualquier mínima pista que condujese a un fenómeno UFO. Qué el lector se quede con la versión que más le agrade, porque certezas no hay casi ninguna. Y a los 70 años de Roswell, parecía obligado recordar un hecho que se convirtió en un fenómeno de masas y cultural, como subrayamos en El Azogue. Las entrevistas son una recreación y aunque intenten abordar hechos de Roswell, no dejan de ser ficción.
(1) Hasta 1992 no se tuvieron evidencias empíricas de su existencia, es decir, se detectó entonces el famoso cinturón de asteroides.
(2) Carl Jung veía que tras esa forma tan redonda se hallaba el mandala, que aparecía en otras culturas como la budista como se afirma en este reportaje de platillos volantes de la BBC
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