Imágenes con planos inverosímiles, escenas que rayan y traspasan la locura, en la que unos orates se despliegan con los pies ligeros por los distintos rellanos y salas de un gabinete, que es una expresión suprema de los tiempos alunados que les toca vivir a los alemanes y en general al mundo, en los años 20. - Pasen y vean.- dice un lunático con mirada errática. - Un, dos, tres.- despierten.- ¡ Por favor, no se dejen hipnotizar, y tengan cuidado si son sonámbulos!- Por más que lo intenten están en el Berlín de los años 1920. Se ha desatado la pasión por vivir, la droga se consume como mejor narcótico que una realidad alienante, y en la ciudad se trata meramente de sobrevivir. Nada de sortilegios ni pensamientos mágicos. Todavía no han florecido los cabarets, que marcan el canto del cisne de la República de Weimar, hermosa hasta que el auxilio de las finanzas americanas se corta de raíz, por la Gran Depresión. Las negras negociaciones de Versalles abocan al país a una deuda asfixiante para su economía , y una Alemania al borde de la revolución, fue salvada por la socialdemocracia de Gustav Noske, que se hizo con las riendas del poder en mal momento(1).
Pero dentro de esta maraña confusa, los excombatientes deben pugnar además con los fantasmas de la contienda. Se agitan como peleles en medio de la noche, movidos por los hilos invisibles de la locura. Meses y meses, arrostrando el embate de las baterías, agazapados como ratas, los piojos les comen mientras rezan porque los compases belísonos de una guerra fabril y total, acaben cuanto antes. Nace el shock de la guerra, por no hablar de los desfigurados, caras cortadas en el acervo popular, que temen asomarse al espejo o en delirios creen que la granada que les desfiguro, vuelve a la pieza donde anhelan reparar sus almas con un sueño terapeútico, pero es por la noche cuando comienzan a rondarle aquellos espectros de la guerra. La paga del soldado de un enorme y más comprensible William Faulkner, es un ejemplo narrativo, que nos habla de la hipocresía con la que se recibió a estos mal heridos de la Gran Guerra.
Pero dentro de esta maraña confusa, los excombatientes deben pugnar además con los fantasmas de la contienda. Se agitan como peleles en medio de la noche, movidos por los hilos invisibles de la locura. Meses y meses, arrostrando el embate de las baterías, agazapados como ratas, los piojos les comen mientras rezan porque los compases belísonos de una guerra fabril y total, acaben cuanto antes. Nace el shock de la guerra, por no hablar de los desfigurados, caras cortadas en el acervo popular, que temen asomarse al espejo o en delirios creen que la granada que les desfiguro, vuelve a la pieza donde anhelan reparar sus almas con un sueño terapeútico, pero es por la noche cuando comienzan a rondarle aquellos espectros de la guerra. La paga del soldado de un enorme y más comprensible William Faulkner, es un ejemplo narrativo, que nos habla de la hipocresía con la que se recibió a estos mal heridos de la Gran Guerra.
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Una película de planos increíbles,
y con ritmo para el año 1920
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En este entorno completamente desquiciado, fue en el que se rodó una de las películas más fascinantes de la historia del Séptimo Arte, El Gabinete del Doctor Caligari. Máximo paradigma del Expresionismo alemán, por esas líneas que convierten cada encuadre en una obra de arte, y si nos apuran, en un lienzo, y por supuesto por el mensaje que lanza, que dejaremos para más adelante. El director Robert Wiene apostó por esta tramoya, en lugar de una más realista, pues es hacia la realidad del nuevo siglo convulso, a la que dirigen sus críticas. La historia es sencilla, para algunos críticos de cine es considerada incluso la primera película de terror de la historia.
Un hipnotista, el Doctor Caligari ( Werner Kraus) , induce a su paciente mientras duerme, un tal Cesare (Conrad Veidt) , a que cometa como sonámbulo una serie de crímenes(2). Hans Janowitz y Carl Mayer escribieron el guion de esta cinta todavía quebrantados por su experiencia en la Primera Guerra Mundial. Pacifistas convencidos, no ya por la experiencia, sino que les contemplaba un amplio bagaje anterior, pensaban que las grandes matanzas acaecidas en 1914-1918 no hubiesen sido posibles si a las masas, no les guiase el poder hipnótico de determinadas consignas que lanzan líderes políticos que han perdido la mesura. Este es el mensaje que subyace en la maravillosa cinta. Extrapolable a otras circunstancias menos nemorosas y con menor fronda que la Alemania de las entreguerras. Suele ocurrir con una relativa frecuencia, que al frente de las sociedades más desarrolladas, se halle el más loco del establecimiento como en el Gabinete de la película. Quién más y quién menos, pensará en Trump, o en la huida disparatada hacia adelante en Cataluña, donde cualquier atisbo de racionalidad parece una quimera. Emociones y consignas que nos enfrentan como en el Brexit. Y la sensación a veces de estar dirigidos por locos que unas masas hipnotizadas siguen a pies juntillas.
Un hipnotista, el Doctor Caligari ( Werner Kraus) , induce a su paciente mientras duerme, un tal Cesare (Conrad Veidt) , a que cometa como sonámbulo una serie de crímenes(2). Hans Janowitz y Carl Mayer escribieron el guion de esta cinta todavía quebrantados por su experiencia en la Primera Guerra Mundial. Pacifistas convencidos, no ya por la experiencia, sino que les contemplaba un amplio bagaje anterior, pensaban que las grandes matanzas acaecidas en 1914-1918 no hubiesen sido posibles si a las masas, no les guiase el poder hipnótico de determinadas consignas que lanzan líderes políticos que han perdido la mesura. Este es el mensaje que subyace en la maravillosa cinta. Extrapolable a otras circunstancias menos nemorosas y con menor fronda que la Alemania de las entreguerras. Suele ocurrir con una relativa frecuencia, que al frente de las sociedades más desarrolladas, se halle el más loco del establecimiento como en el Gabinete de la película. Quién más y quién menos, pensará en Trump, o en la huida disparatada hacia adelante en Cataluña, donde cualquier atisbo de racionalidad parece una quimera. Emociones y consignas que nos enfrentan como en el Brexit. Y la sensación a veces de estar dirigidos por locos que unas masas hipnotizadas siguen a pies juntillas.
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Encuadres y escenarios recreados, en lugar de un rodaje más real,
caracterizan esta cinta de 1920
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Si retornamos a la película, más tarde, con horror, otros críticos como Sigfried Kracauer intuyen en los personajes del Doctor Caligari, la necesidad subconsciente de los alemanes de la época de ser teledirigidos por un líder esquizofrénico. Un caldo de cultivo propicio para la llegada de Adolf Hitler y de una Segunda Guerra Mundial. De esta guisa, y de forma involuntaria según Kracauer, Caligari sería Hitler y Cesare, un pueblo alemán sometido por hipnosis a los caprichos y vesania de un dictador.
- Un, dos, tres, despierten. Aquí llegamos al final, el que quiera puede darse un último garbeo por los cabarets de la época. Un arte sublime y sensual. Cuidado al levantarse del diván, que se sientan algo mareados. Quizá se topen con una celestial Marlene Dietrich, cantando sexualmente y antes de filmar El Ángel azul. Y entre el público una belleza glacial como la de Greta Garbo.- Ahora sí, despierten. Quienes tengan tiempo, pasen y vean Babylon Berlín, una formidable serie que recrea la época a la que hacemos referencia con una acción vertiginosa. Y descuiden que el que les habla no es el doctor Caligari, sino el doctor Munari ¿ No sé cuál de los dos es más de fiar?
(1) En primer lugar, tendrá que frenar los aires revolucionarios de la Liga espartaquista. La izquierda más radical le acusará de ejercer el papel de mayordomo de la reacción. Por otra parte, va a dar pábulo con su actuación a teorías conspiratorias. Si bien la socialdemocracia se opuso a la guerra, no con la contundencia que le fue posible, le tocó acarrear con las consecuencias del nefasto Versalles. Y Hitler aprovechó la coyuntura para acusarles de influir en la política germana hasta la rendición, lo que abocó al país a unas condiciones de negociación deshonrosas.
(2) El argumento es más complejo, pues el alocado Doctor Caligari, en realidad quiere emular a un doctor italiano que por hipnosis, llevó a cabo una serie de asesinatos en Italia del Norte. Hay entre medias una investigación, es decir, reúne muchos ingredientes, para hacer de esta cinta, una de las maravillas del cine, a pesar de la mudez de la época, que pueda espantar a algunos lectores.
- Un, dos, tres, despierten. Aquí llegamos al final, el que quiera puede darse un último garbeo por los cabarets de la época. Un arte sublime y sensual. Cuidado al levantarse del diván, que se sientan algo mareados. Quizá se topen con una celestial Marlene Dietrich, cantando sexualmente y antes de filmar El Ángel azul. Y entre el público una belleza glacial como la de Greta Garbo.- Ahora sí, despierten. Quienes tengan tiempo, pasen y vean Babylon Berlín, una formidable serie que recrea la época a la que hacemos referencia con una acción vertiginosa. Y descuiden que el que les habla no es el doctor Caligari, sino el doctor Munari ¿ No sé cuál de los dos es más de fiar?
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Una despampanante Marlene Dietrich en
El Ángel Azul.
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(1) En primer lugar, tendrá que frenar los aires revolucionarios de la Liga espartaquista. La izquierda más radical le acusará de ejercer el papel de mayordomo de la reacción. Por otra parte, va a dar pábulo con su actuación a teorías conspiratorias. Si bien la socialdemocracia se opuso a la guerra, no con la contundencia que le fue posible, le tocó acarrear con las consecuencias del nefasto Versalles. Y Hitler aprovechó la coyuntura para acusarles de influir en la política germana hasta la rendición, lo que abocó al país a unas condiciones de negociación deshonrosas.
(2) El argumento es más complejo, pues el alocado Doctor Caligari, en realidad quiere emular a un doctor italiano que por hipnosis, llevó a cabo una serie de asesinatos en Italia del Norte. Hay entre medias una investigación, es decir, reúne muchos ingredientes, para hacer de esta cinta, una de las maravillas del cine, a pesar de la mudez de la época, que pueda espantar a algunos lectores.
Excelente artículo, amigo Sergio, muy ameno, muy bien contada esa etapa entre guerras, con las referencias también a la película y, tienes razón, amigo, este tiempo nuestro de ahora, se asemeja terriblemente al tiempo aquél, en que parecía totalmente necesario que los locos y los fanáticos llegaran al poder.... Felicidades!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, maestro. Los más locos siempre encuentran las sendas más ocultas del poder.
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