Es raro que nos decantemos en nuestra corta singladura por comentar
obras modernas de suspense, que radien todavía el calor de las presas de la
imprenta, como es el caso que nos ocupa, La redención de
John Hart. En la contraportada, la editorial proclama a beneficio de inventario, que el autor ganó dos
veces consecutivas el prestigioso Premio Edgar. Pero lo que verdaderamente nos convence a los lectores, es el tono narrativo con cambios de escena muy vertiginosos, propios de una técnica depurada y sobre todo muy
cinematográfica. La novela está condenada a "redimirse" en la gran
pantalla, cábalas que haya realizado presumiblemente su autor, puesto que el ritmo como decíamos es bastante acorde con los compases que exige cualquier filme. Hart nos
impacta desde los primeros párrafos, en los que Gideon un joven de trece años
empuña una pistola para acabar con la vida de quién presume que es el asesino
de su madre, Adrián Wall, que acaba de salir de la cárcel tras cumplir condena por aquel homicidio. Desde las primeras líneas, Hart nos deja una espesa sombra de la duda que se adensa sobre cada uno de sus personajes, en este caso para que nuestras conclusiones en torno al rudo y homicida, Wall, no sean tan claras.
Por otra parte, a Elisabeth Black, su protagonista principal que ejerce de funcionaria policial, le abren una investigación por haber acribillado a dos secuestradores y violadores de raza negra, que abusaron sexualmente de una chica blanca de clase alta. Parece que el novelista americano no se salta por comedimiento ninguno los temas candentes en una América contemporánea. Vaya por delante que no nos encontraremos con una endecha moral, pues lejos de aleccionarnos con historias de buenos y malos, sus personajes se nos escurren por infinidad de aristas, que nos evitan los prejuicios y la tentación maniquea, que es tan evidente en otros autores de best-seller, con la etiqueta de políticamente correctos. En Hart existen los grises, y se desprende de sus páginas que en la realidad ha lugar a dos tipos de condenas. Una la que lleva el propio penado, sabedor en última instancia de su culpabilidad o inocencia, y por otro lado, la culpa social. Ambas las arrostra Adrian Wall con singular estoicismo ¿Acaso tiene importancia que haya cometido el crimen?(1) Cuando todo el peso de la culpa social y de la comunidad recae sobre él. El lector se habrá percatado a estas alturas, que con las hechuras de un thriller y una prosa que se adapta como un guante, Hart nos pone delante de unas paradojas que nos invitan a la reflexión.
En Redención tendremos en cualquier caso una buena ración de cadáveres y el inevitable asesino en serie, que sombrearán el relato de asechanzas, con las que desasosegarnos al resto de los mortales, acostumbrados a una vida sin grandes sobresaltos. Muertos y más muertos como vulgar reclamo, pero que en el caso de Hart no nos resultan molestos. Asimismo, a pesar de que el novelista lleve varios hilos que confluyen al final, el argumento nunca pierde fuelle al saltar de un lugar a otro con gran rapidez, más bien al contrario, logra que la trama no decaiga- salvo las voces en off, la conciencia o pensamientos profundos, que nos enredan en nuestras apreciaciones. Su realismo casi periodístico nos recuerda al gran maestro- siempre guardando las distancias - James Ellroy cuya amalgama de estilos nos enganchó hace mucho tiempo. Hart con este artificio de casi crónica policial, contribuye a dar más verismo a un vehículo para el entretenimiento, de una factura más que notable. No esperemos un clásico moderno como La Dalia negra, pero capas y más capas de intriga emergen y nos sumen a lo largo de Redención, con fogonazos que atrapan al lector. Si cabe una pequeña crítica, es el enamoramiento que experimenta con los personajes, al que son más proclives los novelistas primerizos. Aguardamos con expectación su próximo lanzamiento editorial.
Fantástico ejercicio de suspense.
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Por otra parte, a Elisabeth Black, su protagonista principal que ejerce de funcionaria policial, le abren una investigación por haber acribillado a dos secuestradores y violadores de raza negra, que abusaron sexualmente de una chica blanca de clase alta. Parece que el novelista americano no se salta por comedimiento ninguno los temas candentes en una América contemporánea. Vaya por delante que no nos encontraremos con una endecha moral, pues lejos de aleccionarnos con historias de buenos y malos, sus personajes se nos escurren por infinidad de aristas, que nos evitan los prejuicios y la tentación maniquea, que es tan evidente en otros autores de best-seller, con la etiqueta de políticamente correctos. En Hart existen los grises, y se desprende de sus páginas que en la realidad ha lugar a dos tipos de condenas. Una la que lleva el propio penado, sabedor en última instancia de su culpabilidad o inocencia, y por otro lado, la culpa social. Ambas las arrostra Adrian Wall con singular estoicismo ¿Acaso tiene importancia que haya cometido el crimen?(1) Cuando todo el peso de la culpa social y de la comunidad recae sobre él. El lector se habrá percatado a estas alturas, que con las hechuras de un thriller y una prosa que se adapta como un guante, Hart nos pone delante de unas paradojas que nos invitan a la reflexión.
¿La cárcel nos redime con la sociedad? |
En Redención tendremos en cualquier caso una buena ración de cadáveres y el inevitable asesino en serie, que sombrearán el relato de asechanzas, con las que desasosegarnos al resto de los mortales, acostumbrados a una vida sin grandes sobresaltos. Muertos y más muertos como vulgar reclamo, pero que en el caso de Hart no nos resultan molestos. Asimismo, a pesar de que el novelista lleve varios hilos que confluyen al final, el argumento nunca pierde fuelle al saltar de un lugar a otro con gran rapidez, más bien al contrario, logra que la trama no decaiga- salvo las voces en off, la conciencia o pensamientos profundos, que nos enredan en nuestras apreciaciones. Su realismo casi periodístico nos recuerda al gran maestro- siempre guardando las distancias - James Ellroy cuya amalgama de estilos nos enganchó hace mucho tiempo. Hart con este artificio de casi crónica policial, contribuye a dar más verismo a un vehículo para el entretenimiento, de una factura más que notable. No esperemos un clásico moderno como La Dalia negra, pero capas y más capas de intriga emergen y nos sumen a lo largo de Redención, con fogonazos que atrapan al lector. Si cabe una pequeña crítica, es el enamoramiento que experimenta con los personajes, al que son más proclives los novelistas primerizos. Aguardamos con expectación su próximo lanzamiento editorial.
(1) Los más avezados o aquellos lectores de moralidad más elevada, dirán que aunque sea literariamente, la finada aspiraba a tener una vida más larga ( y por tanto, supondrán que Julia Strange, el bello cadáver de Redención novela, será como aquellos personajes de Pirandello, que buscaban un autor que haga lucir sus cualidades mejor que con Hart haciendo de muerta)
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