"Los mayores males de Europa han sido culpa del nacionalismo. " Joaquín Sabina
Puede luchar uno contra su propio país, se preguntaba un individuo macerado, en medio de la aureola de los vituperios que rodeaban su figura. Las orejas de lobo, y una silueta alargada le permitieron pasar el trance con cierto donaire, mientras portaba una maleta llena de documentos. Muy a su pesar, se había convertido en un personaje controvertido en una época en la que vida francesa estaba inflamada por el nacionalismo, como reacción para purgar los pecados de La Ocupación. - ¡ Traidor, vete a luchar con los boches !- Le chillaba la turba también alentada por los comunistas, que quería orillar a sus enemigos y utilizó la eppuration para escalar posiciones de poder en una Tercera República- ¡Nazi, nazi, nazi! - La barahúnda congregada en los alrededores del parlamento y algún que otro diputado rival no se cortaban a la hora de calificar a Robert Schuman, que en el futuro bogó por la Unión Europea, y que sin duda se convirtió en un actor clave en la Cuarta República francesa.
¡Qué recogiese aquel día su acta de diputado por el MRP (1) comportaba una osadía a la que los Schumann se habían acostumbrado desde hace varias generaciones! No en vano, el padre había combatido en la Guerra franco-prusiana de 1870 con los franceses, pero como sabemos Alsacia y Lorena tras la derrota en Sedán, cayeron bajo la égida prusiana(2) . Por este motivo, el progenitor se casaría con una luxemburguesa, y se nacionalizó alemán, a pesar de que su cultura y tradiciones, más allá de su apellido, eran claramente francesas. En cualquier caso, conservó el estigma de haber combatido contra los ejércitos del Káiser, ni siquiera el origen de su esposa le salvó de estas acusaciones. Hasta la guerra de 1914 se sometió al territorio aludido a una intensiva germanización de forma poco conmiserativa. Estaba de moda el darwinismo social y nacional, según el cual, los intereses del más fuerte brillaban sobre los del resto de minorías. En París por el contrario, cristalizaba un orgullo patrio/ resentimiento cuyo afán era reintegrar aquellas dos preciadas joyas perdidas, lo más prontamente posible. En cuanto a los Schuman, parecía que una especie de maldición se había cernido sobre la familia. ¡Desafortunadamente no fueron una excepción a su época!
Puede luchar uno contra su propio país, se preguntaba un individuo macerado, en medio de la aureola de los vituperios que rodeaban su figura. Las orejas de lobo, y una silueta alargada le permitieron pasar el trance con cierto donaire, mientras portaba una maleta llena de documentos. Muy a su pesar, se había convertido en un personaje controvertido en una época en la que vida francesa estaba inflamada por el nacionalismo, como reacción para purgar los pecados de La Ocupación. - ¡ Traidor, vete a luchar con los boches !- Le chillaba la turba también alentada por los comunistas, que quería orillar a sus enemigos y utilizó la eppuration para escalar posiciones de poder en una Tercera República- ¡Nazi, nazi, nazi! - La barahúnda congregada en los alrededores del parlamento y algún que otro diputado rival no se cortaban a la hora de calificar a Robert Schuman, que en el futuro bogó por la Unión Europea, y que sin duda se convirtió en un actor clave en la Cuarta República francesa.
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Robert Schuman, estadista que estuvo
bajo el fuego cruzado de "los hunos"
y los otros
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¡Qué recogiese aquel día su acta de diputado por el MRP (1) comportaba una osadía a la que los Schumann se habían acostumbrado desde hace varias generaciones! No en vano, el padre había combatido en la Guerra franco-prusiana de 1870 con los franceses, pero como sabemos Alsacia y Lorena tras la derrota en Sedán, cayeron bajo la égida prusiana(2) . Por este motivo, el progenitor se casaría con una luxemburguesa, y se nacionalizó alemán, a pesar de que su cultura y tradiciones, más allá de su apellido, eran claramente francesas. En cualquier caso, conservó el estigma de haber combatido contra los ejércitos del Káiser, ni siquiera el origen de su esposa le salvó de estas acusaciones. Hasta la guerra de 1914 se sometió al territorio aludido a una intensiva germanización de forma poco conmiserativa. Estaba de moda el darwinismo social y nacional, según el cual, los intereses del más fuerte brillaban sobre los del resto de minorías. En París por el contrario, cristalizaba un orgullo patrio/ resentimiento cuyo afán era reintegrar aquellas dos preciadas joyas perdidas, lo más prontamente posible. En cuanto a los Schuman, parecía que una especie de maldición se había cernido sobre la familia. ¡Desafortunadamente no fueron una excepción a su época!
Porque el hijo viviría el mismo periplo pero en sentido contrario unos años después, al ser reclutado por los ejércitos de un Káiser, que harían resonar el trueno en casi toda Europa ¿ Qué podría haber hecho aquel joven si residía en Lorena en 1914, una posesión alemana por entonces? Sin embargo, en este punto es donde sus detractores van a comenzar a fabular con tanta facundia, que cualquier parecido con la realidad resulta mera coincidencia. Robert Schuman como abogado, ejercería de auxiliar en tareas más que burocráticas, alejadas del frente debido a que tenía una precaria salud. Este relato no convino a sus detractores más de treinta años después. Sus enemigos en una Francia liberada (1945-), contaron otro tipo de historia, que hacía correr sangre francesa en las manos del BOCHE SCHUMAN, lo que excitaba las pasiones más bajas. - ¡Cerdo, alemán, vuélvete a tu patria! - Vociferaban a coro los exaltados, cuando el político que recordaba sus vivencias en flashes desde que un Peugeot le recogiese en su casa para llevarlo al Parlamento francés, emprendió con pasos fugaces la escalinata del edificio gubernamental, para sumirse a continuación en sus fauces.
Tanto los comunistas como los más nacionalistas- los más recalcitrantes petainistas- no sólo inventaron un pasado de sangriento soldado prusiano en 1914, sino que deslizaron una acusación velada de colaboracionismo durante la Ocupación (1940-1944). Pero no sabemos si la primera contienda mundial ejerció algún tipo de fascinación en el parvo Schuman cuando se había decretado la movilización ( Arthur Conan Doyle quiso combatir medio sordo pasada la cincuentena) o si se llevó una decepción al ser destinado a una tarea burocrática. Tampoco si quiera si el ardor patriótico prendió en él, es lo de menos, aunque es bastante probable dadas las estampas coloridas de las marchas al frente, que viviese con el frenesí de aquellos días, un espejismo de fiesta que tan bien relatase el gran Stefan Zweig(3). La vuelta a casa, con una Alemania derrotada y unos territorios que volvían al seno de la patria francesa por el Tratado de Versalles, ponían al hijo en la casilla de partida del padre. ¡ Otra vez franceses! En menos de cuarenta años, Alsacia y Lorena se integraban en un territorio francés o alemán dependiendo de la veleta de la guerra, que se mostraba más caprichosa que nunca.
Es en aquel momento, en 1919, que Francia dado su sesgo claramente anticlerical, representaba para los alemanes loreneses, muy católicos, una amenaza. Esta minoría religiosa pensó que verían conculcados sus derechos de culto, al ser reintegrados al país galo que tenía una imagen de comecuras a consecuencia de la Ley de 1905 de secularización. Aquí comienza la vida pública del joven lorenés y antiguo soldado del Káiser. Como católico fue ganando enteros en la defensa de los derechos de culto de sus compatriotas y correligionarios en Alsacia y Lorena. Entra en política y sale, hasta que llegan las hordas nazis, con las que no sólo no colabora sino que es detenido ( la baza de la colaboración esgrimida por los comunistas contra el futuro padre de la Unión Europea, resulta completamente falsa).
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Soldados alemanes en el Frente Oriental
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Más tarde, como decíamos en la entradilla, se integra en el MRP francés que es un partido liberal y católico, palabras que parecen difíciles de conjugar y un oxímoron. Como gozaban del apoyo de amplias capas de la población - no solamente de los antiguos petainistas - el Partido comunista cuyo papel en la Resistencia es indudable, aunque no único, quiso caricaturizar a unos políticos franciscanos y mojigatos, pero que durante la Ocupación exhibieron buenas dosis de valor. Cuando comprobaron que las campañas de descrédito contra el MRP no surtieron efecto, elevaron el tono para llegar a verdaderas persecuciones al hombre. Pero Schuman es más una víctima de la sinrazón de los nacionalismos que desgarraron Europa en el pasado siglo. Son estas vivencias dramáticas, al albur de los nacionalismos, las que le ayudarían a comprender que nuestro continente se debía reconstruir desde la colaboración. Sobre sus cenizas habría de buscarse un entendimiento definitivo entre los europeos, y sobreponerse a los paneslavismos, pangermanismos, así como a toda la plétora de nacionalismos pequeños que habían carcomido la convivencia de los europeos en los dos últimos siglos, y lo que todavía era mucho peor, convirtieron al ser humano en el légamo que moldear, con la excusa de la voluntad de los pueblos o unos supuestos derechos nacionales.
El lema que rezaba en los carromatos nazis o en cualquier fábrica, Du bist nichts, volks is alles ( Tu no eres nada, el pueblo lo es todo) con mayor o menor intensidad rige en cualquiera de los nacionalismos. Las vivencias de Robert Schuman no obstante, no son una excepción de la sinrazón de Tratados como el de Trianon. Acaso como Estrasburgo que se quiere redimir de su pasado de rompeolas franco- alemán, Schuman represente ese afán de entendimiento. La ciudad tantas veces desgarrada por la separación y la guerra, se ha transformado en un puente definitivo, esperemos, entre Alemania y Francia. Para ello, resulta imprescindible que las nuevas generaciones no pequen de adanismo y entornen la mirada a unos tiempos pretéritos pasados por el fuego y la ira. El conocimiento de la historia es el único instrumento para no repetir los mismos errores del pasado que tantas trágicas consecuencias acarrearon. En El Azogue apostamos por el derecho de autodeterminación del individuo.
(1) Anthony Beevor describe a este partido, como un grupo liberal y católico, que a pesar de su férrea colaboración en la resistencia, a medida que se tornaba más frágil el enemigo común, se convertía en objeto de más chanzas, promovidas por los comunistas. Los comunistas como era obvio, quisieron monopolizar el movimiento insurgente
(2) Sedán fue la derrota por antonomasia que laceró el espíritu francés y muchas de las energías para recuperar el territorio perdido, alentaron los alegres días de la leva/reclutamiento de tropas de la Gran Guerra. El pintor Edgar Degas recordaba los tejados de París horadados por los cañones Krupp, cuando con pasos llenos de cautela se dirigía a la Rue des Capucines en 1873, donde tendría lugar la primera exposición de Los Impresionistas. Aquellas siluetas de fachadas carcomidas por las baterías alemanas aventaban los viejos fantasmas de una patria derrotada, y hasta su arreglo unos diez años después, se convertían en una evocadora lección para vengar en algún momento el orgullo herido como recordábamos en esta entrada.
(3) Así Winston Churchill reclamó para su generación una contienda que les permitiera vindicar su heroísmo.
(2) Sedán fue la derrota por antonomasia que laceró el espíritu francés y muchas de las energías para recuperar el territorio perdido, alentaron los alegres días de la leva/reclutamiento de tropas de la Gran Guerra. El pintor Edgar Degas recordaba los tejados de París horadados por los cañones Krupp, cuando con pasos llenos de cautela se dirigía a la Rue des Capucines en 1873, donde tendría lugar la primera exposición de Los Impresionistas. Aquellas siluetas de fachadas carcomidas por las baterías alemanas aventaban los viejos fantasmas de una patria derrotada, y hasta su arreglo unos diez años después, se convertían en una evocadora lección para vengar en algún momento el orgullo herido como recordábamos en esta entrada.
(3) Así Winston Churchill reclamó para su generación una contienda que les permitiera vindicar su heroísmo.
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