Las
películas de los Hermanos Marx están asociadas a deliciosas jornadas
vespertinas de cine, en las que las cintas de humor de estos genios despertaban nuestras sonrisas y alguna que otra
carcajada. Una vida en la que el humor traspasaba el celuloide - hay humoristas que cuando bajan de las tablas transforman su rictus en serio, no es ni mucho menos el caso que nos ocupa. Porque Groucho Marx, que fue una auténtica celebridad, se había convertido en el embajador del Séptimo Arte y participaba en largas recepciones donde se encontraba con personajes de lo más variopinto. Así, de esa guisa disfrazado de sí mismo, le espetó un conocido dictador que había visto todas sus películas. El tirano no se parecía a los retratos rejuvenecidos pero repasó su filmografía airosamente. Hasta que la conversación desembocó - se había aferrado a su codo y no dejaba a Groucho desprenderse - a los parabienes de la patria. Entonces el dictador dijo campanudo.- En mi patria somos todos muy machos.
- En la nuestra, la mitad hombres y la mitad mujeres y nos lo pasamos muy bien.- Se le puso cara de pasa al sátrapa que no supo entender la broma de Groucho, suficiente para desasirse de tan corajudo individuo, que le quería absorber como un agujero negro.
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Su humor trascendió en un arte delirante, que
desafortunadamente no ha tenido dignos sucesores
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Sin embargo, quizá la leyenda urbana - no se sabe a ciencia cierta si la anterior experiencia se produjo en los términos que reflejamos- que más ha trascendido haya sido la del epitafio de la lápida de Groucho Marx, donde supuestamente inscribieron el "Disculpe que no me levante" por razones obvias. ¡En todo caso se levantaría el zombi de Groucho y no el mismo Groucho! Pero lamentamos decir que en fotografías de la misma, sólo aparece referenciado el nombre y los apellidos, junto a una estrella de David, pues el intérprete era de origen judío. ¿ Entonces de dónde procede semejante rumor? De una entrevista en la que el actor reclama que graben en su lápida la frase de marras, atendiendo a un humor tan típico de Groucho. No en vano, sus guiones nos han deparado infinidad de frases a las que recurrir en cualquier circunstancia, con las que saldremos airosos y con una nota de humor. Quién no ha dicho tras una larga lista de peticiones " y dos huevos duros", que nos evoca a la escena del camarote de los hermanos Marx. O si la pieza estaba invadida de invitados no esperados, o más de los que pensábamos, " esto parece el camarote de los Hermanos Marx". Cuando uno se asoma a los urinarios, y un compañero orina a tu lado, te entran ganas de espetarle a lo Groucho que "qué se trae entre manos" Y si quiere quedar más que campanudo en una tertulia espontánea que a raíz de la crisis han creado enconos inusitados entre amistades, y pontifica que " La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y luego aplicar los remedios equivocados" Algunos políticos, sobre todo independentistas, quedan retratados por el genio del humor. Frases que como la de lápida, quedaron sin duda en el acervo cultural popular.
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Afiche de una actuación de los Hermanos Marx, 1911 |
Tampoco nos tememos, que con la muerte llegase el final de las peripecias de Groucho, que falleció hace cuarenta años de una neumonía traicionera, que le dejó postrado hasta su dramático final. Incinerado, sus cenizas se depositaron en un lugar del Eden Memorial Park del cementerio de Mission Hills de Los Ángeles al que acudían sus admiradores, y con la lápida del nicho más que reluciente, sin ninguna de las inscripciones que adornan la leyenda, siempre tuvo unas flores frescas como dulce compañía. Hasta que un día la tapa del nicho apareció abierta, y los restos del grandísimo intérprete desaparecidos. Cundió la alarma. Si fuese algún mitómano, ¿ se ceñiría únicamente a los restos de Groucho o rapiñaría también los cadáveres de otras celebridades? No darle demasiado pábulo aconsejaron las autoridades, por el grado de imitación que conllevan estos delitos. No obstante, cuando los rescoldos de aquel episodio que se había aireado a los cuatro vientos, parecían apagarse definitivamente, una mano milagrosa dejó los restos del interprete a las puertas del Mount Sinai Memorial Park de Los Ángeles. Ni una esquela que explicase las razones para hacer desaparecer los restos del señor Marx. ¿Quizá que no se le enterrase con gentiles? Las causas del robo del cadáver del artista permanecen en una nebulosa, como la nueva ubicación donde el mayor de los hermanos Marx, reposará toda la eternidad. ¿ Con el fin de evitar tentaciones similares a las que provocaron la primera profanación ? En cualquier caso, que el gran humorista descanse en paz, allá donde esté.
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