Un cadáver en el hielo y bocabajo, guardaba un misterio que ni siquiera el gran escalador Renhold Messner, ha logrado desvelar. Sus hipótesis se basan en barruntos fundados dada su dilatada experiencia en la montaña, pero nada concluyente. El muerto había permanecido oculto largos años como celoso guardián de una de las leyendas más mágicas del alpinismo. No en vano, varias expediciones habían tratado de dar con los restos de George Mallory y Andrew Irvine para desentrañar parte de las incógnitas que se llevaron consigo. La duda los persigue más allá de la muerte, porque ¿llegaron a encimar la montaña más alta del planeta en el año 1924? Aquel cuerpo tumefacto, sin gafas de sol puestas, según cayó y con la tibia y fémur rotos, sugiere que George Mallory habría iniciado el descenso cuando la muerte le sorprendió. ¿Se puede colegir de esta evidencia circunstancial que Mallory y su compañero llegaron al pico del Everest ? Tampoco. Otros expertos esgrimen que se trataba de la cara norte(1), y la parte más complicada de la escalada, denominada zona de la muerte, lo que les quedaba por abordar a la pareja de desgraciados alpinistas. Recalcan que a ocho mil seiscientos metros restan dos escalones de gran dificultad, que para los rudimentarios y pesados tanques de oxígeno de la época de casi veinte kilos, significaban un trámite inabordable. Sobre todo la segunda dificultad, una columna de cuarenta metros sin agarradera alguna y donde el oxígeno brilla por ausencia. Por lo que oficialmente Sir Edmund Hillary un apicultor neozelandés y su sherpa Tenzing Norgay fueron los primeros que hollaron por la cara sur como sabemos, la cima más alta del planeta en el año 1953.
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La fachada norte, inabordable en los tiempos de Mallory e Irvine |
En los albores del siglo XX, las hazañas de los llamados héroes nacionales eran celebradas como auténticas victorias épicas. Conquistar y rendir a la naturaleza - ilusoriamente nos tememos- provocaba el rebozo en unas generaciones en las que la técnica y la tecnología había avanzado a pasos agigantados como el espíritu deportivo. Así, el estadounidense Robert Peary alcanzó el Polo Norte (sobre su logro se albergan serias dudas) y el noruego Admunsen hizo lo propio con el Polo Sur en el año 1911, en una dura pugna con el británico Robert Falcon Scott, que quedó relegado en los anales de la historia a un segundo puesto, del que todos no solemos acordarnos. Inglaterra buscaba su propio lugar en la historia, un trozo del añorado sol, que tras diversos fiascos se tornaba en una necesidad para reivindicar el orgullo imperial. Y parecía que el llamado Tercer Polo, el Himalaya brindaba una magnífica oportunidad para que el Imperio se resarciese de sus antiguos fracasos. Aunque había un infierno a la vuelta de la esquina, la primera gran guerra mecanizada, que se cruzó y demoró todos aquellos planes de glorificar a la patria.
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El desgraciado Mallory |
Tras el conflicto se retomaron los viejos objetivos y se hicieron tres expediciones al Everest, donde Mallory fue protagonista indiscutible por su experiencia aquilatada en las grandes alturas. En ellas se fue conociendo y "perimetrando" la montaña, que según los budistas estaba bajo el influjo de los viejos espíritus. ¡Lo que todo el mundo desconocía es que la muerte rondaba por el Himalaya sedienta de cadáveres y quería cobrarse tributo a tanta osadía (2)! Será en la tercera de estas incursiones, la de 1924, en la cual se estableció la estrategia de ir asegurando tramos con campos base. Llegaron al último de ellos, el seis o C6, desde donde Mallory e Irvine querían coronar el Everest. Corría la mañana del 8 de junio, cuando el experimentado alpinista informó a sus compañeros de escalada que iba a realizar un último intento por llegar a la cima. Se llevaría al joven Andrew Irvine, experto buzo y mecánico de bombonas de oxígeno. Tras haber partido la pareja, Noel Odell que formaba parte de la expedición, se había alejado del punto C6 aquella mañana para llevar a cabo prospecciones geológicas. Cuando en la lontananza, una vez que la neblina que se cernía a la montaña se había disipado, observó dos siluetas negras que reptaban en la nieve. Se frotó los ojos, pues sus compañeros Mallory e Irvine estaban por encima del llamado segundo escalón y tenían por ende franco su acceso a la cima. En éstas divagaba el geólogo, que la niebla cayó sobre el último collado como un telón de misterio, para borrar de la vista aquellas dos figuras. Su testimonio cambiante ha sido rebatido si bien nunca se ha podido demostrar que mintiese. Qué viese un espejismo, pájaros que vuelan y que en su negritud se pueden confundir con formas humanas. O qué la falta de oxígeno nos merme las facultades e imaginemos lo que no es. Sus compañeros nunca regresaron.
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Irvine, compañero de últimas
fatigas de Mallory
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Sin embargo, hay evidencias circunstanciales que nos hacen sospechar de que el objetivo se logró entonces. La hija de Mallory aseguraba que su padre portaba con él una fotografía de su mujer que dejaría en la cima como una promesa romántica. Pasarían muchos años antes de que se hallase el cadáver pero en el año 1999 una expedición que se había financiado con dicho propósito por la Mallory and Irvine Research Institute, distinguió unos destellos fugaces, un bulto no tan albo como la nieve. ¡Se trataba de la espalda del desdichado montañero! Junto a él, una mochila con objetos personales, pero sin la fementida foto. Es más, ¿qué habría sido de su cámara Kodak, en cuyas tripas estará sin duda la resolución de este enigma? La compañía aseguró que sus películas eran capaces de resistir unas condiciones meteorológicas muy adversas como era el caso. Suponemos, que los lectores más perspicaces, a estas alturas se preguntarán ¿qué ocurrió con el compañero de Mallory, Andrew Irvine? De él sólo se halló un pequeño hacha, y quizá, porqué no, el joven buceador porte consigo la añorada cámara Kodak, que nos sacaría de esta incertidumbre que nos carcome a los aficionados de la montaña. Acaso el visionado de la película, sorprendiese a más de algún alpinista escéptico, que como Renhold Messner creen que el segundo escalón era un obstáculo técnicamente infranqueable para la época. Con cordadas mucho más frágiles, y trajes de cuero, una tarea imposible. De todas maneras, mientras la cámara siga durmiendo el sueño de los justos en un lugar ignoto del Everest, los románticos podremos especular con lo que hubo de ocurrir realmente. Pero según el principio de la Navaja de Occam , habría que cerrar este asunto concluyendo que la respuesta más sencilla es probablemente la explicación más correcta. Y que por tanto ni Mallory ni Irvine alcanzaron nunca la cima. ¿ Con cuál de las dos hipótesis te quedas tú?
(1) El gobierno del Tibet quería recluirse y aislarse de cualquier influencia extranjera y por esta razón, la única forma de llegar a la cima del Everest, era a través de su cara norte, la más dificultosa, como decíamos.
(2) Se calcula que en torno a doscientos cadáveres de montañeros yacen en las entrañas del Everest. Algunos ejercen de pontones y guías, que vienen señalados en los mapas del lugar como referencias. Es una forma de ubicarse y rendir tributo a los compañeros que dieron su vida por una aventura sin igual.
(2) Se calcula que en torno a doscientos cadáveres de montañeros yacen en las entrañas del Everest. Algunos ejercen de pontones y guías, que vienen señalados en los mapas del lugar como referencias. Es una forma de ubicarse y rendir tributo a los compañeros que dieron su vida por una aventura sin igual.
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