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Luis Cernuda,un aura de soledad

La sombra pérfida de su hermana se derramaba por la floresta del patio, cuando le hubo amenazado con desflecar unas cuantas hojas más de Madame Bovary para martirio del joven Luis, que huía de las horas más plúmbeas asaltando la " capilla literaria" que el padre, el General de Brigada Bernardo Cernuda y Bauzá, guardaba con celo. Adusto hasta las más insondables consecuencias, el militar había prohibido a su progenie entrar en la biblioteca en su ausencia.- ¿ O juegas con nosotras, o acabo con este libro, Luisito? - La hermana cruel enarboló un libro de viajes de Roma, el preferido del futuro poeta y en el que se recrea durante las siestas interminables de una Sevilla, que se derrite con la canícula de julio. - Te lo digo en serio, sube con nosotras a la azotea.

- Si dejas el libro encima del banco.- Lo dijo Luis con el aplomo de quien desarticula una banda de maleantes.- Luego las tijeras.-  Las tijeras - pistolas cayeron con estrépito.-  Cuidado, que vas a despertar a madre, que está sobando. 




La obra de Taravillo, nos mete de lleno
en el colosal mundo creativo de
un solitario en la muchedumbre




- Vamos, Luisito, déjate de excusas.- Dando botes subieron los peldaños, y la madre en la lontananza tuvo un atisbo para salir de las tinieblas de su vigilia, pero enseguida se durmió.- Quita los sacos, guapo. - Hecho un enclenque, finolis cuidaba su indumentaria. No obstante,  Luis Cernuda sacará fuerzas de dónde no las halle, para quitar aquellos sacos terreros, en los que el circunspecto progenitor había dibujado caras de diablos, con el fin de que sus criaturas no se atreviesen a violar el territorio sacro de la azotea. Molestarían a los vecinos, los riesgos de un accidente, todo un cúmulo de circunstancias desagradables, que prefería Don Bernardo evitar con una prohibición. Con sus corsés de mentalidad anclada en el pasado, había delimitado  el área en el que estaba permitido jugar, pero que por supuesto los pequeños Cernuda se saltaban a la torera. 
- Ya está, acordaos que después los debemos dejar como estaban.- Y el muchacho sarmentoso se volvió a embutir la camisa de lino, tras enjugarse las perlas de sudor que habían brotado de su frente. Iba a emprender la bajada de lo que llamaban la escalinata mágica, pero que eran unas simples escaleras, cuando su hermana le impidió el paso. - Alto ahí, o te corto con las tijeras La Isla del Tesoro ¡ Nos habías prometido jugar con nosotras!    

Esta anécdota salvo alguna pincelada de ficción, viene recogida en la formidable biografía de Cernuda que firmó Antonio Rivero Taravillo. En ella reseña la melancolía que producían en el adolescente de los Cernuda los patios sevillanos, una ciudad que yacía lánguida y prometía tesoros dorados, pero que se tornaba por sus usos y costumbres, en una urbe provinciana. Luis Cernuda sufrió en ellos la lenta consunción de un deseo, que le había alcanzado por primera vez mientras observaba los torsos desnudos de los muchachos, que se zambullían alegres en el Guadalquivir. Otro grande, Manuel Chaves Nogales rememoraba la casmodia de las horas que discurren muertas en aquellos patios de la infancia.  Allí el gran poeta Luis Cernuda va tejiendo sobre sí mismo un aura de soledad, al que van a contribuir un padre distante que le trataba con la reserva propia de los militares, que encontraban en la disciplina el mejor pilar de cualquier educación.

Aquel muchacho tímido se recluyó entre las adelfas y limoneros agazapado en su soledad o buscaba el silencio de la capilla universitaria, donde le asolaban pensamientos terribles a excepción de las divertidas mariconas, vestidas de alegres colores en torno a los que las criaturas se arremolinan, por ser una nota discordante. También el poeta huye de sus hermanas sobre todo la mayor que es un trasto y que con las tijeras en ristre desfleca las páginas de las novelas que disfrutaba con fruición el futuro bardo. No en vano, Luisito preparaba con premeditación los asaltos a la biblioteca del padre, que guardaba la misma con el afán de lo propio. ¡Mi tesoro! También entonces es cuando comienza la fascinación del parvo Luis por el cinematógrafo, un tema recurrente en su poesía, y quizá de forma inconsciente va cultivando el dandismo a imagen y semejanza de los grandes actores de Hollywood. Son sus modelos Douglas Fairbanks, el desgraciado John Gilbert, amante de la Garbo, cuya caída en el olvido fue paradigma de los derrotados por el cine sonoro ( hicimos una reseña de este descenso a los avernos ) . Así se va dejando el hilo de bigote, recortado hasta dejarlo en la más nimia expresión ¿ Le ayudaría la hermana de las tijeras?





Por delimitar el contorno de la adolescencia del vate,digamos asimismo que la Sevilla literaria vive un espejismo con la edición de la revista Grecia qué va a traer los ecos de la vanguardia a una ciudad bella pero muy provinciana y alejada de las principales corrientes artísticas europeas Grecia será además la revista que publicará el primer poema de Jorge Luis Borges. Recordemos que el argentino intentaba ocultar su labor de poeta a pesar de haber logrado más de un poema excelente y confesaba sobre todo que le provocaban más rubor aquellos versos que escribió con la fiebre vanguardista ultraista. Cansinos Assens también fue una de las fuerzas vivas de aquellas vanguardias sevillanas y sevillano de pro aunque impartiese su magisterio en la capital. 

Poco a poco Luis va superando todos los cursos del bachillerato y es cuando se topa con una luz qué será el alba de su poesía, el insigne poeta Pedro Salinas, un catedrático joven que enseña Literatura española en el curso común de Filosofía y Letras y de Derecho de la universidad sevillana. Curiosamente seguirá unos manuales escritos por hispanistas de renombre en aquella época, pese a que la luz se derrama como una gracia, cuando Salinas envuelto en una crisálida de creatividad, abre la libreta donde garrapatea sus notas al borde de la ventana y diserta inspirado por las musas sobre cuestiones literarias ajenas a la agenda del curso ( una costumbre inveterada entre los creadores, como Eduardo Galeano que llevaba su inseparable bloc negro). Quizá el aletear de una mariposa o un soberano cuesco, saque del trance al profesor, pues sus alumnos son muy gamberros. Cernuda, debido a su proverbial timidez, no descollará en el curso y Salinas que se preciaba de tener olfato para cazar a literatos, se arrepintió de una omisión tan flagrante. Será un poeta colosal Cernuda, compañero de tertulias, y que vivirá a la postre un alejamiento de su cicerone en las letras. Pero eso nos acercará a una nueva entrada para seguir ilustrando la figura, con sus filias y fobias, de unas de las voces más grandes y diferentes de nuestra poesía. En otra edición, hablaremos de las extraordinarias aventuras en una Málaga que se trocó en paraíso de poetas, y que gracias a la imprenta de Manuel Altolaguirre, tuvo un lugar en el mapa de la literatura de primera magnitud. 


De sapiens - http://sapiens.ya.com/narci3012/pedr1.jpg, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=18551688
Don Pedro Salinas, maestro
y excelso poeta



Comentarios

  1. Buena entrada, y las anteriores. Te envié algún otro comentario pero se perdieron por ahí.

    Cernuda era un buen poeta. Muy mitificado y demasiado (y mal) imitado. Su personal introversión la mimetizaron (y mimetizan todavía algunos hoy) como sosería.

    Lo de las tijeras me ha hecho gracia: la censura en casa. Seguro que mejorarían más de un libro...

    Un detalle: ¿crees que en esa época alguien usaría la expresión "sobando" para "dormir"?

    Bueno, no sé, igual sí. Me chocó eso.

    Saludos.

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  2. ESTUPENDO RINCON LITERARIO. SIMPRE ES VITAL Y OPORTUNO AIREAR NUESTRO ESPIRITU Y PONERLE ALAS A LA IMAGINACION.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias,Mili. Cernuda merece un rincón lleno de imaginación.

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