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Arletty, en un París Ocupado.

Y los párpados de la diva se cerraron como la cantilena del tango, a la vez que parloteaba conmovida con el famoso actor y dramaturgo, Sacha Guitry. Léonie Marie Julie Bathiat, más conocida como Arletty vagaba en un éter impreciso ¿Pero habría muerto en vida? Se palpó sus mejillas que se habían tornado completamente albas. Ni siquiera el champán resucitaba sus párpados alicaídos. Lo supo, en cuanto los Aliados hollaron tierras normandas(1). ¡ Problemas, problemas, y más problemas! Los tambores lejanos de la guerra ahora resonaban a pocos kilómetros de un París, que había vivido en un remanso de paz hasta entonces. – Nos van a depurar, querido amigo.
-          - ¿Qué hemos hecho?
-          - ¿Te parece poco? – Preguntó acongojada Arletty.
-         -  No hemos hecho más que vivir. - Repuso convencido Guitry.- Quizá nos picase la curiosidad, que en muchas ocasiones es insana y más en esta ocasión. Un tipo raro ese Goering.
-         -  Y extravagante. Pero querido, tenemos que andar con cuidado ¿ No crees que deberíamos huir?
-          .- Yo no he hecho nada, princesse.


De Studio Harcourt. Extrait de « Recueil. Portraits d'Arletty, actrice (XXe s.) - Bibliothèque nationale de France, département Estampes et photographie, http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b10335797n, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=53717167
Su buen vivir, más que las estrechas relaciones
"horizontales" con los ocupantes, encendieron
los ánimos de sus compatriotas.


Arletty una belleza glacial, que provenía del cieno obrero como su íntima amiga Coco Chanel, había escalado posiciones en la hermética sociedad parisina: peldaños de sudor y de artes amatorias. Al fin, había pescado a un peso pesado de las finanzas internacionales, que le abrió las puertas de las familias más selectas de la capital gala. Fue entonces cuando se topó con una maléfica Coco Chanel, que se convirtió en su mejor amiga. “La vieja arpía” – Chanel tenía más de sesenta años- decía lo primero que se le venía a la mente. Así, no se arredró tras la firma del Armisticio en junio de 1940 en proferir a los cuatro vientos, que “ Francia tenía lo que se merecía”, una nación de cobardes. Y que se sentía como Gertrude Stein (2), la mecenas americana  de los artistas parisinos de las vanguardias, es decir, reconfortada con los valores de la Francia de Petain: “Travail, Familie, Patrie” Distinto nos hubiese ido. A continuación “la puta vieja” cargaba con encono contra la santísima trinidad de los comunistas, la socialdemocracia y sus amigos masones.


De Desconocido - [1], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=35430968
Chanel, la agente de referencia F 7124,
había colaborado con los nazis, sin duda.


En cualquier caso, había pecados inconfesables. Arletty recordó las noches de frenesí, en las que su oficialito alemán con el terno impoluto y toda la sarta de galones, se empapuzaba de alcohol y acometía sus labios desdeñosos, solamente en apariencia. Sin duda, la algarabía en el Palacio de Los Rothschild de la Avenida Marigny duraba hasta largas horas de la madrugada, mientras el mundo se batía en una guerra sin cuartel. Allí se había instalado el general de Luftwafe Hanesse, que como anfitrión revivió el esplendor de los festejos anteriores a la guerra. Como recoge Anthony Beevor en su libro Liberación de París 1944-1949, Félix el mayordomo de los Rothschild le aclaró al dueño de la casa, cuando regresó de la reclusión en campos de trabajo, que los mismos que le rendían pleitesía antaño, habían acudido en tropel a las fiestas organizadas por los amados enemigos. El champán y el caviar en tiempos de carestía, rodaba a borbotones y sin tasa.  ¿ Quién sería el necio que los desdeñase?

 Era lógico que si Arletty y Coco habían gozado de los placeres del amor con pipiolos nazis, temiesen por la épuration. Cuenta la leyenda, que la diseñadora regaló centenares de frascos de su mítico Nº 5 a las tropas americanas con el fin de hacerse perdonar las tremendas faltas ( la diseñadora había formado parte de la red de espionaje nazi: la agente F 7124) . Además, habían llegado rumores truculentos acerca del trato dispensado a los depurados, como que les rapaban el pelo,  les echaban petróleo por todo el cuerpo, junto con plumas que reflejaban  su cobardía, o simplemente los colgaban de un árbol.De Arletty se contó que la turba enfurecida le había cortado los pechos, un chisme terrorífico que no tuvo nada de cierto y que circuló en las primeras horas de la liberación. Reverberos sin contrastar que habían acrecentado el pánico de los colaboradores. Hubo quienes lo hicieron de forma descarada como el infausto Céline o Roberto Brasillach.

Con todo, en la caza de brujas que se hizo seguidamente a la liberación, el mero hecho de ganarse la vida mientras duraba la ocupación, había engendrado muchas suspicacias. Más tarde, como sabemos, algunos lograron salvar el tipo por sus influencias y porque a fin de cuentas, transcurrido el primer fervor de las vendettas, las autoridades decidieron ocultar comportamientos más que reprobables en algunos casos. Esta censura  ha durado casi hasta nuestros días. De hecho, los servicios secretos del General De Gaulle al contrastar las listas de notables que acudían a las fiestas del Palacio Rothschild que organizaba el General de la Luftwafe, se llevaron las manos a la cabeza escandalizados. – ¡Mi general, tendríamos que depurar a casi todos los artistas!

De Bundesarchiv, Bild 146-1978-053-30 / Jäger, Sepp / CC-BY-SA, CC BY-SA 3.0 de, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5419075
Una escena corriente en el París Ocupado.



Es ilustrativa la escena real de una Arletty depurada que acudió esposada al final del rodaje de Los niños del Paraíso y que dijo a guisa de excusa aquello de: “ mi corazón es francés pero mi culo es internacional”. Cuando en el año 1992 murió, los obituarios exaltaron su figura hasta rayar con lo cósmico. Su talento lo merecía, aunque algún cronista recordase sus infaustos episodios durante la Ocupación. Más que por su “colaboración horizontal” – se entiende que en la cama y practicando sexo-  porque se llenaba los carrillos de exquisiteces, cuando el parisino más pedestre vivía severas restricciones de toda índole. En 2015 se hizo un filme que retrata la controvertida biografía de la diva francesa: Arletty, Une Passion Coupable.  
 

((1)   Alfred Fabre-Luce describió el desembarco aliado como las hordas vikingas que asolaban tierras francesas. Protagonizaban una nueva invasión desde su perspectiva, más que una liberación. Junto con otros escritores, periodistas, actores y artistas que corrían el riesgo de ser acusados de colaboracionismo, Fabre-Luce hubo de decidir entre quedarse o huir; pero, al parecer, él estaba más relajado que la mayoría. Cuando se hubo conjurado el peligro nazi, reprochó a la juventud francesa que se desviviese por los modos de vida americano, y que sólo escuchase el jazz. La IIGM tuvo el swing del jazz.

(2) Ella fue la que puso nombre a la Generación perdida de escritores americanos de la entreguerra. Todo por la dejadez de un mecánico.

Comentarios

  1. Bien narrado, como siempre. Esta vez te ha quedado una retórica redonda.

    La liberación fue un rodillo tanto militar como cultural que continúa hoy, sirvió para que los EEUU ratificaran su imperio tanto económico como cultural.

    El "american way of life" (ahora no es jazz, sino pop adocenado) sigue imponiéndose, aunque no soy de los que dramatizan eso. Al fin y al cabo, lo de dejarse colonizar culturalmente es responsabildad personal de cada uno. Lo económico (y militar) es otra cosa...

    El colaboracionismo con los nazis me hace pensar en los artistas (e intelectuales) que le hicieron el juego a Franco en España, y se adaptaron luego a la democracia como si nada. Yo no les juzgaría, porque tenían que sobrevivir y la guerra española ya había concluido (no todos pudieron exiliarse).

    Lo de la traición en plena invasión extranjera (como la de Coco Chanel) resulta algo más serio.

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    1. Muchas gracias por comentar,Bonifacio.Sí,es difícil juzgar a personajes que hasta el año 1942-1943,creyeron que la ocupación nazi no tendría fin.Luego.hay grados, pero la histeria que desató la liberación, explica en buena medida el ánimo inquisitorial ulterior.Porque hubo colaboradoras como Chanel que merecen toda reprobación y otros,a los que un suelto en el Petit Parisien,les amargó toda una vida.

      En España personajes. como Cela que trabajaron como censores,se les juzga de forma muy acre.Sin.embargo,si escarbas un poco más en sus circunstancias,hablamos de los años 40 y la necesidad garbancera que pesaba en el ánimo del futuro Nobel.Las cartas que escribe a su mujer tienen un apartado ineludible en los pertrechos.Luego,dio cobijo a purgados del régimen y cuando su superior le reprochaba esa liberalidad,le repuso que no iba a avalar.a Serrano Suñer.Yo procuro entender las circunstancias.

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  2. Excelente texto. Sempre ouvi falar do colaboracionismo de Arletty, mas este é o primeiro texto com profundidade que li a respeito. Saludos e parabéns.

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    1. Muchas gracias, amigo. Anthony Beevor lo trata con más profusión en su Liberación de París. El juicio contra el Mariscal Petain no tiene desperdicio. Y algunas páginas de otras colaboracionistas como Coco Chanel, en las que se trata su amistad, también abordan los miedos de la gran diva del cine francés, amiga de la diseñadora. Chanel en cambio, sólo moderó su posición cuando los aliados desfilaban por un París liberado. Entonces le regaló su colonia insignia, Nº5.

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