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Mostrando entradas de 2017

Un secuestro y el cadáver de Evita.

S oñaron con despedazar al fauno en un bautismo, que conmocionaría al país. - La pagarás, Aramburu, no sabés cuánto. - La caterva de revolucionarios esgrimía complacida mientras acordaban los últimos detalles del secuestro, que aquél era  el bautismo de sangre deseado. Asimismo, uno de los puntos más arraigados de todas las reuniones llegaba cuando discutían sobre uno de los cadáveres más enigmáticos y bellos que pululasen por el mundo. Todo un mito en una Argentina, que se había deslizado por el precipicio del desastre económico debido a causas todavía muy discutidas. En pleno apogeo, la mujer tuvo que renunciar a la vicepresidencia, pues la enfermedad avanzaba con pasos desmedidos, un cáncer de útero fulminante. Hasta que la muerte, su embalsamamiento, le hizo girar en un tour macabro que duraría años. También cuenta la leyenda que varias copias de cera, recorrían el mundo para despistar a los adversarios. ¿ Dónde se hallaban realmente los restos de Evita Perón se había convertido

Lo que queda del día

U na profesión abnegada, en la cual la palabra dignidad está cargada de connotaciones, que se nos escapan pero que el mayordomo protagonista nos ilustra con una historia narrada por su padre. ¡ La parábola del buen criado! Un sirviente, algo más, que ha de preparar un comedor y que a bote pronto se encuentra con un tigre moribundo bajo la mesa. Más peligroso si cabe, cuando la bestia se muestra arrinconada, por lo que el sirviente acude a la mesa de su amo, y con toda la firmeza, flema podríamos decir dadas las circunstancias, le informa de la llegada del incómodo visitante. Pero que " no se preocupe ", pues al fin y al cabo, el fiel sirviente enristra un rifle, con el que pone término a la vida del depredador. Todo para que la mesa se ponga sin retraso como estaba previsto. A cualquiera le viene a la mente, el estropicio, la sangre que mana de la bestia, sin embargo, el criado de inconmensurable templanza, lavará la zona, que lucirá como si nada hubiese pasado.  El fi

Roswell

- ¿ D ónde estaban los duendes? - Con aquel eufemismo, el investigador aludía a los presuntos cuerpecillos de los extraterrestres, para poner en tela de juicio a su interlocutor. Interrogaba al propietario de una funeraria, que se sumaba al carro de testimonios de aquellos días, lejanos en el tiempo. Porque en cualquier caso, habían pasado más de treinta años, y en torno al Incidente Roswell (1947) se había cernido un telón del misterio, que se volvió a alzar con las declaraciones de un testigo, que reconocía que el material hallado, no correspondía a ningún tipo de materia conocida en nuestro planeta. Aquel evocaba entre caladas que daba a una colilla moribunda, que la especie de metal, por lo menos en apariencia, tenía memoria. Esto es, que cuando se doblaba el mismo, recuperaba enseguida su anterior posición. Otros militares implicados en el caso Roswell afirmaron treinta años después, que habrían intentado deteriorarlo por abrasión pero aquella pieza no cedía un ápice de su aspec

La trilogía transilvana

C arruajes van y vienen sobre un terreno inhóspito, lleno de polvo, donde las rodadas y las mariposas que revolotean, le son variaciones extrañas de una realidad de la que intenta abstraerse. Demasiada agitación que palpita por aquellos vericuetos encajonados entre los Cárpatos, por los que discurrió el mismo Conde Drácula, y que le distraen de unas decisiones que ha de tomar. Se dejaría llevar por  la dulce modorra, más propicia para lo que tiene que decidir, pero  Abalint Abady el personaje de la Trilogía transilvana, reconoce a todos los que dejó tras su marcha en busca de mundo (a los que por supuesto asocia con recuerdos indelebles). Le volvió a trastocar el rumor de las invenciones de autores sajones que enfermizos, se detienen en lo anecdótico. Desde la publicación de Drácula , andar por la Europa más sofisticada, le traía sonrisas como si él, un noble húngaro saliese del ataúd, aunque sobre todo, dar explicaciones de cómo era Transilvania, le sacaba de sus casillas. ¡ No vivía

Un vaso de cianuro.

U n vaso con cianuro. Engullirlo y olvidarse de la noticia sobrecogedora. Todo comenzó con unas molestias en la próstata. Para él que había escalado y montado en bicicleta por los lugares más nemorosos de América, el dolor que lancinaba sus partes nobles, requería de una pronta solución. Torvo entornó sus párpados hacia el veneno benefactor. Le ahorraría los padecimientos de un cáncer de próstata. Horacio temía el deterioro y el dolor. Por otra parte, como le recomendó su galeno.- No debería montar en bicicleta, señor Quiroga, porque esa parte la tendrá molesta después de que le hagamos la operación. El gran escritor uruguayo, que nos mostró una naturaleza con una crueldad inusitada y despersonalizada.  El médico de nariz ganchuda como la de un alcaudón, le miró expectante más allá de sus lentes, sucias. Despaciosamente se elevó.- Si se lo hemos cogido a tiempo tiene cura.- Era una declaración rutinaria, ambos sabían que su enfermedad era terminal - Es un cáncer que pa

El Gabinete del Doctor Caligari

I mágenes con planos inverosímiles, escenas que rayan y traspasan la locura, en la que unos orates se despliegan con los pies ligeros por los distintos rellanos y salas de un gabinete, que es una expresión suprema de los tiempos alunados que les toca vivir a los alemanes y en general al mundo, en los años 20. - Pasen y vean.- dice un lunático con mirada errática. - Un, dos, tres.- despierten.- ¡ Por favor, no se dejen hipnotizar, y tengan cuidado si son sonámbulos!- Por más que lo intenten están en el Berlín de los años 1920. Se ha desatado la pasión por vivir, la droga se consume como mejor narcótico que una realidad alienante, y en la ciudad se trata meramente de sobrevivir. Nada de sortilegios ni pensamientos mágicos. Todavía no han florecido los cabarets, que marcan el canto del cisne de la República de Weimar , hermosa hasta que el auxilio de las finanzas americanas se corta de raíz, por la Gran Depresión . Las negras negociaciones de Versalles abocan al país a una deuda asfixia

Julio Sosa y el alma de Buenos Aires

B uenos Aires, la Babilonia americana, que creció y creció en el período finisecular, para transformarse en la colmena abigarrada, capaz de cumplir los anhelos de toda clase de soñadores. Porque habían llegado en tropel a América desde toda clase de balconadas, humildes, patrimonios más aseados, lo que produce cierto vértigo y porqué no decirlo, desasosiego, al observar cómo las expectativas luego fueron demasiado efímeras . Editoriales que marcarían la pauta sobre cómo hacerlo de forma estupenda en el mundo del libro, alfoces completos que casi se constituían por naciones - a vuelapluma, evoquemos aquel episodio donde en La Boca se arrió la bandera italiana tras arduas negociaciones- o lo fácil que era hacerse con una alfombra de los amigos turcos, después del cambalache correspondiente.- Siempre oferta la mitad de lo que quieras pagar.- Nos aleccionaban los familiares en cuanto nos adentrábamos en sus calles, un trasunto del dédalo de las que abandonaron.  En realidad, más que turco

1280 almas

U na retórica desusada por su crudeza, nos transporta a un Sur de Estados Unidos salvaje, que en los albores del siglo XX - el autor nos da sucesivas pistas y parece que la acción transcurre cuando los bolcheviques están tomando el poder en Rusia - da muestras de un racismo que se manifiesta en 1280 almas sin ambages ni velos. De hecho, en algunas escenas se piden abonos extras para cualquier tarea en la que se hallen los hombres de color incriminados, o el título de la obra también da pie a las disputas, cuando a su protagonista principal le rebaten parte de la importancia de l cargo que ostenta, porque dentro de esas almas de su condado, no caben en la cuenta los negros.  " —Si —dijo Buck, volviéndose hacia mi—. Mira, Nick. Los mil doscientos ochenta comprenden también a los negros, porque los leguleyos yanquis nos obligan a contarlos; pero los negros no tienen alma. ¿Verdad que no, Ken? —Muy cierto —dijo Ken. " Maravillosa novela de Jim Thompson