Quizá sea su enfant más terrible, por los
oprobiosos opúsculos antisemitas que provocaron algo más que el rubor en el
país vecino. Ese chico algo botarate, que antes de asentarse en la medicina,
vagó sin horizonte ni frontera por medio mundo, lo que iba a dejar una huella
profunda en su personalidad y en cualquier caso en una carrera literaria,
donde volcará como en un espejo, todas aquellas experiencias personales. Pero Luois Ferdinand Céline, el endemoniado tipo que escribía como los ángeles y que hubiese
merecido - si sólo hablamos de literatura- unos cuantos premios nobeles,
les salió un perfecto cretino. Con tres panfletos infamantes e hilarantes en
contra del judaísmo se va cavando su propia tumba, hasta
convertirse en un proscrito en el período de posguerra. Mea culpa (1936), Bagatelas
para una masacre(1937) y La escuela de los cadáveres (1938), en los que los hebreos se convierten poco más que en gárgolas hediondas(1).
Aunque normalmente en los prontuarios
de literatura, colocan a Viaje al fin de la noche como
una de las obras europeas más influyentes del siglo XX. Seguro que no llega a la
musicalidad de En busca del tiempo perdido con la que
habitualmente se contrapone, por ser de estilos claramente antagónicos: uno
estridente y moderno, el de Céline, y el otro, de un romanticismo que se niega
a morir, veteado de sombras de gran hondura psicológica. Proust remueve cada
átomo de nuestra memoria, con el recuerdo de la magdalena que ha quedado como una
de las estampas de mayor fijeza en la historia de la literatura. Elegancia,
casi rima que transforma cada párrafo en una poesía, y a la saga de Marcel en
todo un canto a la belleza. Con todo, las congojas adolescentes del personaje,
el propio Proust, sus zozobras en el amor, algo infantiles, nos
transportan a una atmósfera algo irreal en la que el lector se topa con un
excelente ejercicio estilístico, pero remoto a su entorno más próximo.
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Llegados a Céline, que gracias a su alter ego Bardamú y
en su pieza más famosa, Viaje al fin de la noche, da una vuelta de tuerca a la literatura a través de una
jerga hiriente y muy al cabo de la calle. A Céline le incomodaba la mendicidad
impostada, todo lo que sonase o remedase impostura. Asimismo, combate
con gran antirromanticismo cualquier apriorismo estético. ¿Quién se
atrevería a comparar el Sena con un moco? ¿ O a los trastoques del azar con "eructos del Destino"? Así, con Bardamú que entra en la
guerra por una baladronada, nos va ofreciendo una galería de personajes bélicos con su atroz sentido
crítico, donde la soldadesca aparece también como una perfecta colección de
idiotas ( nadie se cae de este panteón de la estulticia, ni la obediente carne
de cañón). Novela con tintes autobiográficos, el protagonista como
Ferdinand es destinado a una compañía de caballería, y de esta guisa, con fusta
en ristre y envuelto en un sueño perenne, que es algo así como un velo
protector contra toda la barbarie de la contienda, vamos cabalgando por las
páginas de esta pieza trasgresora en cualquiera de los
sentidos. Morfeo y la falta de descanso como decíamos, parecen las mejores vacunas contra el horror de la Gran Guerra. Para desasirse de aquel mundo de orates,
finge como buen cuerdo, pasar por loco, con lo que consigue de este modo
burlarse de las autoridades de la guerra. Son antológicas sus reflexiones
sobre la misma "Cuando los grandes de este mundo empiezan a amarnos es
porque nos van a convertir en carne de cañón"
Más tarde, toma rumbo en una embarcación
donde están a punto de arrojarlo por la borda, debido a un conflicto latente
con el resto de la tripulación, que al final con mucha pomada y facundia de
Bardamú, resuelve para bien de su propia salud. Llega entonces al mundo
colonial en el que hunde sus acerados ojos y desata su lengua, con el fin
desentrañar sus abusos, que tienen en el negro el pilar sobre
el que se asienta todo el régimen de explotación. Otra vez, desfilarán
personajes excéntricos, su prosa burlona nos desnuda los convencimientos de la acción benefactora de la colonización de los mismos colonizadores, que en
las pupilas del lector están más que develados. El currelar ha curado todos los
males, antes los famélicos lanceros se morían de enfermedades o guerreando,
como dice el colono convencido, ahora desfallecerán uncidos al yugo
laboral, olvidando sus rencillas. “Más currela, más currela” que les volverá
más civilizados. Por no hablar de los
episodios en los que el nativo, independientemente de su edad, es un mero
objeto sexual(2).
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Proust tenía un pie en la modernidad y retazos decimonónicos. A pesar de no ser coetáneos, se les comparaba. (Gentileza Wikimedia) |
Como un saltimbanqui, huye a América en un
estado casi de esclavitud, recorre Nueva York que remeda con tiento una urbe de
robots, con sus habitantes que corretean sincronizadamente por sus
munificientes calles. Las mujeres para un giróvago son una tentación
prohibida hasta que se topa con Molly, una prostituta, que
tiene rasgos de su amante en la realidad Elisabeth Graig, ( también Lola, otro de los personajes de esta obra
guarda semejanzas con su pareja en la vida real). Imaginemos a un Celine, gabán
en ristre y fumeteando de su cigarrillo, que retorna a su patria donde termina
sus estudios de medicina y malvive porque apenas cobra emolumentos en
un vecindario donde la miseria hiere su sensibilidad. También se quejará
amargamente de los vanos que son los honorarios medicinales para su clientela,
mientras otros vicios de esta patulea donde prescribe el nuevo médico, se
llevan por el delante toda la soldada. Vicios nocivos. Las últimas páginas que evidencian su currela en un psiquiátrico, resultan memorables.
La novela sorprende por su dureza, tanto por el lenguaje con el construye toda una
poesía acerba, como por la disparidad de argumentos, que responden a la
naturaleza de saltimbanqui de su protagonista/autor. A veces, nos apiadamos de
su personaje –la aventura del barco en la que tememos por su integridad física en un entorno demasiado claustrofóbico- en otras ocasiones resulta odioso
por su sinceridad. Muy recomendable y una de las obras que brillan con más vigor
en el firmamento literario europeo. Porque con él vino la modernidad, pese a
que el Gobierno francés suspendiese homenajes merecidos en el ámbito en las
letras, pero cuya necedad en otros terrenos como el humano no hizo posibles.
(1) “Los judíos, racialmente, son monstruos, son híbridos, lobos cazadores que deben desaparecer” escribió Céline ( ver estupenda reseña en La Tercera de sus controversias contra el judaísmo, donde el flamante escritor judío, Philip Roth, muestra las contradicciones que le inspira la figura del gran escritor francés, http://www.latercera.com/noticia/cultura/2016/04/1453-677733-9-pelicula-reaviva-el-debate-sobre-celine-el-controvertido-escritor-frances.shtml ). En esta reseña se aborda la polémica debida al estreno de una película que recrea la figura del literato francés.
(2) Más ácida que El corazón de las tinieblas de Conrad cuyo lance final “horror, horror” todavía nos sobrecoge como si contempláramos con nuestros propios ojos una escena del averno del Bosco, Céline no deja tampoco títere con cabeza. El escritor dibuja las colonias como el paraíso de los pederastas: mujeres ligeras de ropa son tomadas sin más prevenciones que el deseo carnal, que el colonizador puede saciar sin embozo. Así se trasluce en las páginas de Viaje al fin de la noche.
(2) Más ácida que El corazón de las tinieblas de Conrad cuyo lance final “horror, horror” todavía nos sobrecoge como si contempláramos con nuestros propios ojos una escena del averno del Bosco, Céline no deja tampoco títere con cabeza. El escritor dibuja las colonias como el paraíso de los pederastas: mujeres ligeras de ropa son tomadas sin más prevenciones que el deseo carnal, que el colonizador puede saciar sin embozo. Así se trasluce en las páginas de Viaje al fin de la noche.
Creo que ya hablamos antes, Sergio, de autores muy buenos, geniales incluso, que dejaban mucho que desear en su perfil humano. Céline sería uno de ellos, leí "Viaje al fin de la noche" hace muchos años y apenas puedo guiarme por el recuerdo, me impresionaron las primeras páginas, suele ocurrirme con frecuencia, para decaer después mi interés, sin ninguna duda el defecto fue mío; he escuchado sin parar de las excelencias de esta novela.
ResponderEliminarTe felicito, Sergio, trates lo que trates lo sacas adelante con solvencia y con momentos inspirados sin perder nunca el sentido de la divulgación. Supongo que no debe ser una tarea fácil, hay que documentarse mucho y exponer de una manera amena y clara con la dificultad de encajar con cierta armonía los datos.
Un abrazo.
Gracias de nuevo, poeta(te digo poeta, Francisco con toda la carga de admiración y ese instinto musical de las palabras que tenéis los mejores poetas). Efectivamente, una pena que un escritor tan fantástico, luego vea emborronada su trayectoria literaria por una vida miserable. Para mi fue una gran decepción, porque había leído Viaje al fin de la noche y me pareció una novela desmitificadora de la guerra y un magnífico alegato contra el colonialismo en África.
EliminarGracias de nuevo y decirte que sólo me mueve un profundo amor por la cultura. Qué no perdamos referentes, en este canto a la modernidad, donde nos hemos perdido un poco de vista. Aludo al ser humano.