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El cuento de Cinema Paradiso Parte II

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           Para leer el primer capítulo del cuento, acceder a este enlace:                  https://elazoguedemidesespero.blogspot.com.es/2016/06/el-cuento-de-cinema-paradiso-parte-i.html                         


En una pared sucia el cartel de ‘Via col vento  ’ recordaba a Salvattore la  figura paterna.- Tu padre se parecía a Clark Gable.- le contó en cierta ocasión Alfredo, a quien le empezaba a clarear la coronilla.- Tenía una sonrisa preciosa, que enamoraba en cada ocasión que mostraba su marfileña caja de dientes.- ayudado por los relatos inocentes de Alfredo, y las imágenes de los soldados anónimos, sin rostro, más bien despojos humanos, que se desplazaban en los noticieros por la pantalla de cine a razón de veinticuatro instantáneas por segundo, Salvattore Di Vita había perfilado en su mente una original mezcolanza, en la que se debe convertir cualquier persona que muere.

Lo que el viento se llevó o Via col vento,
quizá la película más legendaria 


El muerto siempre es más bello que en vida, acaso porque los juicios estéticos y de cualquier otra índole, son menos rigurosos con los finados. También su padre había desaparecido joven, supuestamente en las heladas tierras rusas, dado que no había constancia, o lo que es lo mismo, nunca se encontró el cadáver. <<Mientras, los demás envejecemos inexorablemente>>.

 A esa belleza imperecedera conquistada por los idos, en el particular embate contra el tiempo que experimentan los supervivientes, se asió Totó para evocar a su padre. Abandonó la remembranza del progenitor, al mismo tiempo que comenzaba a montar la película de la estación. De modo repentino, un pensamiento segó su felicidad: nunca volvería a ver aquella aparición angelical de ojos azules. Como tantos otros, se encontraría de paso en Palazzo Adriano, el lugar donde nunca ocurría nada y en el que buscar la prosperidad se asemejaba a una broma de mal gusto. Fotograma a fotograma, robado, acomodó el dolor del amor, en un lecho de suspiros. Ella flotaba en la pantalla, y ésta a su vez ,se encontraba ligeramente inclinada por la acción de la gravedad.


-          ¡Ayyy,ayyy,ayyy!- quejidos de amor suaves, mezclados con el trabajo de montaje.Una vez que hubo señalado el principio y el final de la secuencia, cortó en dos la película, guardando las escenas en las que había grabado a Helena. Súbitamente apareció Alfredo, el antiguo proyectista de cine.

-          Cóme va, Toto?.- preguntó éste.


Hasta la puerta había venido junto a su mujer, quien solía dejarlo en compañía de Toto para que hablaran de cine. Antes, cuando el material de las películas ardía con facilidad, un incendio abrasó las cavidades oculares de Alfredo. Toto heredó la profesión de proyectista de cine.


-          Tutto va bene, Alfredo.


-          ¿Caminamos un rato, Toto?.- volvió a preguntar el ciego. Barba de plata, alguna quemadura ganaba extensión a la piel sana y le desfiguraba el rostro. Era como si su amigo, se hubiese tornado en el león que adornaba la bocana del proyector.


-          Va bene, Alfredo.

Y la calle siciliana, donde la piedra se hace verbo, fue el cauce para la voz de Alfredo. Piedras chicas, grandes, calizas.......eran la alfombra, a los pies del caminante. Mientras, las rocas erguidas de las fachadas aguantaban estoicas la virulencia de los rayos solares.

Pasaron la casa de Beppino, el comunista. Otario, antiguo compañero de Salvattore, estaba asomado a la puerta. Saludaron sin mucho esfuerzo.

-          ¿Qué te pasa, Totó?.- acertó a decir Alfredo.-Otros días pareces una ametralladora, lanzando palabras. Hoy callas, por qué.

-          No me pasa nada.-una pausa-Te lo prometo.-el tono melancólico sugirió al viejo el amor como causa de tanta dispersión

-          ¡Ahhh, el amor!.- el bastón de Alfredo se coló varias veces por los resquicios de arena, que entre las piedras florecían como oasis. Agarraba más fuerte entonces al muchacho. -¿No será una mujer con ojos azules?. Son las peores -un nuevo apretón en el bíceps hizo pensar a Toto, que su acompañante estaba cansado.- Sentémonos, Toto, que te voy a contar una historia.-en un portal estrellado de piedra, el tono fluyó melifluo......


“<<Cero una volta....>> una princesa muy bella. Era el regalo más preciado que había recibido su padre, el rey. De vez en cuando, le venían a su mente los primeros momentos de la vida de su hija. Se acordaba por encima de todo, de lo egoísta que había sido. Pero aquella mañana los recuerdos cobraron mayor importancia.

Cansado y viejo, el monarca comenzó a escuchar no hace mucho, las palabras de su fiel consejero. El espejo le devolvía una imagen desgastada, ahondando aún más en su alma, la voz de Gerardo.

-          Su majestad debe pensar en el futuro del reino.-aconsejaba Gerardo.-Usted ya no es un joven, Majestad.- continúo- Ni tampoco tiene un hijo,que haya dejado la cuestión de su sucesión solucionada.


Las princesas, poderosas y bellas imágenes, que alimentan
nuestro imaginario colectivo


<<Su hija no era una niña, eso ya lo sabía él>>, muy atrás se habían quedado sus primeros balbuceos. Rememoró durante unos instantes el alumbramiento de la princesa, a la vez que escuchaba la voz lejana del consejero. En el cuadro de sudor, el cuerpo de su mujer, la reina, y el de aquella cosa se entrelazaban sin saber qué miembro pertenecía a cada una. Inesperadamente la respiración de la reina se fue haciendo más lenta, hasta convertirse en un fino hilo del que pendía su vida. Se iba apagando al mismo ritmo que los pulmones de la princesa adquirían más seguridad en esto de tomar el aire del exterior.


No pudo olvidar como el tiempo que les rodeaba pasó voraz, igual que las inflamadas lenguas de fuego  de un incendio que embravecido a causa del aire, engullía los segundos, los minutos, rápidamente, a mucha prisa. Su mujer había muerto, y el de espectador, desde el quicio de la puerta de madera, había asistido impávido a su final trágico.


 De fondo, el llanto mudo de su hija inundaba la estancia. Todos los esfuerzos del eximio médico de la corte resultaron baldíos, tan estériles como el erial en el que se transformaría su corazón tras la muerte de sus ojos, de su alma.


<< Ya nada merecía la pena>>.


Así transcurrieron los años, por un cauce de desamor, en cuyo curso el rey ignoró a su hija. En cierto modo la princesita había sido la culpable de la desgracia. Sin embargo, las heridas fueron cicatrizando, y cada día observaba un mayor parecido con su desaparecida esposa. <<Esa sonrisa me recuerda a ella>>. << Su despertar inocente es el mismo que el de la reina>>. Un buen día el sol estiró sus brazos de calorías y alcanzó de pleno el corazón del monarca. << Qué egoísta he sido>>, se dijo, y desde entonces se prometió darle todo el cariño que le había negado desde un principio a la bella princesita.


-          Soy un anciano, D. Gerardo. Dejémonos de ambigüedades, querido amigo.-replicó el monarca, que pareció resucitar de sus pensamientos nostálgicos.  Donde antes crecía el pelo, un desierto había avanzado. La corona ocultaba parte de la piel yerma.

Enseguida pensó en su hija:<<Pobrecilla, la flor de mis días. Todo cuanto ha querido, se lo he conseguido, sin importarme lo más mínimo. Ahora tendré que pedirle que se case pronto y mal, por el bien del reino>>.


-          Su majestad, su Majestad.-inquirió Gerardo, reclamando la atención de su señor.


Pero al oí al consejero y saber lo que le iba a decir, el rey  adelantó sus palabras.- Sí, tenemos que casar a la princesa pronto.


Por casualidad, como todo lo que sucede en Sicilia, apareció la princesa en el preciso instante, que los dos hombres ventilaban la cuestión. Dos horas después, la princesa consentida se encontraba feliz, porque al fin podría devolver a su  padre, todo el cariño que había recibido a cambio. En el fondo tenía buen corazón

Al día siguiente,  en los rincones más diversos  del reino, un edicto anunciaba:

A PARTIR DEL DIA CORRIENTE Y TRANSCURRIDOS SEIS MESES, LA PRINCESA CASARA CON EL CANDIDATO QUE REUNA LAS MEJORES CONDICIONES PARA SER EN UN FUTURO, EL REY DE NUESTRO PAIS.

PALABRA DE REY. CAROLO C 
 


Castillos inspirados en cuentos y cuentos inspirados en castillos

La noticia corrió como un reguero de pólvora. Apenas transcurridas unas semanas, comenzaron a venir príncipes de los lugares más insospechados. La algarabía flotaba en las calles. No se casaba todos los años a una princesa, ni  se recibía a tanto visitante ilustre.
   
-          ¡ Qué miedo me da todo esto!.-contó la princesa a su doncella. Paseaban por el jardín, repleto de canéndulas. Los fanerogamas leñosos se bamboleaban, con tal de llamar su atención. Aprovechando la amistad de eolo cimbreaban sus caderas al ritmo de los vientos.

-          ¡Qué bella es!.- suspiró la libélula. Mientras, los girasoles hipnotizados por los rayos rubios de la princesa, se olvidaban de seguir al astro rey.-Tampoco es tan bella.-gruñó Helio.

El chambelán de palacio apareció de detrás de unas ramas. Tal había sido el recelo del rey, que pocos en palacio conocían la belleza de la real dama. Sorprendió a las dos mujeres, confesándose mutuamente.

-          Disculpen las molestias.-se excusó éste. Las venas plateadas, alrededor del cuello real, eran los dibujos de una taza de porcelana china.<<Si pudiera beber de ella>>,soñó el chambelán.

-          No pasa nada, caballero.-contestaron al unísono.-¿Usted quién es?.

-          Soy el Chambelán de palacio, su majestad.- la hilera de pelos, que caía hasta la barbilla, quería  paliar la escasez de éstos en la faz del muchacho. Una brecha le dividía la frente en dos.- Si no desean más, me retiro a mis quehaceres, su majestad.- dio dos pasos atrás, con tal mala suerte de caer de bruces. El costalazo hizo reír a la princesa.    

-          No quiero nada más- entre risas burlescas.


 Transcurrían las aguas tranquilas por el circuito hidráulico; los nenúfares giraban, bailando alegres, la presencia de la princesa. La tarde cayó con las risas reales,  cada vez más adelgazadas, en la memoria del chambelán.- Me ha matado su belleza, Dios. Compondré los mejores versos para ella.

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